Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo XXCapítulo XXIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XXI

Cómo el tirano Tezozómoc repartió las tierras pertenecientes al patrimonio del imperio de los chichimecas, y otras cosas que hizo y del sueño que soñó

El año siguiente de 1420 de la encarnación de Cristo nuestro señor, llamado chicuacen técpatl, dos después de la muerte del infeliz Ixtlilxóchitl y algunos días más (cuando de la ciudad de Tetzcuco y todas las demás de su provincia los naturales que se habían ido y ausentado a diversas partes, estaban ya otra vez en sus casas con alguna quietud aunque despojados de sus haciendas y bienes muebles, regidos y gobernados de tiranos crueles), acordó el tirano Tezozómoc en esta ocasión de repartir el reino de Tetzcuco en este modo. El pueblo de Coatlichan con todo su llamamiento (que en aquella sazón eran muchos pueblos y lugares que tenían el nombre y apellidos de acolhuas y corrían desde los términos de la provincia de Chalco hasta los de Tolantzinco, en donde entraban las provincias de Otompan, Tepepolco y Cempoalan), tomó para sí Huexotla que era la otra cabecera que asimismo contenía muchos pueblos interpolados con los de la ciudad de Tetzcuco y con los de Coatlichan, le dio a Tlacateotzin, señor de Tlatelolco y la ciudad de Tetzcuco con los demás pueblos de su llamamiento le dio a Chimalpopoca, rey de México. Asimismo dio investidura de reyes a su nieto Teyolcocoatzin, señor de Acolman y a Quetzalmaquiztli, señor de Coatlichan, las que caían por la parte del mediodía y a Ateyolcocoatzin de Acolman, las del septentrion repartiendo entre los del gobierno de todo el imperio de Tetzcuco. Otras mercedes hizo a otros caballeros y señores de menos cuenta. Hecho esto, comenzó a hacer algunas guerras y entradas con sus capitanes contra los de las provincias remotas, llevando la cosa con rigor. Muchos de los señores de ellas se le rindieron, sin dar lugar a que sus súbditos padeciesen calamidades y persecuciones, las que en tales ocasiones causan las guerras. En esto ocupó todos los seis años que le restaban de vida: habiendo estado Nezahualcoyotzin en la provincia de Tlaxcalan con sus tíos los señores de allí, con quienes comunicó sus designios y ellos le dieron el orden que había de tener para recobrar su imperio y señorío. En este medio tiempo, las señoras mexicanas, que eran sus tías y deudas muy cercanas de él, pidieron de merced al tirano la vida de su sobrino, el cual se la concedió, con tal que asistiese dentro de la ciudad de México, sin salir de ella; hasta que segunda vez las mismas señoras alcanzaron con el tirano pudiese ir a la ciudad de Tetzcuco en donde le restituyó los palacios y cosas de sus padres y abuelos y algunos lugares para que le sirviesen, con lo cual tuvo alguna más libertad para poder tratar la restauración del imperio en el año de 1426 de la encarnación que llaman matlactliomome tochtli. Estando en el estado atrás referido el imperio, el tirano Tezozómoc soñó una madrugada, cuando por el oriente salía la estrella del alba, que al príncipe Nezahualcoyotzin veía transformarse en figura de águila real y que le desgarraba y comía a pedazos el corazón y otra vez se transformaba en tigre, que con unas uñas y dientes le despedazaban los pies; se metía dentro de las aguas y lo mismo hacía dentro de las montañas y sierras convirtiéndose en corazón de ellas; con lo cual despertó espantado, despavorido y con cuidado y así hizo llamar luego a sus adivinos para que le declarasen este sueño. Los cuales le respondieron que significaba el águila real que le despedazaba y comía el corazón, que el príncipe Nezahualcoyotzin le había de destruir su casa y linaje; y lo del tigre, que había de destruir y asolar la ciudad de Azcaputzalco con todo su reino y que había de recobrar el imperio que le tenía tiranizado y ser señor de él: que eso significaba el convertirse en corazón de las aguas, tierras y montañas. Habiendo oído Tezozómoc la declaración de su sueño, les pidió le diesen su consejo, para que pudiese con tiempo remediado; los cuales le respondieron, que no hallaban otro sino matado y que esto se había de hacer cuando estuviese descuidado, porque de otra manera sería imposible matarle. Y habiendo despedido a los adivinos, mandó parecer ante sí a sus tres hijos, Maxtla, Teyatzin y Tlatoca y entre otras muchas razones que les dijo fue que si ellos querían ser señores del imperio, matasen a Nezahualcoyotzin, cuando viniese a la ciudad de Azcaputzalco a hallarse en las honras de su muerte, que sería muy presto, porque él se hallaba muy a lo último de sus días, pues como sabían había gobernado ciento ochenta y ocho años y que en su lugar entraría Teyatzin su hijo a quien nombraba por sucesor.

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