Índice de Historia de la Nación Chichimeca de Fernando de Alva IxtlilxochitlCapítulo XVICapítulo XVIIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO XVII

Cómo Tezozómoc, viendo que el emperador Ixtlilxóchitl le tenía cercada y situada su ciudad, procuró pedir treguas con socolor de que le quería dar la obediencia y tratar de paces

Visto Tezozómoc que en cuatro años que habían durado las guerras de los chichimecas contra él, no había podido sujetarlos, sino que antes había perdido mucha gente de su ejercito, y que a pocos lances le entraban en su ciudad, en donde podía correr riesgo su persona, y las de sus deudos y aliados, acordó llevar por otro camino el negocio, y fue que pidió treguas por cierto tiempo, en el cual prometía dar la obediencia a Ixtlilxóchitl y tratar de la paz y concordia que dijo pretendía a el imperio, y para ello envió sus embajadores a Ixtlilxóchitl, el cual siendo demasiadamente noble de condición, sin advertir el daño que de esto se le podía seguir, luego mandó alzar el cerco que tenía puesto sobre Azcaputzalco, y envió a sus gentes a que fuesen a descansar en sus pueblos, quedándose solo y desapercibido en la ciudad de Tetzcuco; y conociendo Tezozómoc el descuido con que vivía y que sus designios se le iban logrando fingió quererle hacer ciertas fiestas en las faldas de un cerro que se dice Chiuhnauhtécatl en confirmación de las paces que fingidamente decía querer hacer con Ixtlilxóchitl, y llevando para el efecto muchas danzas y otros juegos, regocijos y entretenimientos que usaban estos señores, a las vueltas de él llevó un grueso razonable ejército para que al mejor tiempo embistiesen con los tetzcocanos y matasen a Ixtlilxóchitl y a todos los que iban con él; y en esta traición y pactos de tiranía fueron participantes los señores mexicanos y los otros atrás referidos, que eran de la casa y linaje de Tezozómoc, el cual se puso con todo lo referido en Un bosque y casa de recreación que allí estaba, que se decía Temamátlac, en donde aguardó a Ixtlilxóchitl; el cual cuando llegó a su noticia cómo estas fiestas que el astuto viejo pretendía hacer, eran para mejor hacer su tiranía (y lo que más sintió el rey Ixtlilxóchitl ser ya tan tarde que apenas se pudo fortificar su ciudad, ni pedir socorro, porque los más de los señores estaban ya en compañá del tirano, y aun algunos de los caballeros de su corte, de quienes mucho se fiaba, eran partícipes de esta conjuración), haciendo de ladrón fiel envió a excusarse de las fiestas, fingiendo estar indispuesto, y que las remitiesen para otro tiempo; para lo cual llamó a su hermano el infante Tocuitécatl Acotlotli, y le encargó llevase esta embajada: el cual conociendo que esta empresa que se le encargaba era de mucho riesgo, y que no podía escapar con la vida, dijo al rey su hermano que se acordase de sus hijos y los amparase, y que dos lugares que le había hecho merced de ellos poco había, que se decían Quauhyocan y Tequixquináhuac de que aún no había tomado posesión, que sus hijos los hubiese; el rey le consoló y le dijo que el mismo riesgo aguardaba su persona, pues le veía tan desapercibido de socorro y gente, y el tirano tan aventajado, pues le hacía la guerra con sus propias armas y con los de su propia casa, y habiéndole dicho otras razones, le mandó vestir ciertas vestiduras que el rey se solía poner, y adornarle con preseas de oro y pedrería, y llamó a ciertos criados suyos para que lo acompañasen, y con ellos se fue al bosque de Temamátlac, que estaba en Chiuhnauhtécatl como está referido. Cuando llegó el infante vio que estaban todos en consulta, y entre los del tirano muchos de los de la gente ilustre y principal del reino de Tetzcuco, como eran algunos de Huexotla y otros de Coatlichan y de Chimalhuacan, Coatépec, Itztapalocan y los de Acolman con todos los de su valía; y haciendo su acatamiento al tirano y a todos los demás, dio su embajada, y la respuesta que se le dio fue decirle que a él no le llamaban, sino a Ixtlilxóchitl; y luego incontinenti lo mataron desollándolo vivo, y el pellejo lo encajaron en una peña que por allí estaba, y la misma muerte les dieron a todos los que iban con él. De lo cual fue avisado el rey Ixtlilxóchitl, que ya estaba puesto a punto aguardando a los enemigos, los cuales viendo que no lo pudieron haber a las manos, marcharon a gran prisa para cogerle desapercibido y saquear la ciudad, y aunque el tirano con sus consortes se dio mucha prisa, no pudo con tanta facilidad ejecutar su mal intento, porque Ixtlixóchitl se opuso contra él y defendió la ciudad más de cincuenta días, en los cuales sucedieron muchas y varias cosas, entre las cuales un caballero llamado Toxpilli, de los muy privados que tenía el rey Ixtlilxóchitl, él y los de un barrio de la ciudad llamados chimalpanecas, mataron a los ayos y gente de la recámara del rey por ser ya del bando de los tiranos, entre los cuales fueron Iztactecpóyotl y Huitzilíhuitl, que entrando dentro de sus casas con macanas los hicieron pedazos, ya otro llamado Tequixquenahuacatlayacaltzin dentro de su casa a pedradas lo mataron y arrastraron, sacándolo de su casa por las calles, y le saquearon la casa; era persona muy rica. Viendo Ixtlilxóchitl que aun hasta los de su casa y corte, y de quienes tenía gran confianza se le habían rebelado, y todos apellidaban el bando tepaneco, y que estaba tan apurado, y los más de los ciudadanos y otros caballeros que defendían su persona y la de su ciudad estaban muertos, y la gente miserable e indefensa, le fue fuerza hacer lo mismo.

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