Índice de Causas y consecuencias de la guerra de 1847 entre Estados Unidos y México de William JayCAPÍTULO XVCAPÍTULO XVIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE 1847
ENTRE ESTADOS UNIDOS Y MÉXICO

William Jay

CAPÍTULO XVI

Anexión por resolución conjunta


Hasta el momento en que el Senado de los Estados Unidos se negó a ratificar el tratado de Mr. Tyler, no se había concebido otro modo de realizar la anexión, como no fuera mediante un documento de esa naturaleza. Texas pretendía ser una nación independiente y aun había sido reconocida ya como tal por los Estados Unidos, por Francia y la Gran Bretaña. Pero los convenios que hacen las naciones independientes se llama tratados, y la Constitución encomienda la facultad de hacer tratados exclusivamente al Presidente y a una mayoría de dos tercios del cuerpo legislativo que se llama el Senado. De todos los contratos que hagan entre sí dos naciones, ninguno puede ser tan importante ni tan solemne como el que tenga por objeto que una transmita a la otra la soberanía y el dominio que le corresponden sobre territorios.

Todo el territorio que se había agregado a los Estados Unidos se obtuvo mediante tratados. Así que cuando Texas pensó en su anexión, propuso hacerlo por medio de un tratado, y los señores Tyler, Upshur y Calhoun convinieron unánimemente en invitar a Texas a que ingresara en la confederación firmando para ello un tratado. Pero los esclavistas hubieron de recordar, por obra de acontecimientos recientes, que se requería el voto favorable de una mayoría de dos tercios del Senado para anexarse un territorio extranjero de acuerdo con los preceptos de la Constitución, y que, como la mitad de los senadores representaban a Estados libres (Esto es, Estados en los que el asunto del esclavismo estaba prohibido expresamente), no era posible por el momento lograr una mayoría anuente.

Sólo que la necesidad es la madre de la invención, y la verdad de este aforismo quedó confirmada notablemente en este caso. Se descubrió de pronto que lo que no podía lograrse por medio de un tratado, se conseguiría fácilmente por obra de una resolución conjunta de las dos Cámaras legislativas.

Un acuerdo de este tipo necesitaba apenas una insignificante mayoría en cada Cámara. Así que se podría ahorrar la firma de tratados en lo futuro, cuando fuese patente que el Senado no estaba dispuesto a dar su voto favorable; y de este modo los tratos internacionales del país podían regularse, y las disputas de límites definirse y aun determinarse las condiciones de paz, mediante simples resoluciones conjuntas del cuerpo legislativo.

¿A quién hemos de atribuir este recurso ingenioso para hacer a un lado la Constitución que anulaba el juramento de guardarla y facilitaba la usurpación de las facultades concedidas exclusivamente al Senado para hacer tratados? No lo sabemos; pero a Mr. Tyler ha de reconocérsele que fue el primero que anunció al pueblo el descubrimiento de esta táctica. Avergonzado y colérico porque se rechazó su tratado, apeló inmediatamente a la Cámara de Diputados o representantes, ante la cual exhibió el documento rechazado e insinuó que era posible realizar la anexión valiéndose de otros medios. Pero Mr. Tyler había nulificado de tal modo el respeto y la confianza de que gozó en un tiempo, que su influencia acabó por ser nula para el bien y para el mal. Se hizo en verdad la anexión de Texas, pero fue por resultado de otras influencias y no por las que pusieron en juego Tyler y Mr. Calhoun.

La administración de Mr. Tyler terminaría el 4 de marzo de 1845, cuando se inciaría la de Mr. Polk. El voto contra el tratado de anexión que se emitió en junio anterior, había convencido a los partidarios de adquirir a Texas, de la imposibilidad de realizar su ideal supremo dentro de las normas constitucionales, y ya los amigos de la libertad humana se congratulaban de que el peligro hubiese pasado.

Pero la elección de Mr. Polk, al identificar a los grupos demócratas del Norte con la política del Sur, revivió las esperanzas y dio nuevo impulso a los esfuerzos de los amigos de la anexión texana. El patrocinio del Gobierno quedaría durante los cuatro años próximos a la disposición de los anexlOnistas declarados y entusiastas. En tales circunstancias, se resolvió hacer un nuevo esfuerzo por adquirir a Texas por encima de la Constitución. Y no era falta de base esta esperanza, porque de seguro la mayoría de los senadores que había rechazado el proyecto de tratado de Tyler al ir hundiéndose éste en el horizonte político, se apresuraría a rendir homenaje al sol naciente.

Mr. Polk se haría cargo de la presidencia el 4 de marzo, y esta circunstancia proporcionó un buen pretexto para que llegase al Capitolio unas cuantas semanas antes el dispensador del patrocinio de la nación. Se comprende que su presencia ejerciera un poder maravilloso sobre los votos dados posteriormente. El 19 de marzo de 1845 se adoptó la famosa resolución conjunta en favor de la anexión de Texas como Estado de la Unión federal, aprobada como remate de una lucha enconada y que tuvo momentos de inquietante indecisión.

Uno de los incidentes más extraordinarios de esa calamitosa legislación igualmente extraordinaria, fue que ciertos senadores surianos hicieron alarde de poseer una conciencia peculiarmente sensitiva. La Cámara baja había aprobado una sencilla resolución anexionista por mayoría de 22 votos; mas algunos de los senadores, aunque rabiaban por anexarse a Texas, sentían escrúpulos por el juramento que habían hecho de apoyar la Constitución y no sabían bien cómo conciliar ese juramento con la triquiñuela de que se echaba mano para nulificar la facultad de hacer tratados que se confería exclusivamente a una porción mayoritaria del Senado. Entonces vino en su ayuda la expedición de una ley por la cual el Presidente quedaba dotado de facultades para optar entre una anexión por obra de un acuerdo del Congreso o una anexión por obra de un tratado. Este medio ingenioso de autorizar al Presidente para que respetara o desdeñara a su gusto los preceptos de la Constitución, dejando a su cargo las responsabilidades del término de esa disyuntiva que escogiera, relevó de todo escrúpulo a esos caballeros concienzudos, los legisladores, y los capacitó, casi a última hora, por medio de un cambio de votos, para llevar al Senado el proyecto de la anexión gracias a una mayoría de dos votos. Si a última hora pareció insuficiente esta medida extraña para calmar los escrúpulos constitucionales, en vista de los trascendentales efectos que tal medida iba a tener, quizá se encuentre una causa más satisfactoria para el aquietamiento de los espíritus en las declaraciones hechas por un periódico del Sur durante las discusiones habidas sobre este asunto:

Nos regocijamos de que esos demócratas desertores que se oponen a la medida vital que Mr. Polk desea tan ardientemente que se resuelva en este período de sesiones, no podrán esperar nada de su administración.

Como Mr. Polk se hallaba ya entonces en Wáshington, no está fuera de razón creer que el editor del periódico Richmond Enquirer no fue el único confidente de su intención de escatimar puestos a todos los miembros del Senado que votaran contra la anexión.

Uno de los caballeros cuyos escrúpulos llegaron a amenazar de derrota el proyecto de anexión, pero que, al iluminarse mejor su conciencia, votaron por esa medida y contribuyeron así a que hubiera en el Senado la deseada mayoría, fue posteriormente nombrado por Mr. Polk jefe de una misión diplomática en el extranjero.

No perdió el tiempo Mr. Tyler al escoger entre los dos términos de la disyuntiva que le planteó la resolucion conjunta del cuerpo legislativo. El 3 de marzo, unas cuantas horas antes de que terminara su administración, despachó a un mensajero a entrevistarse con el agente americano ante el Gobierno de Texas, llevando una carta de Mr. Calhoun en que le daban instrucciones de proponer al Congreso texano que aprobara un acuerdo de anexión para que lo aceptara el Gobierno de Texas, oponiéndose cuerdamente a la anexión por medio de un tratado, en vista de que los tratados tenían que someterse al Senado para su ratificación y exponerse al peligro de no lograr el voto favorable de los dos tercios de los miembros presentes, lo cual no era difícil a juzgar por los hechos ocurridos hacía poco (1).

El 4 de julio Texas consintió en su anexión, y el 22 de diciembre siguiente fue recibido formalmente como Estado de la Unión federal.

Independientemente de la violencia que se hizo así a toda ley moral por cuanto a la forma en que se realizó la anexión y los motivos que la produjeron, la medida era por sí misma una violación burda y palpable de los deberes que imponía la neutralidad de los Estados Unidos.

Reconócese libremente que Texas era a la sazón un Estado independiente y por tanto tenía el derecho de formar un solo cuerpo con la República federal estadounidense. Pero Texas se hallaba en guerra con México; y hemos visto ya que Mr. Tyler no solamente reconocía la existencia de esa guerra, sino que, después de haber sido rechazado su tratado de anexión, oficialmente reprochó a México por la forma bárbara en que esa potencia pretendía continuar las hostilidades. Es imposible negar que un país neutral que forma una alianza ofensiva y defensiva con otro país que se halla en guerra, por ese mismo hecho se convierte en beligerante. Pero la anexión era una alianza en el sentido más amplio de la palabra, tanto ofensiva como defensiva. Tan enterada estaba la Administración de este hecho, que como lo veremos después, ya se tenía preparada una fuerza de mar y tierra para defender a Texas contra el ataque meditado de México. Si después de empezadas las hostilidades entre México y los Estados Unidos, Inglaterra y Francia hubieran aceptado de México la cesión de California, esa aceptación en sí hubiera constituido casi una declaración de guerra contra los Estados Unidos. Si Europa hubiese enviado una flota y un ejército para librar a México de nuestra invasión, ¿acaso el hecho de que México fuera un país independiente habría bastado para satisfacernos de que no teníamos causa efectiva para quejarnos de tal interferencia?

Según el derecho internacional, la anexión fue un acto de guerra contra México.

Ocho años antes de este acontecimiento, el Rev. Dr. Channing, de Boston, en un escrito Que publicó contra los planes que él bien sabía que estaba fraguando la Administración. de agregar a Texas al territorio de los Estados Unidos, lanzó esta terrible predicción que en su mayor parte se ha convertido en realidad histórica:

Por medio de este acto (la anexión) nuestro país se iniciará en una carrera de crímenes y usurpaciones, y se hará acreedor al castigo v las calamidades consiguientes a todo delito. La adquisición de Texas no será única, sino que se encadenará a otros hechos numerosos de rapiña y de sangre, por fuerza de una inflexible necesidad. Quizá muchas generaciones no verán la catástrofe que hay en esta tragedia cuyo acto primero estamos ahora listos para representar. Texas es un país conquistado por nuestros ciudadanos y su anexión a nuestra República será el principio de una era de conquistas Que, a menos que le ponga coto y la frustre la Providencia, no se detendrá sino cuando llegue al Istmo de Darién. Por tanto debemos no clamar ya más: ¡Paz, paz! Nuestra águila aumentará su apetito, no lo satisfará, al destruir a su primera víctima, y vivirá persiguiendo más tentadoras víctimas, sangre más codiciable, en cada región nueva que se abra hacia el Sur.



Notas

(1) El difunto Canciller Kent, de Nueva York, era a la sazón indudablemente el jurista más distinguido de Norteamérica. He aquí lo que escribió a un miembro del Congreso: He recibido su discurso de enero último sobre la anexión de Texas. Lo he leído con mucha satisfacción, y considero perfectamente lógico que la anexión de Texas por obra de una resolución conjunta del Congreso sea injustificada y constituya una usurpación de las facultades privativas del Senado para hacer tratados; esa anexión es, por tanto, desde todo punto de vista, violenta, injusta, inconstitucional, y en extremo perniciosa y falta de principios, y conducirá a la ruina de la Unión.

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