Indice de Entrevista al C. General de brigada Nicolás Fernández Carrillo por Píndaro Urióstegui Miranda Villa frente a Obregón en Celaya. Carranza en Veracruz Fui a esconder a mi general Villa a una cueva de la sierra alta de ChihuahuaBiblioteca Virtual Antorcha

ENTREVISTA
AL GENERAL DE BRIGADA
NICOLÁS FERNÁNDEZ CARRILLO

Píndaro Urióstegui Miranda


LOS RECURSOS ECONÓMICOS DE LA DIVISIÓN DEL NORTE

PREGUNTA
Es común escuchar que la División del Norte siempre anduvo bien uniformada, con magnífico armamento y siempre contó con suficientes recursos económicos para movilizarse ¿de dónde obtenía el general Villa esos recursos económicos?

RESPUESTA
Ahora verá usted, el general Villa agarró en Chihuahua preso a Don Luis Terrazas Jr. y a su hijo Guillermo Terrazas Bobadilla. Eran unos hombres muy ricos; yo había trabajado con ellos y sabía que a don Luis se le debía tratar con suavidad.

Villa mandó a Rodolfo Fierro a traerlo y Fierro lo hizo, pero en el camino lo quiso asustar con quererlo matar, ¡mátame! -le decía- desgraciado, jijo de aquí, jijo de allá. Como Fierro llevaba órdenes de no matarlo no le hizo nada.

Entonces me dijo el general Villa: ¿oye cómo se trata a ese hombre?

¡Con otro político! -le contesté-, ahí tiene usted a Luis Aguirre Benavides.

Nada pues, traelo tú.

Me dio el carro y fui a traer a don Luis.

En el camino me dice don Luis Terrazas: oye Nicolás, ¿ahora si ya me van a fusilar?, porque me mandaron un tigre, pero conmigo se topó, porque le menté la madre y nada más se ponía como león pero no me disparaba, me arrimaba a él para que lo hiciera y también pensé: cuando yo vea que me va a disparar le pego un trancazo.

Ese Terrazas era también muy bragado y por eso Fierro no le pudo sacar nada.

Nuevamente me preguntó: ¿oye, ahora sí me van a fusilar?

¡No señor -le dije-, lo quieren para que dé usted detalles de dónde dejó su papá el tesoro!

Al escuchar esto me dijo: mire, cómo voy a saber si mi padre se llevó o dejó el tesoro, él se fue con Pascual Orozco y con el ejército federal; si digo que se lo llevó y aquí está, me fusilan por embustero, pero yo me supongo que el dinero está en los pilares que tiene la puerta del Banco Minero. Son ocho pilares, si en el segundo o el tercero no está, seguramente que en el cuarto está, ahí pueden agujerar hasta que lo hallen.

Lo voy a presentar con una persona que se va a entender bien con usted -le dije-, también se llama Luis; llámense tocayos.

Yo ya había preparado a Luis Aguirre Benavides y le había indicado: prepare usted un poco de café caliente y un piquete de cogñac o whiskey para que se ponga a tono don Luis.

El general Villa se escondió tras las cortinas de la habitación y yo me paré a su lado; Aguirre Benavides preparó una taza de café y le echó un piquete de whiskey y después le repitió otro; don Luis le pidió permiso para fumar y se empezaron a tratar de tocayos. Entonces ya más en confianza Terrazas le dijo a Aguirre Benavides: mire tocayo, yo no puedo engañar a nadie, ni le tengo miedo a la muerte, pero la verdad es que no sé si mi padre se llevó el dinero; él tenía todo su oro dentro de ocho pilares que tiene el Banco Minero, son ocho pilares bastante gruesos; si él se lo llevó con las tropas de Salvador Mercado y Pascual Orozco y no lo encuentran, entonces me cuelgan o me arrancan la lengua por haber contado mentiras, pero esa es la verdad.

El general Villa escuchó todo y corriendo la cortina salió y llamándome me dijo: mira, llévate a don Luis Terrazas y hazte cargo de él, ponle escolta y hallemos o no el asunto, tú lo sacas y te lo llevas hasta Estados Unidos junto con su hijo, a caballo.

Así lo hice y le informé a don Luis: ya preparé a Ramón Fernández para que vaya a llevarlo a usted por un lado de Ojinaga hasta Bosque Bonito para que en Ballantine agarre usted el tren junto con su hijo; tengan la seguridad de que no les va a pasar nada, van a mi cargo.

Cuando vine con la escolta de Dorados que había llevado, ya habían agujerado todos los pilares y caían los chorros de oro señor.

Con ese dinero el general Villa contrató varias fábricas de armas de Nueva York para que le mandaran todo el parque y las armas que producían.

De Nueva York le pidieron cien millones de pesos oro nacional y se los mandó por conducto de don Lázaro de la Garza. ¡Y sobró dinero señor!

Ese fue el tesoro de don Luis Terrazas.

PREGUNTA
¿Y después de las batallas de Celaya y León, Villa se siguió replegando al Norte?

RESPUESTA
Sí señor, como le dije antes, ya no contábamos con parque. Esas peleas estuvieron muy reñidas señor. ¡Muy duras! En León yo tuve la oportunidad de meterme entre el enemigo sin que se dieran cuenta y les maté los jefes y me pude salir llevándome sus cañones a cabeza de silla, hasta que se los entregué a la artillería.

Salimos a Aguascalientes y ahí fue la última pelea; ya sin parque salimos rumbo a Zacatecas.

Pánfilo Natera había jurado ser leal hasta la muerte, pero en cuanto llegamos a Zacatecas se volteó, sólo quedaron de parte de la División del Norte allá, los hermanos Bañuelos, Tomás Domínguez, Jesús Flores, un servidor y otros generales.

PREGUNTA
¿Señor general, quiero preguntarle cuál fue la actitud de Francisco Villa cuando entró a México la Expedición Punitiva que dirigió el general Pershing?

RESPUESTA
Mire, cuando entró la Expedición Punitiva a México, Villa estaba atacando a un general Francisco Cavazos en Ciudad Guerrero, Chih.; este general tenía tres mil hombres y peleamos allí.

A mí me mandó atacar a un pueblo que se llama Miñaca y gané la pelea; había ahí cien hombres de destacamento, pero les llegué de sorpresa y les gané quitándoles treinta mil cartuchos.

Después de esta acción agarré el teléfono y me comuniqué a Ciudad Guerrero que se encuentra como a unos ocho kilómetros de Miñaca. Contestó Martín López y me dijo: la novedad que tenemos es que está herido el general Villa; ¿en dónde lo hirieron? pregunté; en una pierna, la tiene quebrada. pero ya se la entablilló el general Beltrán.

Bueno -le dije- ahí voy para allá, dígale al general Villa que gané la pelea y que recogí todo el armamento, caballos y treinta mil cartuchos.

Entonces me dijo Martín López: mira, allá va por el camino a Miñaca el general José Cavazos y lleva más o menos doscientos hombres.

A lo que le contesté: ¡no te preocupes yo también voy listo!

A la orilla del camino de Miñaca a Ciudad Guerrero hay un río que se llama Pahuírachi; eché a toda la tropa por abajo del río y me fui yo solo por el camino que es puro llano; cuando ya lo vi venir, calculé la gente que traía; eran un poquito más de los que yo llevaba, pero nunca se imaginó que yo venía con tropa, seguramente porque sólo vio a una persona.

Entonces cuando llegué a cierta distancia puse a mi infantería en línea de fuego. Como el camino está como a unos cincuenta metros de la orilla del río y éste pasa al fondo, no vieron a mi gente; yo me dejé caer al río y volví a subir al camino; cuando ya los tenía como a cincuenta metros ordené que le dieran una descarga a José Cavazos y le maté como unos veinte hombres.

Uno de mis capitanes se me salió del huacal, como luego dice uno; este capitán se llamaba Ramón Tarango; salió a galope de caballo y me dijo: yo he de lazar a uno de esos.

Y fue y lo lazó. Acostumbraba lazar a muerte o sea amarraba la soga a la cabeza de la silla, pero al lazarlo le metieron una descarga y lo mataron, le dieron cuatro tiros en el estómago y cayó atravesado sobre el caballo con la cabeza por un lado, pero como el caballo iba encarrerado, sacó al soldado que había lazado Tarango y lo mató con la arrastrada; fue el único hombre que perdí.

Seguimos y entonces mandé diez hombres a avisarle a Martín que no se preocupara, que ya iba yo.

Al llegar, Martín me dijo: vete tú solo con el general Angeles a ver a Villa, pero antes acuartela tu tropa.

Ya la mandé acuartelar y me fui a ver al general Villa que estaba muy encendido (con fiebre) y malo; tenía la pierna quebrada (Sin duda que la información vertida en esta respuesta por el general Nicolás Fernández Carrillo, es de gran interés e importancia, pero igualmente es notorio que guarda muy poca relación con la pregunta realizada por el entrevistador, lo que evidencia un notorio cansancio del entrevistado. Precisión de Chantal López y Omar Cortés).

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