Índice del libro Historia de las Bolsas de Trabajo de Fernand PelloutierCapítulo anteriorBiblioteca Virtual Antorcha

Apéndice

Método para la creación y funcionamiento de las Bolsas del Trabajo

Sería superfluo exponer ampliamente el papel desempeñado en las actuales relaciones económicas por las Bolsas del Trabajo, y el que se verían llamadas a desempeñar en la organización social futura. El desarrollo rápido de estas instituciones, de las nueve de 1892 a las 43 de 1895, indica claramente que constituían el vínculo vagamente buscado por el proletariado para conferir a la acción de los sindicatos de una misma ciudad la unidad necesaria en la obra de la revolución social.

Los esfuerzos aislados no solamente pueden producir resultados felices, sino que pueden acarrear resultados funestos. Por esto no habría servido de nada la reagrupación de la mayoría de los trabajadores profesionalmente, si no se podía acercar a las diversas corporaciones, obligarlas a compenetrarse y a conocerse y, sobre esta base, llegar a la conclusión de que todas las acciones sociales tienen conexión entre sí, que los más elementales cambios políticos y económicos tienen, aparte de los efectos visibles -siguiendo la expresión de Frédéric Bastiat- otros efectos que sólo un examen ponderado permite calibrar; que ninguna profesión puede mejorar su propia condición sin agravar la de las demás, por lo que la emancipación proletaria está subordinada al esfuerzo simultáneo de todos los trabajadores o, como se afirmó en la Internacional, que la transformación social sólo podrá operarse de modo radical o definitivo con medios que actúen sobre el conjunto de la sociedad.

La Bolsa del Trabajo ha sido esta escuela de economía social. Incontestablemente se debe a los intercambios de ideas producidos en su seno la profunda evolución ocurrida desde hace algunos años en el espíritu de las organizaciones obreras. Las controversias que éstas suscitan han reforzado la convicción de que la cuestión social es exclusivamente económica, porque en el fondo de todas las miserias, tanto morales como materiales, hallamos la falta de dinero y, en el origen de todas las opresiones, el poder del capital. Ellas han enseñado también a conocer la futilidad de las promesas políticas y de las revoluciones cuyo resultado ha sido un cambio de régimen, porque los regímenes valen lo que valen los hombres, dado que éstos tienen una deplorable tendencia al despotismo. Las Bolsas del Trabajo han acelerado, por así decirlo, y de modo incalculable, la hora de las transformaciones sociales. Es por ello necesario multiplicar las Bolsas del Trabajo, y esta memoria se propone dar a conocer los medios para conseguirlo.

El método a emplear para crear una Bolsa del Trabajo difiere, según que los sindicatos de la localidad estén aislados o ya constituidos en uniones federativas. Examinaremos sucesivamente loS dos casos.


I. Sindicatos aislados

En este primer caso el Secretario de un sindicato o cualquier otro ciudadano inscrito en el sindicato convoca una asamblea plenaria de los sindicatos o, por lo menos, de su consejo de administración y expone la utilidad de una Bolsa del Trabajo.

En la sociedad actual la Bolsa del Trabajo debe ser una sociedad de resistencia. Sociedad de resistencia contra las reducciones de loS salarios, contra la prolongación excesiva de la duración del trabajo, y también (sin lo cual las demás ventajas serían inefectivas) contra un aumento, o más bien, dado que el mecanismo comercial hace inevitable este aumento, contra el aumento exagerado del precio de los objetos de consumo. Mantener lo más posible el equilibrio entre el precio de venta de la fuerza del trabajo y el precio de adquisición de los productos, constituye la función presente de las Bolsas del Trabajo y, para asumirla, es necesario emprender una guerra contra el capital que sólo terminará con la desaparición del sistema económico y político actual.

Si la asamblea acepta el principio de esta creación, ella nombra en sesión una comisión compuesta en lo posible por un representante de cada una de las corporaciones reunidas, la cual se encarga de la realización del proyecto.

Lo primero que esta comisión debe examinar es, por una parte, los gastos absolutamente necesarios y, por otra, los recursos sobre los que podrá contar la futura Bolsa del Trabajo.

Gastos. Los servicios de una Bolsa del Trabajo son: el Secretariado, la Tesorería, los Archivos y la Biblioteca, la Oficina de Colocación, el Registro General de Desocupados si, entre los adherentes no se ha organizado una caja de paro y, eventualmente, una caja de socorro para los obreros de tránsito, así como la creación de un curso de enseñanza profesional.

Pero es evidente que el número de estos servicios y su importancia respectiva están subordinados a los recursos de las instituciones. Algunas Bolsas del Trabajo poseen todos estos organismos, pero otras solamente han organizado algunos. Aquí damos el balance más elemental, suponiendo que la futura Bolsa del Trabajo no podrá contar con ayudas externas.

1. Entre los gastos indispensables, encontramos sobre todo el alquiler del inmueble. Este alquiler comprende por lo menos: una sala para la Secretaría, las reuniones del Comité General y de la Comisión ejecutiva; una sala para la biblioteca y los archivos, y dos o tres para las reuniones alternativas de los sindicatos adheridos; el alquiler del local puede ser evaluado por término medio en 800 francos anuales.

2. Los gastos de iluminación y calefacción, calculados sobre la base de dos horas diarias durante trescientos días, compensando las tardes de verano, los domingos y las festividades, la duración y el número de las jornadas invernales. Este gasto puede calcularse aproximadamente en un franco diario, es decir, trescientos francos.

3. El pago de los funcionarios de la Bolsa del Trabajo: secretario y tesorero. Ciertas Bolsas del Trabajo no pagan salarios completos y, en este caso, abonan solamente dos o tres horas por la tarde para resolver las cuestiones corrientes, mantener al día la correspondencia, las actas, recibir las cuotas sindicales y atender al servicio de la biblioteca. Otras Bolsas del Trabajo, que los emplean por un tiempo similar, les conceden una indemnización, proporcionada a la importancia del trabajo, que es en ocasiones fija, y otras según las horas. En este segundo caso el total de la indemnización se eleva generalmente a unos trescientos francos anuales para el secretario y a doscientos francos para el tesorero. En fin, las Bolsas del Trabajo más ricas poseen un secretario permanente y emplean a su tesorero-contable tres horas al día. El modo de pago más corriente es entonces la hora de trabajo pagada a un franco. El número de horas impuesto al secretario varía según la importancia del servicio, pero independiente de esto, el volumen mensual de la asignación no puede ser menor de ciento cincuenta francos en las ciudades de veinte a treinta mil habitantes, de doscientos francos en las ciudades de hasta 100.000 habitantes y de ocho francos diarios en las ciudades con población superior a los 100.000 habitantes.

El límite de la indemnización varía por consiguiente entre 1.800 y 2.700 francos (una media de 2.700 francos) para el secretario, y de 900 a 950 francos para el tesorero. El secretario permanente tiene como funciones la expedición de la correspondencia, la redacción de los procesos verbales del Comité general (a cuya sesiones él asiste como funcionario, no como miembro deliberante), el registro de parados, la relación de la demanda y la oferta de empleos y, en fin, el servicio de biblioteca (a menos que haya un compañero que lo haga gratuitamente por la tarde y el domingo por la mañana).

4. La retribución del portero del inmueble (empleo discrecional según las Bolsas).

5. Los gastos de oficina, valorados para las pequeñas Bolsas en 200 francos, y para las otras en 500 francos anuales (cifra media).

6. La adquisición de libros para la biblioteca, gasto cubierto generalmente por un crédito mensual fijo.

7. En fin, los gastos originados por el servicio de los cursos profesionales (adquisición de instrumentos didácticos y retribuciones de los enseñantes). Este servicio existe solamente en las Bolsas del Trabajo muy importantes y no es nuestro objeto ocuparnos del mismo. Nîmes, Saint-Etienne, Béziers, Tolosa, Marsella, etc. podrían aportar a este respecto detalles precisos.

El siguiente cuadro resume para todas las categorías de Bolsas del Trabajo los gastos medios anuales:



Naturaleza de los gastos1ª cat.2ª cat.3ª cat.4ª cat.
Alquiler80080015002000
Calefacción e iluminación300300300600
Gastos de oficina200200300500
Biblioteca120200300500
Secretario-----30015002300
Tesorero-----2009501800
Gastos imprevistos (Socorros, huelgas)2003005001000
Cursos profesionales(instrumentos, retribuciones de los profesores, libros, etc--------------------
Totales1620230053508700


Ingresos. En líneas generales, para hacer frente a sus necesidades, las Bolsas del Trabajo deben contar con sus recursos propios, es decir, con las cuotas de los sindicatos. Una Bolsa del Trabajo cuyos gastos ascienden a 1.600 francos y que cuenta con 700 o 900 inscritos, repartidos en una quincena de sindicatos, puede fijar la cuota mensual de cada uno de ellos en 20 ó 30 céntimos, es decir, una media de diez francos por sindicato. Solamente así las Bolsas del Trabajo podrán mantener en sus relaciones con los poderes públicos y con los patronos la mayor independencia. No obstante, examinaremos rápidamente las subvenciones que deben exigir y pueden recibir las Bolsas del Trabajo.

Algunas de estas Bolsas reciben una subvención totalmente adjudicada en dinero contante y calculada de acuerdo con el balance establecido por el propio Comité general, o por la Comisión municipal de finanzas. Nuestro objeto no es ocuparnos de estos aspectos. Otras reciben las subvenciones en dinero y en elementos diversos.

1. En lo que respecta a los inmuebles, se han adoptado tres procedimientos. En ocasiones el inmueble lo alquila la administración de las Bolsas del Trabajo y el alquiler lo paga la oficina administrativa municipal; o bien el inmueble es alquilado por la propia oficina de la administraciÓn municipal, cuando no le pertenezca, y el precio del alquiler es pagado por la administración o por las Bolsas del Trabajo; en fin, también ocurre que la Bolsa del Trabajo se instale en un edificio anexo del propio palacio municipal.

La Bolsa del Trabajo, de Saint-Nazaire, por ejemplo, elige libremente su local y el alquiler lo paga el municipio; la de Boulogne-sur-Seine se aloja en un viejo edificio escolástico, de propiedad municipal; otras, en fin, como la de Nîmes, posee un inmueble construido a propósito para ella por parte de la administración. Otras Bolsas, como las de Le Puy, Narbona, Saint-Chamond, Issy-les-Moulineaux, etc., tienen su sede en el municipio.

2. Algunas municipalidades pagan los gastos de calefacción, de iluminación y de oficinas, en base a facturas presentadas mensualmente por el consejo de administración de las Bolsas del Trabajo. Este sistema, que evita errores de cálculo y equívocos, es muy ventajoso para las Bolsas del Trabajo con posibilidades modestas.

3. Aparte de las subvenciones acordadas para el funcionamiento administrativo de las Bolsas del Trabajo (secretariado, tesorería, alquileres, calefacción, iluminación), el municipio puede a la vez acordar créditos extraordinarios para el servicio de colocación, la adquisición de libros e instrumentos, etc.

He aquí la media (1) de las subvenciones acordadas en dinero o en materiales diversos a las Bolsas del Trabajo de cada una de las cuatro categorías señaladas:

1a. categoría -de 900 a 1.200 francos;

2a. categoría- cerca de 2.000 francos;

3a. categoría -de 4.000 a 8.000 francos;

4a. categoría -de 10.000 a 20.000 francos.

En la primera categoría figuran las Bolsas del Trabajo que cuentan con menos de 30.000 habitantes; en la segunda las de las ciudades de 30.000 a 50.000; en la tercera las ciudades que tienen de 50.000 a 80.000; en la cuarta las Bolsas del Trabajo de las ciudades con población superior a 80.000. De entre estas últimas hay que exceptuar a París, Burdeos, Lyon, Nantes, a cuyas Bolsas se les han retirado o reducido las subvenciones. Por otra parte las divisiones anteriores padecen de excepciones, determinadas por la importancia -más o menos considerable- de las poblaciones obreras, las cuales determinarán la importancia misma de las Bolsas del Trabajo y, sobre todo, los sentimientos profesados por la municipalidad.

Sea cual fuere la magnitud de la subvención, al objeto de evitar las desagradables consecuencias de un conflicto siempre posible y casi cierto las más de las veces con las administraciones municipales, deberán actuar prudentemente reservando en los ingresos de sus balances un capítulo llamado de reserva, alimentado por una cuota variable de 2 a 5 francos por sindicato y mes. Además, los consejos de administración de las nuevas Bolsas del Trabajo hacen bien por esforzarse en obtener que la subvención se efectúe anualmente, o por lo menos semestralmente, y de modo anticipado.


Constitución de la Bolsa del Trabajo

Establecido así el balance y alquilado el local, las Comisiones redactan un esbozo preliminar de los estatutos (2). Hecho esto, convoca nuevamente la asamblea plenaria de los sindicatos adherentes y les somete los resultados de su trabajo. Si sus cuentas y estatutos son aprobados, la asamblea nombra un comité general compuesto por cierto número de delegados por cada sindicato (dos o tres si la Bolsa del Trabajo cuenta solamente de uno a diez sindicatos).

En este momento la función de las Comisiones concluye. El Comité general o Consejo de administración nombra a su vez y en su propio seno, una comisión ejecutiva, encargada de velar por la ejecución de sus deliberaciones y de elegir a los funcionarios: el secretario, el tesorero, el bibliotecario (si es el caso) y sus adjuntos. Después sólo queda depositar en la prefectura, (o en las cabezas de partido en los municipios), dos ejemplares de la lista nominal de los miembros de este Consejo, la de los sindicatos adheridos y los estatutos de las Bolsas del Trabajo.


Federaciones de sindicatos

Hemos dicho al principio que el medio para constituir una Bolsa del Trabajo difiere según que los sindicatos estén aislados o federados. Es evidente que si existe ya una federación de sindicatos, la tarea preparatoria se halla simplificada y, por así decirlo, resuelta. Estas federaciones poseen, en efecto, estatutos, estados de cuentas, un local, un Consejo, y funcionarios. ¿A qué queda reducido lo que han de hacer? A obtener de los sindicatos que las componen la autorización de añadir a su denominación de federaciones la de Bolsa del Trabajo, es decir que ésta subsume a la federación.

Las ventajas de esta simple adición de denominaciones son considerables:

En primer lugar, la Federación obtendrá de la municipalidad bajo su nueva denominación (la cual, repetimos, no excluye la precedente), la ayuda que nunca habría obtenido, porque no se estaba habituado a ello, bajo la denominación de federaciones de sindicatos.

En segundo lugar, bajo esta denominación podrá ser admitida en la Federación de Bolsas del Trabajo (3) y obtener de este modo beneficios por el concurso moral y pecuniario que esta Federación acuerda a todos sus miembros y de los que la Bolsa del Trabajo de Cholet, por ejemplo, se benefició ampliamente cuando iba a perder su subvención municipal.

Por otra parte y como consecuencia de las decisiones tomadas implícitamente ese año (1895) por el congreso nacional de sindicatos celebrado en Limoges y por el congreso nacional de Bolsas del Trabajo celebrado en Nîmes, de llevar a cabo los futuros congresos en las ciudades que poseyesen una Bolsa del Trabajo, las federaciones locales de sindicatos que adoptaran la denominación de Bolsas del Trabajo, tendrían derecho a reclamar la organización de estos congresos.

En fin, cualquier transformación de Federaciones de sindicatos en Bolsas del Trabajo constituye un paso hacia la unificación de organizaciones corporativas, cuyas múltiples determinaciones arrojan la confusión al espíritu de los trabajadores.

No obstante, hay que señalar este punto esencial: el día en que las federaciones de sindicatos, subvencionadas, se conviertan en Bolsas del Trabajo, no sólo de nombre, sino de hecho, en que posean uno o más servicios propios de una Bolsa del Trabajo, sus estatutos y sus funcionarios deberán dejar de ser, en la medida de lo posible, los funcionarios y los estatutos de las Bolsas del Trabajo. En realidad puede presentarse el caso de los sindicatos dispuestos a adherirse a las Bolsas del Trabajo sin desear volver a entrar en las federaciones, o de sindicatos que quieran retirarse de las federaciones sin abandonar las Bolsas del Trabajo. Unos y otros no podrían hacerlo si la administración de las federaciones fuera también la de las Bolsas. Por tanto, las federaciones se convertirían en una Unión de carácter particular en el ámbito de la Unión general, lo que por otra parte no impediría en cierto modo incorporar dentro de la misma, de un modo u otro, a todos los sindicatos adheridos en las Bolsas del Trabajo (4).


Funcionamiento de las Bolsas del Trabajo

Se comprenderá que no podemos dar aquí una explicación extensa de la vida de las Bolsas del Trabajo. Si el número de los servicios es limitado el funcionamiento es fácil y cualquier indicación seria superflua. Si por el contrario aquéllos comprenden un servicio de colocación importante, una rotación demasiado extensa de parados y la vigilancia de los cursos profesionales, seria necesario entrar en detalles que, aunque se agotaran, quedarian siempre oscuros. El mejor medio para las nuevas Bolsas del Trabajo de familiarizarse con sus futuros servicios, y determinar el número de sus asambleas generales, etc., es leer con atención los boletines oficiales de las Bolsas del Trabajo, el Anuario publicado en 1892 por la Bolsa del Trabajo de ParIs, que el Comité de las federaciones de Bolsas puso cortésmente a su disposición. Allí se hallarán los detalles más minuciosos, los documentos más interesantes y precisos relativos a su trabajo. Por otro lado las nuevas Bolsas del Trabajo deberán reclamar los Estatutos del Viaticum o los socorros del viaje federativo, las guías y los estatutos necesarios para la constitución de los sindicatos agrIcolas y marineros.


Federaciones de las Bolsas del Trabajo

Al margen de los comités particulares de cada Bolsa del Trabajo, a nosotros nos interesa actualmente el conjunto de las Bolsas, pero el estudio no podriamos asumirlo sin una correspondencia y una pérdida de tiempo considerable. Esta misión, encomendada a un comité residente en Paris y que está constituido por un delegado de cada Bolsa del Trabajo, constituye el intermediario entre todas ellas. Desde el momento en que se constituye una Bolsa del Trabajo, ésta envía su adhesión y sus estatutos a la federación. Además, procede a elegir de entre sus paisanos sindicados, habitantes en Paris, o a falta de éstos, de entre una lista de candidatos establecida por el Comité federal, un representante al Comité encargado tanto de defender los proyectos de interés colectivo para cuya solución necesita del apoyo de las demás Bolsas del Trabajo, como de examinar los proyectos creados por otros.

Entre las cuestiones o competencias de este modo encargadas al Comité feperal figuran: las notificaciones a todas las Bolsas del Trabajo de los progresos o descubrimientos operados en cada una de ellas; la aplicación del Viáticum federativo, la apertura de encuestas relativas a leyes, problemas de estadística, etc. El examen y, en consecuencia, la aprobación o desaprobación en los llamamientos hechos por esta o aquella Bolsa del Trabajo, federal o no, a la solidaridad de las demás Bolsas, la redacción de proyectos para la creación de sindicatos, (agrícolas o marineros) de cursos profesionales, de museos del trabajo, etc.; y en fin, la organización de los congresos nacionales anuales, a los cuales se admiten solamente las Bolsas del Trabajo federadas.

La cuota federativa, abonable trimestralmente, se fija en 35 céntimos de franco mensuales por cada afiliado, con un mínimo de 1.75 francos mensuales para las Bolsas del Trabajo que reúnen a menos de cinco sindicatos.

París, octubre de 1895

Por la Federación de las Bolsas del Trabajo de Francia y de las Colonias

El Secretario,

Fernand Pelloutier



Notas

(1) El Anuario de los sindicatos profesionales publicado pOt el Ministerio de Comercio indica las subvenciones recibidas por parte de cada una de las Bolsas del Trabajo, tanto por parte del Consejo municipal como del Consejo general.

(2) Para facilitar a las Comisiones esta parte de su cometido, las Federaciones de las Bolsas del Trabajo ponen a su disposición ejemplares de los estatutos de las Bolsas del Trabajo existentes, solicitando a cambio solamente la entrega de ejemplares de los estatutos de aquellas nuevas Bolsas que se forman.

(3) Esto ya no es exacto, en el sentido de que las Federaciones admiten en la actualidad en las mismas condiciones a las uniones de sindicatos y a las Bolsas del Trabajo.

(4) La necesidad de esta doble constitución ha sido comprendida por todas las federaciones obreras de la ciudad, porque siendo considerable el número de los sindicatos, el respeto a la autonomia de cada uno de ellos es la garantía de la unión de todos. Asi ocurrirá en Parls, Marsella, Tolosa, Burdeos, Lyon, etc. Es el medio para neutralizar el efecto de los gérmenes de emisión inevitables con una organización y una administración únicas.


Índice del libro Historia de las Bolsas de Trabajo de Fernand PelloutierCapítulo anteriorBiblioteca Virtual Antorcha