Indice de El Congreso de Bolonia de la Unión Comunista Anárquica Italiana de autores varios Capítulo tercero. Segundo día. (2 de julio de 1920) Capítulo quinto. Cuarto día (4 de julio de 1920)Biblioteca Virtual Antorcha

Congreso de Bolonia de la
Unión Comunista Anárquica Italiana

Del 1° al 4 de julio de 1920

CAPÍTULO CUARTO

Tercer día.
(3 de julio de 1920)




(Sesión de la mañana)

Los consejos de fábrica

Bajo la presidencia de Vezzana comienza la sesión a las 9 A.M. La Orden del día es: Los consejos de fábrica.

Fabbri comenta las provocaciones de la policia y recomienda no recogerlas, pues es evidente que, por medio de maniobras de agentes irresponsables, se busca producir hechos para justificar la violenta disolución del Congreso.

Se da cuenta del arresto de un compañero trentino, realizado la noche anterior, y de que Binazzi, junto con Borghi y otros compañeros se han apersonado a la autoridad para protestar por las violencias cometidas en los alrededores del Hotel Regina donde se hospeda la mayoría de los congresales y donde ha entrado, armada, la guardia regia en busca de un congresal que huía de una brutal agresión por parte de algunos jovenzuelos apostados cerca del hotel, quienes han sido identificados como agentes de policía. Nuestro compañero fue agredido y golpeado por el grupo de espías.

Propuesta por Merlino, se aprueba la siguiente Orden del día:

El Congreso protesta contra estas provocaciones que tienden evidentemente a crear pretextos para turbar la impotencia de la manifestación que los anarquistas realizan en este Congreso, se declara solidario con el compañero arrestado y encarga a los compañeros de Bolonia que se interesen por su suerte.

Garino amplia su relación. Los Consejos surgieron no para imitar todo lo que se hace en Rusia, sino determinados por especiales causas políticas y sociales y por apremiosas necesidades del momento. Admite que en sí mismo el Consejo de fábrica no sea más revolucionario que reformista o viceversa. El puede asumir -según las circunstancias y el ambiente sindical en el cual se desenvuelve- uno u otro aspecto.

En efecto, socialistas y reformistas lo han combatido al principio, pues lo consideraban opuesto a su disciplina política, aceptándolo luego, cuando afirmados por sí mismos con vida vigorosa, han comprendido la utilidad de apoderarse de ellos con el objeto de desvirtuar sus funciones.

Describe la función interna del Consejo de fábrica, su misión actual y futura y discute las divergencias surgidas, para interpretar su funcionamiento, entre anarquistas y reformistas de los cuales estos últimos, haciendo prevalecer la moción Tasca, lo sacrificaron parcialmente a los intereses sindicales, aunque tiene aquella moción carácter de conciliación entre las dos tendencias.

Compara las relaciones políticas y económicas entre el Consejo de fábrica y el soviet y la especulación que intentan realizar los socialistas autoritarios para reducir éste y aquél a órganos de funcionamiento estatal. En lo que respecta a la unidad proletaria, Garino considera el Consejo de fábrica como el único medio para alcanzarla, pues, de hecho, dentro de la fábrica pone a todos los obreros sobre la misma plataforma.

Garino habla casi una hora siendo escuchado atentamente.

Chiarini está de completo acuerdo con Garino, pero pide aclaraciones para saber si, en caso de orden general, son los Consejos quienes resuelven o es la masa, considerando que desde el punto de vista anarquista no puede aceptarse órganos que se sobrepongan a las masas.

Molinari, en general está de acuerdo con Garino, pero quiere que se de a los Consejos de fábrica caracter de oposición al predominio de los organismos de clase que quieren sobreponerse a la conciencia deliberativa de los interesados directos. Está también de acuerdo con Chiarini en que los Consejos deben constituir otras tantas células autónomas que trabajando y agitándose den nuevo vigor a los sindicatos.

Rapparini comenta una Orden del día suya, por medio de la cual apoya al Consejo de fábrica, subordinando sus funciones en los puntos observados por Chiarini y Molinari.

Adelmo Fabbri está de acuerdo, pero quiere que se observen las posibles desviaciones.

Marzochi dice que es necesario formar los Consejos de fábrica en oposición a los reformistas, desentrañando la exacta función política y económica de lucha hoy y de reconstrucción mañana.

Bernucci está por el rígido funcionamiento de los Consejos, según nuestro criterio.

Se propone y es aceptada la inversión de la Orden del día, apenas termine la discusión sobre los Consejos de fábrica.

Binazzi quiere que el Consejo de fábrica haga obra de preparación consciente entre los trabajadores y de contralor de la producción. Recuerda que mientras los ferroviarios detienen trenes cargados de armas y municiones, en los establecimientos siderúrgicos se sigue fabricando armas. Habla sobre la producción consciente, observando como los obreros, a pesar de estar organizados, se prestan a manipulaciones que envenenan al público.

Acepta el Consejo de fábrica como célula reconstructiva de la nueva sociedad y también como órgano de producción ya preexistente.

Sassi duda que el Consejo de fábrica pueda servir de plataforma para la unión proletaria, pues los reformistas tentarán de obstaculizarla.

Fieramosca está contra el Consejo de fábrica, al cual juzga órgano de poder, es decir, autoritario.

Fabbri expone conceptos que establecen la utilidad de los Consejos de fábrica por cuento la revolución es inminente.

Borghi habla contra la solicitud de cerrar el debate y pide que se le conceda el derecho de contra réplica al relator. Declara que no sostiene una opinión antitética a la de Garino y lee cuanto escribió en Guerra di classe, saludando el surgimiento de los Consejos de fábrica.

Admite que quien se dedica a un método especial de lucha, termina por sufrir cierta deformación espiritual que lo induce a conceder máximo valor al sistema por él elegido. Esto se le achaco ayer a él y esto hoy lo nota él en Garino. Dice que hay tres opiniones sobre los Consejos de fábrica y las analiza mostrando los puntos en los cuales concuerdan y aquellos en que se diferencian. Reconoce la situación de los compañeros turineses, quienes son quizá los únicos que, entre los confederados, alcanzan a realizar una vigorosa labor de oposición.

Aclara la génesis del movimiento sindicalista y los caracteres que lo distinguen. La unidad que desea la Confederación es unidad de servidumbre a un partido, pues donde, como en Ravena, existe la unidad proletaria, los anarquistas y sindicalistas han sido obligados por la Cámara de Trabajo a pagar dos liras para gastos electorales.

Cita lugares donde los Consejos de fábrica serían superfluos, pero está dispuesto a luchar por ellos si de hecho llegaran a establecer la unidad proletaria sobre el terreno revolucionario y de lucha de clases.

Garino se declara satisfecho por las razones expuestas por Borghi. Considera a los Consejos superiores en intentos a cualquier otra organización, siempre que se desarrollen desde nuestro especial punto de vista. Vuelve a citar la acción desarrollada en Turín por medio de los Consejos de fábrica y niega que éstos hayan absorvido todo. Reconoce que sería peligroso para los anarquistas encerrarse dentro de lo Consejos de fábrica, tanto como dentro de la Unión Sindical. Nuestra acción política debe ser puesta por encima de toda otra acción.

Responde a las observaciones de Della Casa, diciendo que no es el Consejo a quien se debe conceder el poder deliberativo, sino desarrollar la conciencia de este poder en la masa, llenándola con nuestra propaganda. La táctica de los reformistas es actualmente la de conquistar los Consejos de fábrica para reducirlos a fines propios.

Sobre la propuesta de igualdad de tratos económicos de compensaciones, explica como a esto no puede llegarse en pleno regimen burgués.

Responde a Chiarini sobre el valor interpretativo que se debe dar al mandato confiado a los comisarios de reparto, diciendo que hay casos en los cuales éstos deben y pueden accionar individualmente, siempre bajo normas imperativas que reflejan la voluntad colectiva, quedando a las masas el dar o no su conformidad con la obra ejecutada.

A Bernucci le observa que el Consejo de fábrica no está en contradicción con nuestras ideas, porque hace y puede hacer obra destructiva del viejo régimen. Replica a Binazzi explicando cuáles deben ser las funciones del comisario del reparto, quien debe poseer además de condiciones técnicas, cualidades morales. Hace distinción entre contralor de la producción como valor comercial y como producción en sí. El primero es dificil realizarlo hoy dentro de la fábrica, el segundo puede ser realizado.

Binazzi interviene para explicar lo que entiende por producción consciente.

Garino observa que este contralor puede hacerse aun donde no existen Consejos de fábrica. A Sassi le dice que su temor por los Consejos de fábrica es injustificado, pues no se les debe considerar por lo que son o por lo que han querido que fuesen los reformistas en algunos lugares, sino por lo que deben ser.

Para terminar lee una Orden del día, ya discutida en el Congreso Anarquista Piamontés a la cual se le agregaron puntos complementarios después de amplias discusiones. La Orden del día se aprueba por aclamación.

El Congreso teniendo en cuenta que los Consejos de fábrica y de reparto tienen especialísima importancia ahora que se prevee próxima la revolución y que podrán ser organismos técnicos para la expropiación y la necesaria continuación inmediata de la producción; pero que si continúa existiendo la sociedad actual sufrirían su influencia moderadora y acomodaticia; considera a los Consejos de fábrica como organismos aptos para encuadrar, con la revolución, a todos los productores del brazo y del cerebro, sobre el lugar mismo del trabajo, para realizar los principios comunista-anárquicos; organismos absolutamente antiestatales y posibles núcleos de la futura gestión de producción industrial y agrícola.

Los considera, además, idóneos para desarrollar en el obrero asalariado la conciencia de productor y útiles a los fines de la revolución, favoreciendo la transformación del descontento de los obreros y campesinos en una clara voluntad de expropiación.

Por lo tanto, invita a los compañeros a apoyar la formación de los Consejos de fábrica y a participar activamente en su desarrollo para que se mantengan, sea en su estructura orgánica, sea en su funcionamiento con esta finalidad, combatiendo toda tendencia de desviación colaboracionista, de manera que en su formación participen todos los trabajadores de cada fábrica, organizados o no.

Garino propone después la siguiente Orden del día que se aprueba:

El Congreso protesta contra la tentativa de desunión, creadora de antagonismos, que sofoca la iniciativa de las masas, de los reformistas confederados de Milán y otros lugares, quienes excluyeron del derecho de voto, no sólo a los no organizados, sino también a los mismos organizados de la Unión Sindical Italiana; invita a los anarquistas a impedir, por medio de una resuelta acción, este atentado reformista que ataca la esencia vital de los Consejos y su unidad revolucionaria.

Se lee un telegrama de los compañeros florentinos deseando que el Congreso realice proficua labor.

A las 13 horas se suspende la sesión.

(Sesión de la tarde)

Se entabla una breve discusión a propósito de una Orden del día presentada a la presidencia, que se refiere a la obligatoriedad de inscribirse en las organizaciones de clase y en las Cámaras de Trabajo, obligatoriedad combatida por Malatesta excusada por Merlino y defendida por algunos que confunden obrerismo con anarquismo y crumiro con obrero, que por una u otra razón no quiere aceptar la organización, aunque quizás, con igual coherencia actúa sobre la misma plataforma que el proletariado organizado.

Sassi, en nombre propio y de la Unión Sindical Italiana sostiene en un largo discurso, la necesidad de reprimir el cruminaje, pero rechaza el criterio de la obligatoriedad, el cual parece haber sido aceptado por una Cámara de Trabajo cuya comisión directiva está en manos de los anarquistas y sindicalistas.

Tamburini, Moretti, Molinari, Girolo y otros toman parte en la discusión. Les replica Malatesta.

Por unanimidad (menos uno que vota en contra) se vota la clausura del debate y se pasa a leer la siguiente Orden del día:

El Congreso de la Unión Comunista Anárquica Italiana en vista de que en ciertas localidades se obliga a los trabajadores a ingresar en las organizaciones bajo pena de no poder trabajar; considerando que todos tienen derecho a trabajar y que las organizaciones deben ser el portavoz de la creciente conciencia de los trabajadores y nunca la imposición de la fuerza, protesta contra estas violaciones de la libertad, que más tarde resultan en contra de las mismas organizaciones, porque le quitan todo contenido idealista y todo espíritu de lucha y constituyen un gérmen de disolución en su propio seno.

Proponentes: Boldrini-Malatesta.

Fabbri vuelve sobre el propuesto cambio de la orden de los trabajos. Dice que el Secretariado de la Unión Comunista Anárquica Italiana debió haber desarrollado el informe moral y financiero sobre el funcionamiento de la misma durante el tiempo pasado. Pero encontrándose arrestado el secretario Herculano Cinti, se resuelve, a propuesta de Boldrini y con aclaraciones de Catena y Fabbri que, de dicho informe, se distribuyen luego copias a los grupos adherentes y a todos los compañeros por medio de la prensa.

La propuesta es aprobada.

Prensa

Tisi, relator sobre la prensa, empieza aconsejando brevedad y no desviar la discusión confundiendo las cosas. Pasa a leer su relación, ocupándose de la existencia del diario, su difusión y posible mejoramiento, redacción, correspondencia y distribución. Habla de los semanarios, cuya difusión recomienda en las provincias donde se publican. Cree indispensable la publicación de una revista quincenal hecha con criterio igual al que guió por largos años Il Pensiero, fundado por Pietro Gori y Luigi Fabbri. Dedica un sentido saludo a la memoria de Gori y todos los presentes le acompañan. Y propone que el fundador sobreviviente de aquella revista, recomience su publicación. Se ocupa de la propaganda por medio de folletos, de la necesidad de ensanchar la difusión de nuestras ideas en el meridional y dice que hay necesidad de cuidar también la propaganda oral, pues considera que entre nosotros existen buenos conferencistas.

Sobre la relación de Tisi, habla Fabbri. No niega que el diario reclame urgentes mejoras para ponerlo en condiciones de poder rivalizar con los demás diarios, pero para que esto suceda se necesita dinero, mucho dinero. Confiesa su alegria por los resultados obtenidos que, tanto para él como para otros que dudaban, fueron algo inesperados y de tal magnitud, como para satisfacer a todos los anarquistas, organizados o no, que desde la iniciación del diario pusieron allí todas sus energías.

Dice que se debía elegir entre dejar a Malatesta en la dirección del diario o tenerlo de una parte a otra dando conferencias. El prefiere que Malatesta quede en el diario y todos deben comprender que su puesto está en el diario. En cuanto a los semanarios, le parece un poco estrecha la idea de querer limitarlos a una función local, pues cada uno de ellos satisface variadas tendencias y temperamentos. Pasa por alto la idea de a exhumación de Il Pensiero, porque le falta tiempo. Trata la cuestión de los folletos y sostiene la necesidad de hacer buenas publicaciones, especialmente de libro de sociología anarquista, pues hoy todos prefieren el libro al folleto. Por lo que respecta a los oradores, opina que se debe proceder a una organización metódica para ahorrar gastos y tiempo, organizando giras de propaganda por zonas enteras.

La Unión Anárquica pondría y debería desenvolver una acción proficua en tal sentido.

Fantozzi concuerda con los compañeros florentinos respecto a la relación Tisi y considera que no se debe estimular la publicación de nuevos semanarios, pero hace excepción en cuanto a las exigencias locales. Desearía que Libero Accordo, propuesto en Roma por Monticelli, se convierta en una especie de órgano oficial o Boletín de la Comisión de la Unión Comunista Anárquica Italiana, y lamenta la actitud de un periódico nuestro.

Di Ciolo protesta por esta última alusión.

Tellini habla de Umanita Nova, lamentando algún equívoco en que ésta ha caido. Pide por eso que Enrique Malatesta quede en el diario, porque su prolongada ausencia puede dejarlo bajo la influencia de redactores individualistas (Se oyen varias protestas).

Basa sus observaciones aludiendo al poco espacio que Umanita Nova dedica al movimiento obrero.

Garino aconseja a quienes hablan del diario, que sugieran formas prácticas de mejorarlo.

Guadagnini, por lo que respecta al diario, concuerda con el relator. Lamenta que los congresales sean un poco injustos con los oradores obreros. Se extiende sobre la función de los semanarios y considera que la acción de estos debe estar restringida a las zonas en las cuales se publican y donde pueden tener un gran desarrollo.

Girolo, a propósito del diario, cita notas de orden administrativo y recuerda que por tres veces, en el término de un mes fueron pedidas modificaciones para el envío del diario, con el objeto de evitar pérdidas de ejemplares y daños financieros sin que se haya tenido en cuenta el pedido y pide un poco más de atención en el servicio administrativo.

Dubino habla contra los corresponsales que en casos especiales se esconden detrás de un pseudónimo o de la responsabilidad de redacción.

Sassi se ocupa del diario y de los semanarios reprochando las excesivas divagaciones político-literarias que nada nuevo traen al desarrollo de la propaganda, pero que la perjudican con los resentimientos.

Binazzi está contento de su eterno optimismo, pues todo cuanto predijo sobre el diario en Florencia se ha realizado y saluda a todos aquellos que del diario se preocupan, lamentando que los compañeros que van a Milán, impidan a Malatesta escribir hasta el artículo de fondo, cuando allí se encuentra. Afirma que Umanita Nova se ha mantenido fiel a su programa, recogiendo las voces de todos los anarquistas, considera injusta la acusación de haber descuidado la cuestión obrera, pues siempre ha defendido y animado a todos los movimientos obreros y muy a menudo ha sido a única en tomar su defensa, aun contra organismos subversivos. Propone un servicio mejor de correspondencias realizado por medio de telegramas a cargo de los compañeros de las distintas localidades. Pide que en todos los lugares los compañeros procedan, como en Spezia, a un directo contralor administrativo, el cual resultaría también un contralor sobre el funcionamiento general de la administración. Cree que las faltas lamentadas se eliminaran progresivamente. Cita los semanarios, proponiendo que cada cual especialice su propia propaganda.

No apoya las grandes distribuciones gratuitas de folletos porque esto traería la desvaloralización de los folletos mismos. Por lo que respecta a la propaganda, dice que debe cultivarse a los jóvenes y aprovechar a los compañeros del lugar, sin esperar que de lejos venga un conferencista.

Merlino dice que las cuestiones de la prensa y de los oradores tienen una relación directa con el informe moral y financiero de la Unión Comunista Anárquica Italiana. Propone que en el seno de la misma se cree una especie de Secretariado, que recogiendo mayor material informativo pueda desempeñar mejor sus funciones.Tal Secretariado debería de disponer de un compañero orador que fuera a todas las localidades donde se verificasen reuniones y tratara de remediar todas las faltas a cuya eliminación podía después proceder la Unión Comunista Anárquica Italiana de acuerdo con los compañeros del lugar.

Malatesta dice que, en parte, ya se han puesto en práctica las observaciones hechas por Merlino en la primera sesión. A Girolo le reconoce razón en sus indicaciones, como también la tienen otros, pero observa que los males han sido remediados y se van remediando.

A Tullini le dice que no es cierto que entre los suscriptores de Umanita Nova haya obreros que desearian ver al diario ocuparse más extensamente de las cuestiones obreras, pues también es verdad que el diario es anarquista ante todo.

No cree que Umanita Nova pueda transformarse en órgano de una Unión Comunista, pues e diario ha salido por la voluntad y el esfuerzo de todos los anarquistas.

A Fabbri le dice que él (Malatesta) hasta ahora, en realidad, no ha hecho bien ni de director, ni de conferenciasta. Si él saliera del diario, éste quedaría tal como es, pues hasta ahora se ha desenvuelto y mejorado con su escaso concurso. Tiene pruebas para decir que, con él o sin él, se puede hacer mucho y bueno en cualquier sitio. En efecto, en este Congreso cree ser de lo que menos ha usado de la palabra. Por lo que concierne a los conferenciantes, cree que es preferible dejar la coordinación de sus giras al Comité de la Unión Comunista Anárquica Italiana.

Aratari reconoce injusta la acusación hecha a Umanita Nova, de no ocuparse del movimiento obrero; el diario se ocupa y lamenta solamente de que no se comenten las noticias acerca de este movimiento.

Si alguien de la administración del diario hubiese intervenido para decir sus necesidades, habria sido muy bueno. Y, si para mejorarlo, manteniendo la actual dirección, se necesitaran otras cien mil liras se las encontraria.

Monticelli está convencido de la utilidad de la propaganda por medio del periódico y por este motivo es el iniciador de uno nuevo en Roma con criterio especial, seguro de no perjudicar la vida del diario.

Borghi, que se ha puesto afónico, habla sobre la cuestión de los oradores, observando que es ridículo invitar a quince oradores para la inauguración de una lápida, sucediendo a menudo que de esos tantos no parece ninguno, pues cada uno de los 15 piensa que iran los otros 14.

Respondiendo a una cita que se hizo, dice que los organizadores anarquistas, que están en la Unión Comunista Anárquica Italiana, dondequiera que hablen, hablan ante todo como anarquistas y no ocultan jamás su cualidad política.

Se pone a disposición de la Unión Comunista Anárquica Italiana, junto con Sartini la de D´Ándrea. Para ayudar a la propaganda aconseja la reproducción de artículos tomados de nuestros diarios, sobre movimientos de interés local, en manifiestos que se distribuyan profusamente por la localidad. En lo que concierne al diario aconseja que no se hagan exclusivismos pero que se mantenga cierta homogeneidad de juicio sobre los hechos. Recuerda cómo se ha desarrollado y cómo se ha intensificado la acciópn de la Unión Sindical Italiana en Milán desde que se publica el diario.

Perella está de acuerdo con el informe Tisi y quiere que Malatesta quede en el diario. No está de acuerdo con Monticelli sobre la publicación de un semanario en Roma. En cambio, propone un suplemento de Umanita Nova, para ser difundido por la campiñas.

Boldrini pide al diario una amplia hospitalidad para las correspondencias de las pequeñas localidades. Quiere que Malatesta se quede en el diario. No apoya las críticas hechas a la publicación de un semanario nuestro.

Tamburini propone que Umanita Nova tenga un redactor dedicado al movimiento obrero.

Mazzochi pide a los compañeros ferroviarios que tutelen la expedición de los paquetes de Umanita Nova, que muy a menudo son detenidos o desviados. Propone un boycott práctico a la prensa burguesa. Dice que debe cultivarse en los jóvenes las condiciones oratorias.

En el transcurso de la discusión hablaron también muchos otros congresales exponiendo sus puntos de vista sobre cuestiones de menor importancia y, en su mayoría, relacionadas con los asuntos de redacción y administración de Umanita Nova.

Tisi está contento porque todos los que hablaron se mostraron de acuerdo con su relación. Dice que los redactores y los administradores de Umanita Nova han hecho cuanto han podido. Las deficiencias anotadas van desapareciendo y pide la ayuda de todos para mejorar el diario y no descuidar su difusión. A propósito de semanarios, dice que la eliminación de todos aquellos nuevos o viejos o por aparecer, que se consideren superfluos, se producirá automáticamente.

Fabbri lee una Orden del día elaborada con el relator, cuyos artículos se exponen separadamente y se aprueban.

Por el diario

El Congreso reconoce la necesidad de mayores medios financieros para permitir a Umanita Nova el desarrollo del servicio telegráfico y de correspondencias, el agrandamiento de formato y el mejoramiento general, eliminando en lo posible los defectos, y recomienda a los grupos hacer colectas, además de las suscripciones ordinarias.

En cuanto a la redacción, el Congreso expresa el vivo deseo de que Enrique Malatesta quede en la dirección y de que los compañeros no le creen obligaciones que le distraigan del diario y le impidan dedicarle toda la actividad necesaria.

Por los semanarios

El Congreso declara que no es posible ni auspisiable cohartar el funcionamiento y dirección de las publicaciones semanales y se limita a indicar que, por lo menos, las nuevas, o se especialicen en una propaganda determinada, o bien tomen un caracter local o regional.

Por la prensa en general

El Congreso apoya todas las iniciativas individuales o de agrupaciones, que se tomen para publicar buenos folletos y manifiestos de propaganda y encarga a la Comisión de Correspondencia prestar ayuda a la difusión de aquellas publicaciones que están en la misma orientación.

Propaganda oral

Para la propaganda oral, el Congreso encarga a la Comisión de correspondencia de la Unión Comunista Anárquica Italiana que coordine el trabajo de propaganda y que organice las giras de propaganda en las diversas localidades, de acuerdo con las agrupaciones de esas localidades y con los compañeros oradores.
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