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Capítulo CIX

DE LAS COSAS QUE AQUI VAN DECLARADAS CERCA DE LOS MÉRITOS QUE TENEMOS LOS VERDADEROS CONQUISTADORES, LAS CUALES SERAN APACIBLES DE OIRLAS

Ya he contado los soldados que pasamos con Cortés, y dónde murieron, y si bien se quiere tener noticia de nuestras personas, éramos todos los demás hijosdalgo, aunque algunos no pueden ser de tan claros linajes, porque vista cosa es que en este mundo no nacen todos los hombres iguales, así en generosidad como en virtudes. Dejando esta plática aparte, de más de nuestras antiguas noblezas con heroicos hechos y grandes hazañas que en las guerras hicimos, peleando de día y de noche, sirviendo a nuestro rey y señor, descubriendo estas tierras y hasta ganar esta Nueva España y gran ciudad de México y otras muchas provincias a nuestra costa, estando tan apartados de Castilla, ni tener otro socorro ninguno, salvo el de Nuestro Señor Jesucristo, que es el socorro y ayuda verdadera, nos ilustramos mucho más que de antes; y si miramos las escrituras antiguas que de ello hablan si son así como dicen, en los tiempos pasados fueron ensalzados y puestos en grande estado muchos caballeros, así en España como en otras partes, sirviendo como en aquella sazón sirvieron en las guerras y por otros servicios que eran aceptas a los reyes que en aquella sazón reinaban. Y también he notado que algunos de aquellos caballeros que entonces subieron a tener títulos de estados y de ilustres no iban a las tales guerras, ni entraban en las batallas sin que primero les pagasen sueldos y salarios, y no embargante que se los pagaban, les dieron villas y castillos y grandes tierras y perpetuos privilegios con franqueza, las cuales tienen sus descendientes; y además de esto, cuando el rey don Jaime de Aragón conquistó y ganó de los moros mucha parte de sus reinos los repartió a los caballeros y soldados que se hallaron en ganado, y desde aquellos tiempos tienen sus blasones y son valerosos, y también cuando se ganó Granada, y del tiempo del Gran Capitán a Nápoles, y también el príncipe de Orange en lo de Nápoles, dieron tierras y señoríos a los que les ayudaron en las guerras y batallas.

He traído esto aquí a la memoria para que se vean nuestros muchos y buenos y notables servicios que hicimos al rey nuestro señor y a toda la cristiandad, y se pongan en una balanza y medida cada cosa en su cantidad, y hallarán que somos dignos y merecedores de ser puestos y remunerados como los caballeros por mí atrás dichos, y aunque entre los valerosos soldados que en estas hojas pasadas he puesto por memoria hubo otros muchos esforzados y valerosos compañeros, y todos me tenían a mí en reputación de buen soldado. Y volviendo a mi materia, miren los curiosos lectores con atención esta mi relación y verán en cuántas batallas y reencuentros de guerra muy peligrosos me he hallado desde que vine a descubrir, y dos veces estuve asido y engarrafado de muchos indios mexicanos con quienes en aquella sazón estaba peleando, para llevarme a sacrificar como en aquel instante llevaron otros muchos mis compañeros, sin otros grandes peligros y trabajos así de hambres y sed e infinitas fatigas que suelen recrecer a los que semejantes descubrimientos van a hacer en tierras nuevas, lo cual hallarán escrito parte por parte en esta mi relación. Y quiero dejar de meter más la péndola en esto, y diré los bienes que se han seguido de nuestras ilustres conquistas.

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