Índice de Historia del movimiento machnovista de Pedro ArchinoffCapítulo sextoCapítulo octavoBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo VII

La gran retirada de los machnovistas y su victoria - Ejecución de Grigorief - La batalla de Perogonovka - Derrota de las tropas de Denikin - Periodo de libertad

Hemos dicho ya que Machno, al dejar su puesto de comandante en jefe de los guerrilleros, se había retirado con un destacamento de caballería insignificante. Marchó por la parte de Alexandrovsk. Allí, a pesar de que los bolcheviques buscasen su cabeza, en el distrito de Gaitchur, tuvo tiempo de remitir oficialmente el comando al jefe de brigada que acababa de ser nombrado por los bolcheviques. Quería hacerlo porque deseaba dejar su puesto, a fin de que los comunistas no tuvieran ningún pretexto para acusarlo de nada que se refiriese a los asuntos de la división que estaba bajo sus órdenes.

Entretanto, la ofensiva emprendida por Denikin aplastaba a la masa trabajadora. Un gran número de campesinos fugitivos se puso a disposición de Machno, hacia el cual convergían como hacia su guía natural. A él se dirigieron también los numerosos guerrilleros esparcidos por la región. Al fin de una quincena se había formado bajo la dirección de Machno un nuevo destacamento de guerrilleros. Con ayuda de esas nuevas tropas, así como de algunas partes del grueso de su ejército, que habían llegado cerca de Alexandrovsk, Machno se dedicó a detener las divisiones de Denikin, retrocediendo paso a paso y tratando de darse cuenta de las circunstancias y de aprovecharlas.

Aunque se esparcieran rápidamente por toda Ucrania, las tropas de Denikin hacían todo lo posible por no perder de vista a Machno, porque no se habían olvidado cuántos esfuerzos, inquietudes y pérdidas les había causado durante el invierno precedente. El comando denikiano decidió dedicar todo un cuerpo de ejército, consistente en doce o quince regimientos de caballería y de infantería, a combatirle. Pero la guerra no sólo abarcaba el campo machnovista; casi todas las aldeas de la región en que las tropas de Denikin lograron establecerse fueron puestas a sangre y fuego; las casas de los campesinos fueron saqueadas, la población maltratada y a menudo pasada por las armas. Esa era la revancha de los oficiales a causa de la revolución.

Desde el día de la toma de Gulai-Polé por Denikin, un gran número de campesinos fue fusilado, las casas sequeadas y centenares de carros y de carruajes cargados de víveres y de toda suerte de efectos pertenecientes a los habitantes de la aldea fueron enviados por los cosacos de Chkuro hacia el Don y el Kuban. Casi todas las mujeres hebreas de Gulai-Polé fueron violadas.

El ejército de Machno fue seguido en su retirada por millares de familias campesinas que abandonaban sus aldeas, llevando consigo su ganado y sus efectos. Formaban un desfile continuo en una extensión de centenares de kilómetros, una verdadera emigración de pueblos, un vasto reino rodante que seguía al ejército en su retirada hacia el Oeste. En el curso de la retirada esa enorme masa de fugitivos se dispersó por toda Ucrania; muchos perdieron para siempre sus bienes y viviendas; otros perdieron la vida.

Machno comenzó por atrincherarse al borde del Dnieper, cerca de la ciudad de Alexandrovsk. Por algún tiempo consiguió dominar el puente Kitchkas (uno de los puentes más importantes de Rusia, que atraviesa el Dnieper cerca de Alexandrovsk). Luego, cediendo a las fuerzas superiores del enemigo, se retiró a Dolinskaia y de allí a Elisabetgrad. En tanto, las tropas del ejército rojo habían perdido casi toda importancia como unidad militar de Ucrania; una gran parte había sido transferida a la Rusia central y el resto comenzaba a vacilar, demostrando desconfianza hacia el comando.

El momento para que Machno las atrajera a su causa parecía haber llegado. Pero su atención estaba concentrada en otro sentido. Desde hacía un tiempo un nuevo peligro amenazaba a la revolución en Ucrania: el movimiento de Grigorief. Machno seguía de cerca su desenvolvimiento.

Las fuerzas de Grigorief habían comenzado a decrecer poco tiempo después de que se rebeló contra los bolcheviques, sin embargo, estaba lejos de haberlas perdido todas. Se atrincheró con algunos destacamentos en 1a provincia de Kerson y comenzó una campaña de guerrillas contra los bolcheviques. La cifra total de los miembros de los destacamentos sometidos, sino a su comando, al menos a su influencia, y dispersados por Kerson, se elevaba a algunos millares. Esas tropas realizaban a menudo asaltos contra las unidades del ejército rojo estacionadas en las aldeas, las desarmaban, se apoderaban de las poblaciones y destruían las vías férreas.

Grigorief se reveló hábil en el oficio. Era más bien él y no los bolcheviques quien ejercía el poder en las regiones de Znamenka, Alexandria y Elisabetgrad. Pero la guerra que Grigorief había declarado a los soviets no se inspiraba en motivos revolucionarios, sino ante todo personales y contrarrevolucionarios. Careciendo de toda ideología, se adaptó a cualquier movimiento; al de Petlura al comienzo, a los bolcheviques luego, a Petlura de nuevo, para llegar más tarde a Denikin.

Indudablemente, Grigorief era un aventurero contrarrevolucionario; pero las masas sometidas a su influencia y la región en que operaba tenían espíritu revolucionario, lo que hizo que Machno decidiese ganarlas para la revolución. Eso no era posible más que desembarazándose de Grigorief y de su Estado Mayor. Con la habilidad y la energía que le eran propias, Machno tomó el partido de descubrir públicamente a Grigorief. Los bolcheviques que luchaban desde hacía varios meses contra Grigorief no habían encontrado otro medio mejor que el de poner precio a su cabeza (medio millón de rublos al que lo matara y la mitad de esa suma al que matara uno de sus cómplices, según se anunció en el mes de junio de 1919 en varios periódicos de Ucrania). El campesino revolucionario Machno, inspirándose en las necesidades de la revolución, decidió desenmascarar a Grigorief. Para llegar hasta él, Machno se puso en relación con sus destacamentos, con el pretexto de la unificación de las fuerzas rebeldes. El 27 de julio de 1919 en la aldea de Sentovo, cerca de Alexandria, por iniciativa de Machno, debía reunirse un congreso de los insurrectos de Kerson, Ekaterinoslav y Tauride. La orden del día del congreso incluía el establecimiento de un programa de acción para toda la Ucrania rebelde, según las necesidades del momento. Cerca de veinte mil personas -campesinos y guerrilleros, los destacamentos de Grigorief y los de Machno- se reunieron el día fijado en Sentovo. Entre los oradores inscriptos figuraban Grigorief, Machno y otros representantes de ambas corrientes. Grigorief fue el primero en hacer uso de la palabra. Invitó a los campesinos y a los insurrectos a consagrar todas sus fuerzas en la expulsión de los bolcheviques, sin tener en cuenta la ideología de los que ayudasen a esa labor. Decía también que estaba dispuesto a aliarse con ese fin a Denikin; una vez sacudido el yugo del bolchevismo, el pueblo vería lo que le quedaba por hacer. Esa declaración fue funesta para Grigorief. Machno y su camarada Tchubenko, tomaron la palabra inmediatamente después y declararon que la lucha contra los bolcheviques no sería verdaderamente revolucionaria si no era dirigida en nombre de la revolución social. Una alianza con los peores enemigos del pueblo -con los generales de Denikin- no podría significar más que una aventura contrarrevolucionaria. Grigorief invitaba a participar en la contrarrevolución, por lo tanto era un enemigo del pueblo. Luego Machno exigió ante todo el Congreso que Grigorief rindiera cuentas del espantoso pogrom antisemita por él organizado en el mes de mayo en Elisabetgrad, y de las violencias antisemitas en general. Miserables como Grigorief son el oprobio de los guerrilleros de Ucrania; no podrían ser tolerados en las filas de los honestos trabajadores revolucionarios. Machno terminó su requisitoria contra el ataman. Este vio que la situación iba mal. Quiso hacer uso de las armas. Pero era tarde. Simeón Karetnik, ayuda de campo de Machno, lo hirió en las piernas y Machno mismo al grito de ¡Muerte al ataman Grigorief! le dio el golpe de gracia. Los satélites de Grigorief y los miembros de su Estado Mayor se lanzaron a la lucha, pero un grupo de machnovistas apostados de antemano dio pronto cuenta de ellos. Todo esto pasó ante los ojos de la asamblea en el curso de dos o tres minutos.

La asamblea, convulsionada al principio por lo que acababa de suceder, se repuso después de las alocuciones de Machno, Tchubenko y de los demás. El Congreso reconoció que el acto cometido tenía su justificación histórica y revolucionaria. La asamblea decidió -y esta decisión fue registrada en el acta de la reunión- que la machnovstchina asumiría toda la responsabilidad por los acontecimientos que acababan de suceder y sus consecuencias. La asamblea decidió además que los destacamentos que antes fueron libres y luego sometidos al comando de Grigorief se unirían en la sucesivo al ejército general de los guerrilleros machnovistas (1).

Hemos dicho ya que las tropas soviéticas, poco numerosas por lo demás, que habían quedado en diversas regiones de Ucrania, tenían desconfianza hacia aquellos que las mandaban. Los soldados consideraban la huida vergonzosa de las autoridades soviéticas como una defección a la causa de la revolución. Machno representaba el centro de sus esperanzas revolucionarias. Hacia él convergieron las miradas de todos los que aspiraban a defender la libertad. Ese espíritu se apoderó igualmente de las tropas del ejército rojo que permanecieron en Ucrania. En el mes de julio los destacamentos bolcheviques situados en Crimea se rebelaron, destituyeron a sus jefes y se pusieron en marcha para unirse a las tropas de Machno. Ese golpe de Estado había sido dado por los comandantes machnovistas que se encontraban entonces en las filas del ejército soviético: Kalachnikof, Dermendji y Budanof. Tropas considerables del ejército rojo avanzaron hacia Pomostchnaia al encuentro de Machno, llevando consigo prisioneros a sus jefes de la víspera (Kotcherguin, Dybetz y otros). La unión se efectuó en Dobrovelitchkovka (Kerson) en los primeros días del mes de agosto de 1919. Fue un rudo golpe para los bolcheviques, porque reducía casi a la nada las pocas fuerzas militares que poseían en Ucrania.

El distrito situado entre Pomostchnaia, Elisabetgrad y Voznessensk (cerca de Odessa) fue el primer lugar en que se detuvo Machno para poner en orden las tropas que convergían hacia él de todas partes. Allí se formaron cuatro brigadas de infantería y de caballería, una división de artillería y un regimiento de ametralladoras -unos quince mil combatientes entre todos-. Un cuerpo escogido, de 150 a 200 jinetes, que rodeaba siempre a Machno no es incluido en esa cifra. Con tales fuerzas, los machnovistas emprendieron después una ofensiva contra las tropas de Denikin. Los encuentros revistieron pronto el carácter de lucha encarnizada. Varias veces el ejército de Denikin fue rechazado 50 y hasta 80 kilómetros hacia el Este. Los machnovistas se apoderaron tras dura lucha de tres o cuatro trenes blindados, entre ellos uno muy importante, el Invencible. Pero provistos de nuevos refuerzos, los denikianos conseguían rechazar a los machnovistas hacia el Oeste. Tenían en su favor la gran superioridad en el número y en el armamento. Las tropas de Machno carecían casi por completo de municiones. De cada tres ataques contra Denikin, dos tenían por fin exclusivo apoderarse de municiones. Además los machnovistas tenían que hacer frente al mismo tiempo a algunas tropas bolcheviques que se retiraban de Odessa hacia el Norte. A causa de esto fue necesario abandonar la región de Elisabetgrad, Pomostchnaia y Voznessensk y retroceder más.

La retirada se efectuaba en medio de combates incesantes. Las tropas de Denikin lanzadas en persecución de Machno se distinguían por su energía y su obstinación. Los regimientos compuestos de oficiales eran sobre todo notables por su bravura, particularmente los regimientos de Sirnferopol y el 2° de Labisnk. Al combatir contra ellos Machno no podía menos de admirar su valor. La caballería de Denikin merecía los más altos elogios. Como Machno pudo apreciar, era verdaderamente una caballería que justificaba su nombre. La del ejército rojo, muy numerosa, formada más tarde, no tenía de caballería más que la denominación. No era capaz de luchar cuerpo a cuerpo y no se lanzaba generalmente en la pelea más que cuando el enemigo estaba ya desorientado por el fuego de los cañones y de las ametralladoras. Durante la guerra civil, la caballería roja evitó todo duelo con la caballería machnovista, aunque sobrepasara siempre en número a esta última. Los regimientos de caballería caucásicos y los cosacos de Denikin eran otra cosa. Aceptaban siempre la lucha abierta a sable y se lanzaban sobre el enemigo a toda carrera, sin esperar que fuese desorganizado por el fuego de los cañones.

Sin embargo, aun esas tropas de élite sucumbían más de una vez en los combates contra los machnovistas. Los jefes del ejército de Denikin mencionaban a menudo en sus papeles, caídos a veces en manos de los machnovistas, que nada en toda la campaña era más duro para ellos que esas batallas encarnizadas libradas por la caballería y la artillería de Machno.

Desde mediados de agosto de 1919 ese cuerpo del ejército denikiano se dedicó a cercar las tropas de Machno, tratando de cortarle todas las salidas. Machno veía que un error de su parte podía ser funesto para todo su ejército. Es por eso que esperaba cuidadosamente el momento para dar un golpe decisivo al enemigo. En el Norte, las tropas de Denikin se encontraban ya cerca de Kursk. Machno teniendo en cuenta esa circunstancia, consideraba que cuanto más avanzaran en dirección septentrional, más fácilmente podrían ser atacados por la retaguardia. Pero no obstante esas consideraciones, se veía obligado a retroceder siempre hacia el oeste bajo el impulso de las fuerzas enemigas muy superiores en número. Hacia fines del mes de agosto el cuerpo de ejército que perseguía a Machno fue reforzado por nuevas tropas que llegaban de la parte de Odessa y de Voznessensk. La situación empeoraba. El ejército de los guerrineros abandonó la zona próxima a las vías férreas después de hacer saltar los trenes blindados. La retirada continuó por caminos vecinales, de aldea en aldea. Los denikianos estrechaban más y más el círculo. Su fin no sólo era desorganizar, sino aniquilar las tropas de Machno.

Esa retirada acompañada de combates cotidianos duró más de un mes, hasta el momento en que el ejército de Machno llegó cerca de la aldea de Uman, ocupada en esa época por las tropas de Petlura. Este se encontraba en guerra con Denikin. Se planteó la cuestión de la actitud que asumirían frente a los petlurianos, ¿les declararían la guerra o adoptaban alguna otra táctica? En ese momento en el ejército de Machno había ocho mil heridos, privados de todo socorro médico, que constituían un obstáculo serio para el movimiento y las operaciones militares. Después de haber considerado este problema se decidió proponer a los petlurianos una especie de neutralidad militar. En tanto, una delegación de Petlura había llegado a Uman al campo de Machno y le expuso el punto de vista del comando de Petlura sobre la situación general. Encontrándose en estado de guerra con Denikin, los petlurianos deseaban evitar la formación de un nuevo frente y no querían entablar hostilidades con los machnovistas. Esto facilitaba los planes machnovistas, que enviaron una delegación a Schmerinka para concertar un pacto según el cual ambas partes se comprometían a conservar una estricta neutralidad militar, no obstante las divergencias políticas que las dividían. Además, los petlurianos recibirían en sus hospitales a todos los heridos machnovistas.

Evidentemente, Machno, su Estado Mayor y todo el ejército veían que esa neutralidad no podía sino ser ficticia y que llegaría el día en que los petlurianos harían causa común con las fuerzas de Denikin para atacar juntos a los machnovistas. Pero se trataba para éstos de ganar una o dos semanas de tregua para poder responder a un ataque del flanco opuesto -del Oeste- y evitar que los encerraran en una posición sin salida. En realidad la actitud de los machnovistas hacia los petlurianos no había cambiado. Aunque comportándose fraternalmente con los soldados petlurianos, los machnovistas continuaban su propaganda revolucionaria contra las autoridades del ejército de Petlura y fue en esos momentos cuando el Consejo Militar Revolucionario del ejército machnovista hizo aparecer su manifiesto titulado: ¿Quén es Petlura?, en el cual la personalidad de éste era desenmascarada y se ponía en evidencia su misión de defensor de las clases acomodadas, digno de perecer en manos de los trabajadores. Muchos de los soldados de Petlura, originarios de las regiones de Zaporoyié pertenecían por su espíritu y sus tradiciones más bien a los machnovistas y si la ofensiva de Denikin no hubiese sido tan furiosa, los machnovistas los hubiesen ganado para sus filas. Los machnovistas pensaban en ello, pero los jefes petlurianos sospechaban recordando el caso Grigorief y mantenían ante ellos una actitud en extremo prudente.

Las sospechas de los machnovistas en cuanto a las intenciones de los petlurianos de acercarse a Denikin y de concertar una acción para obrar en común contra Machno comenzaban a realizarse. De acuerdo al pacto con los petlurianos, el ejército machnovista tenía derecho a ocupar un territorio de diez kilómetros de superficie cerca de la aldea de Tekutché, en los alrededores de Uman. Las fuerzas de Petlura estaban dispuestas al Norte y al Oeste; las de Denikin se encontraban al este y al mediodía, de la parte de Golta. Esa cláusula establecida por los petlurianos pareció en seguida sospechosa. Y en efecto, algunos días más tarde llegó la noticia de que habían sido iniciadas negociaciones entre ambos campos para elaborar un plan de conjunto que tenía por fin rodear las tropas de Machno y extermiuarlas. Al mismo tiempo -el 24 y 25 de setiembre- cuatro o cinco regimientos de Denikin se encontraron en la retaguardia de las tropas de Machno, por la parte del Oeste, donde no podían haber llegado más que después de haber pasado a través del territorio ocupado por los petlurianos, es decir, con la ayuda o al menos con el consentimiento de estos últimos.

El 25 de setiembre por la noche, los machnovistas se vieron rodeados por todas partes por las tropas de Denikin, cuyas fuerzas se habían concentrado especialmente hacia el oeste. La ciudad de Uman también estaba en poder de Denikin. El momento de obrar había llegado. La suerte de todo el ejército guerrillero estaba en litigio.

La retirada de los machnovistas cubría más de 600 kilómetros y había durado cerca de cuatro meses. Sufrieron muchas penurias. Los guerrilleros carecían de todo, hasta de ropa y de calzado. En medio de un calor tórrido, envueltos en nubes de polvo, bajo la metralla y una lluvia de balas y obuses se alejaban de su región, hacia un destino desconocido. Pero todos estaban animados por la esperanza íntima de triunfar sobre el enemigo y soportaban valientemente los rigores de la situación. A veces los menos pacientes gritaban: ¡Regresemos! ¡Vamos hacia el Dnieper! Pero la implacable necesidad les impulsaba cada día más lejos del Dnieper y de su altivo distrito. Y con una paciencia suprema, con la voluntad en tensión, bajo el fuego terrible y continuo del enemigo seguían a su jefe. Uman había marcado el fin de su retirada. Era imposible continuar; el enemigo estaba en todas partes. Machno, con la simplicidad que le era propia, capaz sin embargo, de despertar el heroísmo en sus camaradas, declaró que la retirada no habia sido más que una marcha estratégica forzada y que la verdadera guerra iba a comenzar -y eso al día siguiente, 26 de septiembre-.

Había que tener en cuenta la situación de las tropas de Denikin en el norte, así como en las otras direcciones, lo que en efecto se hizo; y entonces Machno advirtió que el azar le ofrecía una oportunidad inmejorable para dar un golpe mortal a la contrarrevolución denikiana. Esa posibilidad aparecía a sus ojos de una manera tangible. Se trataba sólo de quebrantar el puño que paralizaba su ejército. Bastaba con batir a los kulaks denikinianos que, tomada, Uman, hostigaban al ejército machnovista.

El 25 de setiembre las tropas machnovistas que hasta entonces habían marchado hacia el Oeste, cambiaron bruscamente de dirección y se dirigieron hacia el este, hacia el grueso del ejército denikiniano. El primer encuentro tuvo lugar el 25 por la noche, cerca de la aldea de Krutenkoie, entre la primera brigada de los machnovistas y las tropas de Denikin. Estas últimas retrocedieron a fin de adquirir una posición más segura y de arrastrar tras sí al enemigo. Pero los machnovistas no los persiguieron, engañando al enemigo que estaba persuadido de que la marcha de los guerrilleros se dirigía siempre hacia el Oeste. Sin embargo, todas las fuerzas machnovistas dispuestas en varias aldeas de los alrededores se pusieron en marcha durante la noche en dirección hacia el este; las fuerzas principales del enemigo se habían concentrado cerca de la aldea de Peregonovka, ocupada por los machnovistas.

El combate se trabó entre las tres y las cuatro de la mañana y llegó a su punto culminante hacia las ocho. Se produjo entonces una verdadera tempestad de metralla. Machno, rodeado de su escolta de jinetes, había desaparecido desde la caída de la noche, tratando de envolver al enemigo y durante toda la batalla no se habían tenido noticias de él. Hacia las nueve de la mañana los machnovistas comenzaron a perder terreno. El combate seguía en los confines de la aldea. De diversos lugares las fuerzas enemigas disponibles llegaban en ayuda provocando olas de fuego contra los machnovistas. El Estado Mayor de los guerrilleros y todos los que se encontraban en alguna casa de la aldea y podían soportar el peso de una carabina se armaron y se lanzaron a la lucha. El momento crítico había llegado; parecía que la batalla, y con ella la causa entera de los machnovistas, estaba perdida. Se dio orden a todos, hasta a las mujeres, de hacer fuego sobre el enemigo desde las calles. Todos se aprestaron para una dura jornada. Repentinamente el fuego de las ametralladoras y los gritos del enemigo comenzaron a debilitarse; se alejaban. Los que se encontraban en la aldea comprendieron que el enemigo había retrocedido y que el combate proseguía a una cierta distancia. Era Machno que, surgiendo inesperadamente, había decidido la suerte del combate. Apareció en el momento en que sus tropas habían sido arrolladas y la pelea iba a comenzar en las calles de Peregonovka. Cubierto de polvo, fatigado, Machno surgió por el flanco del enemigo. En silencio, sin proferir ningún llamado, pero con una voluntad ardiente se lanzó seguido de su escolta sobre el enemigo y escindió sus filas. La fatiga y desaliento desaparecieron entre los machnovistas. Batko está allí ... ¡Batko lucha a sable! ... se oyó gritar. Y entonces todos, con energía redoblada se lanzaron hacia adelante siguiendo el ejemplo de su jefe. Fue una lucha cuerpo a cuerpo -un hacheo, como dicen los machnovistas-. Por valeroso que fuese el primer regimiento de oficiales de Simferopol, fue deshecho y batido en retirada; mantuvo el orden durante los primeros diez minutos, tratando de detener el impulso del enemigo, pero resolviéndose luego por la fuga. Los otros regimientos siguieron el camino del primero. Las tropas de Denikin se batieron en retirada, procurando pasar a través del rio Sinuka que distaba unos quince kilómetros de la aldea y atrincherarse sobre la orilla opuesta. Machno trató de sacar partido de la situación. A toda carrera lanzó su caballería y su artillería en persecución del enemigo que se batia en retirada y a la cabeza de su regimiento se dirigió hacia los caminos transversales a fin de cortar el paso a los fugitivos. Se trataba de un trayecto de 12 a 15 kilómetros. En el momento más critico, cuando las tropas de Denikin llegaron al río, fueron alcanzados por los jinetes de Machno. Centenares de denikinianos perecieron ahogados. Sin embargo la mayoría de ellos tuvo tiempo de pasar a la otra orilla, pero allí eran esperados por Machno. El Estado Mayor del ejército de Denikin y un regimiento de reserva que se encontraba en el lugar fueron sorprendidos, y hechos prisioneros. Sólo una parte insignificante de las tropas de Denikin, que desde hacía dos meses perseguían obstinadamente a Machno, logró salvarse. El primer regimiento de oficiales de Simferopol y otros fueron pasados a sable por completo. En una extensión de dos o tres kilómetros, la ruta estaba sembrada de cadáveres. Por horrible que pueda parecer ese espectáculo, era la consecuencia natural del duelo entablado entre el ejército de Denikin y los machnovistas. Durante la persecución contra éstos no se hablaba más que de exterminarlos a todos. El menor paso en falso dado por Machno hubiera significado la perdición de sus guerrilleros; las mujeres, que habían sido obligadas a seguir al ejército en que combatían sus esposos, no habrían quedado con vida. Los machnovistas habían sufrido mucho y sabían a qué atenerse en lo que se refiere al trato que recibirían sus familias en caso de derrota.

Entre los campesinos de la Gran Rusia es relatada la leyenda de Pugatchef. Cuando Pugatchef cayó después de su derrota en manos de las autoridades, dijo a los señores reunidos en torno de él: Yo no hice más que daros una señal previa. Esperad un poco, después de mí vendrá la verdadera escoba, es entonces cuando se os hará desaparecer verdaderamente.

Machno, durante su actividad revolucionaria y sobre todo en los momentos de la derrota infligida a los denikinianos fue considerado como esa escoba histórica del pueblo.

Después de haber batido el grueso de las tropas de Denikin, lanzó sin pérdida de tiempo su ejército en tres direcciones a la vez. Pasó como una escoba gigantesca por ciudades y aldeas; suprimiendo todo vestigio de explotación y de servidumbre. Propietarios terratenientes, grandes agricultores, kulaks, gendarmes, curas, alcaldes, oficiales disfrazados, todos eran barridos en el camino victorioso de los machnovistas. Las prisiones, los puestos de policía y los comisariados, en una palabra, todos los símbolos de la servidumbre popular, eran destruidos. Todos aquellos de quienes se sabía que eran enemigos activos de los campesinos y obreros fueron aniquilados. En especial, los fuertes propietarios territoriales y los grandes agricultores explotadores del pueblo, los kulaks, perecieron en gran número. Esto bastaría para desmentir a los bolcheviques sobre el pretendido carácter kulak de la machnovstchina. Donde el movimiento machnovista comenzaba a abrirse camino, los kulaks recurrían a la protección de las autoridades soviéticas, que no dejaban de concedérsela.

El movimiento del ejército machnovista, al llegar a los bordes del Dnieper, gozaba de enorme prestigio. Al día siguiente de la derrota de Denikin en Peregonovska, Machno se encontraba a más de cien kilómetros del campo de batalla. Acompañado por su escolta, marchaba a unos cuarenta kilómetros delante del grueso de sus tropas. Pasó un día y los machnovistas se habían hecho dueños de Dolonskaia, de Krivo-Rog y de Nikopol. Y al día siguiente pasaban el puente de Kitchkass al galope y la ciudad de Alexandrovsk caía en manos de los guerrilleros. Parecía que entraban en un reino encantado; nadie había oído hablar de los acontecimientos de Uman, nadie tenía idea del lugar en que se encontraban los machnovistas. Las autoridades no habían tomado ninguna medida extraordinaria, permaneciendo en el estado de letargo propio de las retaguardias. Por eso los machnovistas, como el trueno en primavera, caían en todas partes de una manera inesperada sobre los enemigos. Después de Alexandrovsk le tocó el turno a Pologui, a Gulai-Polé, a Berdiansk, a Melitopol, a Mariopol. Al cabo de ocho a diez días todo el mediodía de Ucrania quedó libre de las tropas y de las autoridades de Denikin.

La ocupación del mediodía de Ucrania, sobre todo de las regiones próximas al mar de Azov por los machnovistas significaba un peligro de muerte para la campaña contrarrevolucionaria de Denikin. En efecto, entre Volnovaka y Mariopol se encontraba situada la base principal del avituallamiento del ejército de Denikin. Cuando Berdiansk y Mariopol fueron tomadas, se encontraron enormes cantidades de municiones. En Volnovaka había montañas de proyectiles; a pesar de que no cayó en seguida en manos de los machnovistas (la batalla por su conquista duró cinco días), el material hallado no podía servir a las tropas de Denikin, puesto que la vía férrea principal de toda la región se encontraba en poder de los insurrectos. Los regimientos de reserva de Denikin dispuestos en la región fueron destruidos. Así esa formidable base de artillería fue rodeada por los machnovistas y no pudo volver a enviar un solo obús, ni al frente norte de Denikin ni a frente alguno.

Los denikinianos dirigieron apresuradamente contra Machno las tropas acantonadas en reserva cerca de Taganrog; pero esas tropas fueron vencidas y la machnovstchina se extendió hacia la cuenca del Donetz y hacia el norte. Alrededor del 20 de octubre los guerrilleros se apoderaron de la ciudad de Ekaterinoslav y de sus cercanías. Los jefes del ejército de Denikin admitieron la gravedad de la situación. Declararon que el centro de la lucha se había trasladado del frente norte al frente sur y que era en el mediodía donde había que decidir la suerte de su causa. El general May Maiewsky, dirigiéndose a sus cosacos, dijo: Nuestras tierras se encuentran actualmente bajo una amenaza inmediata. El enemigo se ha desatado en el mediodía, y amenaza nuestras aldeas. Debemos aprestarnos para defender nuestras tierras. (Discurso de May Maiewsky publicado en uno de los periódicos denikinianos).

Teniendo en cuenta la situación, las mejores tropas de la caballería deníkiniana, las que estaban bajo el comando de Mamontof y Chkuro, fueron retiradas del frente norte y dirigidas sobre el de Gulai-Polé. Pero era demasiado tarde. El incendio hacía furor en todo el país, desde los bordes del mar Negro y el Azov hasta Karkof y Poltava. Gracias a los refuerzos que les llegaban y a la cantidad de autos blindados de que disponían, los blancos consiguieron hacer retroceder a los machnovistas en varios lugares, Mariopol, Berdiansk, Gulai-Polé; pero los machnovistas se hicieron dueños de Sinelnikovo, Pavlograd, Ekaterinoslav y otras ciudades y localidades. Durante los meses de octubre y noviembre la lucha se hizo más encarnizada, y las tropas de Deníkin sufrieron importantes derrotas. En especial los regimientos caucásicos experimentaron grandes pérdidas; los jinetes de Tchetchnia (pueblo particularmente belicoso que habita la alta montaña del Cáucaso) perecieron por millares. A fines de noviembre esas tropas declararon categóricamente que rehusaban batirse contra Machno, y abandonando sus puestos en las filas del ejército de Denikin tomaron el camino de su país. Ese fue el principio de la derrota final de las tropas denikinianas.

Deníkin sufrió una derrota completa en la lucha contra la machnovstchina en la Rusia meridional, que condujo al fracaso su empresa contrarrevolucionaria.

Fieles a la verdad histórica debemos destacar, pues, que el honor de haber aniquilado en el año 1919 la contrarrevolución de Denikin corresponde en primer lugar a los guerrilleros machnovistas. Si éstos no hubiesen obtenido la victoria decisiva de Peregonovka cerca de Uman y no hubiesen continuado debilitando las bases de retaguardia de Denikin al destruir su servicio de avituallamiento de la artillería, los víveres y las municiones, los blancos hubiesen probablemente hecho su entrada en Moscú hacia fines de diciembre de 1919. La batalla de blancos y rojos cerca de Orel ha tenido poca importancia; en realidad la retirada de Denikin hacia el mediodía había comenzado ya antes, provocada justamente por el desastre de la retaguardia. Todas las operaciones militares siguientes de los blancos tuvIeron únicamente por fin proteger la retirada y hacer evacuar las municiones y las provisiones. En toda la extensión del camino -desde Orel a Kursk, en los confines del mar Negro y del Azov- el ejército rojo avanzó casi sin encontrar obstáculos. Su entrada en Ucrania y en la región del Cáucaso se efectuó, como en ocasión de la caída del hetman, por vías ya liberadas del enemigo.

Las necesidades puramente militares del momento absorbían casi todas las fuerzas de los machnovistas; les quedaba muy poco espacio para un trabajo productivo en el interior. La atmósfera del combate que rodeaba toda la región no era por lo demás propicia para ese género de actividad. Sin embargo, también en este campo los machnovistas demostraron poseer espíritu de iniciativa y voluntad. Antes que nada, querían evitar que se los tomara por un nuevo poder o un nuevo partido. En cuanto entraban en una ciudad declaraban que no representaban a ninguna autoridad, que su fuerza armada no obligaba a nadie, que se limitaban a proteger la libertad de los trabajadores. La libertad de los campesinos y los obreros, decían los machnovistas, pertenece a ellos y no puede ser limitada. A ellos les toca obrar, contruir, organizarse. En cuanto a los machnovistas, no podrían más que ayudarles con tal o cual consejo u opinión y poner a su disposición las fuerzas intelectuales o militares necesarias, pero no podían ni querían en ningún caso imponerles nada (2).

Alexandrovsk y sus contornos fue la primera zona en que los machnovistas permanecieron un tiempo más o menos largo. Se dirigieron primero a la masa trabajadora de la población para invitarla a participar en una conferencia general de trabajadores de la ciudad. Cuando se realizó la conferencia, se presentó un informe sobre la situación del distrito desde el punto de vista militar, después de lo cual se deliberó sobre la proposición de organizar la vida de la ciudad y el funcionamiento de las fábricas por el esfuerzo y cuidado de los obreros y sus organizaciones, basándose en los principios del trabajo y la igualdad. Los obreros acogieron la idea con entusiasmo; sin embargo, tardaron en llevarla a cabo, desconcertados en cierto modo por su novedad e inquietados sobre todo por la proximidad de la línea de combate del frente, que les hacía temer que la situación de la ciudad fuese poco segura. Pero a la primera conferencia siguió una segunda. La cuestión de la organización de la vida de acuerdo a esos principios fue largamente discutida por las masas trabajadoras, y finalmente aprobada, aunque no acertaban la manera de concretarla. Los ferroviarios dieron el primer paso; organizaron un comité, se encargaron de asegurar el funcionamiento de las vías férreas de la región, establecieron un plan detallado para el servicio de los trenes, el transporte de los viajeros, el sistema de remuneración, etc. Desde entonces el proletariado de Alexandrovsk trabajó en la elaboración de un plan práctico de autodirección obrera.

Poco después de esas conferencias, se realizó un congreso regional de campesinos y obreros en Alexandrovsk el 20 de octubre de 1919. Tomaron parte más de doscientos delegados, de los cuales unos 180 eran campesinos y sólo 20 o 30 eran obreros. El congreso deliberó tanto sobre cuestiones de orden militar (lucha contra Denikin, aumento del ejército insurreccional y su avituallamiento) como sobre otras cosas referentes a la constitución de la vida civil.

Los trabajos del congreso duraron cerca de una semana y se desarrollaron en un clima entusiasta. A ello contribuían circunstancias particulares. En primer lugar, el regreso del ejército machnovista victorioso a su región natal representaba un acontecimiento excepcional para los campesinos, cada uno de los cuales tenía miembros de su familia entre los guerrilleros. Pero mucho más significativo era que el congreso se hubiese reunido bajo los auspicios de una libertad verdadera y absoluta; ninguna influencia superior se hizo sentir. Y, para completar, el congreso tuvo un orador excelente en la persona del anarquista Volin, que conmovió a los campesinos expresando sus pensamientos y sus esperanzas. La idea de los soviets libres, que trabajasen según los anhelos de los trabajadores de cada aldea; las relaciones entre los campesinos y los obreros de las ciudades, basadas en el cambio mutuo de los productos de su trabajo; la idea de una organización igualitaria y anarquista de la vida, todas estas tesis que Volin desarrollaba en sus informes eran las ideas de la población campesina, que no concebía la revolución y la organización revolucionaria de otro modo.

Los representantes de los partidos políticos trataron durante la primera jornada de introducir un espíritu de discordia, pero fueron condenados por todo el congreso y los trabajos de la asamblea se desarrollaron después con la plena colaboración de los participantes.

Los últimos días de sesión fueron como un bello poema. Magnífico entusiasmo seguía a las decisiones concretas. Todos estaban animados por la fe en las potencias de la revolución y por la confianza en sus propias fuerzas. El espíritu de libertad verdadera, que a pocos ha sido dado sentir, estaba presente en la sala. Cada cual veía ante sí una obra a la que valía la pena consagrar todas las fuerzas y hasta morir por ella. Los campesinos, entre los cuales se encontraba gente de edad y hasta ancianos, decían que era la primera reunión en que se sentían, no sólo libres, sino también como hermanos y que no podrían olvidarla. En efecto, es poco probable que el que haya tomado parte en ese congreso pueda olvidarlo. Para muchos, si no para todos, quedará en la memoria como un magnífico episodio, en que la granqe y verdadera libertad acercó a los hombres, concediéndoles la posibilidad de vivir unidos por una misma idea.

Las decisiones del congreso concernían en primer lugar a la necesidad de hombres del ejército insurreccional. Se decidió que toda la población masculina hasta la edad de 48 años inclusive debería unirse a las tropas. De acuerdo con el espíritu del congreso, el enrolamiento debía ser voluntario, pero era imprescindible dada la peligrosa situación en que se encontraba el distrito. Hemos tenido ya ocasión de destacar la significación que había tenido la decisión tomada en el segundo congreso regional (12 de febrero de 1919), referente al alistamiento voluntario de las diez últimas clases. La resolución tomada por el congreso de octubre tenia el mismo sentido. El congreso decidió luego que el avituallamiento del ejército sería mantenido con donativos de los campesinos, el botín de guerra y las requisas en los medios acomodados. En cuanto a las cuestiónes de organización interna, el congreso se limitó por el momento a indicar las líneas generales, a saber, que los trabajadores eran libres en sus aldeas, sin autoridad alguna, para organizar la vida con sus propias fuerzas.

Al separarse, los campesinos subrayaban la importancia y la necesidad de llevar a la práctica las decisiones del congreso. Los delegados llevaron consigo copias de esas resoluciones para hacerlas conocer en el campo. Indudablemente después de tres o cuatro semanas tendrían que haberse empezado a notar los primeros resultados del congreso y entonces el congreso siguiente de campesinos y obreros habría atraído el interés y la participación de las grandes masas de trabajadores. Pero desgraciadamente la libertad estaba constantemente amenazada por su peor enemigo, el poder del Estado. Apenas tuvieron tiempo los delegados de volver a sus casas; ya muchas de sus aldeas estaban ocupadas por las tropas de Denikin, llegadas del frente norte a marcha forzada. La invasión fue esta vez de corta duración, pues no era más que las últimas convulsiones del enemigo expirante, pero detuvo, en el momento más precioso, el trabajo creador de los campesinos. Y visto que por el norte se aproximaba el bolchevismo, igualmente hostil a la idea de la libertad de las masas, la invasión causó un mal irreparable a la causa de los trabajadores. No solamente fue imposible reunir el congreso siguiente, sino que las decisiones del primero no pudieron ser puestas en práctica.

En la ciudad de Ekaterinoslav, ocupada por el ejército de los guerrilleros en el momento de los trabajos del congreso, las condiciones eran menos favorables aun a todo ensayo de organización creadora en el dominio económico. Las tropas de Denikin, arrojadas de la ciudad, habían hallado modo de ahincherarse en la otra orilla del río, sobre la ribera izquierda del Dnieper, y no cesaron durante todo un mes de bombardear la ciudad con el fuego de las baterías de sus numerosos trenes blindados. Siempre que la sección cultural de los guerrilleros conseguía convocar una conferencia de obreros urbanos, los denikinianos, perfectamente informados, aumentaban la intensidad del fuego, lanzando proyectiles innumerables, en especial sobre los lugares en que debía celebrarse la sesión y haciéndola imposible. Todo trabajo serio de organización sistemática se veía obstaculizado de ese modo; apenas pudieron convocarse algunos mitines en el centro de la ciudad y en los suburbios. Pero los machnovistas consiguieron, no obstante, hacer funcionar su diario Put K Svabodé (Ruta hacia la libertad), al que pronto siguió otra publicación del mismo nombre en lengua ucraniana (3).

Sobre la región de las zonas liberadas los machnovistas fueron la única organización que disponía de fuerzas suficientes para imponer su voluntad al enemigo. Pero no usaron nunca esas fuerzas para dominar o influir pólíticamente; jamás se sirvieron de ella contra sus adversarios políticos. El adversario militar, el conspirador contra los intereses de los obreros y de los campesinos, el aparato del Estado, las prisiones, he aquí contra quien iban dirigidos los esfuerzos de su ejército.

Las prisiones son la expresión de la esclavitud del pueblo. No fueron construidas más que para doblegar al pueblo, a los obreros y a los compañeros. Durante siglos la burguesía de todos los países doblegó con ayuda del cadalso y de la prisión la resistencia y el espíritu de rebeldía de las masas. También hoy, en el Estado comunista y socialista, las prisiones están repletas de proletarios de la ciudad y el campo. Un pueblo libre no tiene ninguna necesidad de ellas. Las prisiones existen, por consiguiente el pueblo no es libre. La prisión representa una amenaza constante para el trabajador. Es un atentado a su conciencia y a su voluntad, un signo manifiesto de servidumbre. Así definían los machnovistas su punto de vista a propósito de las prisiones. Y por eso las demolían a su paso. En Berdiansk hicieron saltar la prisión en presencia de una multitud enorme que, por lo demás, tomó una participación activa en su destrucción. Lo mismo en Alexandrovsk, Krivoi-Rog, Ekaterinoslav y otros lugares, fueron destruidas o incendiadas por los machnovistas. La población obrera saludaba con júbilo ese acto.

Con satisfacción podemos notar aquí que los machnovistas aplicaban íntegramente los principios revolucionarios de la libertad de palabra, de conciencia, de prensa y de asociación política y de partido. En las ciudades y aldeas que ocuparon se comenzaba por suprimir las prohibiciones y anular las restricciones impuestas por el poder a los órganos de prensa y a las organizaciones políticas. Fue declarada la libertad de prensa, de asociación y de reunión. Durante las seis semanas que los machnovistas pasaron en Ekaterinoslav surgieron cinco o seis periódicos de distinta orientación; el periódico de los socialistas revolucionarios de la derecha Narodolastié (El poder del pueblo), el de los socialistas revolucionarios de izquierda Znamia Vozstania (Estandarte de la rebelión}, el de los bolcheviques Zviezda (La Estrella) y otros. Sin embargo, eran los bolcheviques los que no tenían demasiado derecho a esperar para ellos semejante libertad de prensa y de asociación para las clases obreras. Sus organizaciones locales tomaron parte directa en la invasión criminal de Gulai-Polé en el mes de junio de 1919; en buena justicia habrían debido sufrir ahora la responsabilidad. Pero a fin de no ensombrecer los grandes principios de la libertad de palabra y de asociación, no fueron molestados y gozaron, igual que las otras corrientes políticas, de todos los derechos conquistados por la revolución proletaria.

La única restricción que los machnovistas juzgaron necesario imponer a los bolcheviques, a los socialistas revolucionarios de izquierda y a otros estatistas fue la de no poder formar comités revolucionarios jacobinos que trataran de ejercer sobre el pueblo una dictadura autoritaria. En Alexandrovsk y en Ekaterinoslav, en cuanto las tropas de Machno se apoderaron de esas ciudades, los bolcheviques se apresuraron a organizar ese género de comités para establecer su poder. En Alexandrovsk los miembros del comité llegaron hasta a proponer a Machno que dividieran la esfera de acción en la ciudad, es decir, que ejerciera el poder militar y reservara al comité libertad de acción y de autoridad en el dominio político y civil. Machno respondió que les aconsejaba ocuparse de algún oficio honesto y amenazó ajusticiar a los miembros del comité comunista si manifestaban intenciones de tomar medidas autoritarias contra la población. En Ekaterinoslav, el comité revolucionario fue disuelto. En estos casos los machnovistas obraban con energía. Al garantizar y defender la libertad de palabra, de prensa y de asociación no debían vacilar en tomar medidas contra aquellas organizaciones políticas que se atrevían a imponer por la fuerza su autoridad a los trabajadores. Y cuando en el mes de noviembre de 1919 el comandante del tercer regimiento insurreccional (machnovista), llamado de Crimea, Polonsky, se encontró implicado en una de tales organizaciones, fue ejecutado junto a otros miembros de esa organización.

He aquí lo que declararon los machnovistas a propósito de la libertad de prensa y de asociación:


1) Todos los partidos, organizaciones y corrientes políticas socialistas tienen el derecho de difundir libremente sus ideas, sus teorías, sus puntos de vista y sus opiniones, tanto oralmente como por escrito. No se admitirán restricciones a la libertad de prensa y de palabra socialistas, y no habrá persecuciones por este motivo.

NOTA: Los comunicados de orden militar no podrán ser impresos más que a condición expresa de que hayan sido proporcionados por la dirección del órgano central de los guerrilleros revolucionarios.

2) Aun dando a todos los partidos y organizaciones políticas plena y entera libertad de difundir sus ideas, el ejército de los guerrilleros previene a todos los partidos que la preparación, organización e imposición de toda autoridad política a las masas trabajadoras, no será admitida por los guerrilleros, porque nada tiene que ver con la libertad de difundir sus ideas.

Consejo militar revolucionario de los guerrilleros machnovistas, Ekaterinoslav, 5 de noviembre de 1919.


Durante la revolución rusa, la época del machnovismo fue la única en la que la libertad se ejerció en todos los aspectos. Aunque la situación en Alexandrovsk, y sobre todo en Ekaterinoslav, atacada diariamente desde los trenes blindados del ejército de Denikin, era grave, los trabajadores de estas ciudades pudieron, por primera vez, decir todo lo que quisieron y como lo quisieron. Además tenían en sus manos la posibilidad de organizar su vida por sí mismos, según su propio entendimiento, sentimiento de la justicia y la verdad.

Después de un mes, los machnovistas tuvieron que abandonar Ekaterinoslav. Pero habían demostrado que la libertad se encuentra entre los mismos trabajadores, y que se desarrolla solamente en un clima de igualdad, sin imposiciones de ninguna naturaleza.




Notas

(1) El acta del congreso, así como el resumen de las alocuciones de Machno y de Grigorief y un gran número de documentos se perdieron en el curso de los acontecimientos y de las luchas armadas de 1920.

(2) Los machnovistas nombraron comandantes en algunas ciudades; las funciones de esos comandantes consistían simplemente en servir de unión entre las tropas que habían tomado dicha ciudad y la población, en hacer saber a esta última algunas medidas dictadas por las necesidades de la guerra y que tenían una cierta repercusión sobre la vida de los habitantes. Esos comandantes no disponían de ninguna autoridad, militar o civil, y no debían mezclarse en la vida de la población.

(3) Uno de los argumentos favoritos de los bolcheviques contra los machnovistas es la afirmación de que los guerrilleros no hicieron nada durante el tiempo que fueron dueños de Ekaterinoslav para llevar una organización creadora a la vida de esa población; pero al hablar así, los bolcheviques ocultan a las masas dos circunstancias de una gravedad singular, por qué los machnovistas no han sido nunca representantes de un partido o de una autoridad cualquiera. En Ekaterinoslav constituían un destacamento militar revolucionario que defendía la libertad de la ciudad. En tal función, no les concernía emprender allí el programa creador de la revolución. Eso no podría ser más que obra de las masas trabajadoras del lugar. Los guerrilleros machnovistas, a lo sumo, podían ayudar con su opinión, con sus consejos, con su espíritu de iniciativa y sus facultades de organización, lo que hicieron siempre que fue posible.

Por otra parte, al argumentar como lo hacen, los bolcheviques ocultan a las masas del pueblo en qué situación excepcional se encontraba la ciudad en esa época; durante el tiempo en que los machnovistas estuvieron allí, la ciudad no solamente estuvo en estado de sitio, sino literalmente sitiada. No pasaba una hora sin que estallaran en ella los obuses. Eso fue lo que impidió a los obreros, y no al ejército machnovista, dedicarse a organizar la vida según los principios de la acción libre.

Por lo que se refiere a la fábula de que los machnovistas habrían declarado a los ferroviarios que fueron a pedirles socorro que no tenían ninguna neoesidad de vías férreas dado que la estepa y sus buenos caballos les bastaban, esa invención fue lanzada por los periódicos de Denikin en el mes de octubre de 1919 y de esa fuente los bolcheviques la tomaron para hacerla servir a sus fines.

Índice de Historia del movimiento machnovista de Pedro ArchinoffCapítulo sextoCapítulo octavoBiblioteca Virtual Antorcha