Índice de Historia del movimiento machnovista de Pedro ArchinoffCapítulo PrimeroCapítulo TerceroBiblioteca Virtual Antorcha

Capítulo II

La revolución de octubre en la Gran Rusia y en Ucrania

Para comprender claramente la marcha de la revolución rusa es necesario detenerse en la propaganda y en el desenvolvimiento de las ideas revolucionarias entre obreros y campesinos durante el período de 1900 a 1917, así como en el papel de la revolución de octubre en la Gran Rusia y en Ucrania.

A partir de 1900-1905, la propaganda revolucionaria entre obreros y campesinos fue realizada por los partidarios de dos doctrinas principales, el socialismo de Estado y el anarquismo.

El primero era difundido por varios partidos demócratas, ejemplarmente organizados: los bolcheviques, los mencheviques, los socialistas revolucionarios y otras corrientes políticas de la misma tendencia.

El anarquismo no contaba más que con algunas agrupaciones poco numerosas que, por otra parte, no veían con suficiente claridad la actitud que debían asumir en la revolución. El campo de la propaganda y de la educación política fue casi totalmente conquistado por la democracia. Ésta adecuaba a las masas en el sentido de sus programas e ideales políticos. La institución de la República democrática está en ellos a la orden del día; la revolución política, he aquí el medio para realizarla.

El anarquismo, por el contrario, rechazaba la democracia como una de las formas del estatismo, rechazaba también la revolución política como medio de acción. Para los anarquistas, la obra de los obreros y campesinos debía ser la revolución social, y en ese sentido, se dirigía a las masas. Era la única doctrina que reclamaba la destrucción completa del capitalismo en nombre de una sociedad de trabajadores libre y sin Estado. Pero como no disponía más que de un número restringido de militantes y no poseía un programa concreto para el día siguiente de la revolución, el anarquismo no pudo difundirse ampliamente y arraigar en las masas como teoría social y política determinada. No obstante, como no actuaba nunca hipócritamente frente a ellas, enseñándoles que se podía encontrar la muerte en la lucha, despertó en la masa trabajadora gran número de luchadores, muchos de ellos mártires de la revolución social. Las ideas anarquistas resistieron la larga prueba de la reacción zarista y arraigaron en el alma de algunos trabajadores aislados de ciudades y campos como el más alto ideal social y político.

Siendo el socialismo de Estado el hijo natural de la democracia, dispuso siempre de enormes fuerzas intelectuales: profesores, estudiantes, médicos, abogados, periodistas, que bien eran comunistas declarados o simpatizaban fuertemente con esa doctrina. Gracias pues a sus fuerzas numerosas, el socialismo estatista logró siempre atraer una parte considerable de los trabajadores, aunque los llamase a la lucha por los ideales de la democracia, que ellos no comprendían o despreciaban.

A pesar de esto, en el momento de la revolución de 1917, el interés y el instinto de clase se impusieron y arrastraron a los obreros y a los campesinos hacia sus fines directos: la conquista de la tierra, talleres y fábricas.

Cuando estos objetivos fueron claramente comprendidos por la masa, lo que en realidad había sucedido mucho antes de la revolución de 1917, una parte de los marxistas, principalmente su ala izquierda, los bolcheviques, abandonó rápidamente sus posiciones abiertamente democrático-burguesas, lanzó palabras de orden que se adaptaban a las aspiraciones de los trabajadores, y en los días de la revolución marchó con las masas insurrectas, tratando de adueñarse de su movimiento. Y nuevamente, debido a las considerables fuerzas intelectuales que componían las filas del bolchevismo y también gracias a las palabras de orden socialista que sedujeron a las masas, el triunfo fue una vez más de la socialdemocracia.

Hemos indicado más arriba que la revolución de octubre se forjó a la luz de dos frases de poderoso contenido: ¡Las fábricas a los obreros! ¡La tierra a los campesinos! Los trabajadores les daban un sentido sencillo, sin reservas. Según ellos, la revolución debía colocar la economía industrial del país a disposición y bajo la dirección de los campesinos. El espíritu de justicia y de autonomía comprendido en estas palabras de orden arrastró tanto a las masas que su parte más activa estuvo dispuesta al día siguiente de la revolución a emprender la organización de la vida sobre la base de tales fórmulas. En diferentes ciudades, las uniones profesionales y los comités de fábrica tomaron la administración de las empresas y de las mercaderías, expulsaron a los propietarios y a los patrones, establecieron ellos mismos las tarifas, etc. Pero todos estos intentos chocaron con la resistencia férrea del partido comunista, que se había convertido en el partido gobernante.

Este partido, que marchaba al lado de la masa revolucionaria, que adoptaba palabras de orden extremistas, a menudo anarquistas, cambió bruscamente su actitud tan pronto como logró apoderarse del poder, una vez que el gobierno de coalición fue derrotado. La revolución, como movimiento de los trabajadores bajo las palabras de orden de octubre, había terminado desde entonces para éste. El enemigo esencial de los trabajadores -la burguesía industrial y agraria- está, decía, vencida; el período de destrucción, de lucha contra el régimen capitalista acabó; el período de la creación comunista, el de la edificación proletaria comienza. La revolución debe, pues, efectuarse ahora mediante los órganos del Estado solamente. Prolongar la situación anterior, cuando los obreros eran dueños de la calle, de los talleres y de las fábricas y cuando los campesinos, no viendo ya ningún poder, trataban de arreglar su vida con entera independencia, implicaba consecuencias peligrosas que podían desorganizar la gran obra estatista del partido. Era preciso ponerle fin por todos los medios posibles, incluso la violencia del Estado.

Tal fue el cambio de frente en la acción del partido comunista desde que se estableció en el poder.

A partir de ese momento comenzó a reaccionar tenazmente contra los propósitos socialistas de las masas obreras y campesinas. Este cambio de frente en la revolución, este plan burocrático de su desenvolvimiento ulterior, encierra una afrenta del partido que no debía su situación más que a las masas trabajadoras. Era una impostura y una usurpación. Pero la posición ocupada por el partido comunista en la revolución era tal que no podía comportarse de otra manera. Cualquier otro partido que buscase en la revolución la dictadura y la dominación sobre el país habría obrado de la misma manera. Antes de octubre fue el ala derecha de la democracia -los mencheviques y los socialistas revolucionarios- quien trató de comandar la revolución. Su diferencia frente a los bolcheviques consistió en que no tuvo tiempo o no supo organizar el poder y someter a las masas.

Consideramos ahora cómo fueron aceptadas la dictadura del partido comunista y el impedimento de todo desenvolvimiento ulterior a la revolución al margen de las organizaciones del Estado por los trabajadores de la Gran Rusia y de Ucrania.

La revolución para los trabajadores de la Gran Rusia y de Ucrania fue una misma cosa, pero su estatización por los bolcheviques fue aceptada diferentemente; en Ucrania con más dificultad que en la Gran Rusia. Comencemos por esta última.

Antes y durante la revolución, el partido comunista desplegó allí una gran actividad entre los obreros de las ciudades. Durante el período zarista trató (siendo el ala izquierda de la socialdemocracia) de organizarlos para la lucha en favor de la República democrática, preparándose así un ejército seguro en la lucha por sus ideales.

Después de la caída del zarismo en febrero-marzo de 1917, comenzó un período en que los obreros y los campesinos no toleraban plazo alguno. Vieron en el gobierno provisorio un enemigo seguro. Por eso no esperaron y exigieron sus derechos por medios revolucionarios; primero sobre la jornada de ocho horas, luego sobre los órganos de producción y de consumo, y sobre la tierra. El partido comunista fue en estas jornadas un aliado bien organizado. Es verdad que por esa unión buscaba sus propios fines: pero la masa lo ignoraba. La masa veía como un hecho, que el partido comunista luchaba con ella contra el régimen capitalista. El partido empleó todo el poder de su organización, su experiencia política y organizadora, sus mejores militantes en el seno de la clase obrera y del ejército. Dedicó todas sus fuerzas a agrupar a las masas alrededor de sus palabras de orden. Actuaba con demagogia en las cuestiones del trabajador oprimido. Se adueñaba de las palabras de unión de los campesinos con relación a la tierra, de las de los obreros con relación al trabajo libre. Los impulsó hacia una lucha decisiva contra el gobierno de coalición. Con el tiempo, el partido comunista se afianzó en en las filas de la clase obrera y desarrolló junto a ella una lucha infatigable contra la burguesía, lucha que prosiguió hasta las jornadas de octubre. Es pues natural que los obreros de la Gran Rusia adquirieran el hábito de considerarlo su más decidido compañero en la lucha revolucionaria. Esta circunstancia, unida a que los trabajadores rusos tenían apenas sus propias organizaciones revolucionarlas de clase y estaban dispersos desde el punto de vista de la organización, permitieron al partido tomar fácilmente en sus manos la dirección de los acontecimientos. Y, cuando el gobierno de coalición fue derribado por las masas de Petrogrado y de Moscú, era natural que el poder pasara a los bolcheviques, que habían dirigido el golpe de Estado.

Después de esto, el partido comunista empleó toda su energía en organizar un poder firme y en liquidar los diversos movimientos de las masas obreras y campesinas que continuaban en diferentes lugares del país tratando de lograr los objetivos fundamentales de la revolución por la acción directa. Con la hegemonía que había adquirido en el período pre octubrista, consiguió todo ello sin mucho esfuerzo. Es verdad también que numerosas poblaciones fueron saqueadas, y millares de campesinos asesinados por el nuevo poder comunista, a causa de su desobediencia y su intención de vivir sin autoridades. Es verdad que, en Moscú y en gran número de otras ciudades, el partido comunista, para liquidar las organizaciones anarquistas en abril de 1918, y más tarde las de los socialistas revolucionarlos de izquierda, se vio obligado a servirse de ametralladoras y de cañones, provocando la guerra civil contra la izquierda.

Pero en general, por la fe de los obreros de la Gran Rusia en los bolcheviques después de octubre, logró someter fácil y rápidamente a las masas a su gobierno y detener el desenvolvimiento ulterlor de la revolución obrera, reemplazándola por las medidas gubernamentales del partido. Así se detuvo la revolución en la Gran Rusia.

En Ucrania este período se desarrolló de diversa manera.

El partido comunista no poseía allí ni la décima parte de las fuerzas organizadas que disponía en la Gran Rusia. Su influencia sobre campesinos y obreros fue siempre insignificante. La revolución de octubre se produjo mucho más tarde, en noviembre, diciembre y hasta en enero del año siguiente. La burguesía nacional local había ocupado el poder en Ucrania (los petlurovtzi, partidarios de Petlura). Los bolcheviques la combatían más bien en el orden militar que revolucionario. Asi, mientras en la Gran Rusia el poder de los soviets significó al mismo tiempo el poder del partido comunista, en Ucrania la impopularidad y la impotencia del partido hizo que el paso del poder a los soviets significase otra cosa. Los soviets eran reuniones de delegados obreros sin fuerza efectiva, sin posibilidad de subordinar a las masas. Eran los obreros de las fábricas y los campesinos en las aldeas quienes tenían la fuerza real. Pero esa fuerza estaba desorganizada y, por consiguiente, el peligro de caer bajo la dictadura de un partido cualquiera sólidamente constituido era una amenaza en todo momento.

Durante la lucha revolucionaria en Ucrania, los obreros y campesinos no se habituaron a tener a su lado una dirección constante e inflexible como fue el partido comunista en la Gran Rusia. Es por eso que se desarrolló el profundo sentido de libertad que caracterizó a los movimientos revolucionarios de las masas ucranianas.

Un hecho todavía más importante en la existencia de los campesinos y obreros de Ucrania eran las tradiciones de la Volnitza (1), que se perpetuaban desde los tiempos más lejanos. A pesar del esfuerzo de los zares, desde Catalina II, para apartar el espíritu del pueblo ucraniano de todo rastro de la volnitza, esa herencia de la época guerrera de los siglos XIV a XVI y de los campos zaparogos, los campesinos de Ucrania han conservado hasta nuestros días un amor particular por la independencia.

Se manifestó en nuestra época en su resistencia tenaz contra todo poder que trató de someterlos.

El movimiento revolucionario en Ucrania se caracterizó, entonces, por dos condiciones que no existían en la Gran Rusia y que debían influir sobre la índole misma de la revolución ucraniana: la ausencia de un partido político poderoso y organizado y el espíritu de la volnitza, históricamente característico de los trabajadores de Ucrania. Y, en efecto, mientras que en la Gran Rusia la revolución había sido estatizada sin dificultad y encuadrada en las líneas del Estado comunista, esa misma estatización encontró en Ucrania obstáculos considerables; el aparato soviético se instauró allí sobre todo por la violencia, militarmente. Pero un movimiento autónomo de las masas, sobre todo de las masas campesinas, continuó desarrollándose paralelamente. Se insinuó ya bajo la República democrática de Petlura y progresó lentamente, buscando su camino. Al mismo tiempo, este movimiento tenía sus raíces en el fondo esencial de la revolución rusa. Se hizo notar ostensiblemente en los primeros días de la revolución de febrero. Era un movimiento de las capas más profundas de los trabajadores, que luchaba por eliminar el sistema económico de esclavitud y crear un sistema nuevo, basado sobre la comunidad de los medios y de los instrumentos de trabajo y sobre el principio de la explotación de la tierra por los trabajadores.

Hemos dicho ya que en nombre de esos principios los obreros expulsaban a los propietarios de las fábricas y remitían la administración de la producción a sus órganos de clase: uniones profesionales, comités de fábrica o comisiones obreras especialmente creadas para este efecto. Los campesinos se apoderaban de la tierra de los terratenientes y de los ricos kulaks, y reservaban su usufructo estrictamente para los trabajadores, esbozando así un nuevo tipo de economía agrícola.

Esta práctica de acción revolucionaria directa de los trabajadores y de los campesinos se desarrolló en Ucrania casi sin obstáculos durante todo el primer año de la revolución, y creó una línea de conducta de las masas precisa y sana.

Cada vez que el grupo político que ocupaba el poder trataba de romper tal línea de conducta revolucionaria, los trabajadores organizaban la oposición armada o encontraban los medios eficaces para resistir.

Así, el movimiento revolucionario de los trabajadores en pro de la independencia social, comenzado en los primeros días de la revolución, no se debilitó cualquiera que fuese el poder establecido en Ucrania. No se extinguió tampoco bajo el bolchevismo que, después de la revolución de octubre, introdujo su sistema estatal autocrático.

Lo que había de particular en ese movimiento era el deseo de realizar en la revolución los fines verdaderos de los trabajadores, la voluntad de conquistar la independencia completa del trabajo y la desconfianza hacia los grupos privilegiados de la sociedad.

A pesar de todos los sofismas del partido comunista, que trataba de demostrar que era el cerebro de la clase obrera y que su poder era el de los trabajadores, todo obrero y campesino que había conservado el espíritu o el instinto de clase comprendía que el partido comunista desviaba a los trabajadores de las ciudades y de los campos de su propia obra revolucionaria, que el poder los sometía a tutela; el hecho mismo de la organización estatal era la usurpación de sus derechos a la independencia y a la libre disposición de sí mismos.

La aspiración de independencia, de autonomía completa, se convirtió en el objetivo del movimiento que germinó en el seno de las masas. Sus pensamientos estaban constantemente dirigidos hacia esa aspiración por una multitud de hechos y de vías. La acción estatal del partido comunista sofocaba esas aspiraciones. Fue precisamente ese modo de obrar, más que cualquier otro hecho, lo que alertó a los trabajadores sobre ese orden de ideas, que no toleraba críticas, y los apartó de él.

Al principio, el movimiento se limitó a ignorar el nuevo poder y a realizar actos espontáneos por los cuales los campesinos se apoderaban de las tierras y de los bienes agrarios. Buscaban su camino. La ocupación inesperada de Ucrania por los austro-alemanes colocó a los trabajadores en un ambiente completamente nuevo y precipitó el desarrollo del movimiento.




Notas

(1) Ucrania, cuya situación geográfica es bastante particular, fue en todo tiempo el país donde se refugiaron los fugitivos en busca de libertad, que no deseaban seguir siendo siervos, o que caían bajo el peso de las leyes del imperio ruso. En las islas que se encuentran en el Dnieper bajo, sobre todo, se organizaron en campos exclusivamente masculinos y lucharon durante muchos siglos contra las tentativas de esclavización de los diversos países vecinos. Finalmente, esa población guerrera, tuvo, muy a su pesar, que someterse al Estado ruso.

Índice de Historia del movimiento machnovista de Pedro ArchinoffCapítulo PrimeroCapítulo TerceroBiblioteca Virtual Antorcha