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La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA CUARTA
APARTADO OCTAVO



MEMORABLE ACCION DE LOS ALTOS DE IBARRA

Sabedor Orrantia, que comandaba una gruesa división destinada a perseguir las partidas de los americanos que cubrían la Sierra de Guanajuato, de que Rosales, Rosas y Ortiz se habían reunido para atacarlo, llamó en su auxilio al comandante Castañón, que hacía sus correrías por el Valle de Santiago, Yurirapúndaro y Pénjamo.

Efectivamente, el 22 de julio se incorporó en la hacienda de los Altos de Ibarra, y marchó al pueblo de San Juan de los Llanos, donde las partidas comenzaron a fugarse; Orrantia dejó allí sus equipajes con una fuerte escolta, y escogió de toda su fuerza como mil y quinientos hombres que subdividió en dos partidas: tomó una para sí, y la otra la confirió a Castañón; la primera tomó hacia la izquierda y la segunda a la derecha, hasta las inmediaciones de la hacienda del Rincón de Ortega.

Allí se descubrió repentinamente toda la fuerza americana (es decir, el 24 de julio de 1815), compuesta de ochocientos a mil hombres. Su caballería se echó al gran galope, sobre la de Orrantia luego que la descubrió, dejando' abandonada la infantería: vióse Orrantia envuelto; mas he aquí que por retaguardia de los americanos se carga sobre ellos, la cual se había separado con este objeto; esta circunstancia, y haberse simultáneamente arrojado la infantería de Castañón, produjo una monstruosa confusión entre los americanos, y que se pusiesen en fuga.

Hallábanse antes de esta desgracia en la mejor disposición, y tanto, que previendo que debería envolverse con sus contrarios, traían, por distinguirse, un lazo terciado del hombro izquierdo al costado derecho.

Los comandantes americanos tuvieron una desavenencia entre sí poco antes de entrar en acción, y esto hizo que casi obrasen sin plan y desesperadamente. Opúsose Rosales a que se les cargase a los soldados de licor (según he oído decir) como querian Rosas y Ortiz, y entiendo que se opuso justamente, pues si para algún momento es necesario tener la razón expedita, es para cuando se trata de conservar la vida y evitar los peligros. A pesar de esto, el choque fue terrible, y de los españoles murieron más de cincuenta hombres, y entre ellos el comandante Rubio de las guerrilas, siendo ésta la mejor caballería que entonces tenía el Gobierno de México. Orrantia tuvo la infame complacencia de mandar cortar las orejas a los cadáveres, y luego de contarlas, resultando por la enumeración de ellas que pasaron de trescientos los muertos. Concluida la acción, se retiró Orrantia al pueblo de San Juan de Llanos, donde pasó aquella noche, y a la mañana siguiente se marchó para la villa de San Felipe, fusilando antes catorce prisioneros que se habían hecho el día anterior.

No sin razón todo americano se ha estremecido al oír nombrar a este comandante. Este ruin polizón, nutrido entre nosotros desde niño en la villa de San Miguel el Grande, este que después de rendido el general Mina, a quien hizo prisionero en el rancho del Venadito, le dio de palos, y tratándolo de compañero, le dijo con desprecio que él no tenía por compañero a un traidor ... conoció lo odiosa que era entre nosotros su existencia y se marchó para España en enero de 1821.

Hallábame yo en una gran tertulia en Veracruz una noche, cuando se presentó en medio de ella: en el momento todos los circunstantes desaparecieron como las palomas a la vista de un gavilán y lo dejaron solo, oyendo el murmurar de muchos (1); mas este baladí sinvergüenza se quedó tranquilo, a pesar de verse anatematizado de los mismos españoles. Sólo he notado una circunstancia, y es que el parte en que refiere esta batalla (que tengo original a la vista) está sencillo, y no usó de ninguna gasconada.



Nota

(1) Otro tanto le pasó al general Osorio en Lima de vuelta de la expedición de Tlalcahuano.
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