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La Constitución de Apatzingan
Carlos María de Bustamante
CARTA SEGUNDA
APARTADO TERCERO



DESGRACIAS OCURRIDAS AL GENERAL MORELOS
EN SU PEREGRINACION DE QUE COMENZAMOS A HABLAR EN LA CARTA PRIMERA

Tengo a la vista la relación del Sr. Sotero Castañeda, que aunque repite algo de lo dicho, juzgo que conviene reproducirla en parte, porque, como he dicho, era secretario de este jefe y le acompañaba.

A la letra dice:

El Sr. Morelos se entró por la sierra cordillera de Valladolid hacia Acapulco con ciento cincuenta hombres, pasando por la hacienda de Cuizian, donde remontó su gente. Marchó por puntos desconocidos hasta Cirandaro, donde se reunieron los dispersos en número como de mil hombres; de allí pasó a Coyuca de Tierra Caliente donde interpeló a Calleja para la devolución de Matamoros, conminándolo con la represalia de los españoles prisioneros que conservaba en su poder, y también mandó otro pliego al Ayuntamiento de México. Supo en Clrándaro la retirada del Congreso de Chilpancingo, y resolvió nombrar a Rosains por segundo; recompuso su armamento, comisionó a varios oficiales para que reclutasen gente; dividió su fuerza; Rosains marchó por Guauclilla hacia Tlacotepec con la mayor parte de la dIvisión, y Morelos, con el intendente Sesma y su secretario, marchó para el real de minas de Tepatitlán, con el fin de reconocerlo y fortificarse allí, o en sus inmediaciones, lo que no tuvo por conveniente, y de allí volvió por Guauclilla para Tlacotepec a incorporarse con la división de Rosains que allí aguardaba el Congreso. Este acordó el aumento de vocales por estar muy disminuido con la ausencia de los señores Rayón, Crespo y Bustamante, y se hizo del modo siguiente:

Presidente, el Sr. D. José María Liceaga.
Vicepresidente, D. Carlos María Bustamante.
D. Ignacio López Rayón.
D. José Sixto Berduzco.
D. José María Morelos.
D. José María Cos.
D. Manuel Sabino Crespo.
D. José Manuel Herrera.
D. Manuel Alderete y Soda.
D. Andrés Quintana Roo.
D. Comelio Ortiz de Zárate.
D. José Sotero Castañeda.
D. José María Ponce de León.
D. José María Argandar.
D. José de San Martin.
D. Antonio de Sesma.

Secretarios

D. Comelio Ortiz de Zárate.
D. Carlos Enríquez del Castillo.

Nombráronse para intendentes de provincia:

Por Oaxaca, D. José María Murguía.
Por Teipam, D. Ignacio Ayala.
Por México, D. José María Rayón.
Por Puebla, D. José Antonio Pérez.
Por Veracruz, D. José Flores.
Por Valladolid, D. Pablo Delgado.
Por Guanajuato, D. José Pagola.

Comandantes generales:

Por Teipam y Oaxaca, D. Ignacio Rayón.
Por Michoacán y Guanajuato, D. José María Cos.
Por Puebla y Veracruz, D. Juan N. Rosains.

Vicario general castrense:

D. José de San Martín.

La presidencia y vicepresidencia del Congreso, se sorteaba cada tres meses.

El Congreso conoció que el Sr. Morelos debía hacer dimisión del generalisimato; pero respetó a este jefe desgraciado, y así se lo insinuó por medio de Rosains que merecía su confianza; muy presto cedió a la demanda, que apenas se le indicó, y no sólo dimitió el mando, sino que presentó una exposición en que ofrecía servir de último soldado del ejército. Partió, pues, el Sr. Morelos para Acapulco con orden de inutilizar el castillo; el Congreso determinó situarse en un lugar seguro donde pudiera ocuparse en trabajar una constitución provisional, y eligió a Tlalchapa, punto de donde partió Rosains Con Victoria, Andrade, Correa, Fiallo y otros oficiales para organizar los departamentos que estaban acéfalos. El Congreso sintió justamente las desgracias ocurridas al capitán Salvador Rejón, campechano, muy regular oficial de artillería que murió fusilado por las tropas de Armijo, y la prisión de D. Carlos Enríquez del Castillo secretario de aquella corporación, hombre sabio, y tan honrado, que habiéndosele conducido preso hasta México, Calleja le ofreció la gracia de la vida como le revelase ciertos secretos del Congreso, y por no revelarlos se dejó fusilar en San Agustín de las Cuevas.

En memoria de tal heroísmo le dediqué un número del primer tomo de La Abispa de Chilpancingo, y por igual causa recomiendo a su familia, que está en Oaxaca, al Congreso de aquel Estado. Si tales acciones no se premian, digamos anatema a la virtud.

Salido Morelos de Teipam con los Galeanas para Acapulco, comenzó por inutilizar la artillería gruesa, dio fuego a las bodegas de cacao guayaquil que había allí a granel, por cuyas bocas salía la grasa derretida a torrentes; quiso hacer lo mismo con la fortaleza, pero ya no era tiempo, el enemigo estaba encima, y aquella fortaleza antigua, digna de este nombre, necesitaba mucha gente y espacio para ser inutilizada. Retiróse de ella con el pesar que puede usted imaginarse, si recuerda los padecimientos y privaciones que le costó su conquista en el año anterior, y se fue a situar al campo antiguo del Veladero y pie de la cuesta, con seis cañones de campaña, abundante parque, y menos de doscientos hombres. El pie de la cuesta se artilló con cuatro cañones y una compañía. Quedó en el campo del Veladero, de comandante, Galeana, y de segundo, su sobrino, y de comandante particular del pie de la cuesta D. Juan Alvarez. Morelos se retiró a Teipam y colectó víveres para mandar a Galeana, pero el intendente Ayala, obrando ya en mal sentido, los detuvo ocho días, de modo que cuando llegó el enemigo se los tomó y le sirvieron para estrechar el sitio. Como a la sazón ya se le había quitado la intendencia por sus depredaciones, estaba de acuerdo con Armijo, proporcionándole el indulto los padres D. Felipe Clavijo, D. Salvador Muñoz y D. Carlos Márquez; pero no le valió, pues al fin Armijo le echó el guante en Petatán por el padre Lacunza, D. Jacinto Victoria y D. José Eduardo Cabadas, y lo fusilaron en Tixtla, recogiéndole antes el dinero que había tomádose; igual suerte corrieron sus entregadores. Muchas veces se ha dicho que este hombre hizo odiosa la autoridad de Morelos, y le habría estado mejor que jamás le conociera. También hemos visto que lo protegió en recompensa de un préstamo que le hizo en el principio de la insurrección, que le remuneró ampliamente.
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