Índice de Congreso anarquista de Amsterdam de 1907Decimoséptima sesiónBiblioteca Virtual Antorcha

ÁPENDICE
Dos reuniones sindicalistas

De las dos reuniones estrictamente privadas en donde se encontraron los sindicalistas revolucionarios presentes en el Congreso de Amsterdam, hallamos algunas informaciones bastante precisas en el artículo siguiente publicado por La Voix du Peuple, de Lausana, (2º año, nº 40, 5 de octubre de 1907) bajo el título de:

El Buró Internacional de Prensa

La necesidad de un entendimiento entre las agrupaciones obreras desde ahora ganadas a los principios del sindicalismo revolucionario y a los métodos de la acción directa, preocupa además de un país a más de un militante. Se sabe que el Secretariado internacional obrero, cuya sede está en alguna parte en Alemania, se ha señalado hasta este día mucho más por su antipatía declarada hacia las ideas revolucionarias que por su real actividad práctica. Sus altercados con la Confederación General del Trabajo están aún en todas las memorias. Originados por el rechazo del Secretariado a inscribir en la orden del día de las dos últimas conferencias, cuestiones tan considerables como las de la huelga general y del antimilitarismo, estos altercados hicieron en el Congreso de Amiens, el objeto de un debate impactante, y se puede prever que causarán muy pronto una ruptura manifiesta cuya responsabilidad incumbirá en su totalidad al Secretariado internacional.

Sin embargo, el sindicalismo revolucionario progresa de manera incesante en todos los países. Por doquier en donde aparece, se puede decir que un nuevo movimiento obrero comienza, el cual no tiene nada en común con el antiguo. ¿Por qué entonces las organizaciones en donde el sindicalismo revolucionario tiene hoy causa ganada no se unirían entre sí sin hacer caso a los atrasados?

Esta cuestión, el National Arbeiders-Sekretariat in Nederland (Secretariado nacional de los trabajadores de Holanda) fue el primero que la planteó, y quiso aprovechar la llegada al congreso anarquista de Amsterdam de un gran número de sindicalistas determinados, para estudiar con ellos los medios para realizar a corto plazo la unión internacional de las organizaciones obreras que se proponen como meta la abolición del salariado y como medio la huelga general. Sobre su iniciativa, dos reuniones estrictamente privadas, a las cuales estos militantes habían sido convocados, tuvieron lugar en Amsterdam, una el 27 de agosto, otra el 30.

Asistieron a estas dos reuniones: los camaradas Fritz Kater, presidente de la Unión libre de los sindicatos alemanes que había llegado de Berlín, especialmente por este motivo; Karl Vohryzek y L. Knotek, que tenían mandato de la Federación de los obreros checos de todos los oficios de contactar con el mayor número posible de militantes obreros en vista de un entendimiento inmediato; Pierre Monatte, de la Confederación General del Trabajo; Benoit Broutchoux, de los mineros del Pas-de-Calais; Henri Fuss-Amoré de la Federación del Trabajo de Lieja; Karl Walter en representación de la muy reciente Industrial Union of Direct Actionnists de Inglaterra; y militantes anarco-sindicalistas como Christian Cornelissen, de Holanda, Zielinska de París; Dr. R. Friedeberg, de Alemania; Luigi Fabbri de Italia; Ceccarelli, de Argentina, etc...

La primera noche, oímos informes de un interés muy intenso sobre el estado del movimiento obrero en las diversas naciones europeas. Fritz Kater, sobre todo, nos hizo conocer la situación actual de la Unión libre de los sindicatos alemanes, la que, por no haberse dócilmente agachado ante la férula de los políticos socialdemócratas, se ha visto negar el acceso al Secretariado internacional obrero. Monatte expuso, con su nitidez acostumbrada, el origen y las peripecias del diferendo ocurrido entre el Secretariado y la C.G.T. Fabbri indicó lo que se debe de entender por sindicalismo revolucionario en Italia: este sindicalismo no es, como muchos lo imaginan, un movimiento obrero autónomo, sino una simple corriente ideológica en el seno del Partido socialista.

El sentimiento unánime de los militantes que se encontraban esa noche, en el National Arbeiders-Sekretariat, fue que la institución de un nuevo buró internacional era, en las circunstancias actuales, de una evidente necesidad. Sin embargo, ninguno de nosotros, excepto Kater y los checos, al no tener mandato al respecto, podía tomar una resolución efectiva. Sólo nos comprometimos a hacer llegar lo más pronto posible al Nationaal Arbeiders-Sekretariat un informe sobre la situación del movimiento obrero, y más particularmente, sobre el sindicalismo revolucionario, en nuestras regiones respectivas; un folleto será elaborado en tres idiomas y, además, los informes, a medida que se reciban, serán publicados en holandés en el Volksdagblad, cotidiano de Amsterdam de los más favorables a nuestras ideas.

Eso no es todo. Muchas veces hemos deplorado la ignorancia en la que se encuentran los diversos movimientos obreros unos de otros. Que un lock-out surja en Berlín, que una huelga estalle en Amberes o en Belfast, es generalmente a los despachos noticiosos inexactos, engañosos u obscuros a los cuales debemos recurrir para estar informados. ¿Por qué los trabajadores organizados no crearían, para su uso colectivo, una especie de oficina internacional de informaciones? La proposición fue precisamente hecha por algunos camaradas durante nuestra segunda reunión, y recibió un caluroso acogimiento por parte de todos los demás.

He aquí entonces lo que fue decidido: los periódicos obreros de todos los países serán centralizados y analizados en un Buró internacional de prensa, del que nuestro amigo Christian Cornelissen, el revolucionario holandés tan conocido, asumió la dirección. El Buró extraerá todas las informaciones de interés general y estas informaciones formarán la materia de un boletín semanario que será enviado a todos los centros y periódicos corporativos afiliados al Buró. La Unión libre de los sindicatos alemanes, la Federación checa de todos los oficios y el Secretariado nacional holandés cubrirán los primeros gastos de la publicación de este boletín.

Tales son las resoluciones que tomaron en Amsterdam en el interés del sindicalismo revolucionario, cierto número de militantes anarquistas. Están lejos estas resoluciones -que me sea permitido hacer hincapié al respecto- de las de los socialdemócratas de Stuttgart. Ni una sola vez, tanto en el curso de las dos reuniones privadas de las que acabo de exponer los resultados como durante las sesiones del Congreso anarquista, se trató entre nosotros de apoderarnos de las organizaciones obreras. Tanto después como antes del Congreso de Amsterdam, éstas encontrarán en nosotros los más asiduos y enérgicos colaboradores, sin ninguna intención oculta de dominación.

Me queda por formular la esperanza de que el Congreso de las Uniones obreras romanches llevará a su orden del día la cuestión de su participación en los gastos del Buró de prensa recientemente creado, así como la creación de un entendimiento permanente entre las organizaciones obreras revolucionarias del mundo entero.

Para el éxito de nuestras luchas futuras, guardémonos de olvidar que nuestro internacionalismo teórico y sentimental sólo espantará a los gobiernos cuando estará acompañado de un internacionalismo práctico, destinado a mantener entre los proletarios de todos los países, a quienes, indiferentemente, la gran rueda del capitalismo aplasta, los lazos de la más estrecha solidaridad.

Amédée Dunois

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