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Capítulo 39

La trampa preparada y el doble juego del Primer Jefe.

Todo estaba preparado para la sesión del 31 de octubre de 1914, que inexplicablemente había sido citada por el Presidente de la asamblea general Antonio I. Villarreal, para las cuatro de la tarde, cuando pudo y debió haberlo hecho para una sesión matutina. La ansiedad era enorme. Las actividades y los remilgos de Carranza eran sobradamente bien conocidos para esperar una solución pacífica, pues azuzaba a sus adictos para que desconocieran a la Convención. Había enviado numerosas tropas a la región del Bajío, a las órdenes del General Pablo González y éste se apresuró a destacar sus avanzadas hasta Estación Pedrito, población cercana a la ciudad de Aguascalientes. Por otra parte, sabíase muy bien que el mismo General González recomendaba a los delegados que le eran adictos apoyaran la candidatura de su primo hermano, el General Villarreal, elección que se consideraba asegurada, pues más de cien delegados se habían comprometido a votar por él.

La trampa preparada.

¿Por qué no se había citado para una sesión matutina? A la hora de la comida pudo saberse que en la misma mañana se reunieron setretamente todos los adictos a Carranza para presentarse en la tarde como un gran grupo compacto y disciplinado, con la finalidad de hacer triunfar sus decisiones, que ellos afirmaban, tenían el apoyo de muchos Generales con mando de fuerzas y especialmente, el del General Pablo González y el de todos sus subordinados.

Pero secreto de más de dos ya no lo es y mucho menos cuando participan más de cien, y sobre todo, cuando muchos de ellos son afectos a las bebidas espirituosas. Ese día los hoteles rebosaban de gente. Se advertía en muchos una gran alegría. No faltaron brindis por el triunfo ya, completamente asegurado de Villarreal. Agregaron que éste sólo sería un puente para asegurar después el triunfo de don Venustiano como Presidente constitucional.

Esta parecía una trampa que comenzó a prepararse desde las primeras sesiones de la Convención, como puede verse en una carta que el Teniente Coronel Filiberto Sánchez dirigió a su representado, el General Jesús Agustín Castro, entonces gobernador de Chiapas. Ella aparece publicada en el libro de don Francisco Ramírez Plancarte titulado La Ciudad de México durante la Revolución Constitucionalista, pagIna 216. En ella expresa que en vista de la renuencia de los partidarios de Villa y Maytorena para reconocer a Carranza como Primer Jefe, todo el partido nuestro ha resuelto secretamente que hay que acceder a esto, para evitar ya el derramamIento de sangre.

Y agregaba: Han acordado, como ya dije antes, en secreto, dándonos a conocer sólo a nosotros, que para cubrir el interinato se nombrara al General Antonio I. Villarreal, lo que aceptará la División del Norte y que una vez que se convoque a elecciones populares para elegir Presidente Constitucional, se nombrará al señor don VenustIano Carranza.

Pregunté a los señores de los Santos, el General Mariel, al Coronel Osuna y a otros partidarios de Carranza, que si al recibir el interinato el General Villarreal, no se iría a trastornar el orden común de los estados, que éste iría a cambiar gobernadores o algunos otros empleados puestos por Carranza, y me contestaron que al contrario, que se respetaría todo lo dispuesto por el señor Carranza. Que simplemente, lo que se quiere es cambiar de forma para que estos descontentos queden conformes y no se derrame más sangre.

Que si acaso, ellos proponen cualquier candidato por su parte, nunca pueden ganar al ponerse a votación por mayoría de votos, porque el número de delegados por parte nuestra es completamente superior al de ellos. Ya seguiré informando.

En otros términos, pretendían imponer un presidente pelele, enteramente subordinado a don Venustiano Carranza. Y como todos habíamos firmado en la bandera que llevó el General Obregón, estábamos obligados a sostener a Villarreal.

La falta de cooperación de Venustiano Carranza.

A las 4 en punto de la tarde se inició la sesión del 31 de octubre. El público llenaba hasta los pasillos del Teatro Morelos. La Presidencia anunció que se ponía a debate el inciso primero del dictamen de las Comisiones de Gobernación y Guerra, que a la letra decía:

Contéstese al Primer Jefe que esta Convención deplora el que no haya aceptado la invitación que se le hizo por medio de la Comisión nombrada al efecto, pues esperaba mucho de su contingente personal en las arduas labores de pacificar el país y darle una forma adecuada de gobierno.

Este inciso no ameritaba discusión. Sin embargo, hablaron tres delegados. Raúl Madero, miembro de una de las Comisiones, lo hizo para aclarar algunas dudas. El inciso fue aprobado por gran mayoría.

La base de la unidad revolucionaria.

A continuación se puso a debate el inciso segundo que consultaba se contestase al Primer Jefe que la asamblea no le hacía ningún cargo y que apreciaba en lo que valía su labor revolucionaria, pero que creía indispensable su eliminación de poder para la organización del gobierno formal de la República sobre la base de la unidad revolucionaria.

Habló el General Obregón para apoyar el dictamen, expresando que debería aprobarse para lograr la pacificación del país. Enderezó algunos ataques a Soto y Gama por haber censurado la respuesta del Primer Jefe. Eduardo Hay hizo un cálido homenaje de la labor revolucionaria de Carranza, exaltando sus prendas personales. Expresó que él le profesaba afecto, respeto y veneración, y que precisamente por ese cariño deseaba que se apartara del peligro, pues encontrándose rodeado de incondicionales inconscientes, estaba condenado a fracasar. Manuel García Vigil pidió que este inciso se desechara por absurdo.

El mensaje de las condiciones previas de Zapata.

En aquellos momentos llegó a la Mesa Directiva el mensaje que contenía las condiciones previas de Carranza para renunciar al poder, que ya había circulado entre los delegados desde la víspera y que íntegro dimos a conocer en el capítulo anterior. Se le dio lectura por dos veces. Después de acalorados debates, las Comisiones pidieron permiso para reformar el inciso, y poco después se presentó modificado, siendo éste el que se puso a discusión.

Comenzaba con la siguiente exposición a manera de preámbulo:

Con referencia a las preguntas que el ciudadano Primer Jefe presenta para que la Convención manifieste de una manera clara su opinión, y en vista de que el ciudadano Carranza desea poseer, la opinión de la Convención, opinión que necesariamente debe ser sólo de la mayoría y no del total de sus miembros, para que exista una constancia histórica en que la nación se base para estimar su labor pasada, las Comisiones creen conveniente que el señor Carranza sepa que no nos creemos suficientemente capacitados, y que por razón de las circunstancias y de la situación política del país, hoy tan agitada, no somos lo suficientemente imparciales para emitir un juicio, ni en sus errores ni en sus virtudes, que pueden servir como base para la crítica histórica. Pero siendo que el Primer Jefe insiste en conocer nuestra opinión, y concentrándonos a las preguntas que hace, en el orden en que están enunciadas, las Comisiones proponen las siguientes respuestas ...

La necesaria eliminación de Carranza.

En la primera pregunta Carranza pedía que la Convención precisara si estimaba necesaria su eliminación del poder como el medio más efectivo para que se restableciera inmediatamente la armonía entre los elementos revolucionarios.

La contestación propuesta por las Comisiones decía a la letra:

Existiendo grupos numerosos que están actualmente en pugna con la Primera Jefatura, grupos que han reconocido la soberanía de esta asamblea, lográndose con esto la unificación revolucionaria, el retiro del ciudadano Primer Jefe es uno de los medios, para restablecer inmediatamente la armonía.

Hizo impugnaciones a la forma el licenciado José Inocente Lugo. Defendió el dictamen el General Obregón, miembro de las Comisiones dictaminadoras, González Garza hizo algunas observaciones. Hablaron muchos en forma desordenada. Al fin, el Coronel Peralta, que habia redactado el dictamen, lo defendió en la siguiente forma:

Las Comisiones no creyeron conveniente contestar con toda claridad las interrogaciones del señor Carranza porque estimaron que éstas atacaban la soberanía de la Convención. Expuso que las condiciones fijadas por Carranza para retirarse del poder, dos de ellas fueron aprobadas, no así la tercera, porque no estaba dentro de las facultades de la asamblea imponer su voluntad al General Zapata, puesto que aún no había declarado que se sometería a las decisiones de la asamblea. El Primer Jefe -agrego textualmente-, sí debe estar. sujeto a la Convención, puesto que él mismo ha dicho que nosotros pusimos en sus manos el poder supremo de la República. Y nosotros creemos que no está en lo justo al fijar condiciones para retirarse, es decir, para devolvernos lo que le confiamos. Terminó diciendo que las Comisiones estimaban indispensable la eliminación de Carranza, porque de otro modo no sería posible atraer a Zapata.

La discusión continuó en forma desordenada. Hablaron muchos oradores desviándose del tema a debate. Esta discusión indignó al General Aguirre Benavides, quien censuró a los que se fijaban en los puntos y comas del dictamen, e increpando a la asamblea, preguntó:

¿Pero qué es lo que queremos? ¿Que se retire el señor Carranza? ¡Pues que se rerire! ¿Que se retire el General Villa? ¡Pues que se quite a Villa! De ese modo nos quitaremos de tanta politiquería y ya no perderemos el tiempo mientras nuestros hermanos continúan matándose.

El inciso primero con la contestación a la primera pregunta del cuestionario de Carranza fue aprobado por gran mayoría.

El cuestionario de Carranza.

Se pusieron sucesivamente a discusión las otras dos respuestas a las preguntas del cuestionario de Carranza, cuestionario que se parecía a los interrogatorios a que los abogados someten a la parte contraria en los juicios civiles, para que, como se dice en la jerga jurídica, absuelva posiciones. Casi sin discusión fueron aprobadas las tres respuestas.

La segunda pregunta de Carranza versaba sobre si la Convención creía necesaria su eliminación del poder para que se pudiese lograr el triunfo completo de la revolución y el subyugamiento de los grupos hostiles a ella.

La respectiva respuesta quedó aprobada en la siguiente forma:

Como hemos asentado en la respuesta anterior que la unificación de la revolución depende de la renuncia del Primer Jefe , y como dicha unificación es condición sine qua non para el completo triunfo de la revolución, creemos que es necesario el retiro del ciudadano Carranza.

Como la segunda parte de su pregunta es en esencia, diferente de la primera parte, puesto que habla de los elementos hostiles a ella, de la revolución, creemos de justicia declarar que no entra en nuestras convicciones que la renuncia del ciudadano Primer Jefe sea indispensable para el subyugamiento de ellos.

En la tercera, Carranza preguntaba a la asamblea si creía necesario que se retirara del poder para que pudieran hacerse las reformas sociales y políticas que exigía el país para la conquista de la paz definitiva.

La respuesta relativa fue:

Respecto a la tercera pregunta, nos referimos a la respuesta de la primera, en que asentamos que para la unificación de la revolución es necesaria su renuncia, y como sin dicha unificación no podrán realizarse las reformas sociales y políticas que exige el país para que la conquista de la paz definitiva, creemos que la renuncia del Primer Jefe redundará en pro de la realización de las aspiraciones nacionales.

En la cuarta pregunta el Primer Jefe pedía que la Convención expresara si creía que su permanencia en el poder constituía un obstáculo para la realización de los ideales revolucionarios.

La respuesta aprobada quedó concebida en estos términos:

Creemos que el ciudadano Venustiano Carranza no es un obstáculo para la realización de los ideales revolucionarios y que, al contrario, sería un gran factor si tuviera agrupados y en perfecta armonía todos los elementos hoy disidentes; pero como esto, desgraciadamente, no es así, tenemos que ser consecuentes con la respuesta a la primera pregunta.

Una sesión tempestuosa hasta las seis de la mañana.

Quedó terminada la bizantina discusión de las respuestas a las 9 de la noche del 31 de octubre, y todavía continuó a discusión en lo particular cada uno de los incisos del dictamen de las Comisiones de Guerra y Gobernación en una sesión tempestuosa, llena de incidentes, que se prolongó hasta las 6 de la mañana del 1° de noviembre. A la parte final de esa sesión nos referiremos en el capítulo siguiente.

Doble juego del Primer Jefe.

Pero antes de terminar, debe asentarse que en los mismos momentos en que la Convención discutía las respuestas que deberían darse a las preguntas de Carranza, que parecían excepciones dilatorias preparadas por algún leguleyo, el Primer Jefe continuaba en su doble juego, iniciado el 25 de octubre con su visita a Toluca. Efectivamente, el sábado 31 del mismo mes, el propio Primer Jefe mandaba preparar un tren especial con escolta de soldados a las órdenes del Coronel Francisco R. Manzo, diciendo que a hora muy temprana del día siguiente marcharía a visitar las pirámides de San Juan Teotihuacán.

Ya no regresaría a la capital. De San Juan Teotihuacán se dirigió a Apizaco y Tlaxcala, siguiendo hasta Puebla, en donde logró que los Generales Francisco Coss, Cesáreo Castro, Pilar R. Sánchez, Abraham Cepeda y otros que le eran adictos, desconocieran a la Convención.


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