Índice de La psicología individual y la escuelaIntroducciónCapítulo II Biblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO I

En estas conferencias, no me limitaré a hacer una exposición teórica de la cuestión. Para todos ustedes, dedicados profesionalmente a la educación, es de la mayor importancia conocer el modo de unir la teoría a la práctica. Hablaremos de niños difícilmente educables o presentaremos, para su discusión, casos en los cuales podamos determinar el modo en que pueden ser auxiliados. No debemos pasar por alto la esencial cuestión relativa a despertar el interés del niño por la escuela. Pero es muy importante conocer lo que significa la escuela en la vida del niño y del pueblo. No hay que olvidar que la escuela es la prolongación de la familia. Si la familia fuese capaz de educar al niño correctamente, la escuela sería superflua. Conocen ustedes, merced a la evolución histórica de la escuela, que hubo una época en la cual no podía hablarse, en realidad, de escuela: en aquella era absolutamente suficiente la educación familiar. En esa época, existían, ciertamente, determinadas organizaciones que atendían a la educación del niño de familias de alto rango, en las que se le enseñaba lo necesario para el desempeño de los cargos administrativos del Estado. Más tarde, fué la iglesia la que organizó, en su propio interés, escuelas que proporcionaban los conocimientos indispensables a las necesidades del Estado y de la iglesia. La escuela ha crecido orgánicamente a la par de las necesidades del pueblo. Esta institución, creada por las necesidades de la sociedad, ha demostrado siempre cuán indispensable es en la época del desarrollo comercial y de la técnica. De aquí la necesidad de la escuela primaria. Ésta ha tomado formas diferentes, correspondientes a las exigencias de los poderes reinantes.

Nos hallamos aún hoy ante el problema de la organización de la escuela. Es indudable que la escuela debe ser concebida como la base de la educación total del pueblo.

La finalidad de la escuela es formar hombres capaces de actuar con independencia en la vida, que sientan como propias todas las exigencias de tipo necesario y no como asuntos extraños. El ideal de un pueblo alcanza a la familia. Es notorio que en la familia y en la escuela han de tomarse medidas de tal naturaleza, que capaciten al individuo, al salir de la escuela, para la vida social.

Nosotros no dejamos de tener en cuenta nunca las correlaciones. Entendemos por conocimiento humano la actitud personal de un hombre frente a otro, el perfeccionamiento de su sentido del prójimo (Mitmenschlichkeit). La escuela no asiste al comienzo de la personalidad, cuyo nacimiento acontece en la familia. Estas primeras impresiones del individuo son, por sí solas, ya las que lo forman. Tanto el niño como el maestro se hallan al principio ante una nueva tarea. Cuanto mejor haya sido preparado un niño para las necesidades que encuentre, tanto menores serán las dificultades que encuentre, y viceversa, cuanto peor sea su preparación con mayor intensidad aumentarán las dificultades. La escuela es un experimento, la prueba mediante un test, cuyo resultado expresa cómo el niño está preparado para la tarea social de la escuela. Estar bien preparado quiere decir colocarse en su debido lugar, no sólo unirse a los otros, sino pensar en ellos, no sólo sentir la parte agradable de la escuela como si fuese un regalo, sino considerar las dificultades como cosa propia e intentar vencerlas. La escuela no es la primera tarea social que se le presenta al niño. El primer deber social se halla representado por sus relaciones con la madre. Podemos observar cómo la madre ha preparado a su hijo en el sentido de una relación correcta. ¿Qué se entiende por relación social correcta con la madre? Interesarse por ella, sentirla exactamente como un prójimo. Hasta alcanzar este grado son muchos los errores que se cometen, pues el niño, como tal, carece de sentido del prójimo. El interés del niño comienza por su propia persona y en una situación desagradable ocurre de ordinario que no puede funcionar por sí mismo, pues todo lo espera de la madre. Si la madre persiste en esta conducta en todo momento, ello sirve para que el niño mecanice su comportamiento en este sentido; y si no se le da ocasión a ejercitarse desde el principio en vencer estas dificultades, su preparación para la vida ulterior será por tanto, muy defectuosa.

Otro tipo, en el cual la madre produce la impresión de un prójimo, lo encontramos en los niños odiados con frecuencia, por ejemplo, en los niños criados como huérfanos, en los niños ilegítimos, en los niños feos; en los hijastros. Ninguno de ellos tiene, de ordinario, impresión de que existe el prójimo. Su actitud se halla influida por el desconocimiento del amor. Se sienten como en tierra enemiga y viven con arreglo a esta actitud.

El primer tipo busca siempre una persona que le apoye; no puede funcionar de modo independiente. El otro tipo vive siempre bajo la idea de ser perseguido, de ser postergado. Estos niños son, en su mayoría, suspicaces y temen siempre algún descalabro. En ambos casos, se halla incurso un problema que preside la totalidad de su vida: Yo debo ser mimado, debo escaparme, huir, debo tener cuidado de que a mí nadie pueda quítarme nada.

Son suficientes los primeros cuatro o cinco años para que la actitud del niño se mecanice. Ya no es necesario pensar acerca de cuál sea lo esencial de sus impresiones. Si un niño mimado llega a la escuela y ve que en ella nadie lo mima, cuando sufra una situación desconocida no se sentirá bien, pero su tendencia a ser mimado no desaparece, continúa en el punto medio. Siempre observará si hay allí alguien que pueda utilizar para sí y ser el foco de la atención ajena. Esto último puede ocurrir de dos modos: o se esfuerza todo lo posible por mostrarse particularmente formal y dirigir la atención de este modo sobre sí, preparándose una situación agradable próxima a la anterior; estos niños no gustan en general, de las situaciones difíciles. O, por el contrario, se muestra holgazán y travieso, se conduce de modo chocante, es terco para, por lo menos, llamar la atención del maestro y de los demás e incitarlos a ocuparse de él con frecuencia. En la vida del niño se desarrolla un proceso por el cual juzgaremos de cómo todo puede utilizarse como medio, cuando en la vida psíquica se ha establecido ya una dirección. Estos niños, en su mayor parte, no se hallan debidamente preparados. Les falta concentración, atención, no encuentran amigos, porque siempre están ocupados consigo mismos, consideran estos deberes como dificultades especiales, son desconfiados, y cada vez se alejan más y más de la escuela. Estos níños tendrán siempre la impresión de que todo lo hacen bien. Preferirán siempre la situación de la casa paterna a la de la escuela. Frente a los deberes escolares se mantendrán siempre a la defensiva, alejados. Es notorio que en estos casos nos hallamos ante una formación defectuosa, que no puede ser modificada mediante exhortaciones y castigos.

Lo mismo encontramos en aquellos niños que se sienten odiados. Se consideran postergados y siempre tienen dificultades. En primer lugar debemos investigar y tratar de entender qué es lo que le pasa al niño. Para el maestro es importante examinarle psicológicamente en todas direcciones. Si observan ustedes faltas, deben pensar que quizás la madre de este niño le mimó durante sus primeros cinco años. El niño piensa: en casa de mi madre estaba mejor; nada le satisface, porque no encuentra nada que sustituya al paraíso perdido. Este niño no está preparado para trabajos, juegos y relaciones colectivas. Este niño no ha intentado siquiera si puede contar, cuando debe contar. Debemos alegrarnos de que el trabajo del maestro sea, en este sentido, muy interesante y extraordinariamente satisfactorio y muy capaz al mismo tiempo, de contribuir a eliminar las dificultades. Cuando un maestro se halla sobrecargado de trabajo, con más de 30 a 40 alumnos, hay tan sólo un modo de facilitarle su labor, si se ha ejercitado y está al tanto del tipo de cada uno de sus discípulos. Apenas es posible cometer una falta si se ha comprendido el tipo de un niño. Desgraciadamente, no es posible traducir en reglas lo que este trabajo tiene de arte. La psicología individual evita seguir un camino equivocado. Solamente hay un camino único, utilizar el conocimiento de los hombres: no sólo colocar al niño en el camino exacto, sino influir también sobre los padres para que no impidan al niño seguir el camino marcado.

Deseo proponer una cuestión, que es de suma importancia. Todos estamos conformes en que la educación doméstica es muy incompleta, en ella se facilita excesivamente al niño la vida y sus rendimientos personales. El máximo bien de los padres son los hijos, para los que desean siempre, ante todo, una situación excepcional. Los hijos observan y sienten esto y desean mantenerse en esta situación de excepción para aprovecharse de sus ventajas. De aquí el gran número de niños mimados.

Tanto estos niños como los del segundo grupo poseen todos un sentimiento social (Gemeinschaftsgefühl) defectuoso, carecen de interés por los demás hombres, y se interesan solamente --cuando son mimados-- por su propio bienestar. Si son odiados, no saben que hay otros hombres en la tierra que son su prójimo, puesto que ellos no han tenido ocasión de vivirlo. Su interés egoísta crece y aumenta. Éste nunca es congénito, sino adquirido en la experiencia de los primeros anos. La alteración fundamental se origina porque el niño se siente ajeno e inadaptado. En él no se ha desarrollado aún el sentimiento de ser una parte del todo. Carecerá de ánimo y su actividad no se desarrollará. Ante toda tarea sufrirá una inquietud, la cual adoptará las más diversas formas. Cada nueva tarea es considerada como un examen mediante un test, como un experimento. Debemos comprender la conducta del niño frente a una nueva tarea. Debemos sensibilizar nuestra vista a todos los matices del proceso que se desarrolla. Un síntoma aislado no existe; su vida total mostrará un determinado estilo vital. La falta aparecerá cuando el niño tenga que resolver un tema escolar. En tanto que nada se le pida y no se halle ante ninguna dificultad, nada podrán observar ustedes en él. Cómo se conduce un niño sólo podremos observarlo cuando se halle ante una nueva situación; entonces nos daremos cuenta de hasta qué punto está preparado. No podemos esperar a que todos los padres hayan sido instruidos acerca de lo que es una preparación exacta, ni tampoco podemos esperar hasta que el niño cometa faltas más o menos importantes. Cuando una ciencia ha alcanzado un cierto grado en su desarrollo no puede contentarse con perseguir faltas aisladas, sino que debe pensar en su profilaxis. Sirve mucho que el maestro posea una fructífera comprensión psicológica de la vida. No basta, cuando él descubre una falta, consecuencia de una defectuosa preparación, que pueda describir el modo como tal falta se originó, bien a causa del mimo o de la falta de cariño. Se puede describir cómo se pinta un cuadro; pero no por ello se puede pintar el cuadro. Es preciso ejercitarse en el arte. El arte de la educación puede aprenderse y ejercitarse por cualquiera. Se necesita comprensión y una tendencia continuada a buscar el acorde con los hechos de la vida, con el ideal de la vida colectiva y preparar al niño para ello. ¿De quién esperamos la primera preparación para la vida colectiva? Entiendo por colectividad o comunidad un ideal inalcanzable, que sólo podemos sospechar, puesto que todas las fuerzas humanas no lo alcanzan.

El factor esencial es el ejercicio de este arte, inducir al niño a que aspire también al ideal de la comunidad. Sólo así pueden evitarse los caminos tortuosos que conducen al niño a ser difícilmente educado, a la neurosis, al suicidio, a la embriaguez, a las perversiones sexuales, a la criminalidad, etcétera. ¿Quién es la persona que ha de realizar este trabajo de un modo necesariamente natural? La madre. Recordemos lo que la madre debía haber hecho. El destino de una defectuosa formación en este sentido ya vemos cuál es. Ustedes deben sustituir y corregir a la madre, donde ésta haya cometido el error. La madre tiene dos funciones:
1° Ganar al niño para sí, despertar el interés del niño hacia ella, colocándose ante sus ojos como un prójimo.
2° Despertar el interés del niño por los demás. Descubrir al padre también como prójimo.
El padre debe también contribuir a que el niño tenga interés por sus hermanos y por los demás. La finalidad de la escuela se funda en estas dos funciones de la madre que pueden ser defectuosas en mayor o menor grado. Todo tema es un problema social. Cuando un niño recibe un hermano, el cómo se comporta frente a éste es también un problema social para el cual el niño debe estar bien preparado.

El hablar es también un problema social. ¿Cómo se comunica el niño por el lenguaje? Los niños, cuyo sentimiento de comunidad no está suficientemente desarrollado, tienen de ordinario dificultades de lenguaje. ¿Cómo puedo yo hacerme útil a la comunidad? Pensando en los otros, interesándome por ellos. Compañerismo, amistad, interés por la humanidad, punto de vista religioso o político, matrimonio, amor, son problemas sociales y contestaciones que expresan si se está o no interesado en el bienestar de los demás. Los niños que designamos bajo el nombre de difícilmente educables padecen un defecto del sentimiento de comunidad, falta de optimismo y de valor. Como en un mosaico correctamente colocado podemos examinar la exactitud de nuestro procedimiento desde otro punto de vista. Nosotros estamos en situación de predecir cómo se comportará el niño frente a un problema social.

Se trata, por ejemplo, de un niño de cinco años, de una escuela de párvulos de cuya vida podremos deducir cómo se comportará en la escuela. Quiero mostrar a ustedes cómo se puede en muy poco tiempo obtener claridad y certeza.

Este niño es difícil de tratar.
Este niño lucha abiertamente, vive en una eterna situación de lucha, verosímilmente en un medio bastante blando, que le ha mimado. Pero surge la pregunta: ¿Por qué lucha ahora?, ¿acaso tiene la sensación de que ahora no será mimado? Indudablemente no le va tan bien como al principio. Todo esto lo podremos predecir.

Es sobreactivo.
¿Esto es nuevo para nosotros? ¿Podemos representarnos a un luchador que no sea sobreactivo? Si no fuese activo pensaríamos que no es inteligente.

Le gusta romper objetos.
Esto es un modo de lucha.

Ocasionalmente tiene accesos de ira.
Se comprende que debe ser un niño inteligente. Hay que determinar también si pertenece a los niños deficientes, que deben ser educados de otro modo. Éstos no tienen ningún estilo vital. Este niño tiene una finalidad: luchar y vencer: Tener la alegría, el placer, la satisfacción de la victoria.

La madre refiere que el niño está sano, lleno de vida....
Siempre quiere ocupar a alguien.
Es una lucha en una familia condescendiente. Hacer algo, irritar a los demás.
Se sube con los zapatos sucios sobre la mesa más bonita. Le entusiasma jugar con la lámpara cuando la madre está precisamente ocupada....
Él sabe perfectamente dónde debe actuar.
Si la madre toca el piano o empieza a leer, elige precisamente este momento para jugar con la lámpara... Es enredador e intranquilo en la mesa y solicita de continuo la atención de los demás.
Quiere alcanzar la victoria para encontrarse siempre en el punto medio. Ello nos hace pensar en que cuando él desea tan ardientemente encontrarse en el punto medio, es que alcanzó ya tal situación anteriormente y de nuevo desea volver a ocuparla. ¿Qué es lo que ha impedido al niño esta situación? ¿Un hermanito o una hermana?

Él trata de boxear siempre a su padre y desea que juegue con él...
Vemos cómo siempre encuentra el medio de luchar y de estorbar.

Tiene la costumbre de meter los dedos en los pasteles y de llenarse la boca...
Podía demostrar también su intención de lucha negándose a comer.

Si la madre recibe visitas empuja a los visitantes para sentarse en la silla que éstos van a ocupar.
En este movimiento vemos que no puede soportar a los demás, observamos en él su falta de sentido social, manifestada también contra su hermano más joven.

Si el padre y la madre cantan y tocan el piano el muchacho grita sin interrupción, pues no le gusta este canto.
No admite que no se ocupen de él. Cuando observamos una falta no debemos castigar. El castigo no es auxilio. El niño se siente ofendido, postergado, mortificado.

El padre es cantante y canta en un concierto, la madre le acompaña al piano. El muchacho grita: Padre, ven conmigo....
Su tendencia es que el padre y la madre sigan ocupándose de él.

El muchacho cae en accesos de ira cuando desea algo y no se le da...
Lo rompe todo. Desatornilla todos los tornillos de su cama
.
Su conducta social se manifiesta en este acto de nuevo. Hace aquello que puede perjudicar a sus padres para demostrar su indignación.

Hace observaciones cínicas sobre las gentes, especialmente cuando ha hecho algo y sabe que así podrá continuar haciéndolo con éxito. La gente le considera como chico inteligente, porque sabe hacer observaciones críticas. No puede ocuparse durante largo tiempo con una cosa. La madre intenta despertar su atención... (lo que naturalmente no logra).

Si la madre le da un cachete, se ríe y quizás queda tranquilo durante dos minutos...
La madre indica que ella, la abuela y el padre del niño le han mimado extraordinariamente. Pero ahora se le ha dejado de mimar...

He aquí por qué es así, porque su sentido social no ha podido desarrollarse y el niño depende de sus padres.

El padre y la madre quedan agotados, el niño nunca...
Se comprende su falta de fatiga porque le agrada lo que hace. No así al padre y a la madre el trabajo que les da el niño, que les fatiga. La violencia de nada sirve en este caso. Si se le violenta entonces buscará venganza.

No tiene memoria, no puede concentrarse...
Para su plan de vida no la necesita, no tiene ninguna preparación. Debería ya funcionar independientemente y no puede.
No ha estado en un jardín de infantes.
La tarea de la madre parece no haber sido otra que ganarlo para sí misma.
Es de suma importancia entender estas correlaciones. Podemos decir que las entendemos cuando sabemos que se trata de una parte del todo. Esto no es un proceso fisiológico. Entender es conocer la correlación de las cosas.

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