Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO SÉPTIMO

Primera parte


ZENÓN

1. Zenón, hijo de Mnaseo o Demeo, nativo de Citio, pequeña población griega en Chipre, habitada por fenicios, tuvo la cerviz inclinada hacia un lado, como dice Timoteo Ateniense en el libro De las vidas. Y Apolonio de Tiro escribe que era delgado de cuerpo, más que mediana estatura, y moreno de color; por lo cual hubo quien lo llamase sarmiento egipcio, como dice Crisipo en el libro I De los refranes. Tenía las piernas gruesas y duras, pero de pocas fuerzas. Por lo cual dice Perseo, en sus Comentarios sobre los convites, que excusaba muchas veces reunirse con ellos. Dicen que gustaba mucho de los higos frescos y de estar al so1 (444).

2. Como hemos dicho, fue discípulo de Crates, luego de Estilpón, y de Jenócrates por espacio de diez años, según dicen algunos, como Timócrates en su Dión, añadiendo que también oyó a Polemón. Hecatón y Apolonio Tirio, en el libro I De Zenón, dicen que habiendo consultado el oráculo acerca de lo que debía practicar para conseguir una vida feliz, le respondió la deidad que se asemejase a los muertos en el color; lo cual entendido, se entregó al estudio de los libros antiguos.

3. El unirse con Crates fue de esta manera: habiendo comprado una porción de púrpura, conduciéndola de Fenicia a Atenas, naufragó junto al puerto de El Pireo. Subió a la ciudad (tenía unos treinta años de edad), se sentó en la tienda de un mercader de libros y se puso a leer el libro II de los Comentarios de Jenofonte. Como la obra le gustó mucho, exclamó diciendo: ¿Dónde, dónde se hallan ahora estos hombres? Pasaba por allí Crates, y señalándoselo el librero, le dijo: Sigue a ése. Desde entonces fue discípulo de Crates; y aunque aptísimo para la Filosofia, era demasiado honesto para el descaro cínico. Así, queriendo Crates curarlo de ello, le dio una olla de lentejas para que la llevase por el Cerámico (445); mas viendo que se avergonzaba y encubría, hirió y quebró la olla con el báculo. Como Zenón echase a correr, cayéndole (446) las lentejas por las piernas, le dijo Crates: ¿Por qué huyes, fenicillo? No has padecido daño alguno.

4. Siguió a Crates algún tiempo; y como escribió estando con él sus libros De la República, le decían algunos jocosamente que los había escrito sobre la cola del perro (447). Además de La República, escribió lo siguiente: De la vida según la Naturaleza, Del apetito o De la naturaleza del hombre, De las pasiones, De lo conveniente, De la ley, De la disciplina griega, De la vista, Del universo, De las señales, Dogmas pitagóricos, Universales, De las dicciones; cinco libros De problemas homéricos, Discursos poéticos. También son suyas las Soluciones artísticas, dos Elencos, Comentarios y los Morales de Crates.

5. Después abandonó a Crates, y oyó a los antes mencionados por espacio de veinte años, y cuentan que decía: Después de haber naufragado es cuando navego felizmente. Algunos opinan que dijo esto de Crates. Otros afirman que mientras vivía en Atenas supo la pérdida de su nave, y dijo: Bien hace la fortuna que me impele a la Filosofía. Retirándose al pórtico Pecil (llamado también Pisianactio, y Pecil por las pinturas de Polignoto) (448), comenzó a pronunciar allí algunos discursos, con la intención de que aquel lugar fuese frecuentado por personas, ya que bajo de los treinta tiranos habían sido matados en él hasta mil cuatrocientos ciudadanos. Concurrían además sus discípulos, y por esto fueron llamados estoicos (449), así como antes se llamaban zenonios a causa de su nombre, como atestigua Epicuro en sus Epístolas. Y aunque también antes se habían llamado estoicos algunos poetas que vivieron allí, como dice Eratóstenes en el libro VIII De la comedia antigua, los discípulos de Zenón dieron mayor celebridad a este nombre.

6. Le tuvieron mucha veneración a Zenón los atenienses; tanto, que depositaron en su poder las llaves de la ciudad, y lo honraron con una corona de oro y una estatua de bronce. Se dice que sus paisanos hicieron lo mismo (450), (estimando que un ornamento tenía la imagen de tal varón), y aun los citieos que habitaban en Sidón. Lo amó también Antígono, y concurría a oírlo siempre que venía a Atenas; y le hizo muchas instancias para que se fuese con él. Se excusó de esto, pero le envió a Perseo, hijo de Demetrio, uno de sus discípulos, también citieo, el cual floreció en la Olimpiada CXXX, siendo Zenón ya anciano. La carta de Antígono a él, según la trae Apolodoro de Tiro en sus escritos acerca de Zenón, dice lo siguiente:


EL REY ANTÍGONO A ZENÓN, FILÓSOFO: GOZARSE

7. Creo bien que en fortuna y gloria te excedo, pero que te soy muy inferior en la elocuencia, en las disciplinas y en la perfecta felicidad que tú posees. Así he tenido por conveniente llamarte a vivir conmigo, suponiendo que no te resistirás a mi súplica. Así que procura de todos modos venirte a mi casa, teniendo por seguro que no sólo te recibiré yo como mi maestro, sino también todos los macedones. Quien al rey de Macedonia instruye y guía por el camino de la virtud, es claro que también conduce y prepara a sus vasallos al valor; pues como fuere el rey, así son por la mayor parte sus súbditos.

8. Y Zenón respondió así:


ZENÓN AL REY ANTÍGONO: GOZARSE

Apruebo el anhelo que tienes de aprender, en cuanto deseas abrazar la verdadera y fructuosa erudición, no la vulgar que pervierte las costumbres. Quien está ansioso de la Filosofia y se aleja de aquel decantado deleite que afemina los ánimos de tantos jóvenes, es claro que no sólo se inclina a lo noble por naturaleza, sino también por elección. Una naturaleza noble que tiene mediana aplicación, si es instruida debidamente, en breve llega a una perfecta adquisición de la virtud. Yo, a decir verdad, me hallo débil de cuerpo a causa de la vejez pues soy octogenario, y de ningún modo estoy ya para vivir contigo; pero te envío algunos de mis condiscípulos (451), que seguramente no me son inferiores en las dotes del alma, y en las del cuerpo me aventajan. Si estás con ellos, no tardarás en llegar a la felicidad perfecta.

9. Los que le envió fueron Perseo (452) y Filónidas Tebano, de quienes hace memoria Epicuro, como amigos de Antígono, en su Carta a Aristóbolo, su hermano. He creído oportuno traer aquí el decreto de los atenienses acerca de Zenón, que dice lo siguiente:


DECRETO

10. Siendo arconte Arrenidas, la tribu de Acamante en su quinta prefectura, en la década última de Memacterión (453), y el día 23 del Magistrado, la Curia de los Presidentes, Hipón, hijo de Cratísteles; Jumpeteón, y demás de la Asamblea; Trasón, hijo de Trasón Anaceense, decretaron diciendo: Por cuanto Zenón Citieo, hijo de Mnaseo, ha estado muchos años filosofando en la ciudad, y se ha portado en lo demás como hombre de bien, ha exhortado a la virtud y templanza con sus lecciones a los jóvenes concurrentes a instruirse, proponiendo a todos su propia vida por el mejor modelo, siempre conforme a su doctrina, fausto y feliz ha parecido al pueblo ensalzar a Zenón Citieo, hijo de Mnaseo, y honrarlo por ley con una corona de oro, por su mucha virtud y sabiduría, y construirle sepulcro público en el Cerámico. Para hacer la corona y edificar el sepulcro ya tiene el pueblo dada comisión a cinco ciudadanos atenienses. Este decreto sea grabado en dos columnas por mano de cuadratario (454) público, y podrá poner una en la Academia y otra en el Liceo. Los gastos de estas columnas los satisfará el administrador público, para que todos sepan que el pueblo ateniense honra a los varones buenos, tanto vivos como después de muertos. Para el edificio han sido comisionados Trasón Anaceo, Filocles Pireeo, Fedro Anaflistio, Medón Acamense y Micito Simpaleteo.- Dión Peanieo". Hasta aquí el decreto.

11. Antígono Caristio dice que el mismo Zenón no negó ser citieo; pues habiendo sido uno de los que contribuyeron para restaurar el edificio de unos baños, y grabándose en una columna el nombre de Zenón Filósofo, quiso que se añadiese Citieo. Hallándose una vez necesitado Crates, maestro suyo, tomó Zenón una cobertera cóncava de aceitera, y andaba

recogiendo dineros para alivio
de las necesidades del maestro.

Dicen que cuando llegó a Grecia tenía más de mil talentos, con los cuales comerciaba por mar. No comía más que un panecillo con miel, y bebía un poco de vino generoso. Rara vez se sirvió de muchachos, y sólo una o dos veces usó de una esclavita, por no parecer aborrecedor de las mujeres. Él y Perseo habitaban en una misma casa, y como éste enviase a su retrete una mujer tocadora de flauta, la despidió y la regresó al mismo Perseo. Cuentan que era fácil de conducir a cualquier parte, de manera que Antígono banqueteaba muchas veces con él, y ambos se pasaban a otros convites a casa de Aristocles, citarista, pero luego se retiraban. Que evitaba la multitud de personas, y se sentaba en la grada más alta (455), ahorrándose con esto la mitad de la molestia; ni paseaba más que con dos o tres. A algunos aun les exigía dinero para distribuirlo a los circunstantes, a fin de que no lo oprimiesen (456), como dice Cleantes en el libro Del dinero. Como lo rodeara una turba de personas, señalando con el dedo en lo alto del pórtico una cerca de madera quitada del rededor de un ara, dijo: Esa cerca en otros tiempos estaba en medio; pero por cuanto allí hacía estorbo, fue puesta aparte; así vosotros, si os quitáis de en medio, me estorbaréis menos.

12. Cuando lo saludó Democares, hijo de Laqueto, y le dijo que si tenía precisión de decir o escribir algo a Antígono, él lo llevaría todo; desde que lo oyó, ya nunca más habló con él. Se dice también que, después de la muerte de Zenón, dijo Antígono: ¡Oh, qué espectáculo he perdido! Y pidió a los atenienses, por medio de Trasón, su embajador, que le construyesen sepulcro en el Cerámico. Preguntado también por qué lo admiraba tanto, respondió: Porque habiendo recibido de mí muchos y grandes dones, ni se engrió, ni se abatió nunca.

13. Zenón era muy diligente en inquirir, y exactísimo en todo. Por esto, Timón en sus Sátiras (457) habla de él así:

A una Fenisa vi, vieja golosa,
entre las sombras de fastuoso orgullo,
que todo lo apetece; mas vacío
se mira su canasto miserable,
y ella con menos alma que escindapso (458).

Debatía exacta y cuidadosamente con Filón Dialéctico, y estudiaban juntos; y así fue muy admirado de Zenón el joven, no menos que Diodoro su maestro.

14. Llevaba siempre junto a él varias personas andrajosas y miserables (459), como dice Timón:

Para juntar consigo densa nube
de pobrísimas personas, que asimismo
eran de la República las heces.

Era de aspecto melancólico, áspero y de frente rugosa; sumamente parco, de manera que todo respiraba en él una poquedad barbárica con color de economía. Si reprendía a alguno, era concisa y brevemente, pero como trayendo la cosa de lejos; por ejemplo, lo que dijo una vez a uno que tenía gran cuidado de hermosearse. Fue el caso que, como el tal pasase con suma lentitud un arroyo cenagoso, dijo: Con razón teme el cieno, puesto que en él no puede reflejarse.

15. Como cierto cínico dijera que no tenía aceite en la aceitera, y le pidiese, se lo negó. Luego que aquel se fue, dijo que considerasen cuál de los dos había sido más importuno (460). Sintiéndose inflamado en amor de Cremónides, permaneció sentado él y Cleantes, y sólo se levantó Cremónides; admirado de ello Cleantes, dijo Zenón: Oigo decir a los buenos médicos que el mejor remedio para los que padecen tumores es la quietud. Habiendo en un convite dos recostados debajo de él, como el que estaba a su lado diese con el pie al otro, Zenón le daba a él con la rodilla, y cuando éste volteó, le dijo Zenón: ¿Qué te parece que podrá sufrir de ti quien está debajo de ti? A un aficionado a los muchachos, le dijo: Si los maestros están siempre con los niños, unos y otros pierden el juicio. Decía que los discursos perfectos y elegantes de los hombres son semejantes a la moneda alejandrina, muy hermosos y orlados a guisa de moneda, pero no por eso mejores. Y a los contrarios a estos los comparaba con los tetradracmos áticos, cortados irregularmente y a la rústica, los cuales superaban muchas veces a los discursos relamidos.

16. Debatiendo su discípulo Aristón muchas cosas sin ingenio, y algunas aun ciega y satisfechamente, le dijo: No es posible sino que tu padre te engendró estando borracho. Por esto lo llamaba hablador, siendo él tan breve en las palabras. A un comilón que apenas dejaba algo a los demás convidados, le quitó un pez, que luego sacaron a la mesa, mostrando querérselo comer él; mas como el otro lo mirase, le dijo: ¿Cómo crees poder sufrir todos los días a los compañeros, si no puedes sufrir uno solo mi hambre? A un joven que hacía cierta pregunta con más curiosidad de lo que su edad permitía, lo acercó al espejo y le mandó que se mirara; luego le dijo: ¿Te parece que corresponden a tu aspecto semejantes cuestiones? A uno que decía que muchas cosas de Antístenes no le gustaban, produciendo una sentencia (461) de Sófocles, le preguntó si le parecía que había en ella algo de bueno; como él dijese que no lo advertía, le respondió: ¿No tienes vergüenza de ir indagando y tener en la memoria alguna cosilla que haya errado Antístenes, y descuidarte de aprender lo que ha dicho de bueno?

17. A uno que decía que le parecían muy breves los dichos de los filósofos, le respondió: Es verdad; y aun sus sílabas debieran ser cortas, si fuese posible. Diciéndole uno que Polemón proponía una cosa y discutía otra, poniendo el semblante airado, le dijo: ¿En cuánto estimas lo que daba? Decía que el que disputa debe tener, como los actores, grandes la voz y fuerza; pero no abrir mucho la boca (462), como hacen los que hablan mucho, pero nada de importante. También decía que a los que hablan bien no se les ha de dejar lugar, como a los buenos artistas en el espectáculo; por el contrario, que el oyente debe ser tal para lo que oyere, que ni aun tenga tiempo para aplaudirlo (463). A un joven que hablaba mucho, le dijo: Tus orejas se han confundido ya con la lengua (464). A uno muy hermoso de cuerpo, que decía que no le parecía que el sabio debía ser amado, le respondió: No hay cosa más miserable que vosotros bonitos.

18. También decía que muchos filósofos ignoran las cosas principales y saben muy bien las pequeñas y fortuitas. Y aun añadía aquello de Cafesio, el cual, habiendo visto a uno de sus discípulos que cantaba con gran hinchazón y fuerza, le dio un golpe y le dijo: No en lo grande está lo bueno, sino en lo bueno lo grande. Hablando un mozo con demasiada audacia, le dijo: No quiero decirte, oh mancebo, lo que me ocurre. Habiéndosele juntado un joven rodio hermoso y rico, pero sin otra prenda alguna, no queriendo recibirlo, le mandó primero sentar en unas gradas llenas de polvo, a fin de que se le manchara la ropa, que toda era de colores; luego lo colocó entre los mendigos, para que se la maltratasen con sus vestidos rústicos y astrosos, hasta que, finalmente, se fue el mancebo.

19. Decía que en todos es muy indecoroso el lujo (465), pero singularmente en los jóvenes. Que no conviene ejercitar la memoria en las voces y palabras, sino el entendimiento en las disposiciones útiles, a fin de no tomarla como si fuese un caldo o una vianda. Que a los jóvenes conviene usar compostura en el andar, en la figura y en el vestido (466), y pronunciaba a menudo aquellos versos del Capaneo, de Eurípides, que dicen:

De qué vivir tenía en abundancia;
pero de ningún modo
con la felicidad era soberbio,
ni gastaba más ostentoso que un mendigo.

Decía que nada hay más ajeno de las ciencias que la satisfacción propia (467), ni cosa más necesaria que el tiempo. Al preguntarle qué cosa es el amigo, respondió: Un otro yo. Dicen que una vez azotaba a un esclavo sorprendido en hurto; y como éste dijese que era destino suyo el hurtar, respondió: Y también el ser azotado (468). Decía que la hermosura es la flor de la voz. Otros quieren que dijese que la voz es la flor de la belleza. Habiendo visto algunos cardenales en un esclavito de un familiar suyo, le dijo: Veo allí las huellas de tu furor. Viendo a uno muy ungido de ungüentos, dijo: ¿Quién huele aquí a mujer? Preguntándole Dionisio Matatemeno por qué sólo a él no lo corregía, respondió: Porque todavía no me fío de ti (469). A un joven que hablaba demasiado, le dijo: Tenemos dos orejas y una boca para oír mucho y hablar poco.

20. Se hallaba una vez en un convite sin hablar; y preguntándole la causa de su silencio, respondió: Dirás al rey que hay uno aquí que sabe callar. Los que le preguntaron esto eran embajadores enviados por Tolomeo, y deseaban tener qué decir de él al rey. Al preguntarle de qué ánimo estaba contra la maledicencia, respondió: Como cuando un embajador es despedido sin respuesta. Dice Apolonio Tirio que como Crates lo apartase de Estilpón tirándolo de la ropa, dijo: Oh Crates, bien es que tires a los filósofos hacia ti por los oídos; cuando los hayas persuadido, entonces te los has de llevar. Si me llevas por fuerza, el cuerpo sí estará contigo, pero el alma con Estilpón. También estuvo con Diodoro, según dice Hipoboto, con el cual estudió la dialéctica; y aunque ya aprovechado, iba, sin embargo, a oír a Polemón sin vanidad alguna; tanto, que cuentan que dijo Polemón: No estás oculto, Zenón; tú te metes por las puertas del jardín vestido a lo fenicio y nos hurtas los dogmas.

21. A cierto dialéctico que por medio de un silogismo llamado el segador le demostraba siete ideas de dialéctica, le preguntó qué paga quería, y pidiéndole aquel cien dracmas, él le dio doscientas; tanto era el amor que tenía de instruirse. Dicen que fue el primero que usó el nombre (Vocablo griego que no podemos reproducir) (470) (catecón), e hizo de él un discurso. Decía así estos versos de Hesíodo:

Óptimo quien aprende oyendo al sabio,
y bueno quien por sí lo aprende todo.

Pues debe preferirse -decía- aquel que puede oír bien lo que se enseña, y aprovecharse de ello, a aquel que por sí mismo lo aprende todo; porque éste sólo tiene inteligencia, pero aquel, obedeciendo, tiene también la práctica (471). Se dice que al preguntarle por qué siendo tan austero, en los convites era divertido, respondió: También los altramuces, siendo amargos, con el remojo se endulzan. Hecatón, en el libro II de sus Críos, dice también que solía relajar su ánimo en semejantes concurrencias, y decir que es mejor tropezar con los pies y caer que no con la boca. Que una cosa bien hecha, aunque sea poco a poco, no es poca cosa. Otros dicen que esto es de Sócrates.

22. Era muy paciente y frugal; utilizaba comestibles sin preparar (472), y un palio de poco precio; tanto, que se decía de él lo siguiente:

No lo acobarda o mueve el crudo invierno,
larga lluvia, de Febo los ardores,
penosa enfermedad, ni cuanto tienen
los hombres en aprecio;
antes se entrega todo noche y día,
siempre invicto al estudio de las ciencias.

Los poetas cómicos no echaban de ver que sus sátiras lo ensalzaban más; como Filemón, que en su drama titulado Los filósofos, dice así:

Pan e higos secos come, y agua bebe;
una filosofia nueva enseña:
enseña a tener hambre,
y para ello discípulos recoge.

Otros lo atribuyen a Posidipo. La cosa es que vino a parar en proverbio decir de él: Es más parco que el filósofo Zenón. También el mismo Posidipo dice en sus Transferidos (473):

... De modo, que en diez días
nos parece Zenón más continente.

A decir verdad, él excedió a todos, tanto en esta virtud como en la seriedad, y aun en la longitud de vida, pues murió a los noventa y ocho años de edad, después de vivir sano y sin enfermedad alguna. Perseo en sus Escuelas de moral dice que Zenón gobernó la escuela cincuenta y ocho años.

23. Su muerte fue de esta manera: saliendo de la escuela tropezó y se lastimó un dedo; luego, dando un golpe en tierra con la mano, pronunció aquello de la Níobe:

He aquí que vengo ya: ¿por qué me llamas?

Y al punto murió sofocándose él mismo. Los atenienses lo enterraron en el Cerámico, y lo honraron con los decretos antes mencionados, atestiguando su virtud. Antípatro Sidonio también lo alabó en los versos siguientes:

Éste, éste es Zenón, honor de Citio,
ascendido al Olimpo en otro tiempo.
No puso, no, a Pelión encima de Osa,
pues ni el valor de Alcides puede tanto,
sino encontrando él sólo por camino
la virtud que conduce a las estrellas.

Zenodoto Estoico, discípulo de Diógenes, escribió estos otros:

Tú, Zenón, venerable y cano viejo,
modo supiste hallar de contentarte
con poco y de dejar locas riquezas.
Tú inventaste el decir fuerte y robusto;
fundaste sabia y sólida tu secta,
de libertad intrépida gran madre.
Si es Fenicia tu patria, nada importa;
también lo fue de Cadmo, por quien Grecia
ha podido escribir tanto volumen (474).

Y Ateneo, poeta epigramático, dice en común de todos los estoicos lo siguiente:

¡Oh muy sabios estoicos,
que sobre sacras páginas pusisteis
prestantísimos dogmas!
Que sólo la virtud es bien del alma;
que por ella se libra
la vida de los hombres y los pueblos
...
Contra lo que tenía persuadido
a muchísimos hombres una musa (475),
diciendo que el deleite
es el último fin de los mortales.

Y también yo, en mi Miscelánea métrica, canté su muerte de la manera siguiente:

Cuál de Zenón Citieo fue la muerte,
es cuestión indecisa: quieren muchos
que de vejez saliese de esta vida;
otros, que por privarse de alimento,
y otros, que tropezase y que cayese,
y dando con la mano un golpe en tierra,
dijo: He aquí que vengo voluntario;
¡qué me llamas, oh muerte, qué me llamas!

pues hay quien diga que murió de este modo. Esto es lo que se cuenta acerca de su muerte.

24. Demetrio de Magnesia dice en sus Colombroños que siendo Zenón todavía muchacho, Mnaseo, su padre, yendo a menudo a Atenas, como comerciante que era, le traía muchos libros socráticos. Así, ya en su patria estaba con buenas disposiciones y principios, de manera que pasándose a Atenas se unió a Crates. y también añade que parece que fue quien puso fin a los errores acerca de las enunciaciones. Dicen también que solía jurar por vida de las alcaparras, así como Sócrates por el perro.

25. Sin embargo, hay algunos que acusan a Zenón de diferentes cosas, uno de los cuales es Casio Escéptico. Primero, de dar al principio de su República por inútil la disciplina encíclica (476). Lo segundo, de llamar mutuos enemigos a los contrarios, a los esclavos, a los extranjeros y a todos los que no son buenos y aplicados, haciendo con esto a los padres enemigos de sus hijos; a los hermanos, de sus hermanos; y a los parientes, de sus parientes. Asimismo de que dice en su República que sólo son ciudadanos, amigos, parientes y libres los virtuosos y buenos. Así que para los estoicos, los padres e hijos son enemigos entre sí cuando unos y otros no son sabios. También, que establecía por dogma el que las mujeres fuesen comunes a todos, según quiso Platón en su República. Que en sus Doscientos no quiere que en las ciudades se construyan templos, tribunales ni gimnasios. Que sobre la moneda escribe así: Se ha de decir que la moneda ni se debe prevenir para cambios ni para viajes; y que también manda que usen un mismo vestido hombres y mujeres, sin ocultar señaladamente parte alguna.

26. Que hay escrita tal obra suya De la República, lo dice Crisipo en la suya asimismo De la República. También discute del amor al principio del libro titulado Arte de amar. Semejantes cosas escribe también en sus Diatribas. Algunas de dichas cosas se hallan en Casio y en Isiodoro Pergameno, retórico, el cual dice además que Atenodoro estoico, custodio de la Biblioteca de Pérgamo, borró de los libros de los estoicos las opiniones menos buenas que contenían, pero que después todo fue restituido, sobrecogido Atenodoro en el delito y puesto en sumo riesgo. Hasta aquí de los dogmas que se condenaron.

27. Hubo ocho Zenones. El primero, el eleate, de que más adelante trataremos. El segundo, éste de quien escribimos. El tercero, rodio, historiador de su patria (477). El cuarto fue historiador que escribió La Historia de Pirro en Italia y Sicilia, y un Epítome de las cosas de los romanos y cartagineses. El quinto fue discípulo de Crisipo, y escribió algunos libros, pero dejó muchos discípulos. El sexto fue médico de la escuela de Herófilo, hombre de mucha inteligencia, pero de poco método al escribir. El séptimo fue gramático, de quien andan, entre otras cosas, algunos epigramas. Y el octavo, sidonio, filósofo epicúreo, ilustre por su juicio y estilo.

28. Los discípulos de Zenón fueron muchos, pero los más célebres son Perseo Citieo, hijo de Demetrio, el cual fue, según unos, pariente suyo; según otros, su criado, y uno de los que Antígono le había enviado por amanuense, antes ayo de su hijo Alcioneo. De éste se dice que habiendo querido Antígono experimentarlo, hizo que le anunciasen fingidamente que sus posesiones habían sido devastadas por los enemigos; y como se contristase, le dijo: ¿Ves cómo las riquezas no son cosa indiferente?

29. Los libros de Zenón son los siguientes: Del reinar, La República de Lacedemonia, Del casamiento, De la impiedad, Tiestes, Del amor, Exhortaciones, Diatribas; cuatro libros de Críos, Comentarios, siete libros acerca de las leyes de Platón. También fueron discípulos suyos Aristón Quío, hijo de Milcíades, que es quien introdujo la indiferencia. Herilo Cartaginés, que puso a la ciencia por fin. Dionisio, que se pasó a la secta voluptuosa; pues padeciendo un vehemente mal de ojos, no podía acomodarse a tener el dolor por cosa indiferente. Efero Bosforiano; Cleantes Asio, hijo de Fanio, el cual lo sucedió en la escuela, y a quien comparaba con las tablillas de cera dura, en que se graba dificultosamente, pero retienen mucho lo grabado. Este Efero oyó también a Clantes después de muerto Zenón; hablaremos de él en la Vida de Cleantes. Hipoboto pone por discípulos de Zenón también a Atenodoro Solense, a Filónides Tebano, a Calipo Corintio, a Posidonio Alejandrino y a Zenón Sidonio. Me propuse tratar en la Vida de Zenón de todos los dogmas de los estoicos en general, por haber sido el fundador de esta secta. Existen de él los muchos libros arriba mencionados, en los cuales habla cual ninguno de los estoicos. Sus dogmas en común son los siguientes; aunque los pondré sumariamente, como acostumbro.

30. Los estoicos dicen que la Filosofia se divide en tres partes: natural, moral y racional o lógica. Así la dividió el primero de todos, Zenón Citio, en el libro Del discurso (478), y después Crisipo en su libro I Del discurso, y en la primera parte de su Física; Apolodoro Efilo en el libro I de su Introducción a los dogmas; Eudromo en sus Elementos de moral; Diógenes Babilonio y Posidonio. Apolodoro llama lugares a dichas tres partes; Crisipo y Eudromo las llaman especies; los demás, géneros. Comparan la Filosofia con un animal, a saber: la racional, a los huesos y nervios; la moral, a la carne; y la natural o fisica, al alma. También la comparan a un huevo, esto es, lo exterior es la lógica o racional; lo que le sigue, la moral; y la fisica o natural, lo del centro. Asimismo, a un campo fecundo, pues las cercas son la lógica; los frutos, la moral, y el terreno o las plantas son la fisica. Finalmente la comparan a una ciudad amurada y gobernada por la razón.

31. No prefieren una u otra de estas partes, según algunos de ellos escriben, sino que las mezclan y las enseñan unidas. Otros ponen primero la lógica, segundo la fisica, y tercero la moral: de éstos es Zenón en el libro Del discurso, Crisipo, Arquimedo y Eudemo. Pero Diógenes Tolemaico empieza por la moral; Apolodoro la pone por segunda; y Panecio con Posidonio comienzan por la fisica. Así lo dice Fanias, familiar de Posidonio, en el libro I de la obra titulada De las escuelas de Posidonio.

32. Cleantes hace seis partes, que son: dialéctica, retórica, moral, civil, fisica y teológica. Otros, como Zenón Tarsense, dicen que éstas no son partes del discurso, sino de la misma Filosofia. Algunos dicen que la parte lógica o racional se divide en dos disciplinas, que son retórica y dialéctica, a las cuales hay quien añade otra especie llamada definitiva, que versa sobre las reglas y juicios. Otros aun dividen esta definitiva, pues de las reglas y juicios toman todavía para hallar la verdad (dirigiendo por ello la diferencia de las ideas) (479), como también para conocerla, puesto que las cosas se comprenden por sus nociones. Que la retórica es el arte de decir bien en discurso dilatado; y la dialéctica el de discutir correctamente por preguntas y respuestas; por lo cual la definen también ciencia de lo verdadero, de lo falso y de lo dudoso (480). Que la retórica misma se divide en tres partes: una es la consultiva (481), otra la judicial, y otra la encomiástica (482). La dividen también en invención, elocución, disposición y acción. Que la oración retórica consta de exordio, narración, confutación y epílogo. Que la dialéctica se divide en dos lugares, a saber: en el lugar de las cosas que se significan, y en el de la voz. Que el lugar de las cosas que se significan se divide en lugar de fantasías o imágenes, en lugar de las cosas dimanadas de ellas, expuestas por palabras, por axiomas, y otras perfeccionadas por si mismas, por predicamentos y semejantes rectos y pasivos, géneros y especies; y en lugar que trata de las oraciones (483), de los tropos, de los silogismos y de los sofismas nacidos de voces y cosas. De éstos son las proposiciones (484) falsas, las verdaderas y las negativas, los sorites y otros semejantes, los defectuosos, los ambiguos, los concluyentes o terminantes, los ocultos, los comutos, los outidas y los segadores (485).

33. Que la dialéctica tiene un lugar propio de la voz misma, según ya dijimos, en el cual se demuestra la voz escrita, y las partes del razonamiento (486), el solecismo y barbarismo, los poemas (487), las anfibologías, la dulzura de la voz misma en la música, y aun, en opinión de algunos, sus terminaciones, divisiones y palabras. Dicen que es muy útil la teoría de los silogismos; pues manifiestan lo demostrativo, son muy conducentes para rectificar los dogmas, indican el orden y confirman fuertemente la memoria. Que la oración o razonamiento mismo (488) es un complejo de ilaciones; y el silogismo es un razonamiento (489) puesto en forma, constante de las mismas ilaciones. Que la demostración es un raciocinio (490) que en todas las cosas colige de lo más comprensible lo dificil de comprender. Que la fantasía es una impresión en el ánimo, y toma el nombre propiamente por traslación de las figuras de sellos impresas en cera; pero que hay una fantasía comprensible y otra incomprensible. La comprensible, que dicen es el juicio o criterio de las cosas, es producida por un objeto existente y según en sí, impresa y grabada profundamente. La incomprensible es la que o no dimana de objeto existente, o si dimana, no tiene la matriz o molde acomodado a él, ni es su copia.

34. Que la dialéctica es necesaria, y una virtud especial que contiene otras virtudes. Que el evitar la caída es ciencia que enseña cuándo conviene consentir y cuándo no. Que la circunspección y prudencia es una fuerte razón (491) para lo verosímil, a fin de no ceder fácilmente a ello. Que la irreprensibilidad tiene fuerza en la oración para no dejamos llevar a cosas en contrario. Que la exclusión de la vanidad es un hábito que sujeta la fantasía a la recta razón. Que la ciencia o es una comprensión cierta o un hábito que en la recepción de las fantasías o imágenes no se aparta de la razón. Que el sabio, sin la teoría de la dialéctica, no dejará de errar en el razonamiento; pues por ella se discierne lo verdadero de lo falso, lo probable de lo dicho anfibológicamente. Que sin ella no hay camino para preguntar y responder, y su ignorancia causa la precipitación que vemos en las enunciaciones y demás operaciones; de manera que todo se vuelve futilidad y desorden en los que no tienen ejercitadas las imaginaciones o fantasías. Que el hombre sin dialéctica no será agudo, serio en el decir, perspicaz ni sabio, ni menos podrá parecerlo; pues de uno mismo es el hablar y pensar correctamente, el discutir de lo que se le propone, y responder a lo que se le pregunta; que estas cosas son propias del hombre práctico en la dialéctica.

35. Esto es lo que opinaron acerca de la racional o lógica; pero yo pondré también en particular lo perteneciente al arte institutivo de ellos, conforme lo trae Diocles de Magnesia en su Discurso (492) de los filósofos, diciendo: Los estoicos tratan primero de lo perteneciente a la fantasía y al sentido, en cuanto es el criterio con que se conoce la verdad de las cosas, el cual es la fantasía misma; y en cuanto el raciocinio acerca del asenso, de la comprensión, y de la inteligencia que precede a todo lo demás, no puede subsistir sin la fantasía. Precede, pues, la fantasía, y luego viene el entendimiento, que enuncia lo que ha recibido de la fantasía, y lo produce por palabras o discurso. Dicen que fantasía y fantasma se diferencían; pues fantasma es visión del entendimiento, como las que tenemos soñando, y fantasía es una impresión que se hace en el alma, a saber, mutación, como explica Crisipo en el libro XII Del alma. No se ha de entender que la impresión es como la de un sello material, pues con éste no pueden hacerse muchas impresiones en una misma cosa, sino que se entiende que fantasía es la impresa, grabada y sellada por quien existe y según existe, como ciertamente no la produciría quien no existe.

36. Según ellos, unas de estas fantasías son sensibles, y otras no. Son sensibles las que se perciben por el órgano u órganos sensorios; y no sensibles las cosas que sólo se perciben por la muerte, como las incorpóreas y demás, sólo comprensibles por la razón. Las fantasías sensibles las producen y hacen cosas existentes por semejanza y asenso. De estas fantasías hay también algunas aparentes o manifiestas, como las producidas por objetos existentes. Hay asimismo fantasías racionales, y las hay irracionales. Racionales son las de los animales racionales; irracional es, las de los irracionales. Las racionales son o se llaman pensamientos; las irracionales no tienen nombre. Hay unas artificiales, y otras sin arte; pues de un modo considera una imagen el artífice, y de otro el que no lo es.

37. Sensibilidad, según los estoicos, se llama un espíritu que, tomando origen de la parte principal (493), se extiende y llega hasta los sentidos, hasta la percepción que éstos hacen, y hasta los órganos sensorios (de quienes hay algunos débiles); y la operación o acción se llama sensación o sentido. La percepción o comprensión dicen estos filósofos que se hace por la sensación o sentido, como lo blanco y lo negro, lo escabroso y lo liso; y por ilación de raciocinio, como la existencia y providencia de los dioses. Que de las cosas que se entienden, unas se entienden por incidencia, otras por semejanza, otras por analogía, otras por metátesis (494), otras por síntesis (495) y otras por contrariedad. Por incidencia se entienden las cosas sensibles; por semejanza se entienden a causa de otra cosa adyacente, como Sócrates se conoce por su retrato; por analogía se conocen a causa del aumento, como Ticio y Cíclope; y a causa de la disminución, como un pigmeo. También el centro de la tierra se conoce por analogía con otros globos menores. Por metátesis, como considerándonos los ojos puestos en el pecho. Por síntesis se entienden a la manera que entendemos el hipocentauro. Y por contrariedad, como entendemos la muerte. También se entienden algunas cosas por transición como los dichos o palabras, y el lugar. Naturalmente se entiende y conoce lo justo y lo bueno; y por privación, como un manco. Estos soplos dogmas que enseñan acerca de la fantasía, del sentido y de la inteligencia.

38. Por criterio de la verdad constituyen la comprensión de la fantasía, a saber, la que dimana de objeto existente, como dice Crisipo en el libro XII de , Antípatro y Apolodoro. Boeto estableció muchos de estos criterios, que son: el entendimiento; el sentido, el deseo y la ciencia; pero Crisipo se aparta de él en el libro I Del discurso (496), estableciendo por criterios de la verdad el sentido y la prolepsis, o sea anticipación; puesto que la prolepsis es una inteligencia natural de las cosas en común o universalmente. Otros estoicos más antiguos dejaron establecido que la recta razón es el criterio de la verdad; así lo dijo Posidonio en el libro Del criterio.

39. De la especulación o teoría de la dialéctica muchos opinan unánimemente que toma principio del lugar de la voz. La voz es el aire herido, o bien el mismo sentido del oído, como dice Diógenes a Babilonio en su libro Del arte de la voz. La voz del animal es el aire herido con furia; pero la del hombre es ordenada y sale de la mente, según dice Diógenes, la cual se perfecciona desde el año catorce de edad. Los estoicos dicen que la voz es cuerpo, según escriben Arquedemo en el libro De la voz, Diógenes, Antípatro y Crisipo en el libro II de su Física; porque todo agente es cuerpo, y la voz es agente, puesto que de los que hablan pasa a los que oyen.

40. La palabra o dicción según los estoicos es, como dice Diógenes, una voz literata o articulada, como de día: es; pero la oración es voz significativa procedente del entendimiento. El dialecto es la dicción expresa o figurada, sea extraña o sea griega, o bien una dicción o palabra determinada según algún dialecto, como la voz (Vocablo griego que no podemos reproducir) (Thálatta) en dialecto ático (497), y en el jónico la palabra (Vocablo griego que no podemos reproducir) (hemérec). Los elementos de la dicción son las veinticuatro letras. La letra se denomina de tres modos, a saber: letra, carácter y nombre, como (Vocablo griego que no podemos reproducir) (Alpha). Hay siete letras vocales, que son: (letras griegas que no podemos reproducir de manera correcta) Mudas hay seis: (letras griegas que no podemos reproducir correctamente).

41. La voz y la palabra son cosas diversas, pues voz lo es aun cualquier sonido o eco; pero palabra lo es sólo la voz bien articulada. También la palabra se diferencia del razonamiento, pues éste es siempre significativo, y hay palabras que nada significan, como Blitri. No así el discurso o razonamiento. Se diferencian también el decir y el pronunciar, pues se pronuncian las voces; se dicen las cosas que pueden ser dichas. Las partes de la oración son cinco (como dice Diógenes en el libro De la voz, y Crisipo): nombre, apelación, verbo, conjunción y artículo. Antípatro, en sus libros De las dicciones y cosas que se dicen, añade otra parte que llama media. La apelación es, según Diógenes, una parte de la oración que significa cualidad común, como: hombre, caballo. El nombre es una parte de la oración que expresa cualidad propia o peculiar, como: Diógenes, Sócrates. El verbo es una parte de la oración que significa un predicado simple, como: Diógenes, o como quieren algunos: elemento de la oración, sin casos, que significa alguna cosa compuesta o coordinada de uno o de muchos, como: escribo, digo. La conjunción es una parte de la oración, sin casos, que une las otras partes de la oración. Y el artículo es un elemento o parte de la oración, con casos, que distingue los géneros y números de los nombres, como: (Artículos griegos que no podemos reproducir); el, la, lo, los, las.

42. Las dotes de la oración son cinco: helenismo, evidencia, brevedad, congruencia y artificio (498). El helenismo o grecismo es la locución o frase correcta según arte, nada común o vulgar. La evidencia es cuando decimos claramente lo que sentimos. La brevedad es cuando sólo decimos lo necesario para que se entienda la cosa de que tratamos. La congruencia es la dicción acomodada y propia al asunto. Y el artificio es la dicción u oración que evita el idiotismo. Entre los vicios de la oración, el barbarismo es cuando se habla contra la costumbre de los griegos elegantes. El solecismo es la locución incongruentemente construida y dispuesta.

43. El poema es, como dice Posidonio en su Introducción a la locución, una oración o especie de decir atado a cierta medida o número y diferente de la prosa, como estas expresiones atadas en número: la gran tierra; el éter de Júpiter. La poesía es el poema significativo que encierra la imitación de cosas divinas y humanas.

44. La definición es, como dice Antípatro en el libro I De las definiciones, una oración que se produce o enuncia perfectamente por resolución; o bien, según Crisipo en el libro De las definiciones, es una respuesta (499). La descripción es una oración que conduce figuradamente (500) a las cosas, o es otra definición que explica más sencillamente la fuerza de una definición. El género es colección de muchas operaciones del entendimiento (501), o nociones intelectuales, inseparables, o que no pueden quitarse, como: animal, el cual comprende en particular todos los animales. Operación del entendimiento es un fantasma intelectual, que ni es ente ni cualidad, pero es como si existiera o fuera cualidad; como: la representación (502) de un caballo que no está presente. Especie es la comprendida bajo del género, como: hombre, que está comprendido bajo del género animal. Primer género (503) es aquel que siendo género no tiene género alguno particular y determinado, como: ente. Primera especie (504) es aquella que siendo especie no tiene otras, como: Sócrates. La división del género es su separación en sus especies próximas, como: de los animales, unos son racionales y otros irracionales. La antidivisión es la partición del género en especies hecha en contrario y como negativamente, por ejemplo: de los entes, unos son buenos, otros no buenos. La subdivisión es una división después de otra, como: de los entes, unos son buenos, otros no buenos; de los no buenos, unos son malos. otros indiferentes. La partición es la coordinación del género en lugares, según escribe Crinis, como: de los bienes. unos son del alma, otros del cuerpo.

45. Anfibología es cuando una palabra o frase significa dos o más cosas, elegante y propiamente, y en una nación misma, de manera que juntamente se puedan unir muchos significados en una frase, como cuando decimos (Vocablos griegos que no podemos reproducir) (auletris péptoce) entienden los griegos por ella no sólo la casa cayó tres veces, sino también la tocadora de flauta cayó (505).

46. La dialéctica es, como dice Posidonio, ciencia de cosas verdaderas, falsas y neutras. Según Crisipo, trata acerca de los significantes y significados. Así lo dicen los estoicos en su Teoría de la voz. En el lugar que llaman de las cosas y significados, ponen el Tratado De las dicciones, De las cosas perfectas en sí mismas, De los axiomas y De los silogismos; como también hablan allí de los defectivos, de los predicamentos, de los rectos y de los supinos. Dicen los estoicos que palabra o dicción es la que subsiste según la fantasía o imaginación racional. Que de estas dicciones o palabras, algunas son perfectas en sí mismas; otras, defectuosas. Son defectuosas las que tienen enunciación imperfecta, como: escribe; pues preguntamos quién escribe. Perfectas en sí mismas son las que tienen entera y cabal enunciación, como: escribe Sócrates. Así en las locuciones defectuosas se ponen los predicamentos; y en las perfectas en sí mismas, los axiomas, los silogismos, las interrogaciones y las cuestiones. Predicamento es lo que se enuncia de alguno o la cosa compuesta de alguno o algunos, como dicen los estoicos por boca de Apolodoro; o bien, una locución defectuosa construida en caso recto para generación del axioma.

47. De los predicamentos, unos son congruentes o congruencias, como navegar por escollos (506). Otros predicamentos son rectos, otros supinos, otros neutros. Rectos son los construidos por uno de los casos oblicuos para generación del predicamento, como: oye, ve, disputa. Supinos son los construidos por partícula pasiva, como: soy oído; soy visto. Los neutros son los que no tienen uno ni otro, como: saber, pasear. Los recíprocos en acción y pasión son los que están en los supinos, no siéndolo ellos. Las eficacias, o sea virtudes efectivas, son, por ejemplo: es rasurado; pues el que lo es se comprende o abraza él mismo (507). Los casos oblicuos son genitivo, dativo y acusativo (508).

48. Axioma es la expresión verdadera o falsa; o la cosa perfecta en sí misma, y enunciable por sí misma. Así lo dice Crisipo en sus Definiciones dialécticas con estas palabras: Axioma es lo que se puede afirmar o negar en sí mismo, como: de día es; Dión pasea. Se llama (Vocablo griego que no podemos reproducir) (axioma), porque o se le admite y da asenso, o se reprueba; pues quien dice de día es, tiene por cierto que es de día; luego si es de día, es verdadero su propuesto axioma; si no, falso. Son cosas diferentes el axioma, la interrogación, el cuesito a cuestión; el imperativo, imprecativo, el blasfemativo, el hipotético, el apelativo y la cosa semejante al axioma. Axioma, pues, es lo que enunciamos de palabra; lo cual es verdadero o falso. Interrogación es cosa perfecta en sí misma, como el axioma; pero pide respuesta, como: ¿no es de día? Esto ni es verdadero ni falso; de modo que este pronunciado de día es, es un axioma; pero ¿no es de día? es interrogación. Cuesito o cuestión es cosa a que no podemos responder conjeturalmente, como en la interrogación que decimos sí; sino decir, por ejemplo: habita en este lugar.

49. El imperativo es cuando mandamos verbalmente alguna cosa, por ejemplo:

Vete tú del Inaco a las corrientes.

Apelativo es una cosa que, si alguno la dice, apela o llama, por ejemplo:

Agamenón Atrida,
gloriosísimo rey de muchos hombres.

Cosa semejante al axioma es aquella que, teniendo ilación axiomática, por la redundancia o pasión de alguna partícula, cae fuera del género de los axiomas, como:

¡El Partenón es bello! Semejante
a los priámidas es este boyero.

Hay cosa dudosa o cuestionable diversa del axioma, de la cual duda uno si la dice, como: ¿no son de un mismo género el dolor y la vida? No son verdaderas ni falsas las interrogaciones, las cuestiones y cosas afines o semejantes a éstas, puesto que los axiomas, o son verdaderos o falsos.

50. De los axiomas, unos son simples y otros no simples, como dicen Crisipo, Arquedemo, Atenodoro, Antípatro y Crinis. Son simples los que constan de una o de muchas expresiones no ambiguas, como: de día es. No simples son los que constan de una o de muchas expresiones ambiguas: de una expresión ambigua, por ejemplo: si es de día; de muchas: si es de día hay luz. En los axiomas o expresiones simples se incluyen el enunciativo y el negativo; el privativo y predicativo; el definitivo y el indefinito. En los no simples van el conexo y el anexo; el conjunto y el separado; el causal y el que manifiesta lo más y el que lo menos (509). El negativo es cuando decimos: no es de día. De estos hay una especie llamada axiomas sobrenegativos, los cuales vienen a ser negativos de negativos, como quien dice: no es, no, de día, el cual pone que es de día. Axioma negativo es el que consta de una partícula negativa y de predicado, por ejemplo: nadie pasea. Privativo es el que consta de partícula privativa (510) y de cosa que tenga fuerza de axioma, como: éste no es amigo de los hombres. El predicativo (511) es el que consta de caso recto y de predicado, por ejemplo: Dión pasea. El definito o expreso (512) es el que consta de caso recto demostrativo y de predicado, como: este pasea. Indefinito es el que consta de partícula o partículas indefinitas, por ejemplo: uno pasea; aquel se mueve.

51. De los axiomas no simples es conexo (como dice Crisipo en sus Dialécticos, y Diógenes en su Arte dialéctica) el que consta de la conjunción conjuntiva si. Esta conjunción denota que al antecedente le sigue el consiguiente, por ejemplo: si es de día hay luz. El axioma anexo es, como dice Crinis en su Arte dialéctica, el unido por la conjunción por cuanto, que empieza por axioma y termina por axioma, como: por cuanto es de día, hay luz; en esta conjunción se anuncia que lo segundo se sigue a lo primero, y lo primero subsiste. El axioma conjunto es el unido por algunas conjunciones copulativas o unitivas, por ejemplo: es de día y hay luz. El separado es aquel a quien separa la conjunción o, como: o es de día o es de noche. Esta conjunción anuncia que uno de los dos axiomas o expresiones es falso. El axioma causal es el copulado por el adverbio porque, por ejemplo: porque es de día hay luz; pues el primero es como causa del segundo. El axioma que manifiesta lo más es el que se compone o copula por el adverbio más o antes, el cual se pone entre las partes del mismo axioma, como: antes o más es de día que de noche. El axioma que manifiesta lo menos es el contrario al precedente, por ejemplo: menos o antes es de noche que de día.

52. Además, entre los axiomas, los que son según verdad o falsedad son opuestos entre sí, y uno es negativo del otro, por ejemplo: de día es, y de día no es. El axioma conjunto o conexo es verdadero o según la verdad cuando su terminante o término segundo es opuesto al antecedente, por ejemplo: si es de día hay luz; esto es verdadero; pues el no luz contrapuesto al terminante repugna al antecedente de día es. Y será falso o según falsedad el axioma conjunto cuando su terminante opuesto no repugna al antecedente, como: si es de día, Dión pasea; pues Dión no pasea no repugna al de día es. El anexo verdadero es el que, comenzando de lo verdadero, termina en el consecuente, por ejemplo: por cuanto es de noche, está el sol sobre la tierra. El falso es el que comienza de lo falso, o no termina en el consecuente, como: por cuanto es de noche, Dión pasea, si esto se dice siendo de día. El causal verdadero es el que, comenzando de lo verdadero, teemina en el consecuente, pero no tiene el principio consiguiente al terminante, por ejemplo: porque es de dia hay luz; pues al de dia es se sigue el hay luz, mas al hay luz no se sigue luego de dia es. El causal falso es el que, o comienza de lo falso, o no termina en el consecuente, o tiene un antecedente no relativo al terminante, como: por cuanto es de noche, Dión pasea.

53. Axioma probable es el que induce a la aprobación, como: si la hembra ha parido algo, madre de ello es. No obstante, esto es falso; pues el ave no es madre del huevo. Hay también axiomas posibles e imposibles, necesarios y no necesarios. Es posible lo que puede admitirse como verdadero, sin cosas externas que le impidan serlo, por ejemplo: vive Diocles. Imposible es lo que no puede admitirse como verdadero, como: la tierra vuela. Necesario es aquello que, siendo verdadero, no es admisible como falso, o bien es admisible como falso, pero las circunstancias externas repugnan a lo que sea, por ejemplo: la virtud es útil. No necesario es lo que es verdadero y puede ser falso no estorbándolo las circunstancias, como: pasea Dión. El axioma verosímil es el que tiene muchos argumentos o señas de ser verdadero, por ejemplo: viviremos mañana.

54. Existen otras diferencias y mutaciones de axiomas cuyas incidencias, de verdaderos los vuelven falsos y opuestos, de los cuales hablaremos largamente. Raciocinio (513), según hallamos en los escritos de Crinis, es el que consta de un lema o de muchos, de la prolepsis y de la conclusión, como este: Si es de dia hay luz; aqui, es de dia; luego hay luz. El si es de dia hay luz es el lema; aqui, es de dia, la prolepsis; y luego hay luz, la conclusión. El tropo o modo es como figura de raciocinio, por ejemplo: Si existe A, también B; aqui, existe lo primero; luego también lo segundo. El logotropo es el que consta de ambas cosas, como: Si vive Platón, respira Platón; es cierto lo primero; luego también lo segundo. El logotropo se introdujo en las composiciones de raciocinios largos, para no usar de prolepsis cuando era larga, ni poner conclusión, sino inferir brevemente en esta forma: Existe A; luego también B.

55. De los raciocinios, unos no tienen salida, y otros sí. No la tienen aquellos de quienes el opuesto de la conclusión repugna a la conexión de los lemas, como estos: Si es de dia hay luz; aqui, hay luz; luego Dión pasea. De los raciocinios que tienen salida, unos se dicen homónimos a su mismo género, a saber, que tienen salida; otros se llaman silogisticos. Son silogisticos los que o no son demostrables o conducen a cosas que no lo son, según uno o muchos temas, como estos: Si pasea Dión; luego se mueve Dión. Los que no tienen salida son en especial los que concluyen o infieren no silogísticamente, como estos: Es falso de día es, y de noche es; aquí es de día; luego no es de noche. Los raciocinios sin forma silogística son los afines o próximos probablemente a los silogísticos; pero no concluyen, como: Si Dión es caballo, es animal Dión; no es caballo Dión; luego Dión no es animal.

56. También de los raciocinios o argumentos, unos son verdaderos y otros falsos. Son verdaderos los que se infieren de cosas verdaderas, por ejemplo: Si la virtud aprovecha, el vicio daña. Son falsos los que tienen falsedad en sus lemas o premisas, o que no son concluyentes, como: Si es de día, luz hay; aquí es de día; luego Dión vive. Hay, asimismo, argumentos o raciocinios posibles e imposibles, necesarios y no necesarios. También los hay indemostrados, llamados así porque no necesitan demostración. Se hallan muchos de estos en otros autores; pero Crisipo sólo trae cinco, por los cuales se forma todo tipo de argumentos, y se reciben en los concluyentes, en los silogísticos y en los modales. El primer indemostrado es aquel por el cual del conjunto y antecedente se compone todo argumento, y de quien toma principio algún conjunto, y algún terminante concluyente, por ejemplo: Si A, también B; aquí A; luego también B. El segundo indemostrado es el que, por medio del conjunto y opuesto del terminante, tiene el opuesto del antecedente por conclusión, como: Si es de día, hay luz; aquí es de noche; luego no es de día. Aquí se hace la prolepsis del opuesto terminante, y la conclusión del opuesto antecedente. El tercer indemostrado es el que, por medio de un complejo negativo y de una parte contenida en el complejo, infiere y concluye lo opuesto de lo demás, por ejemplo: No es muerto Platón; y Platón vive; aquí Platón es muerto; luego no vive Platón. El cuarto indemostrado es el que, por medio de proposición disyuntiva o una parte inclusa en ella, tiene por conclusión lo opuesto de lo demás, como: O es lo primero o lo segundo; aquí, es lo primero; luego no lo segundo. El quinto indemostrado es aquel en que todo argumento se compone de un disyuntivo y de una parte opuesta contenida en el disyuntivo, de lo cual infiere lo demás, como: O es de día o es de noche; no es de noche; luego es de día.

57. Según los estoicos, de lo verdadero se sigue cosa verdadera, por ejemplo: De día es; luego hay luz. De lo falso se sigue cosa falsa, como si se dice falsamente de noche es, será también falso tinieblas hay. De lo falso se sigue lo verdadero, por ejemplo: Vuela la tierra; luego hay tierra. Pero de lo verdadero no se sigue lo falso, pues de hay tierra, no se sigue vuela la tierra.


Notas

(444) La dicción que pone Laercio no se halla en otro autor, en caso que sea legítima. Los intérpretes no se conforman con su significado. En mi versión sigo a Tomás Aldobrandini, que es apricationibus. Tanaquilo Fabro quisiera leer aceitunas. Otros traducen frutas tempranas. Puede ser voz compuesta de sol, y del participio del verbo arder; quemarse, abrasarse, etc. (así lo usa Hesíodo), y significar que Zenón gustaba de los higos tiernos o frescos, y también de los secos al sol. Véase más adelante nota 471.

(445) El Cerámico era un célebre paraje de Atenas, donde estaba el sepulcro de los que morían en la guerra y de algunos otros.

(446) De la voz chorreando, consta que eran lentejas cocidas y con caldo.

(447) Sobre la cinosura, o estrella Polar; frase ambigua que puede significar la cola de la Ursa Menor y la secta cínica.

(448) Se llamaba poicile, que significa vario, por la variedad de pinturas que en él había de mano de Polignoto y Micón.

(449) Por el pórtico que en griego se llama stoa.

(450) Sería en su misma patria Citio, o bien los citieos que vivían en Atenas.

(451) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(452) Pero este no era condiscípulo suyo, sino discípulo y aun esclavo.

(453) Según Gaza y Petavio, es septiembre; según Escalígero, cuya sentencia es la más recibida, es octubre.

(454) Aunque el texto no dice absolutamente grabar, sino inscribir, traduzco así por haberse escrito en columnas, donde había de permanecer. Por la misma causa pongo la voz cuadratorio que se daba a los esculpidores de letra.

(455) Pudo ser en el teatro, en la escuela o en el Pecil, donde había gradas de asiento para los oyentes.

(456) Parece que no podía hallar otro expediente peor para el intento.

(457) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(458) Era un pequeño instrumento musical de poca estimación. También es una hierba parecida a la hiedra.

(459) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(460) Cuál se había portado con menos empacho; el cínico pidiendo o el negando.

(461) Un crío.

(462) Los actores escénicos antiguos, no pudiendo su voz natural igualar a los maravillosos personajes que representaban según los habían fingido los poetas, se ponían ciertas máscaras con la boca abierta, las cuales abultaban considerablemente la voz con el rimbombe de su hueco.

(463) Parece que todo esto se puede explicar diciendo que los que hablan bien no debieran callar nunca, y los oyentes deben estar atentísimos como en el teatro, embebidos todos en lo que oyen.

(464) Como si dijera: Tu lengua habla ya tanto cuanto tus orejas oyen, puesto que estas oyen muchas voces a un tiempo.

(465) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(466) Ibid.

(467) El texto griego tiene aquí que la poesía. Mer. Casaubono, viendo que Zenón citaba continuamente versos de poetas, tiene dicha voz por corrupta y sustituye vanidad y satisfación propia. Menagio retiene el otro por razón que Zenón tenía por inútiles las humanidades, como se ve en el pár. 25, por acusación de Casio Escéptico.

(468) Pero Séneca, >De consolat, ad Helvid>., capítulo XII, dice que Zenón no tuvo esclavo alguno; acaso sería después de enviado Perseo al rey Antígono.

(469) Porque éste se había pasado a los epicúreos. Esto significa su sobrenombre.

(470) Oficio o servicio.

(471) Los versos de Hesíodo son el 293 y 295 de su Obras y días. Dicen:

Aquel es óptimo que sabe por sí mismo todas las cosas;
y bueno aquel que obedece a quien bien enseña
.

Zenón mudó el concepto, como se ve en los versos del texto, prefiriendo a quien estudió con maestro, en lo cual parece que Zenón va fuera de todo fundamento.

(472) Usaba comida sin fuego. Meibomio pretende corregir el texto, que supone corrupto, creyendo que Zenón no siempre usaría comidas que no necesitan fuego para prepararse. Aun cuando esto fuese, no creo que hay necesidad de corrección, pues como por lo regular usase de comidas simples y sin cocer, poco importaría para la legitimidad del texto común que una u otra vez comiese cosas cocidas. Pero ¿qué dificultad pudo hallar Meibomio en esto, cuando tantos y tantos lo han practicado? Ya se dijo antes que Zenón gustaba mucho de la fruta; pero se confirma mucho más de los versos de Filemón que siguen más abajo. Esto mismo se dice también de Pitágoras en su Vida.

(473) Es el título de la comedia. Ateneo la cita en singular, El transferido.

(474 Cadmo llevó de Fenicia a Grecia el arte de escribir en dieciséis letras del alfabeto.

(475) Euterpe o Talía, pues ambas pueden significarse aquí. Véanse los mismos versos en la Vida de Antístenes, pár. 8.

(476) Véase la nota 127.

(477) Parece que quiso decir que la escribió en un volumen o libro solo. Diodoro Siculo, lib. V, cita este Zenón, como también Polibio en los fragmentos.

(478) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(479) Ibid.

(480) De las cosas neutras.

(481) Acaso podría ser meditativa.

(482) O sea demostrativa.

(483) Todo el periodo es oscuro.

(484) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(485) Nombres de argumentos capciosos.

(486) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(487) No deja de confirmarse de aquí la corrección que hicimos con Mer. Casaubono a la voz del pár. 19.

(488) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

(489(Vocablo griego que no podemos reproducir.

(490) Ibid.

(491) Ibid.

(492) Ibid.

(493) A ductore: ab imperan di capaci.

(494) O sea traslación o transposición.

(495) Composición.

(496) Citado en el pár. 30.

(497) Porque los áticos mudan las dos eses en dos tes; así, por thálassa (mar) pronuncian thálatta. Los jonios mudan la a final en e, y así, por decir hemérea (día) dicen hemere.

(498) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(499) Redditio. Quintiliano, lib. VIII, capítulo III.

(500) Rudi forma: crassiore Minerva.

(501) Palabra griega que no podemos reproducir.

(502) Ibid.

(503) Ibid.

(504) Ibid.

(505) Este mismo ejemplo pone Quintiliano, libro VII, cap. IX, acerca de las anfibologías.

(506) El texto está aquí ciertamente defectuoso. Aldobrandini parece que lo corrige bien así: De las categorías o predicamentos, unos son congruentes o perfectos; por ejemplo, en el navegar, Sócrates navega; otros, congruentes imperfectos; como: navegar por escollos.

(507) Comprehendit seipsum.

(508) Consta de aquí el error de algunos gramáticos modernos, que dan hablativo a los nominativos griegos.

(509) Tomás Aldobrandini ya conoció que el texto está aquí depravado, pero no lo corrigió, por lo que conocerá cualquiera que lo lea con reflexión. A pesar de esto, he traducido el texto literalmente, como se halla en las ediciones impresas.

(510) La partícula privativa, no puede expresarse en nuestra lengua; la griega usa de la letra a antepuesta al nombre afirmativo o positivo, y entonces queda negativo.

(511) Vocablo griego que no podemos reproducir.

(512) Ibid.

(513) Del pár. 56 parece inferirse que aquí significa, no sólo raciocinio o silogismo, sino también el que llaman modus o figura syllogismorum.

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