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LIBRO SEXTO

Primera parte


ANTÍSTENES

1. Antístenes, hijo de Antístenes, fue ateniense. Le objetaban, como en desprecio, que era oriundo de otras regiones, a lo que respondió: También la madre de los dioses es de Frigia. Parece que su madre fue de Tracia; así, habiendo peleado valerosamente en la guerra de Tanagra, hizo decir a Sócrates que de dos atenienses no hubiera nacido tan esforzado. Igualmente el mismo Antístenes, a los atenienses que se jactaban de ser indígenas, los humilló diciendo que en esto, no eran de mejor condición que los caracoles y los saltones. Al principio fue discípulo del orador Gorgias, por cuya razón en sus diálogos manifiesta estilo retórico, singularmente en el titulado La verdad, y en los Exhortatorios. Hermipo dice que tenía resuelto en los juegos ístmicos vituperar y alabar a los atenienses, tebanos y lacedemonios, pero que después lo omitió, viendo que eran muchos los concurrentes de estas ciudades. Después fue discípulo de Sócrates, y aprovechó tanto de él, que exhortó a sus discípulos a que se hiciesen sus condiscípulos en la escuela de Sócrates. Habitaba en El Pireo, y andaba cada día los cuarenta estadios (346) para oír a Sócrates, del cual aprendió a ser paciente y sufrido, imitó su serenidad de ánimo, y así fue el fundador de la secta cínica.

2. Confirmaba que el trabajo es bueno, con el ejemplo de Hércules el Grande y de Ciro, trayendo aquel de los griegos, y éste de los bárbaros. Fue el primero que definió la oración, diciendo: La oración es una exposición de lo que era o es. Decía a menudo: Primero maniático que voluptuoso. Y asimismo: Conviene tratar con aquellas mujeres que correspondan agradecidas. A cierto joven que, habiendo de ir a su escuela, le preguntó qué necesitaba, le respondió: De un cartapacio nuevo, de una pluma nueva y de una tablita nueva /347), manifestando con ello que necesitaba de juicio. A uno que le preguntaba de qué calidad debía ser la mujer con quien se casaría, le dijo: Si la recibes hermosa, será común a otros; si es fea, te será gravosa. Habiendo oído en cierta ocasión que Platón hablaba mal de él, respondió: De reyes es el oír males, habiendo hecho bienes. Cuando fue iniciado en los misterios orfeicos, como el sacerdote le dijese que dos iniciados en tales misterios eran participantes de muchos bienes en el infierno, respondió: Pues tú, ¿por qué no te mueres? Objetándole una vez el que no era hijo de dos libres, respondió: Ni tampoco de dos palestritas o luchadores, y no obstante, soy palestrita.

3. Al preguntarle por qué causa tenía pocos discípulos, respondió: Porque no los arrojo de mí con vara de plata. Preguntado también por qué corregía a sus discípulos tan acerbamente, dijo: También los médicos a los enfermos. Habiendo una vez visto a un adúltero, dijo: ¡Oh infeliz, de cuánto peligro huir pudiste con un óbolo! Según Hecatón, en sus Críos, solía decir que era mejor caer en poder de cuervos que en el de aduladores, pues aquellos devoran a los muertos, y éstos a los vivos. Al preguntarle qué cosa era la mejor para los hombres, respondió: El morir felices. Lamentándose una vez en su presencia un amigo suyo de que había perdido unos Comentarios, le dijo: Convendría que los hubieses escrito en el alma, y no en el papel. Decía que como el hierro es comido de la escoria, así de la propia malignidad los envidiosos. Que los que quieren ser inmortales deben vivir pía y justamente. Que las ciudades se pierden cuando no se pueden discernir los viles de los honestos. Alabado una vez por ciertos hombres malos, dijo: Temo haber cometido algún mal.

4. Decía que la vida unánime y concordé de los hermanos es más fuerte que toda muralla. Que para la vida se deben prevenir aquellas cosas que en un naufragio salgan nadando con el dueño (348). Censurándole en cierta ocasión el que andaba con los malos; respondió: También los médicos andan entre los enfermos y no cogen calenturas. Llamaba cosa absurda quitar el joyo de las mieses, y del ejército los soldados inhábiles, sin arrojar de la República los malos. Preguntado qué había sacado de la filosofia, respondió: Poder comunicarme conmigo mismo. A uno que en un convite le dijo que cantase, le respondió: Toca tú la flauta. A Diógenes, que le pedía una túnica, le dijo: que doblase el manto. Al preguntarle qué disciplina es la más necesaria, dijo: Desaprender el mal. A los que oían que se hablaba mal de ellos, los amonestaba a que lo sufriesen con paciencia aún más que si uno fuese apedreado.

5. Criticaba a Platón de ser fastuoso; y en cierta pompa pública, viendo relinchar a un caballo, le dijo: Me parece que tú hubieras sido un bellísimo caballo. Dijo esto porque Platón alababa mucho a cierto caballo. Habiendo venido una vez a visitar a Platón, que estaba enfermo, y mirando una vasija en que había vomitado, dijo: Veo aquí la cólera; pero el lujo no lo veo. Aconsejaba a los atenienses que hiciesen un decreto de que los asnos eran caballos; y teniendo ellos esto por cosa irracional, dijo: Pues entre vosotros también se crean generales de ejército que nada han estudiado, y sólo tienen en su favor el nombramiento. A uno que le decía: Muchos te alaban, le respondió: Pues yo, ¿qué mal he hecho? Como pusiera una vez a la vista la parte más rasgada de su palio, mirándolo Sócrates, dijo: Veo por el palio tu gran sed de gloria. Preguntado por uno (así lo dice Fanias en el libro que compuso De los socráticos) qué debía hacer para ser honesto y bueno, le respondió: Aprende a ocultar tus vicios de los que los conocen (349). A uno que loaba las delicias, le dijo: Los hijos de los enemigos viven deliciosamente. A un joven que se hermoseó demasiado para ser retratado de relieve, le dijo: Di tú: si el bronce recibiese voz, ¿de qué piensas que se gloriaría? Diciendo él que de la hermosura, respondió: ¿Pues no tienes vergüenza de parecerte en la alegría a un inanimado? Habiéndole un joven póntico ofrecido que lo cuidaría mucho luego que llegase su nave cargada de pescado salado (350), tomando él un costal vacío fue con una vendedora de harina, y llenándolo bien; se lo llevaba; mas como la mujer le pidiese el valor de la harina, le dijo: Este joven lo dará cuando llegue su nave con pescado salado.

6. Parece que Antístenes fue causa del destierro de Atino y de la muerte de Melito (351); pues habiendo encontrado unos jóvenes que venian por la fama de Sócrates, los condujo a Anito, diciéndoles que en la moral era más sabio que Sócrates; por lo cual, indignados los circunstantes, lo desterraron. Si veía alguna mujer muy adornada, iba a su casa y mandaba a su marido que sacase caballo y armas; pues si las tenía podía permitirle los adornos, como que con ellas se repelen las injurias; pero si no, decía que le quitase los ornatos.

7. Sus opiniones o dogmas son: Que la virtud se puede adquirir con el estudio. Que lo mismo es ser virtuoso que noble. Que la virtud basta para la felicidad, no necesitando de nada más que de la fortaleza de Sócrates. Que la virtud es acerca de las operaciones, y no necesita de muchas palabras ni de las disciplinas. Que el sabio se basta a sí mismo. Que todas las cosas propias son también ajenas. Que la falta de celebridad es un bien e igual al trabajo. Que el sabio no ha de vivir según las leyes puestas, sino según la virtud. Que se ha de casar con motivo de procrear hijos y con mujeres hermosísimas (352). Que ha de amar, pues sólo el sabio sabe la que debe ser amada. Diocles le atribuye también lo siguiente: Para el sabio ninguna cosa hay peregrina, ninguna extraña. El bueno es digno de ser amado, y el virtuoso bueno para ser amigo (353). Debe en la guerra buscarse aliados que sean animosos, y al mismo tiempo justos. La virtud es un arma que no puede quitarse. Más útil es pelear con pocos buenos contra muchos malos, que con muchos malos contra pocos buenos. Conviene precaverse de los enemigos, pues son los primeros en notar nuestros pecados. En más se ha de tener un justo que un pariente. La virtud del hombre y la de la mujer es la misma. Lo bueno es lo hermoso; lo malo, lo torpe. Ten por extraño todo lo malo. El muro más fuerte es la prudencia, pues ni puede ser demolido ni entregado. Los muros deben construirse en nuestro inexpugnable raciocinio y consejo.

8. Debatía en el Cinosargo, gimnasio cercano a la ciudad, de donde dicen algunos que tomó el nombre la secta cínica. Aun él solía llamarse a sí mismo Aplocuon (354). Fue el primero, según Diocles, que duplicó el palio, sin llevar otra ropa, y que tomó báculo y zurrón, Neantes dice que fue el primero que duplicó los vestidos, y Sosícrates, en el libro III de las Sucesiones, dice que Diodoro Aspendio fue quien crió barba y usó báculo y zurrón. De todos los socráticos, sólo a este celebra Teopompo. Dice que fue muy hábil, y que con la elegancia de su conversación captaba a cualquiera. Esto consta de sus mismos escritos y del Convite de Jenofonte. Parece que fue también autor de la secta estoica rigurosísima. Así, Ateneo, poeta epigramático, habla de esto en la forma siguiente:

¡Sabios estoicos, que excelentes dogmas
en páginas sagradas recogisteis,
diciendo doctamente
que sólo la virtud es bien del alma!
Sí; pues con ella sola está segura
la vida de los hombres y los pueblos.
Si para otros varones fue el deleite
último fin, Euterpe dio motivo.

9. Antístenes fue quien condujo a Diógenes a su tranquilidad de ánimo, a Crates a su continencia y a Zenón a su paciencia. Así que él puso los fundamentos de esa República (355). Jenofonte dice que fue suavísimo en la conversación y en las demás cosas muy moderado. Andan diez tomos de escritos suyos; en el primero están los tratados siguientes: De la dicción o locución, o sea De las figuras; Ayax, u Oración de Ayax; Ulises, o De Ulises; Apología de Orestes, que trata de los escritores jurídicos; Isógrafe, o Desias, o sea Isócrates, contra el escrito de Isócrates titulado Amartiros. En el tomo segundo se hallan los libros siguientes: De la naturaleza de los animales; De la generación de los hijos, o sea De las nupcias: es obra amatoria; De los sofistas, libro fisonómico; De la justicia y fortaleza, diálogo monitorio, primero, segundo y tercer libro; el cuarto y quinto tratan de Teógnides. El tomo tercero contiene los tratados Del bien, De la fortaleza, De la Ley o De la República, De la Ley o De lo honesto y justo; De la libertad y servidumbre, De la fe, Del curador o Del obtemperar, y De la victoria, libro económico. En el tomo cuarto están los libros Ciro, Hércules el Mayor o De la fuerza. En el quinto están Ciro o Del reino y Aspasia. En el sexto, De la verdad, De la disputa, libro antilógico; Satón, tres libros De la contradicción, y Del dialecto. En el séptimo, De la disciplina o De los nombres, en cinco libros; Del morir; De la vida y de la muerte; De lo que hay en el infierno; Del uso de los nombres, o sea Erístico; De la pregunta y respuesta; De la opinión y de la ciencia, en cuatro libros; De la naturaleza, dos libros; Cuestión acerca de la Física, dos libros; Opiniones, o sea Erístico, y Problemas acerca del aprender. El tomo octavo encierra los tratados De la música, De los expositores, De Homero, De la injusticia e impiedad, De Calcante, Del observador y Del deleite. El tomo noveno contiene los tratados siguientes: De la Odisea, Del báculo o vara (356), Minerva o De Telémaco; Helena y Penélope, De Proteo, El cíclope o De Ulises; Del uso del vino o De la ebriedad, o sea Del cíclope; De Circe, De Anfiardo, De Ulises y Penélope y del perro. El tomo décimo abraza el Hércules o Midas; Hércules, o sea De la prudencia o de la fuerza; El Señor o Amador; Los señores o Los exploradores; Menejeno, o sea Del imperar; Alcibíades, Arquelao, o sea Del reino. Hasta aquí sus escritos, por cuya multitud Timón lo llamó por sobrenombre Bufón ingenioso.

10. Murió de enfermedad, al tiempo que llegando a él Diógenes, le dijo: ¿Necesitas de un amigo? Había entrado ya antes con un puñal, y diciendo Antístenes: ¿Quién me librará de estos males?, respondió Diógenes mostrando el puñal: Éste. A lo cual replicó Antístenes: De los males digo, no de la vida. Parece que el deseo de vivir le hacía sufrir la enfermedad con mayor resignación. Mis versos para él son los siguientes:

Fuiste, Antístenes, perro
con tanta propiedad mientras viviste,
que mordiste a los hombres,
si con los dientes no, con las palabras.
De tísica moriste; y dirá alguno:
¿Pues cómo? ¿No era fuerza
que otro lo condujera a los infiernos?

Hubo otros tres Antístenes: uno, de la escuela de Heráclito; otro, efesio; y otro, cierto historiador rodio.

11. Hasta aquí hemos tratado de los que salieron de las escuelas de Aristipo y Fedón; mencionaremos ahora a los que procedieron de Artístenes, que son los cínicos y estoicos.


Notas

(346) Los cuarenta estadios hasta la ciudad, que serían cerca de una legua y media.

(347) Es un juego de palabras, y el mismo que dijimos en la nota 167. Así decía Antístenes: Necesitas de un cartapacio y de mente, de una pluma y de mente, de una tablita y de mente, al mismo tiempo que parecía decir como en el texto traduzco. Antiguamente escribían también sobre tablitas enceradas, y en vez de pluma usaban punteros de acero, llamados en latín, grahpium y stilus.

(348) Vitruvio, en el prefacio del lib. VI, atribuye esto a Aristipo.

(349) Literalmente: Si los vicios que tienes, el que deben huirse aprendieres de los que los conocen.

(350) Vocablos en griego que no podemos reproducir.

(351) Son los dos acusadores de Sócrates.

(352) Acaso mejor efecundísimas.

(353) El texto puede admitir otro sentido.

(354) Significa perro simple o manso.

(355) En la edición holandesa de 1698, y en la de Lipsia de 1759, añade aquí el traductor latino las palabras quomodo peram Crates vocabat. Las he omitido por no hallarse en el texto griego, aunque es verdad que Crates llamaba al zurrón la ciudad de Pera.

(356) Vocablos en griego que no podemos reproducir.

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