Índice de Vidas de los filósofos más ilustres de Diógenes LaercioAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

LIBRO SEGUNDO

Tercera parte


FEDÓN

1. Fedón, noble elcense, hecho prisionero cuando Elea fue tomada, se vio reducido a vivir con infamia retirado en un estrecho cuarto, en cuyo estado se mantuvo hasta que a ruegos de Sócrates lo rescató Alcibíades o bien Critón, desde cuyo tiempo se dedicó por completo a la Filosofía. Jerónimo, en el libro De retener las épocas, asegura que Fedón fue esclavo. Escribió los Diálogos titulados Zopiro y Simón, que son ciertamente suyos. El titulado Nicias se le disputa, como también el Medo, que unos atribuyen a Esquines y otros a Polieno. Igualmente se duda del Antimaco, o sea Los ancianos. Finalmente, el diálogo titulado Razonamientos de Escitia se atribuye también a Esquines. Su sucesor fue Plistano Eleense, y de éste lo fueron Menedemo Eretriense y Asclepíades Fliasiense. Todos los cuales precedieron de Estilpón, y hasta ellos fueron llamados eliacos; pero desde Menedemo tomaron el nombre de eretriacos. De éste trataremos más adelante, por haber sido también formador de una secta.


EUCLIDES

1. Euclides fue nativo de Megara, ciudad cercana al istmo (148), o según algunos, de Gela, como dice Alejandro en las Sucesiones. Estudió las obras de Parménides, y los que siguieron sus dogmas se llamaron megáricos; luego disputadores, y últimamente dialécticos. Les dio este nombre Dionisio de Cartago, porque sus discursos eran todos por preguntas y respuestas. Después de la muerte de Sócrates se retiraron Platón y los demás filósofos a casa de Euclides, en Megara, como dice Hermodóro, temiendo la crueldad de los tiranos. Euclides decía que sólo hay un bien, llamado con nombres diversos: unas veces sabiduría, otras dios, otras mente, y semejantes. No admitía las cosas contrarias a este bien, negándoles la existencia. Sus demostraciones no eran por asunciones, sino por ilaciones o sacando consecuencias. Tampoco admitía las comparaciones en los argumentos (149), diciendo que el argumento o consta de cosas semejantes o distintas (150); si consta de cosas semejantes, primero conviene examinar estas mismas cosas, y no las que se le semejan. Pero si consta de cosas distintas, es ociosa la instancia o comparación. Esto dio motivo a Timón para hablar de él lo siguiente, mordiendo también a los demás socráticos:

Pero yo no me cuido
de estos y semejantes chocarreros.
No me importa Fedón, sea quien fuere;
ni el litigioso Euclides,
que dio a los megarenses
el rabioso furor de las disputas.

Escribió algunos diálogos, que son: Lampria, Fenicio, Gritón, Alcibíades y Amatorio.

2. De la secta de Euclides fue Eubulides Milesio, el cual inventó en la dialéctica diversas formas de argumentos engañosos, como son: el Mentiroso (151), el Escondido (152), el Electra (153), el Encubierto (154), el Sorites (155), el Cornuto (156), y el Calvo (157). De Eubulides dice un poeta cómico:

El fastoso Eubulides,
embaucando los sabios oradores
con sus córneas preguntas y mentiras
huecas y jactanciosas, ha partido (158)
locuaz, como Demóstenes voluble.

Se cree que fue discípulo suyo Demóstenes, el cual apenas podía pronunciar la letra R; pero lo consiguió poco a poco con el ejercicio (159). Eubulides fue enemigo de Aristóteles, y lo contradijo en muchas cosas. Alexino Eleense fue uno de sus discípulos, hombre sumamente disputador; por cuya razón lo apellidaron Elexino (160). Disintió mucho de las opiniones de Zenón. Hermipo dice de él que, habiendo pasado de Elide a Olimpia, abrió allí una escuela de Filosofia, y que al preguntarle los discípulos por qué se establecía allí, respondió que quería fundar una secta que se llamase Olimpíaca. Mas ellos, obligados por la penuria de comestibles y por la insalubridad del sitio, lo abandonaron, de manera que se quedó a vivir allí solo con un criado. Bañándose después en el río Alfeo, se hirió con una caña, y así murió. El epigrama que le he compuesto dice así:

No era falsa la voz que un infelice
hallándose nadando, un clavo agudo
un pie le traspasó; pues Alexino,
varón honesto y sabio,
primero que el Alfeo atravesase,
perdió la vida herido de una caña.

No sólo escribió contra Zenón, sino también otros libros y al historiador Eforo.

3. De la escuela de Eubulides salió también Eucanto Olintio, que escribió la historia de su tiempo. Compuso muchas tragedias, las cuales fueron bien recibidas en los certámenes. Fue preceptor del rey Antígono, y le dedicó un excelente tratado acerca de reinar. Hubo otros discípulos de Eubulides, uno de los cuales fue Apolonio Cronos.


DIODORO

1. Diodoro, hijo de Aminio, fue nativo de Laso, y también cognominado Cronos, del cual dice Calímaco en sus epigramas:

Aun Momo escribía
en paredes y muros; Crono es sabio.

También era dialéctico, y según algunos, inventó el modo de argumentar Encubierto y Cornuto. Hallándose en la corte de Tolomeo Sótero, como Estilpón le pusiera algunos argumentos de dialéctica, y no pudo soltarlos de repente, le reprendió el rey sobre algunas causas, y por burla lo llamó Cronos. Se salió Diodoro del convite, y al querer contestar por escrito a las dificultades que Estilpón le había puesto, se abatió de ánimo, y acabó su vida. Mi epigrama para él dice así:

¡Oh tú, Diodoro Cronos!
¿Cuál demonio te indujo
a tanto abatimiento,
que al tártaro tú mismo te arrojaste?
¿Fue por verte vencido, no pudiendo
responder de Estilpón a los enigmas?
Siendo así, con razón te llaman Cronos,
pues quitando C y R quedas Onos (161).

2. De la escuela de Euclides salieron también Ictías, hijo de Metalo, varón noble, de quien Diógenes Cínico compuso un diálogo; Clinómaco Turio, que escribió de las Enunciaciones, Categorías, y cosas semejantes; y Estilpón, megarense, filósofo muy célebre, de quien vamos a tratar.


ESTILPÓN

1. Estilpón, natural de Megara en Grecia (162), fue discípulo de los discípulos de Euclides; aunque muchos dicen que lo fue de Euclides mismo, e incluso de Trasímaco Corintio, amigo de Ictías, según afirma Heráclides. Aventajó tanto a los demás en invención y elocuencia, que faltó poco para que toda Grecia megarizase (163), siguiendo sus doctrinas.

Filipo Megarense, al hablar de su elocuencia, dice: Arrancó de la escuela de Teofrato a Metrodoro, teoremático (164), y a Timágoras de Gela; de la de Aristóteles Cirenaico a Clitarco y a Simias; de los dialéticos sacó a Peonio; de la escuela de Arístides, a Disfino Bosforiano y a Mirmeco Enetense, discípulos de Eufanto. Estos dos fueron a discutir con Estilpón, y quedaron como sus más aficionados defensores.

2. Aparte de estos, atrajo a su secta a Frasidemo Peripatético, docto fisico, y a Alcimo, el orador más hábil que entonces tenía Grecia. Se llevó también a Crates (165) con otros muchos, y a Zenón de Fenicia. Era muy político, y no obstante ser casado, tenía una concubina llamada Nicareta; así lo dice también Onetor. Tuvo una hija muy poco honesta, con la cual se casó su familiar Simía Siracusano. Como no viviese recatada, alguien dijo a Estilpón que su hija le servía de oprobio, a lo cual respondió: No me será ella de tanto oprobio a mí, como yo de honor a ella. Dicen que Tolomeo Sótero lo recibió bien; y que hecho ya dueño de Megara, le dio dinero y le instó para que navegase con él por Egipto; pero él admitió sólo una parte de aquel dinero, y excusando el viaje a Egipto, se retiró a Egina, hasta que Tolomeo partiese de Megara.

3. Cuando Demetrio, hijo de Antígono, tomó Megara, dejó libre la casa de Estilpón, y le restituyó lo que se le había quitado en el saco de la ciudad. En esta ocasión, queriendo que el rey le diese por escrito cuanto le habían quitado en el pillaje, le dijo: Yo nada he perdido, pues nadie me ha quitado mi ciencia; y poseo aún toda mi elocuencia y erudición. Amonestó asimismo al rey con tanta elegancia acerca de la beneficencia de los hombres, que el rey le obedeció. Se cuenta que al ver la estatua de Minerva ejecutada por Fidias, hizo a uno esta pregunta: Minerva hija de Júpiter, ¿es dios? Y diciéndole que sí, dijo: Pero ésta no es hija de Júpiter, sino de Fidias. Así es, respondió el preguntado. Luego esta -repuso Estilpón- no es dios. Al ser por esto conducido al Areópago, dicen que no se excusó, antes se afirmó en que había hablado con la verdad, pues Minerva no es dios, sino diosa, y los dioses no son hembras. No obstante esta respuesta, los areopagistas le mandaron salir luego de Atenas, y Teodoro el cognominado Dios (166), le dijo como burla: ¿Y de dónde sabe Estilpón que Minerva es hembra? ¿Acaso le ha levantado la ropa y la ha visto? Realmente este Teodoro era muy atrevido, y Estilpón muy elegante y agudo. Cuando le preguntó Crates si los dioses se alegraban de ser venerados y rogados, dicen que respondió: No me preguntes de esto en la calle, necio, sino cuando nos hallemos solos. Se dice que esto mismo respondió Bión a uno que le preguntó si había dioses, diciendo:

¿Y tú por qué no apartas esa gente
(oh viejo miserable) que nos cerca?

4. Estilpón era de un carácter sencillo y sin ficción alguna, acomodado a la propiedad. Cuando en cierta ocasión le hizo una pregunta a Crates Cínico, y éste en lugar de respuesta despidiese una ventosidad de su cuerpo, le dijo: Ya sabía yo que todo lo habías de hablar, menos lo que conviene". También Crates hizo una pregunta a Estilpón, y dejó al mismo tiempo a su vista un higo seco; se lo comió Estilpón al instante, y como Crates dijera: ¡Por Dios, que he perdido mi higo!, respondió: No sólo el higo, sino también la pregunta, cuya prenda era el higo. Viendo una vez a Crates aterido de frío, le dijo: ¡Oh Crates!, me parece que tienes falta de ropa nueva. Como si dijera: De vestido y de juicio (167). Por esto, aunque avergonzado Crates, se burló dos veces en los versos siguientes:

Yo vi a Estilpón sufriendo graves penas
en Megara su patria, donde anida,
según refieren, el voraz Tifeo.
Allí lo vi altercando,
cercado de una turba de mancebos.
Ni enseñaba otra cosa
que una virtud falaz y de palabra.

5. Cuentan que en Atenas atrajo hacia sí de tal modo a los hombres, que dejando sus oficinas, corrían a verlo; y a uno que le dijo: ¡Oh Estilpón, se admiran de verte; como de un animal!, respondió: No es así, sino de ver un verdadero hombre. Como era acérrimo en las controversias, negó las especies de las cosas, afirmando que lo que se decía del hombre, de ninguno en particular se decía; pues ¿por qué había de ser este y no aquel?, luego ni este. Asimismo: Si me muestras una hierba, diré que no lo es en especial; pues la hierba existía hace más de mil años; luego ésta que me muestras no es hierba. Dicen que al estar hablando con Crates, en mitad de la conversación corrió a comprar unos peces; y como Crates lo quisiera detener, diciéndole: ¿El hilo del discurso rompes? No, respondió Estilpón: conmigo llevo el discurso; tú eres a quien dejo. Nuestra conversación no se va; mas las provisiones se venden.

6. Se conocen de él nueve diálogos bastante fríos. Sus títulos son: Mosco, Aristipo, o sea Calias, Tolomeo, Querécrates, Metrocles, Anaximenes, Epigenes, A su hija, Aristóteles. Heráclides dice que Zenón, autor de la secta estoica, fue discípulo de Estilpón. Murió ya viejo, según dice Hermipo, después de haber bebido vino para morir más pronto. Mi epigrama para él dice así:

Vejez y enfermedad juntas cogieron
a Estilpón megarense: lo conoces.
Yunta infeliz por cierto entrambas hacen.
Mas él supo formar del vino puro
un cochero más ágil
que aquellas duras bigas (168).
Salió, pues, de este mundo con beberlo.

Censuró a Estilpón el cómico Sofilo (169) en el drama titulado Las nupcias, diciendo:

De Estilpón los ocultos pensamientos
son patentes discursos de Carino.


CRITÓN

1. Critón Ateniense fue muy afecto a Sócrates, y cuidó tanto de él que nunca permitió que le faltase nada de lo preciso. Sus hijos Critóbulo, Hermógenes, Epígenes y Ctesipo fueron discípulos de Sócrates. Escribió un libro que contiene diecisiete diálogos con estos epígrafes: El ser docto no es ser bueno, Qué cosa es ser rico, Qué cosa es ser apto, o El político, De lo honesto, Del maleficio, De la buena disposición (170), De la ley, De lo divino, De las Artes, Del uso venéreo (171), De la sabiduría, Protágoras, o sea El político, De las letras, De la poesía, De lo bueno, De la enseñanza, Del conocer o saber, De la ciencia o Del ser sabio (172).


SIMÓN

1. Simón, nativo de Atenas, fue correero de oficio. Siempre que Sócrates venía a su oficina y discurría alguna cosa, Simón apuntaba cuanto se le había quedado en la memoria. Por esto sus diálogos se llaman Correaje. Son treinta y tres, unidos en un libro, cuyos títulos son: De los dioses, De lo bueno, De lo honesto, y Qué cosa sea, De lo justo, dos diálogos, Que la virtud no es enseñable, De la fortaleza, o sea De lo varonil, tres diálogos, De la ley, Del gobierno del pueblo, Del honor, De la Poesía, De la buena constitución del cuerpo, Del amor, De la Filosofia, De la ciencia, De la Música, De la Poesía (173), Qué cosa sea lo bello, De la enseñanza, De la conversación, Del juicio, Del ente, Del número, De la solicitud, Del obrar, Del avaro, De la jactancia, De lo honesto. A estos se añaden: Del dar consejo, De la racionalidad o aptitud, y Del maleficio.

Se cuenta que Simón fue el primero que esparció la doctrina de Sócrates por medio de sus discursos. Exhortándole Peric1es a que viniese a vivir con él, y prometiéndole mantenerlo, respondió que no pensaba cautivar su libertad.

Hubo otro Simón, que escribió Del Arte Oratoria; otro que fue médico de Seleuco Nicanor, y otro escultor.


GLAUCO

1. Glauco Ateniense escribió nueve diálogos, que van juntos en un libro. Se titulan: Fidilio, Eurípides, Amíntico, Eutia, Lisítides, Aristófanes, Céfalo, Anaxiferno y Menexeno. Se conocen bajo su nombre otros treinta y dos, pero son supuestos.


SIMIAS

1. Simias fue tebano. Existe también un libro suyo que contiene veintitrés diálogos, los cuales son: De la sabiduría, Del raciocinio, De la música, De los versos, De la fortaleza, o sea De lo varonil, De la Filosofia, De la verdad, De las letras, De la enseñanza, Del Arte, Del régimen, Del decoro, De lo que se ha de elegir o evitar, Del amigo, De la ciencia, Del alma, Del bien vivir, De la posibilidad, Del dinero, De la vida, Qué cosa sea honesta, De la solicitud, y Del amor.


CEBETE

1. Cebete fue tebano, y son suyos tres diálogos!. que se llaman: La tabla (174), La séptima y Frinico.


MENEDEMO

1. Menedemo, filósofo de la secta de Fedón, fue hijo de Clitenes, varón noble y de la familia de los teopropidas, aunque arquitecto y pobre. Algunos dicen que también fue pintor de escenas (175) y que ambas artes aprendió su hijo Menedemo, por cuya razón, habiendo escrito cierto proyecto (176) al público, lo censuró un tal Alexinio, diciendo que no era decente a un sabio pintar escenas ni dar proyectos. Cuando los eretrienses lo enviaron de guarnición a Megara, entró de paso en la Academia de Platón, donde quedó captado, y dejó la milicia; pero llevándoselo de allí Asclepiades Fliasio, estuvo con Estilpón en Megara y ambos fueron sus discípulos. De allí navegaron a Elide, y se unieron con Anquipilo y Mosco, discípulos de Fedón. Hasta entonces, según dijimos tratando de Fedón, se llamaban elíacos, pero después se apellidaron eretriacos, por la patria de Menedemo.

2. Fue un hombre muy serio, por cuya razón Crates (177) como burla, lo llamaba

el esculapio Fliasio, y toro Eretrio.

Y Timón dice que era

fútil en cuanto hablaba, y vocinglero.

Era tanta su severidad, que cuando Antígono convidó a cenar (178) a Euriloco Casandreo y a Cleipides,joven cicizeno, rehusó (179) ir, temiendo que no lo supiera Menedemo. En las reprensiones era vehemente y libre; y habiendo visto a un mozo que mostraba ser muy audaz, nada le dijo; pero tomando un palito, dibujó en el suelo la figura de uno que padece el nefando (180); por lo cual, como todos mirasen al mozo, conoció éste su oprobio y se retiró. Estando una vez con Hierocles, superintendente del puerto Pireo,junto al templo de Anfiarao, como Hierocles discurriese mucho de la destrucción de Eretria, no respondió otra cosa sino preguntar: ¿Cómo es que Antígono te sujeta a sus influencias? A un adúltero que audazmente se gloriaba del delito, le dijo: ¿Sabes que no sólo es útil el jugo de la berza, sino también el del rábano? (181 A cierto mozo que daba gritos, le dijo: Mira que no tengas detrás algo que ignores (182).

3. Al consultarlo Antígono acerca de si concurriría o no a cierto convite desmoderado, solamente le mandó decir: Acuérdate que eres hijo del rey. A un insensato que le estaba diciendo cosas inoportunas, le preguntó si tenía tierras propias, y respondiendo que tenía muchas, le dijo: Anda, pues, y ten cuidado de ellas, no te suceda que se deterioren y pierdas una sencillez laudable. Al preguntarle uno si era conveniente el que un sabio se casara, le respondió: ¿Tú me tienes a mí por sabio o no? Y diciendo que sí, concluyó: Pues yo soy casado. A uno que decía que eran muchas las especies de bienes, respondió preguntándole cuántas eran, y si creía que fueran más de cien (183). Al no poder reformar el lujo de la mesa de uno que solía convidarlo a comer, otra vez que lo llamó nada le dijo sobre ello, pero reprendió tácitamente el exceso, comiendo sólo hierbas.

4. Esta libertad lo puso en gran riesgo hallándose en Chipre con Nicocreón, en compañía de su amigo Asclepiades; pues habiéndolos llamado el rey con otros filósofos a una festividad que celebraba mensualmente, dijo Menedemo: Si esta asamblea de varones es honrosa, cada día debiera celebrarse la fiesta; pero si no, superflua es aún la celebración presente. Contestó a esto el tirano diciendo que este día le quedaba libre después del sacrificio para oír a los filósofos; pero él permaneció más firme en su sentencia, demostrando, por lo que del sacrificio había dicho, que conviene oír a los filósofos en todos tiempos; provocando de tal manera que de no hacerlos salir de allí un músico flautista, hubieran perecido. Después, como en la navegación padecieran borrasca, se cuenta que dijo Asclepiades que la destreza musical de un flautista los había libertado, y la libertad de Menedemo los había perdido.

5. Dicen que era sencillo y descuidado en el enseñar, que no guardaba orden alguno entre los que oían, pues no había asientos a su derredor, sino que cada quien estaba donde quería, ya fuese paseando, ya sentado; esta era su costumbre. Pero, por otra parte, afirman que fue ambicioso de gloria y temeroso de ignominia; de manera que, en los principios de su amistad con Asclepiades, ayudaban ambos a un alarife en sus obras, y como Asclepiades condujera desnudo el barro a lo alto del techo, Menedemo se escondía si veía venir a alguien. Mas después que entró en los negocios públicos se enajenaba tanto, que una vez al ofrecer incienso, no acertó a ponerlo en el turíbulo. Censurándole una ocasión Crates el que se hubiese dedicado a los negocios públicos, lo mandó castigar con cárcel. A pesar de esto, Crates, andando de puntillas y mirando a los que pasaban, lo llamaba Agamenonio y Egesípolis (184).

6. Era un poco inclinado a la superstición, pues habiendo comido con Asclepiades en un fogón carnes mortecinas sin saberlo, luego que lo supo se llenó de asco y se puso pálido, hasta que lo reprendió fuertemente Asclepiades, diciéndole que no eran las carnes lo que lo conturbaba, sino la aprensión de ellas. Fuera de esto, fue hombre magnánimo y liberal. Duraba en él, aunque anciano, la apariencia corporal de cuando era joven, no menos firme que un atleta, y con el rostro tostado; corpulento, de tez limpia y de mediana estatura, como manifiesta su estatua, que se ve en el estadio antiguo de Eretria; la cual está ejecutada de modo que se manifiesta desnuda la mayor parte de su cuerpo. Era muy franco en hospedar a sus amigos en su casa, y siguiendo el vicio común de Eretria, muy dado a convites, a los que solían concurrir poetas y músicos.

7. Apreciaba mucho a Arato, a Licofrón, poeta trágico, y a Antágoras Rodio; pero más que a todos veneraba a Romero, después a los líricos, y luego a Sófocles. En la sátira daba el primer lugar a Esquijón, yel segundo a Aqueo; por lo cual, contra los opuestos a su sentir en el gobierno del pueblo, recitaba estos versos:

Fue el veloz alcanzado de un enfermo;
y la tarda tortuga, brevemente
del águila venció la ligereza.

Estos versos fueron tomados de la sátira de Aqueo titulada Onfale. Se equivocan, por tanto, los que aseguran que nada leyó sino la Medea de Eurípides, que dicen anda entre las obras de Neofrono Sicionio. De los maestros desechaba a Platón, a Jenócrates y a Perebates Cirenaico. Admiraba mucho a Estilpón; y al preguntarle acerca de él en cierta ocasión, sólo dijo que era liberal.

8. Sus discursos eran dificiles de comprender (185), y ponía tanto cuidado en su composición, que casi nadie podía contradecirlos. Era de ingenio versátil, e inventor de nuevas frases y dicciones. Antístenes dice en las Sucesiones que era acérrimo en las disputas, y urgía con estas preguntas: ¿Una cosa no se diferencia de otra? Ciertamente. Pues lo provechoso, por ejemplo, es diferente de lo bueno. Así es; luego lo bueno no es lo mismo que lo provechoso. Dicen que no admitía los axiomas negativos, y los que ponía siempre eran afirmativos; e incluso de éstos aprobaba los sencillos y reprobaba los complicados, llamándolos intrincados y enredosos. Heráclides dice que en los dogmas fue platónico; pero no admitía la dialéctica, tanto que al preguntarle Alexinio si había dejado ya de herir al padre, respondió: Ni lo he herido, ni lo he dejado de herir. Le replicó Alexinio diciendo que explicara aquella ambigüedad con un sí o un no; pero él respondió: Cosa ridícula sería seguir vuestras leyes, cuando es lícito repugnar en las puertas (186). Como Bión persiguiese con ardor a los adivinos, le dijo que eso era degollar a los muertos. Oyendo decir a uno que es un gran bien conseguir lo que se desea, respondió: Mucho mayor bien es no desear más de lo conveniente.

9. Antígono Caristio dice que Menedemo nada escribió ni compuso, ni menos estableció algún dogma. Que en las cuestiones era tan contencioso, que con la vehemencia se le ponían cárdenos los párpados inferiores. Pero aunque era tal en las disputas, era humanísimo en las obras; pues aunque Alexinio lo burlase en gran manera, no obstante le hizo algunos beneficios, como el de conducir a su mujer desde Delfos a Calcide, en tiempos en que se temían latrocinios y rapiñas en el camino. Era fiel amigo, como consta de la estrechez que tuvo con Asclepiades, nada menor que la de Pílades (187); pero como Asclepiades era de más edad, lo llamaban el Poeta, y a Menedemo el Actor. Se cuenta que habiéndoles dado Arquipolis tres mil dracmas (188), contendieron sobre quién de los dos había de ser el último en tomar su porción, y ninguno la tomó. También se dice que ambos fueron casados con madre e hija. Asclepiades con la hija y Menedemo con la madre, pero después que murió la mujer de Asclepiades, recibió la de Menedemo, y éste, como gobernaba en la República, se casó con una rica; pero como vivían juntos, permitió a la primera mujer el gobierno de la casa. Asclepiades murió de edad avanzada en Eretria, antes que Menedemo, habiendo vivido en compañía de éste con mucha frugalidad en medio de la opulencia.

10. Dicen que pasado algún tiempo concurrió a un convite en casa de Menedemo el amado de Asclepiades, y como los criados lo excluyesen, Menedemo lo hizo entrar diciendo: Asclepiades le abre las puertas, aun estando enterrado. Tenían ambos quien les suministrase todo 10 necesario, y eran Hipónico Macedón y Agetor Lamieo. El primero dio a cada uno de ellos treinta minas (189), e Hipónico a Menedemo dos mil dracmas para dote de sus hijas. Éstas eran tres, habidas con su mujer Oropia, como dice Heráclides. El método que usaba en sus convites (190), era así: comía él primero con dos o tres compañeros, permaneciendo en la mesa hasta el fin de la tarde, y entonces mandaba que entraran los convidados que hubiesen venido (los cuales debían haber cenado ya), y él se paseaba fuera. Si alguno venía temprano, preguntaba a los que salían qué era lo que habían sacado a la mesa y en qué estado estaba. Si los convidados oían que no había más que algunas hierbas o salsas, se iban; pero si había algo de carne, entraban. Sobre los lechos de los triclinios ponía esteras en verano, y en invierno pieles. Los convidados debían traer consigo su almohada. El vaso con que bebían todos no excedía la cótila (191). Los postres eran altramuces y habas; aunque también daba frutas de la estación, como peras, granadas, legumbres (192) e higos secos. Todo esto lo refiere Licofrón en una de sus sátiras (193) titulada Menedemo, formando un poema en encomio de este filósofo, de cuyos versos son parte los siguientes:

En su convite simple y moderado,
es reducido el vaso que circuye,
y los mejores postres de los sabios
son las conversaciones eruditas.

11. Al principio Menedemo fue muy despreciado, y los eretrienses lo llamaban perro; pero después lo admiraron de manera que le dieron el gobierno de la República. Fue embajador en las Cortes de Tolomeo y de Lisímaco, donde fue muy honrado, como también en la de Demetrio, de quien logró que perdonara a su patria cincuenta talentos cada año, de doscientos que le pagaba. Fue acusado ante Demetrio de que quería entregar la ciudad a Tolomeo, pero él se limpió de la calumnia por medio de una carta que dice:

MENEDEMO AL REY DEMETRIO:
SALUD
Oigo que te han referido de mí varias imposturas, etc.,

por la cual le avisa que se cuide de un contrario suyo en el gobierno, llamado Esquiles. Es cierto que admitió muy contra su voluntad la embajada a Demetrio acerca de la ciudad de Oropo, de lo cual hace también mención Eufanto en sus Historias.

12. Lo amaba mucho Antígono, y se pregonaba como su discípulo, y habiendo vencido ciertos pueblos bárbaros cerca de Lisimaquia, escribió Menedemo un decreto sencillo y libre de adu1aciones, cuyo principio es: Los capitanes y senadores dicen: Que habiendo el rey Antígono derrotado a los bárbaros, de regreso en su reino, gobierna todas las cosas acertadamente, es de sentir el Senado y plebe, etc. Por esto, y por la amistad que tenía con él, creyendo que quería entregarle la ciudad, fue tenido por sospechoso, y habiéndolo acusado Aristodemo, partió ocultamente a Oropo, y habitó allí en el templo de Amfiarao. Al faltar en este tiempo los vasos de oro del templo, como dice Hermipo, los beocios, de común consejo, le mandaron salir de allí. Así que se salió de Oropo muy caído de ánimo, y entró a escondidas en su patria, y de allí, sacando a su mujer e hijas, se fue con el rey Antígono, donde murió de tristeza.

13. Heráclides dice todo lo contrario, asegurando que cuando Menedemo era el principal del Senado de Eretria, la libró muchas veces de tiranos que la querían entregar a Demetrio; por consiguiente, que fue calumnia el decir que la quería poner en poder de Antígono. Que al dirigirse a este rey, como no lo hubiese podido inducir a que sacara a su patria de la esclavitud, se privó de alimento por siete días, y murió. Semejante a esto es lo que refiere Antígono Caristio. Sólo a Perseo hizo viva guerra, pues era sabido que al querer Antígono hacer libre a Eretria por amor de Menedemo, lo prohibió Perseo. Por lo cual Menedemo habló contra él en un convite (194), y entre otras cosas dijo: Este, a decir verdad, es filósofo; pero es el hombre más malo de cuantos hay y ha de haber. Dice Heráclides que murió a los setenta y cuatro años de edad. Mis versos para él dicen así:

Tu muerte hemos sabido, ¡oh Menedemo!,
tomada por tu mano, no gustando
por siete enteros días cosa alguna.
La facción que emprendiste por Eretria
fue con gran cobardía, pues a ella
te condujo la misma atropellado.

Estos fueron los filósofos socráticos y los que siguieron de ellos; ahora trataremos de Platón, fundador de la Academia, con los que fueron instituidos por él.


Notas

(148) Al istmo, o estrecho de tierra entre dos mares, por el cual deja de ser isla el Peloponeso. Este Euclides es más antiguo que el geómetra de quien nos quedan los preciosos Elementos de Geometría.

(149) Acaso entiende los argumentos llamados á pári, o por paridad.

(150) A los de la paridad.

(151) El Mentiroso. Es un argumento capcioso, por el cual se demuestra falsa cualquier respuesta que se dé; por ejemplo, se pregunta si miente o no uno que dice que miente. Si se dice que miente. responden que es falso, pues entonces no miente diciendo que miente. Si se dice que no miente, responden que también es falso. pues él mismo dice que miente. De esta falacia usa Cervantes en su font color="red">Quijote, hallándose Sancho gobernador de la ínsula Barataria, donde había una puente, y junto a ella una horca en que era ahorcado todo pasajero que preguntando adónde iba se le hallaba en mentira. Llegó -dice- uno, y preguntado adónde iba. respondió que a que lo ahorcasen; de cuya inopinada respuesta se movió la duda de si debía o no ser ahorcado; pues si lo ahorcaban, el hombre había dicho verdad, y no debían ahorcarlo; si no lo ahorcaban, no había dicho verdad, y por consiguiente, debían ahorcarlo.

(152) El Escondido, latens, viene a ser la misma cosa que el Encubierto, que explicaremos luego.

(153) El Electra es un argumento así nombrado de Electra, hermana de Orestes, la cual, en la tragedia de Eurípides titulada Electra, conoció y no conoció a un mismo tiempo a su hermano Orestes; pues preguntada si lo conocía, dijo que sí; pero no conoció que era Orestes el mismo que se lo preguntaba. Luciano.

(154) El Encubierto, se llamó así por el ejemplo que de él suele darse de un hombre encubierto, y preguntando a uno así: -¿Conoces a tu padre? -No. -Pues este es tu padre; y así, no conoces a tu padre. Luciano.

(155) Sorites es el argumento llamado montón, también por el ejemplo que suele ponerse así: -¿Dos granos de trigo son montón de trigo? -No. -¿Y añadiendo otro grano? Tampoco. -¿Y añadiendo otro? -Tampoco. -Luego nunca habrá montón, por más granos que se añadan uno a uno; pues si añadiendo uno a los que no eran montón, no lo hace, nunca llegará el caso de hacerlo otro grano, que no tiene más fuerza que el primero que se puso.

(156) El argumento llamado cornuto también toma el nombre del ejemplo puesto: Lo que no has perdido lo tienes; no has perdido los cuernos, luego los tienes.

(157) El Calvo, parece asimismo que proviene del ejemplo que suele ponerse, que es: Si a quien no es calvo se le arranca un pelo, no queda calvo; si se le quita otro, tampoco; porque si el quitarle un pelo no lo hace calvo. el segundo que se le quita tampoco es más que uno; y así nunca será calvo. Este argumento viene a ser en sustancia lo mismo que el sorites, éste por síntesis, digámoslo así, y aquel por análisis. También suele proponerse este: Quien no tiene pelo es calvo; aquí el raído a navaja no tiene pelo; luego es calvo. Otros muchos argumentos hay de esta especie, que trata eruditamente el reverendísimo padre Feijoo.

(158) Se fue. marchó.

(159) Es la lección y versión de Ambrosio, Estéfano, Aldobrandini, Meibomio, etc., como la más probable entre la diversidad de variantes acerca de la voz (Vocablo griego que nos resulta imposible reproducir).

(160) Que quiere decir disputador y contencioso de palabras.

(161) Si de la palabra cronos se quitan las dos primeras letras c y r, queda onos, que en griego es asno. ¡Qué insulsez!

(162) Hubo otras tres o cuatro Megaras.

(163) Esto es, se hiciese de la secta megárica.

(164) Aplicado a las especulaciones. Pero es probable la lección de Aldobrandini, puesto que hubo secta filosófica llamada teórica.

(165) Hubo muchos de este nombre, como veremos en su Vida. No sabemos si éste seria el que se fue con Estilpón; pero sí que fueron coetáneos.

(166) De este Teodoro se trató en los párrafos 14 y 15 de la Vida de Aristipo, pero no se dice que llegase a ser areopagita.

(167) Hay aquí un juego de palabras equívocas; pues una significa nuevo, y otra significa y de juicio, como si se dijera satíricamente estás falto de ropa y de juicio o mente.

(168) Uso esta voz, aunque acaso nueva en nuestra lengua. Significa en latín un tiro de dos caballos; del mismo modo que usamos de la palabra cuadriga, también latina, para significar un tiro de cuatro caballos.

(169) Acaso debiera leerse Difilo en vez de Sofilo, pues entre las comedias de Sofilo, cuyos títulos trae Suidas, no se halla Las nupcias, y se halla citado por de Difilo en Ateneo.

(170) Del buen orden y disposición de las cosas. Así se interpreta esta expresión en Hesíodo, versos 471 y 472 de su Opera et dies.

(171) Esta voz puede también admitir otros significados.

(172) El texto Isac Casaubono lo corrigió. No obstante, parece que nada de ello es necesario, pues todo puede estar conforme a la mente de Laercio, traduciendo el texto literalmente de esta forma: Del conocer, esto es, De la ciencia; o Qué cosa sea saber, pues, aunque no haya segunda conjunción divisiva, puede suplirse, y Laercio la omite no pocas veces.

(173) Este diálogo debía de ser diferente del arriba dicho con el propio título; pues, de lo contrario, no serían treinta y tres los aquí nombrados.

(174) Se entiende Tabla pintada, o digamos un cuadro de pintura. Este pequeño libro permanece y es bien conocido de todos por su buena moral; pero en el mismo hay fuertes argumentos para recelar que es obra de tiempos posteriores al que vivió Cebete, que fue discípulo de Sócrates.

(175) El texto común tiene Correero; pero los manuscritos leen (Vocablo griego que no podemos reproducir) y esta lección debe preferirse, por las palabras que luego dice Alexinio, aunque ellas contienen un solemne disparate.

(176) Decreto, plebiscito, voto, parecer, proyecto.

(177) No el filósofo, sino otro Crates, poeta epigramático, a quien nombra después Laercio.

(178) Es principalmente llamar o convidar a comer, y según usaban los antiguos, a cenar, como: convídote a comer, o a la mesa. Así, he añadido la voz cenar, que se sobreentiende.

(179) No está claro quién de los dos convidados rehusó el convite.

(180) Consta de aquí que era dibujante, y no como quiera sino con expresión y elegancia, de modo que se echase de ver el significado o acto de las figuras. Con esto se hace más cierta la lección de los códices que dije.

(181) Es muy regular que esta frase tuviese algún significado metafórico y mordaz, además del natural y obvio. Parece que Hierocles habría sido bardaja de Antígono.

(182) También aquí debía de contenerse algún sentido satírico y cáustico.

(183) La secta megárica no admitía sino un bien, como se dijo en Euclides, párrafo 1.

(184) Quiso significar gobernador o conductor del pueblo, juntando el verbo duco, con pueblo. Lo compara con Agamenón, porque dicen que fue alto de estatura, y por lo mismo Crates caminaba de puntillas por burla de Menedemo, que también era alto. Lo llama Egesípolis (que es nombre propio de algunos reyes de Lacedemonia y otros), por la misma razón de ser Menedemo, adulador o agavillador del pueblo.

(185) A la letra: Erat autem Menedemus dificitis captu.

(186) Pudo querer significar el Consejo o Senado de los anfictiones, que solía tenerse en las Pilas o Termópilas (que es un paso angosto de Tesalia a Fócide, memorable por la muerte de Leónidas con sus trescientos soldados). Allí las ciudades que tenían voto en él enviaban sus legados, y los llamaban pilagores. Parece que no estarían en observancia los decretos de este Senado, o no obligarían mucho. Véase Suidas.

(187) La estrecha amistad de Pílades con Orestes.

(188) Añado dracmas, que es lo que regularmente se entendía cuando no se nombraba la moneda. Otras muchas veces hago lo mismo en el discurso de esta obra. La dracma ática valía unos dieciséis cuartos nuestros, o poco más.

(189) De la mina o mna tratamos en la nota 118.

(190) La voz significa refrescos y bebidas, en lugar de convites de comidas; los latinos dirían compotationes. No obstante, algunas veces por dicha voz también querían significar los banquetes, porque los antiguos fueron excesivamente dados a estas compotationes.

(191) La cotila cabía medio sextario, cuyo peso (de agua) era unas siete onzas y media.

(192) Todavía se usa en algunas partes dar en postres guisantes, habas, garbanzos tiernos, etc.

(193) Podríamos traducir, en las sátiras hechas a él, entendiendo por sátiras no varios poemas, sino muchos versos satíricos. Sin embargo, los que aquí trae, antes lo celebran que satirizan.

(194) Vocablos griegos que no podemos reproducir.

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