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Discurso preliminar de la Enciclopedia

Séptima parte

La marina es de M. Bellin, censor real e ingeniero de marina, a cuyos trabajos se deben varios mapas que los sabios y los navegantes han recibido con gran interés. Ya se verá en nuestros grabados de marina lo bien que conoce esta parte.

La relojería y la descripción de los instrumentos de astronomía son de M. J.-B. Le Roy, que es uno de los hijos del célebre M. Julien Le Roy, y que a las enseñanzas recibidas en este género de un padre tan estimado en toda Europa, une muchos conocimientos de matemáticas y de física, así como un espíritu muy cultivado por el estudio de las bellas letras.

La anatomía y la fisiología son de M. Tarin, doctor en medicina, cuyas obras sobre estas materias son conocidas y aprobadas por los sabios.

La medicina, la materia médica y la farmacia, de M. de Vandenesse, médico director de la Facultad de Medicina de París, muy enterado de la teoría y la práctica de su arte.

La cirujía, de M. Louis, cirujano graduado, demostrador real del colegio de Saint-Côme, y comisario consejero de las publicaciones de la Real Academia de Cirugía. M. Louis, ya muy estimado, aunque muy joven, por sus compañeros más expertos, fue encargado de la parte quirúrgica de este Diccionario por elección de M. de la Peyronie, a quien tanto debe la cirugía y que ha hecho un gran servicio a la cirugía y a la Enciclopedia al incorporarse a M. Louis a una y otra.

La química es de M. Malouin, médico director de la Facultad de Medicina de París, censor real y miembro de la Real Academia de Ciencias; autor de un tratado de química del que se han hecho dos ediciones, y de una química médica que los franceses y los extranjeros han apreciado mucho.

La pintura, la escultura, el grabado, son de M. Landois, que al conocimiento de estas bellas artes une una gran inteligencia y talento para escribir.

La arquitectura, de M. Blondel, célebre arquitecto, no sólo por varias obras que ha hecho en París y por otras realizadas con arreglo a planos suyos en diferentes países, sino además por su Traité de la Décoration des édifices, cuyas láminas ha grabado él mismo, obras muy estimadas. También se le debe la última edición de Daviler y tres volúmenes de la Architecture française, en seiscientas láminas; estos tres volúmenes irán pronto seguidos de otros cinco. El amor al bien público y el deseo de contribuir al crecimiento de las artes en Francia, le han hecho establecer en 1744 una escuela de arquitectura, que en poco tiempo ha llegado a ser muy frecuentada. M. Blondel, además de enseñar la arquitectura a sus discípulos, ha encargado a hombres expertos la enseñanza de algunas partes de las matemáticas, como la fortificación, la perspectiva, la talla de las piedras, la pintura y la escultura, etcétera, en lo que se refiere al arte de la construcción. En ningún aspecto se hubiera podido hacer mejor elección para la Enciclopedia.

M. Rousseau, de Ginebra, de quien ya hemos hablado y que posee la teoría y la práctica de la música desde el punto de vista del filósofo y del hombre de talento, nos ha dado los artículos que se refieren a esta ciencia. Publicó hace algunos años una obra titulada: Dissertation sur la musique moderne, a la que sólo le hubiera faltado, para ser bien recibida, no haber encontrado la prevención a favor de otra más antigua.

Además de los sabios que acabamos de nombrar, hay otros que han dado a la Enciclopedia artículos enteros por los que no dejaremos de rendirles homenaje.

M. Le Monnier, de las Reales Academias de Ciencias de París y de Berlín y de la Real Sociedad de Londres, médico de cámara de Su Majestad en Saint-Germain-en Laye, nos ha dado los artículos que se refieren al imán y a la electricidad, dos importantes materias que ha estudiado con mucho fruto y sobre las cuales ha presentado excelentes memorias a la Academia de Ciencias de que es miembro.

En este volumen hemos advertido que los artículos Imán y Aguja imantada son enteramente suyos, y lo mismo haremos en cuanto a los que le pertenecen en los otros volúmenes.

M. de Cahusac, de la Academia de Bellas Letras de Montauban, autor de Zénéide, que el público ve y aplaude tan a menudo en la escena francesa, de las Fêtes de l'amour et de l´hymen y de otras muchas obras que han tenido mucho éxito en el teatro lírico, nos ha dado los artículos Ballet, Danza, Ópera, Decoración, y otros varios menos considerables que se relacionan con estos cuatro principales; nos cuidaremos de señalar cada uno de los que le debemos. En el segundo volumen se encontrará el artículo Ballet, en el que ha puesto muchos hallazgos curiosos y observaciones importantes. Esperamos que se apreciará en toda su extensión el profundo y razonado estudio que ha hecho del teatro lírico.

Al comienzo de cada volumen se encontrarán los nombres de los sabios a los que el público debe esta obra tanto como a nosotros, y cuyo número y celo aumentan cada día.

Yo he hecho o revisado todos los artículos de matemáticas y de física general, y también algunos artículos, pero muy pocos, que faltaban en las otras partes. En los artículos de matemática trascendente, me he esforzado en dar el espíritu general de los métodos, en indicar las mejores obras en las que se puede encontrar los detalles más importantes sobre cada objeto, y que no tenían por qué entrar en esta Enciclopedia; en aclarar lo que me ha parecido no estaba suficientemente claro o no lo estaba en absoluto; en dar, en fin, hasta donde me ha sido posible, en cada materia, principios metafísicos exactos, o sea simples.

Pero este trabajo, aun siendo muy considerable, lo es mucho menos que el de mi colega M. Diderot. Es el autor de la parte más extensa de esta Enciclopedia, la más importante, la más deseada del público y me atrevo a decir que la más difícil de realizar: la descripción de las artes. M. Diderot la ha hecho basándose en informes que le han dado obreros o aficionados, o en los conocimientos que él mismo ha ido a buscar en los obreros, o, finalmente, en herramientas que se ha tomado el trabajo de ver y de las que a veces ha hecho construir modelos para estudiarlos mejor. A esta tarea, que es inmensa y que ha llevado a cabo con mucho esmero, ha añadido otra que no lo es menos, haciendo en las diferentes partes de la Enciclopedia un prodigioso trabajo con un valor propio de los más bellos siglos de la filosofía, un desinterés que honra a las letras y un celo digno de la gratitud de todos los que las aman o las cultivan, y en particular de las personas que han colaborado en el trabajo de la Enciclopedia. En los diferentes volúmenes de esta obra se verá cuán considerable es el número de artículos que le debe. Entre estos artículos, los hay muy extensos, y en gran cantidad. El gran éxito del artículo Arte, que él había publicado separadamente unos meses antes de la publicación del primer volumen, le ha animado a poner en los otros todo su esmero, y creo poder asegurar que son dignos de compararse con aquél, aunque en géneros diferentes. Es inútil contestar aquí a la injusta crítica de algunos profanos que, sin duda poco acostumbrados a todo lo que exige la más ligera atención, han encontrado este artículo Arte demasiado razonado y demasiado filosófico, como si fuera posible que fuese de otro modo. Todo artículo que tiene por objeto un término abstracto y general no puede ser bien tratado sin remontarse a principios filosóficos, siempre un poco difíciles para los que no tienen la costumbre de reflexionar. Por lo demás, debemos reconocer que hemos visto con gusto cómo gran número de gentes no letradas han entendido perfectamente este artículo. En cuanto a los que lo han criticado, deseamos que encuentren el mismo reproche que hacemos sobre los artículos que tengan un tema parecido.

Otras varias personas, sin habernos dado artículos enteros, han aportado una importante colaboración a la Enciclopedia. Ya hemos hablado en el Prospectus y en este Discurso del abate Sallier y de M. Formey.

El conde de Hérouville de Claye, teniente general de los ejércitos e inspector general de Infantería, al que sus profundos conocimientos en el arte militar no le impiden cultivar con éxito las letras y las ciencias, nos ha facilitado memorias muy curiosas sobre mineralogía de la que ha hecho realizar en relieve varios trabajos, sobre el cobre, el alumbre, el vitriolo, la caparrosa, etcétera, en catorce fábricas. Se le deben también varias memorias sobre la colza, la rubia, etcétera.

M. Dupin, administrador general de monopolios, conocido por su amor a las letras y al bien público, ha facilitado todas las informaciones necesarias sobre las salinas.

M. Morand, que tanto honra a la cirugía de París y a las diferentes academias de que es miembro, ha aportado algunas observaciones importantes, que se encuentran en el artículo Arteriotomía.

M. Prades y M.Yvon, de los que ya hemos hablado con el elogio que merecen, han aportado algunas memorias sobre la historia de la filosofía y otras sobre religión. El abate Pestré nos ha dado también algunas memorias sobre filosofía, que indicaremos en los volúmenes siguientes.

M. Deslandes, comisario de marina, ha proporcionado sobre esta materia observaciones importantes que han sido utilizadas. La fama que le han valido sus diferentes obras debe inducir a buscar todo lo suyo.

M. Le Lomain, ingeniero jefe de la isla de la Grenade, ha dado todas las informaciones necesarias sobre los azúcares y sobre otras varias máquinas que ha tenido ocasión de ver y examinar en sus viajes, como filósofo y como observador atento.

M. Venelle, muy versado en física y en química, sobre las cuales ha presentado a la Academia excelentes trabajos ha aportado noticias útiles e importantes sobre mineralogía.

M. Goussier, ya nombrado al hablar de la talla de las piedras, y que une la práctica del dibujo a muchos conocimientos de mecánica, ha dado a M. Diderot el diseño de varios instrumentos y su explicación. Pero se ha ocupado especialmente de las figuras de la Enciclopedia, revisándolas todas y dibujándolas casi todas; de la guitarrería en general y de la construcción del órgano, máquina inmensa que ha descrito en colaboración con M. Thomas.

M. Rogeau, excelente profesor de matemática, ha aportado materiales sobre acuñación de moneda, y varias figuras que ha dibujado él mismo o que ha hecho dibujar.

Como es de suponer, en lo que concierne a la imprenta y a la librería, los libreros asociados nos han prestado una valiosa cooperación.

M. Prevost, inspector de vidrierías, ha facilitado informaciones sobre este importante arte.

Para la redacción del artículo Cervecería, se ha utilizado una memoria de M. Longchamp, al que una fortuna considerable y mucha aptitud para las letras no han apartado de la profesión de sus padres.

M. Buison, fabricante de Lyon e inspector de manufacturas, ha facilitado datos sobre la tintorería, la fabricación de tejidos y de estofas ricas, sobre la manipulación de la seda, su filatura, fabricación, etcétera, y observaciones sobre las artes relativas a las precedentes, como las de dorar los lingotes, batir el oro y la plata, reducirlos a hilo, etcétera.

M. La Bassée ha dado los artículos de pasamanería, que sólo conocen en detalle los que se han dedicado particularmente a ella.

M. Douet ha aportado su saber en el arte de fabricar gasas, que él ejerce.

M. Barrat, obrero excelente en su género, ha montado y desmontado varias veces, en presencia de M. Diderot, la admirable máquina de hacer medias.

M. Pichard, fabricante de bonetería, ha suministrado información sobre la misma.

M. Bonnet y M. Laurent, obreros de la seda, han montado y hecho funcionar ante M. Diderot un telar para terciopelo, etcétera, y otro para brocado; se verá el detalle de los mismos en el artículo Terciopelo.

M. Papillon, célebre grabador en madera, ha dado una memoria sobre la historia y la práctica de su arte.

M. Hill, de nacionalidad inglesa, ha ofrecido una vidriería inglesa reproducida en relieve y todos sus instrumentos, con las explicaciones necesarias.

M. de Puisieux, Charpentier, Mabile y de Vienne han ayudado a M. Diderot en la descripción de varias artes. M. Eidous ha hecho enteramente los artículos de herrería y de doma de caballos, y M. Arnauld, de Sentis, los concernientes a la pesca y a la caza.


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