Índice de Discurso sobre el espíritu positivo de Auguste ComteTercera parte - Capítulo IIIBiblioteca Virtual Antorcha

CONCLUSIÓN

Aplicación a la enseñanza de la astronomía

78. Una aplicación directa de esta teoría enciclopédica, a la vez científica y lógica, nos lleva al fin a definir exactamente la naturaleza y la finalidad de la enseñanza especial a que está consagrado este Tratado. En efecto; de las explicaciones precedentes resulta que la principal eficacia, primero mental, social luego, que hoy debemos buscar en una inteligente propagación universal de los estudios positivos, depende necesariamente de una estricta observancia didáctica de la ley jerárquica. Para cada rápida iniciación individual, lo mismo que para la lenta iniciación colectiva, será siempre indispensable que el espíritu positivo, desarrollando su régimen a medida que extiende su dominio, se eleve poco a poco del estado matemático inicial al estado sociológico final, recorriendo sucesivamente los cuatro grados intermedios, astronómico, físico, químico y biológico. Ninguna superioridad personal puede verdaderamente eximir de esta fundamental gradación, con respecto a la cual tenemos muy frecuentes ocasiones de comprobar hoy; en altas inteligencias, una irreparable laguna, que a veces ha anulado eminentes esfuerzos filosóficos: Esta marcha debe resultar hoy más indispensable aún en la educación universal, en la que las especialidades tienen poca importancia, y cuya principal utilidad, más lógica que científica, exige esencialmente una plena racionalidad, sobre todo cuando se trata dé constituir, al fin, el verdadero régimen mental. Así, pues, esta enseñanza popular debe referirse hoy, sobre todo, a la pareja científica inicial, hasta que esté convenientemente vulgarizada. Aquí es donde todos deben tomar primero las verdaderas nociones elemEmtales de supositividad general, adquiriendo los conocimientos que sirven de base a todas las demás especulaciones reales. Aunque esta estricta obligación conduce necesariamente a poner al principio los estudios puramente matemáticos, hay que tener en cuenta, sin embargo, que no se trata todavía de establecer una sistematización directa y completa de la instrucción popular, sino sólo de imprimir el conveniente impulso filosófico que debe llevar a él. Ya se echa de ver fácilmente que tal movimiento debe depender primordialmente de los estudios astronómicos, que, por su naturaleza, ofrecen necesariamente la primera manifestación del verdadero espíritu matemático, siendo en el fondo la principal finalidad del mismo. Hoy se puede sin inconveniente caracterizar así la pareja inicial por la astronomía sola, porque los conocimientos matemáticos verdaderamente indispensables para su prudente vulgarización, están ya lo bastante difundidos o son lo bastante fáciles de adquirir para que podamos limitarnos a suponer los resultados de una preparación espontánea.

79. Esta necesaria preponderancia de la ciencia astronómica en la primera propagación sistemática de la iniciación positiva es plenamente adecuada a la influencia histórica de tal estudio, principal móvil hasta ahora de las grandes revoluciones intelectuales: El sentimiento fundamental de la invariabilidad de las leyes naturales tenía, en efecto, que desarrollarse primero con respecto a los fenómenos más simples y más generales, cuya regularidad y cuya magnitud superiores nos manifiestan el único orden real que es completamente independiente de toda modificación humana. Esta clase de concepciones, incluso antes de tener ningún carácter verdaderamente científico, ha determinado, sobre todo, el paso decisivo del fetichismo al politeísmo, consecuencia en todas partes del culto a los astros. Su primer bosquejo matemático, en las escuelas de Tales y de Pitágoras, constituyó luego la principal fuente mental de la decadencia del politeísmo y del ascendiente del monoteísmo. Finalmente, el desarrollo sistemático del positivismo moderno, que tiende abiertamente a un nuevo régimen filosófico es, en esencia, el resultado de la gran renovación astronómica comenzada por Copérnico, Kepler y Galileo. No debe, pues, extrañar mucho que la universal iniciación positiva, sobre la que debe apoyarse el advenimiento directo de la filosofía definitiva, tenga que depender al principio de tal estudio, según la necesaria conformidad de la educación individual a la educación colectiva. Este es, sin duda, el último cometido fundamental que le debe corresponder en el desarrollo general de la razón humana, que, una vez llegada en todos a una verdadera positividad, deberá avanzar luego bajo un nuevo impulso filosófico, directamente emanado de la ciencia final, que entonces quedará investida para siempre de su presidencia normal. Tal es la eminente utilidad, no menos social que mental, que aquí se trata de sacar, al fin, de una acertada exposición popular del sistema actual de los sanos estudios astronómicos.

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