Índice de La ciudad del Sol de Tomaso CampanellaPresentación de Chantal López y Omar CortésSegunda parteBiblioteca Virtual Antorcha

PRIMERA PARTE


(INTERLOCUTORES
El gran Maestre de los Hospitalarios y un Almirante genovés, huésped suyo)

GRAN MAESTRE.-¡Ea! Te suplico que por fin cuentes todo lo que te aconteció durante la navegación.

ALMIRANTE.- Ya te expuse cómo dí la vuelta al mundo entero y cómo finalmente llegué a Taprobana. Aquí me vi obligado a saltar a tierra y me escondí en un bosque por miedo a sus habitantes. Al salir de allí, pasado mucho tiempo, me detuve en una vasta llanura situada exactamente en el Ecuador.

GRAN MAESTRE.- ¿Y qué te sucedió entonces?

ALMIRANTE.- De repente me encontré con una gran muchedumbre de hombres y mujeres armados, muchos de los cuales conocían nuestra idioma y me acompañaron a la Ciudad del Sol.

GRAN MAESTRE.-Explícame la configuración de esta Ciudad y su forma de gobierno.


Configuración y estructura de la Ciudad.

ALMIRANTE.- En el centro de una vastísima llanura surge una elevada colina, sobre la cual descansa la mayor parte de la Ciudad. Sin embargo, sus numerosas circunferencias se extienden mucho más allá de las faldas del monte, de modo que el diámetro de la Ciudad tiene dos o más millas, y siete el recinto Íntegro. Mas, por el hecho de encontrarse edificada la Ciudad sobre una colina, su capacidad es mayor que si estuviera en una llanura. Se halla dividida en siete grandes círculos o recintos, cada uno de los cuales lleva el nombre de uno de los siete planetas. Se pasa de uno a otro recinto por cuatro corredores y por cuatro puertas, orientadas respectivamente en dirección de los cuatro puntos cardinales. La Ciudad está construída de tal manera que, si alguien lograre ganar el primer recinto, necesitaría redoblar su esfuerzo para conquistar el segundo; mayor aún, para el tercero. Y así sucesivamente tendría que ir multiplicando sus fuerzas y empeños. Por consiguiente, el que quisiera conquistarla, tendría que atacarla siete veces. Mas yo opino que ni siquiera podría ocupar el primero de ellos: tal es su anchura, tan lleno está de terraplenes y tan defendido con fortalezas, torres, máquinas de guerra y fosos.

Cuando traspasé la puerta que mira al Septentrión (la cual está revestida de hierro y construída en forma tal que puede levantarse, bajarse y cerrarse cómoda y seguramente, corriendo para ello, con maravilloso arte, resortes que penetran hasta el fondo de resistentes jambas), vi un espacio llano, de sesenta pasos de extensión, entre la primera y la segunda pared. Desde allí se contemplan inmensos palacios, unidos tan estrechamente entre sí a lo largo del muro del segundo círculo que puede decirse que forman un solo edificio. A la mitad de la altura de dichos palacios surge una serie de arcadas que se prolongan a lo largo de todo el círculo, sobre las cuales hay galerías y se apoyan en hermosas columnas de amplia base que rodean casi totalmente el subpórtico, como los peristilos o los claustros de los monjes. Por abajo, únicamente son accesibles por la parte cóncava del muro interior. Por ella se penetra a pie llano en las habitaciones inferiores, mientras que para llegar a las superiores hay que subir por escaleras de mármol que conducen a unas galerías interiores. Desde éstas se llega a las partes más altas de los edificios, que son hermosas, poseen ventanas en la parte cóncava y en la parte convexa de los muros y se distinguen por sus livianas paredes. El muro convexo, es decir, el exterior, tiene ocho palmos de espesor; el cóncavo, tres; el intermedio, uno o casi uno y medio. Se llega después a la segunda llanura, que es unos tres pasos más estrecha que la primera. Entonces se divisa el primer muro del segundo círculo, adornado en su parte interior y superior con galerías análogas a las del primero. En la parte interna hay otro muro que rodea los palacios y posee unos segundos balcones y peristilos semejantes, sostenidos por columnas. En la parte de arriba tiene excelentes pinturas en el lugar en que las puertas sobresalen de las habitaciones superiores. Y así, a través de parecidos círculos y dobles muros que rodean los palacios, adornados de galerías situadas en la parte exterior y sostenidas por columnas, se llega, caminando siempre por terreno llano, a la parte última de la Ciudad. Sin embargo, cuando se entra por las puertas de cada uno de los círculos (las cuales son dos, a saber, una del muro exterior y otra del interior), hay que subir escalones, pero construídos de tal manera que apenas es perceptible la subida, porque se camina en sentido transversal y además los escalones distan muy poco unos de otros. En la cima del monte hay una llanura muy extensa, en cuyo centro surge un templo admirablemente construído.

GRAN MAESTRE.-Sigue, sigue. Vivamente te lo ruego.


Configuración del templo en su parte superior.

ALMIRANTE.- El templo es completamente redondo y no está rodeado de muros, sino que se apoya en gruesas columnas, bellamente decoradas. La bóveda principal, admirablemente construída y situada en el centro o polo del templo, posee una segunda bóveda, más alta y de menor dimensión, dotada de un respiradero, próximo al altar que es único y se encuentra rodeado de columnas en el centro del templo. Este último tiene más de trescientos cincuenta pasos de extensión. En la parte externa de los capiteles de las columnas se apoyan unas arcadas que presentan un saliente de unos ocho pasos, cuyo exterior descansa a su vez en otras columnas adheridas a un grueso y resistente muro de tres pasos de altura. Entre este muro y las antedichas columnas están las galerías inferiores, bellamente pavimentadas. En la parte interna del muro, atravesado por numerosas y amplísimas puertas, hay unos asientos fijos, aunque en medio de las columnas interiores que sostienen el templo se encuentran también muchos y elegantes asientos portátiles. Sobre el altar se ve únicamente un globo grande en el que está dibujado todo el cielo, y otro que representa la Tierra. Además, en el techo de la bóveda principal están pintadas y designadas con sus propios nombres todas las estrellas celestes, desde la primera hasta la sexta magnitud. Tres versículos explican la influencia que cada una de ellas ejerce en los sucesos de la tierra. Los polos y los círculos mayores y menores hállanse indicados en el templo según su propio horizonte, pero inacabados porque falta muro en la parte de abajo. Sin embargo, parecen completarse relacionándolos con los globos existentes en el altar.


Descripción del templo y de las lámparas, según el modelo del universo trazado por Moisés.

El pavimento está adornado de piedras preciosas. Siete lámparas de oro, designadas con el nombre de los siete planetas, permanecen constantemente encendidas. La bóveda menor del templo está rodeada de algunas celdas, pequeñas y pulcras; y, después del espacio llano que hay sobre los claustros o arcadas de las columnas interiores y exteriores, encuéntranse otras muchas celdas, amplias y bien decoradas, donde habitan unos cuarenta y nueve sacerdotes y religiosos. En el punto más alto de la bóveda menor se destaca una bandera flotante que señala la dirección de los vientos (de los cuales conocen hasta treinta y seis). Según el viento reinante, saben las condiciones atmosféricas y los cambios que en el mar y en la tierra sobrevendrán, dentro de su propio clima. En el mismo lugar, y debajo de la bandera, se advierte un cuaderno escrito con letras de oro.

GRAN MAESTRE.- Te suplico, hombre generoso, que me expongas la forma de gobierno por la que se rigen los habitantes de la Ciudad del Sol, pues desde hace tiempo estoy deseando que llegues a este punto.


Idea del gobierno.

ALMIRANTE.- El jefe supremo es un sacerdote, al que en su idioma designan con el nombre de Hob; en el nuestro, le llamaríamos Metafísico. Se halla al frente de todas las cosas temporales y espirituales. Y en todos los asuntos y causas su decisión es inapelable.


Funciones encomendadas a cada uno de los triunviros.

Le asisten tres jefes adjuntos, llamados Pon, Sin y Mor, palabras que en nuestra lengua significan respectivamente Poder, Sabiduría y Amor.

El Poder tiene a su cargo lo relativo a la guerra y a la paz, así como también al arte militar. Después de Hoh, él es la autoridad suprema en los asuntos bélicos. Dirige a los magistrados militares y a los soldados, y vigila las municiones, las fortificaciones, las construcciones, las máquinas de guerra, las fábricas y a cuantas personas intervienen en todos estos menesteres.


Funciones encomendadas al triunviro Sabiduría.

A la Sabiduría compete lo concerniente a las artes liberales y mecánicas, las ciencias y sus magistrados, los doctores y las escuelas de las correspondientes disciplinas. A sus órdenes se encuentran tantos magistrados como ciencias. Hay un magistrado que se llama Astrólogo y además un Cosmógrafo, un Aritmético, un Geómetra, un Historiador, un Poeta, un Lógico, un Retórico, un Gramático, un Médico, un Filósofo, un Político y un Moralista. Todos ellos se atienen a un único libro, llamado Sabiduría, en el que con claridad y concisión extraordinarias están escritas todas las ciencias. Este libro es leído por ellos al pueblo, a la manera de los Pitagóricos.


Fácil aprendizaje de las ciencias por medio de pinturas murales.

La Sabiduría hizo adornar las paredes interiores y exteriores, inferiores y superiores, con excelentes pinturas que en admirable orden representan todas las ciencias. En los muros exteriores del templo y en las cortinas que se bajan cuando el sacerdote habla, a fin de que su voz no se pierda, están dibujadas todas las estrellas. Sus virtudes, magnitudes y movimientos aparecen expresados en tres versículos.

En la parte interna del muro del primer círculo se hallan representadas todas las figuras matemáticas. Su número es mucho mayor que el de las inventadas por Arquímedes y Euclides. Su magnitud está en proporción con la de las paredes; y una breve explicación, contenida en un verso alusivo a cada una de ellas, da a conocer su significado. Hay también definiciones, proposiciones, etc.

En la parte externa de la pared del mismo círculo encuéntrase en primer término una descripción, íntegra y al mismo nempo detallada, de toda la Tierra. Esta descripción va seguida de las pinturas correspondientes a cada provincia, en las cuales se indican brevemente los ritos, las leyes, las costumbres, los orígenes y las posibilidades de sus habitantes. Encima del lugar que ocupa el alfabeto de la Ciudad del Sol, se ven los alfabetos de todas las provincias.

En el interior del segundo círculo, o sea, de las segundas habitaciones, están pintadas todas las clases de piedras preciosas y vulgares, de minerales y de metales, incluyendo tambien algunos trozos de metales auténticos. Cada uno de estos objetos va acompañado de dos versículos que contienen la adecuada explicación. En el exterior del mismo círculo están dibujados todos los mares, ríos, lagos y fuentes que hay en el mundo, así como también los vinos, aceites y todos los licores con indicación de su procedencia, cualidades y propiedades. Sobre las arcadas se encuentran ánforas adosadas al muro y llenas de diversos licores, que datan de cien o de trescientos años y se usan como remedios de diversas enfermedades. Otros versículos explican las figuras relativas al granizo, la nieve, el trueno y todos los fenómenos que acontecen en la atmósfera. Las habitantes de la Ciudad del Sol saben también producir artificialmente dentro de una habitación todos los fenómenos meteorológicos, es decir, los vientos, las lluvias, los truenos, el arco iris, etc.

En la parte interna del tercer círculo se hallan representadas todas las especies de árboles y hierbas, algunas de las cuales se conservan vivas dentro de vasos colocados sobre las arcadas de la pared exterior y van acompañadas de explicaciones indicando el lugar en que fueron encontradas, sus propiedades, aplicaciones y semejanzas con las cosas celestes, con los metales, con las partes del cuerpo humano y con los objetos del mar, sus diferentes usos en medicina, etc. En la parte externa se ven todas las especies de peces, así de río como de lago o de mar, sus costumbres, cualidades, modo de reproducirse, de vivir y de criarse; sus aplicaciones en la naturaleza y en la vida; y, finalmente, sus relaciones con las cosas celestes y terrestres, producidas natural o artificialmente. Tan es así que me quedé asombrado al ver peces en forma de obispo, cadena, coraza, clavo, estrella, miembro viril, etc., constituyendo copias perfectas de todas aquellas cosas que entre nosotros existen. Encuéntranse también erizos, conchas, ostras, etc. En fin, allí está admirablemente descrito y explicado todo lo que el mundo de las aguas contiene digno de mención.

En el interior del cuarto círculo están pintadas todas las especies de aves, sus cualidades, tamaño, costumbres, colores, vida, etc., incluso el ave Fénix, que ellos consideran absolutamente real. En la parte externa del mismo círculo se muestran todas las clases de reptiles, serpientes, dragones, gusanos, insectos, moscas, mosquitos, tábanos, escarabajos, etc., con sus especiales propiedades, virtudes, venenos, usos, etc., y todos ellos en número mucho mayor del que podemos imaginar.

En el interior del quinto círculo se encuentran los animales más perfectos de la tierra en cantidad tal que produce asombro y de los cuales nosotros no conocemos ni la milésima parte. Por ser muy numerosos y de gran tamaño, están pintados también en la parte exterior de dicho círculo. ¡Oh! ¡Cuántas especies de caballos podría describirte ahora! Mas quédese para los doctos el explicar la belleza de las figuras.

En la parte interna del sexto círculo están representadas todas las artes mecánicas, sus instrumentos y el diferente uso que de ellas se hace en las diversas naciones. Cada una ocupa el lugar que le corresponde según su peculiar importancia y lleva la explicaci6n adecuada. A su lado figura el nombre del inventor. En la parte externa están todos los inventores de ciencias y de armas, así como también los legisladores. Entre ellos vi a Moisés, Osiris, Júpiter, Mercurio, Licurgo, Pompilio, Pitágoras, Zamolhim, Solón, Caronte, Foroneo y otros muchos. Incluso tienen dibujado a Mahoma, pero le consideran como legislador falaz y vil. En lugar prominente vi la imagen de Jesucristo y las de los doce Ap6stoles, a los que consideran dignos de toda veneración, estimándolos superiores a los hombres. En la parte inferior de los pórticos contemplé las figuras de César, Alejandro, Pirrón, Aníbal y otros héroes, principalmente romanos, ilustres así en la guerra como en la paz. Y cuando, lleno de asombro, les pregunté por qué conocían nuestra historia, me respondieron que ellos sabían todas las lenguas y que a tal fin enviaban constantemente a todas las partes del mundo exploradores y delegados para conocer las costumbres, el poder, el régimen, las historias y las cosas, buenas y malas, de las naciones, con el objeto de que luego informasen de ello a su nación. Semejante instrucción los deleita sobremanera. He sabido que los chinos inventaron, antes que nosotros, la pólvora y la imprenta. Hay Maestros dedicados a explicar las pinturas, los cuales acostumbran a los niños a aprender todas las ciencias sin esfuerzo y como jugando. El método empleado por ellos es el histórico, hasta que los niños llegan a la edad de diez años.


Funciones encomendadas al triunviro Amor.

En primer lugar, el Amor tiene a su cargo todo lo concerniente a la procreación, a fin de que hombres y mujeres se unan entre sí en condiciones tales que engendren una excelente prole. Se mofan de nosotros que, preocupándonos afanosamente de la cría de perros y de caballos, descuidamos por completo la procreación humana. Al Amor está encomendada también la educación de los hijos, el arte de la farmacia, la siembra y recolección de legumbres y de frutos, la agricultura, la ganadería, las provisiones alimenticias, el arte culinario y, en fin, todo lo referente al alimento, al vestido y a la unión carnal. A las órdenes del Amor se encuentran numerosos Maestros y Maestras consagrados a las mencionadas ocupaciones.

En la dirección de las referidas funciones los triunviros (el Poder, la Sabiduría y el Amor) proceden de acuerdo con el Metafísico, sin el cual nada se hace. Todos los asuntos de la República están encomendados a los cuatro, quienes obran de consuno, pues el deseo del Metafísico es secundado por los demás.

GRAN MAESTRE.- Ahora, amigo mío, díme si los magistrados, los oficios, los cargos, la educación y todo su género de vida es propio de una República, de una monarquía o de una aristocracia.


Origen y necesidad de la República ideal.

ALMIRANTE.- Este pueblo llegó desde la India a la Ciudad del Sol, huyendo de las inhumanidades de los magos, de los piratas y de los tiranos que desolaban aquel país y decidieron vivir en común con arreglo a principios filosóficos. Aunque en su país de origen no está establecida la comunidad de mujeres, ellos la adoptaron por ajustarse a la norma fundamental de que todo debía ser común y que solamente la autoridad de los magistrados debía regular su justa distribución. Las ciencias, las dignidades y los placeres son de tal manera comunes que nadie puede apropiarse cosa alguna.

Ellos dicen que la propiedad en cualquiera de sus formas nace y se fomenta por el hecho de que cada uno posee a título exclusivo casa, hijos y mujeres. De aquí surge el amor propio, pues cada cual aspira a enriquecer a sus hijos, encumbrarlos a los más altos puestos y convertirlos en herederos de cuantiosos bienes. Para conseguirlo, los poderosos y los descendientes de noble linaje defraudan al erario público; los débiles, los pobres y los de origen humilde se tornan avaros, intrigantes e hipócritas. Por el contrario, una vez que ha desaparecido el amor propio, subsiste solamente el amor a la colectividad.


En defensa de la República ideal y en contra de Aristóteles, véase la cuestión de los libros políticos del autor (Véase, Cuestiones sobre la República ideal, Séptima parte de esta obra).

GRAN MAESTRE.- Siendo esto así nadie querrá trabajar, pues, como ya hizo notar Aristóteles en contra de Platón, cada cual esperará que los demás trabajen para procurarle el sustento.

ALMlRANTE.- Yo nunca advertí que esto pudiera originar discusión alguna entre ellos. Antes bien, te aseguro que es casi inconcebible su amor a la patria. En esto aventajan a los romanos, que voluntariamente ofrecieron su vida en holocausto de su patria, tanto más cuanto mayor dejación hicieron de la propiedad. Estoy firmemente persuadido de que si los Hermanos, los Monjes y los Clérigos de nuestros días no se vieran arrastrados por el amor a sus parientes y amigos o por la ambición de lograr honras mayores, habrían conseguido mayor santidad y deseado menos la propiedad, mostrándose más caritativos para con todos, como lo eran en tiempo de los Apóstoles y aun hoy en día lo son muchísimos de ellos.

GRAN MAESTRE.- Esto parece haberlo dicho ya San Agustín. Pero, dime, entonces la amistad no existirá, puesto que no tienen favor alguno que hacerse entre sí.

ALMIRANTE.- Por el contrario, le conceden un máximo valor. En realidad, ninguno puede recibir regalos de los demás, pues la comunidad les concede cuanto necesitan. Y los Magistrados cuidan mucho de que nadie reciba más de lo que merece pero tampoco le falte nada de lo necesario. Sin embargo, la amistad se manifiesta entre ellos en caso de guerra o de enfermedad, en el aprendizaje de las ciencias, ayudándose con enseñanzas recíprocas o auxilios mutuos, y a veces también con alabanzas, palabras, servicios y lo necesario a cada cual. Todos los coetáneos se llaman hermanos unos a otros. Al cumplir los veintidós años, reciben el nombre de padres; antes de dicha edad, se denominan hijos.


Las injurias.

Los Magistrados vigilan celosamente, porque ninguno ofenda a los demás, rompiendo la fraternidad.

GRAN MAESTRE.- ¿De qué procedimiento se valen para conseguirlo?

ALMIRANTE.- En la Ciudad del Sol hay tantos Magistrados como entre nosotros virtudes. Uno de ellos se llama Magnanimidad y así respectivamente otros se denominan Fortaleza, Castidad, Liberalidad, Justicia criminal y civil, Diligencia, Verdad, Beneficencia, Gratitud, Alegría, Ejercicio, Sobriedad, etc.


Las acusaciones.

Es elegida para el correspondiente cargo de Magistrado aquella persona que desde su infancia se mostró en las escuelas más inclinada a la respectiva virtud. Y, como entre ellos no son posibles los latrocinios, los asesinatos, los estupros, los incestos, los adulterios, ni otros delitos que mutuamente nos echamos nosotros en cara, ellos se acusan de ingratitud, de malignidad (cuando alguien niega a otro la satisfacción debida), de pereza, de tristeza, de cólera, de chocarrería, de maledicencia y de mentira, delito este último que ellos detestan más que la peste. Los castigos más usuales consisten en privar al reo de la mesa común, del comercio carnal y de otros honores, durante el tiempo y en la medida que el juez estima oportunos para la enmienda.

GRAN MAESTRE.- Explícame el procedimiento que se emplea en la elección de los Magistrados.

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