Índice de Los anarquistas de César LombrosoCapítulo IXBiblioteca Virtual Antorcha

Notas

(1) La idea de progreso es relativamente moderna. Según Laurent, su verdadero germen aparece en Roger Bacon; pero no empieza a desenvolverse hasta el siglo XV. Obsérvese que Lombroso no niega de un modo concreto el fenómeno real y complejo del progreso; sólo deja de reconocer su continuidad, a diferencia de algunos que lo suponen ilimitado en absoluto (Pelletan, en sus dos conocidos libros: Profesión de fe en el siglo XIX y El mundo marcha) o lo incluyen en el número de las leyes que presiden de un modo permanente el desenvolvimiento histórico (por ejemplo, Ortolán, junto con la generación, la propaganda y la asimilación). Un ilustre maestro dice, de acuerdo con nuestro autor, que el progreso histórico es un concepto relativo, porque en la vida se observa que el hombre, ser naturalmente perfectible y moralmente progresivo sin interrupción alguna en el terreno de la idealidad, en el de los hechos sufre en su marcha frecuentes desviaciones de su ideal y experimenta a menudo numerosos retrocesos. En estas vueltas al pasado se funda, precisamente, la teoría de la degeneración atávica o ascendente, una de las más importantes de la moderna escuela positiva. (Nota del editor de la edición madrileña de 1894).

(2) Véase el bellísimo libro, Socialismo e sciencia positiva de Enrico Ferri, 1894, pág. 97. En el L´Uomo di genio, sexta edición, he demostrado que el genio tiene no pocos caracteres regresivos, en cuanto que el delincuente, aunque regresivo en sí, presenta muchos signos evolutivos, tales como la frecuente ausencia del diente molar, la neofilia, etc. (Nota de César Lombroso).

(3) El novelista ruso primeramente citado, conde León Tolstoi, escribió hace no mucho tiempo una guía o cartilla del anarquismo: El remedio está en vosotros, ajustado a los principios evangélicos. La prensa europea se ocupa en estos momentos de un libro, refutación del anterior, que ha publicado, con el título de La anarquía pasiva y el Conde Tolstoi, la eminente escritora María de Manaceine.

(4) Según una estadística, por cierto poco exacta e imparcial, publicada por la Prefectura de París, existen en esta capital 500 anarquistas (éstos dicen ser 7 500 en París y 4000 en el resto de Francia). Los 500 anarquistas están divididos en dos clases: propagandistas y adeptos; entre los primeros se cuentan: 10 periodistas, 25 tipógrafos y 2 correctores, y entre los segundos, 17 sastres, 16 zapateros, 20 obreros de profesiones relacionadas con la alimentación, 15 ebanistas, 12 barberos, 15 mecánicos 10 albañiles y 250 de diversas profesiones, entre los que se encuentran un arquitecto, un ex ujier, un cantante, un tomador> de bolsas (sic), un agente de seguros, etc. Estas cifras son indudablemente inexactas; más de todos modos se comprende que entre los afiliados no debe ser muy grande la miseria; no lo es en H. Dupont, riquísimo ganadero, ni en Kropotkin, ni en Gori, ni en Molinari, todos propietarios.

Dubois (Le perfil anarchiste, 1893) calcula que hay en Francia de 20 a 30000 anarquistas, en su mayor parte de vida sedentaria; zapateros, sastres, carpinteros, tapiceros, etc., sin que se cuente, entre todos, ni un solo indigente.

(5) Se ha visto alguno -escribe Mr. Ch. Bigot- que no ha podido graduarse de bachiller, hacerse periodista; encontró protección y supo entender el negocio: no hace mucho tiempo que este individuo firmaba como Ministro de Instrucción Pública los títulos que él no había podido obtener. Les classes dirigeantes.

(6) Conviene hacer una distinción entre el regimen parlamentario y el parlamentarismo, palabras con las cuales se expresan distintos conceptos. Éste no es más que la práctica viciosa de aquél, produciéndose siempre que no haya armonía con la teoría científica; disconformidad que nace, según Azcárate, en la política como en todo, de dos causas: primera, del desconocimiento de la verdadera naturaleza de los principios y de sus lógicas consecuencias; y segunda, de la falta de buena voluntad para adoptar aquéllos y para llevar a cabo éstas. De semejante estado de cosas -añade el citado autor- surge el descrédito del sistema de gobierno imperante, de lo cual se aprovechan los escépticos y los egoístas de un lado, y del otro, los enemigos de aquél, atentos a levantar y ensalzar el propio, poniendo a los partidarios del viciado y mixtificado en la necesidad de salir a su defensa, rectificando los errores que lo desnaturalizan y denunciando las corruptelas que lo tuercen y desvirtúan. Ahora bien: esto pasa con el regimen parlamentario, cuyo pleno desenvolvimiento constituye la aspiración fundamental de los pueblos cultos en nuestros días.

(7) Ferri en, Los nuevos horizontes del derecho penal (cuya tercera edición ha visto la luz con el título de Sociología criminal), desenvuelve su doctrina en la siguiente forma: Sustitutivos penales, cuyo concepto se resume en que el legislador, estudiando la marcha de la actividad individual y social, investigando los orígenes, las condiciones, los efectos, llegue a conocer las leyes fisiológicas y sociológicas, para hacerse dueño de una gran parte de los factores criminales, con especialidad de los sociales, para influir de esta manera por modo indirecto, pero más seguro, sobre la marcha de la criminalidad. Lo que se reduce a decir que en las disposiciones legislativas, políticas, económicas, civiles, administrativas y penales, desde los más grandes institutos hasta el último particular, se de al organismo social una organización tal, que la actividad humana sea dirigida de un modo continuo e indirecto por las vías no criminales, ofreciendo libre desahogo a las energías y a las necesidades individuales, chocando con ellas lo menos posible, y disminuyendo las tentaciones y las ocasiones de delinquir.

(8) Der Anarchismus und seine Frage. Enthullugen aus dem Lager der Anarchisten, Berlín, 1890.

(9) Decía en este sentido Franklin: Reunid cierto número de hombres para aprovecharos de su sabiduría, y congregaréis inevitablemente con todos ellos sus prejuicios, sus pasiones, sus falsas ideas, sus intereses locales y su egoísmo.

(10) Afirma reclus que la primera no es diametralmente opuesta a la última, como piensa mucha gente, sino su complemento y fruto. La revolución, según él, sucede a la evolución, como el acto sucede a la voluntad de obrar; en el fondo son una misma cosa, y sólo difieren en la época de su aparición. De creer en el progreso normal de las ideas, y, por otra parte, reconocer que han de producirse ciertas resistencias, queda probado por este hecho la necesidad de sacudidas exteriores que cambien la faz de las sociedades.

(11) Véase Lombroso e Laschi, Delitto político, Turín, Bocca, 1890.

(12) Jerga, jerigonza, bribia o briba, germania, caló, hampa, argot, etc., son todos nombres con que se designa el lenguaje propio de los ladrones, de la gente de mal vivir, de los gitanos, vagos y rufianes, y en general de todos los que se agitan en la corrompida atmósfera del delito. Estos seres desgraciados, como ha hecho observar Lombroso, hablan de otra manera distinta de los hombres normales, porque sienten de otra manera distinta que ellos; hablan como los salvajes, porque son los salvajes vivientes en medio de la grandiosa civilización de Europa, usando con frecuencia, como los salvajes mismos, la onomatopeya (figura retórica que se emplea para dar nombre a una cosa por el sonido que tiene), la personificación de los objetos abstractos.

En nuestro país se ha publicado recientementemente un curioso Diccionario de la bribia española, por D. Luis de Moya y Jiménez, Juez de Instrucción y académico profesor de la Real de Jurisprudencia y Legislación. Aparece como apéndice a la versión castellana de la exposición popular de Alejandro Lioy, La nueva escuela penal. (Nota de los editores de la edición de 1894).

(13) Transcribimos estas palabras tal como están en el original italiano, por su imposible traducción. (Nota de los editores de la edición de 1894).

(14) La importancia que el autor concede al tatuaje no es reconocida por todos los positivistas italianos. Marro, en su obra sobre Los caracteres de los delincuentes, sostiene que el espíritu de imitación, vanidad y ociosidad, son las razones que impelen a los delincuentes para pintarse. En ciertos santuarios -escribe- existen artistas especiales, que practican la operación de pintar dichas figuras sobre los devotos que desean llevar encima de su cuerpo una marca o huella religiosa propia para recordarles su peregrinación, y teniendo para algunos un valor particular y el poder de un talismán. A bordo de los buques está muy en boga la acción de pintarse del modo dicho, representando con la mayor frecuencia instrumentos de marina, particularmente áncoras. Existe igualmente este uso o costumbre en los talleres, sobre todo en las villas manufactureras de Francia, y en los cuarteles, y tiene un caracter profesional, llevando grabadas las herramientas y los instrumentos del oficio, entre los obreros; armas, caballos, etc., entre los militares; en estos reviste algunas veces un caracter heróico o histórico, y representa los nombres o las figuras de personajes célebres o de héroes de novela en moda.

(15) No es esto solo, sino que creen tener los que carecen de dicho sentido moral, como dice el mismo Lombroso en L´Uomo delinquente, derecho para robar y para matar, y tachan a los demás de dejárselo hacer, acabando por atribuir un mérito al delito. Los asesinos -escribe el profesor italiano- especialmente por venganza, creen hacer una acción honrada, y a veces hasta heroíca, cuando emplean la traición con su víctima. Se habla a menudo de los remordimientos frecuentes del criminal, y hasta hace algunos años los sistemas penitenciarios tenían por base el arrepentimiento de los culpables. Pero el que trata un poco a estos miserables, adquiere pronto la convicción de que de ninguna manera tienen remordimiento.

(16) Copiamos los versos en francés, según están en el original italiano.

(17) Muy combatida ha sido la ley de la herencia, pero hoy se impone como una verdad comprobada por la observación constante de los hechos. Solo un rancio y exagerado apego a caducas teorías puede ser obstáculo para el desarrollo de principio tan firme y sólido como en el que descansa. Es verdad que, como dice Mosso, lo más dificil que hay en el estudio del hombre, es el conocerlo cuando por vez primera aparecen en el umbral de la vida; de sorprenderlo mientras se desata de los tejidos de la madre, como una célula que va a buscar el contacto misterioso del elemento fecundador; de sorprender el instante en que la fuerza arcana, que contiene en sí potencialmente toda la historia de una existencia, se une a los elementos químicos que constituyen el germen; de conocer cuándo se despierta en el protoplasma del primer núcleo imperceptible la inquietud maravillosa que solo terminará con la muerte ... En ese pantano de átomos -añade- estamos nosotros: allí están ya dormidas nuestras pasiones; en esta cubierta blanca están escritos los caracteres indescifrables, los vínvulos y la herencia que nos unen a nuestra familia y a las generaciones pasadas. Como del granito, apenas visible, que está en medio de una bellota, saldrá una encina majestuosa, que dominará el bosque, así de este montón indistinto de células se formará un ser que representará en su microcosmos toda la historia del género humano, con sus sustos, sus enfermedades, con sus instintos, con sus afectos, con sus odios, con sus vilezas y con sus grandiosidades. La terrible leyenda de las maldiciones que contaminaban la inocencia de los hijos aún no nacidos, las bendiciones que se lanzaban en el porvenir para que fecundasen a la generación futura, no son una fábula privada de sentido. El destino lega a cada uno de nosotros una herencia fatal.

(18) Para darse cuenta de la sangre ferozmente derramada al ingreso de la plaza de Vendôme, y de las horribles matanzas de la Roquette, basta leer los documentos históricos sobre el principio y el fin de la Commune, publicados por el testigo presencial de tan trágicos sucesos, presbitero M. Lamazon.

(19) Véase L´Uomo delinquente, Vol II, parte 1a. Véase también Delitto político, de Lombroso y Laschi, parte 3a.

Lombroso afirma que la epilepsia no es otra cosa que una descarga o alivio de ciertos centros corticales irritados. Los trabajos de los fisiólogos modernos han puesto de manifiesto que la fenomenología epiléptica no es más que un efecto de la irritación de las zonas motrices de la envoltura cerebral; así como la alucinación es el resultado de la excitación de los centros sensoriales, la pérdida de conciencia, el impulso criminal es una descarga de los centros psíquicos superiores, de los lóbulos anteriores. Un acceso epiléptico -dice también el ilustre criminalista- no es más que una descarga rápida y excesiva de la materia gris, que, en lugar de desarrollar su fuerza gradualmente, estalla por completo y de repente por la causa misma de su estado de distrofia ... Por la exitación del mismo centro cortical se pueden tener diversas formas de epilepsia. Tendremos, pues, la forma convulsiva, si hay descarga de la zona motriz epileptógena; impulso criminal, cuando la irritación y la descarga se limitan a las circunvoluciones frontales, y todavía peor, si tanto la una como el otro se producen juntamente. Véanse las Actas del Primer Congreso de Antropología Criminal, páginas 269 y 270.

(20) Véase la Seconda centuria di criminali, 1885. F.A., de treinta y siete años, piamontés, su padre loco y su madre muerta de tisis, un hermano lipermaniaco, de profesión barnizador, 1.72 metros de estatura, 71 kilogramos de peso, con dos cicatrices en el occipucio, y una herida en el cuello, causada en una tentativa de suicidio; cráneo braquicéfalo, indice 88, cap: cr. 1602, frente huída, ojos extraviados, orejas en forma de asa, zurdo y de obtusa sensibilidad, dando en la narria de Dubois-Reymond un dolor de 55 a derecha y 60 a siniestra; estisiómetro, 3.1 a derecha, 2.2 a siniestra; reflejos rotúleos exagerados, dinanómetro, 30 a siniestra, 34 a derecha; ligera depresión en el hombro derecho; bradifasia; de sentimientos afectivos normales; muy amante de la mujer; poco religioso; incapaz de leer periódicos, porque la lectura le produce vahidos y cefalea; propenso a vértigos, que a menudo le hacen caer por tierra. A los trece años muy dado a la masturbación, a los diez y seis comenzó a frecuentar los lupanares.

Fue condenado por embriaguez primeramente; después por hurto de dos liras a su patrón, que se gastó en bebidas, y no cree que delinquió, porque le daban un mezquino salario.

Interrogado sobre la índole de sus reformas, contesta: Nadie debe tener dinero, todos deben trabajar muy poco; atender a las necesidades por el cambio de productos, supresión de todo vestido, excepto un pañuelo para cubrir las partes genitales, supresión de toda ley, habitar en cabañas o chozas. Quiere la absoluta libertad de matrimonio, o mejor, de concubinato con cualquier mujer; abolición de las escuelas y de los sacerdotes, valiéndose para suprimirlos del fusilamiento, mas respetando a todo el que quisiera trabajar. Después, contradiciéndose, quiere que quedara uno por cada parroquia; a los señores despojarles de sus bienes y obligarles a trabajar para mantenerse. Todo esto -concluía diciendo- es de tiempos pasados, y yo quiero restablecerlos. (Archivio di psich, 1889).

(21) La ciencia grafológica, ideada por el abate Michon, y desenvuelta más tarde por Crepiense Jamin, Alejandro Dubois y otros, ha alcanzado en estos últimos tiempos un considerable desarrollo, con las muy curiosas observaciones hechas por distinguidos adeptos. Recomendamos, entre otros, la lectura del interesante libro de la Srta. Oquendo (Arsene Aruss), titulado: La grafología simplificada: arte de conocer el carácter de las personas por su letra: teoría y práctica.

(22) Revue des Revues, 15 febrero 1894.

(23) Véase, L´Uomo di genio, parte 4a.

(24) Revue des Revues, Febrero 1894.

(25) En tanto que llegue el día en que pueda coger a un burgués por el cuello, mi corazón pedirá venganza; en un solo día podría hacerse un ejemplar y feroz escarmiento. 13 de julio de 1893.

(26) El juez Benoist le preguntó: Veamos, Caserio, ¿por qué matasteis al Presidente? ¿Le conocíais?

-No.

-¿Teníais algo de que acusarle?

-Era un tirano; por eso lo maté.

-¿Sois, pues, anarquista?

-Sí, y me envanezco de serlo.

(27) Me humillo al tener que ser socorrido por mis compañeros. Más, ¿qué he de hacer?

Es verdad que siendo yo anarquista no debo respetar la propiedad, y que encontrándome en grave apuro para comer, debiera cogerlo allí donde lo hubiera; pero en esta ocasión, y obrando yo solo, no me siento con el valor necesario para coger a un burgués por el cuello y hacerle que me diera dinero.

Apenas pudiera, vendería mis brazos a un burgués, y restituiría la suma.

(28) Idea liberale, 8 de julio de 1894.

(29) Revue Bleue, Diciembre 1893.

(30) Dubois, obra citada.

(31) L´hystérisme, 1880.

(32) Revue Anarchiste 15 de Noviembre de 1893.

(33) Ferri, Discorso parlamentare, 7 de julio de 1894.

(34) Como se ve, esta última medida sería una especie de consagración de la Ley de Linch. Ahora bien: convendría distinguir cuáles son los pueblos que reunen aptitudes para ejercer el magisterio represivo de un modo directo, sin representación, en los casos extraordinarios en que se necesite incoar el rápido y, en nuestro concepto, eficaz proceso de linchamiento. En pueblos nuevos, vigorosos y sanos, como San Francisco de California, por ejemplo, se explican perfectamente los beneficios alcanzados en la práctica de este peligroso procedimiento (recuérdense los maravillosos resultados de los Comités de vigilancia de 1851 y 1877), que puede dar motivo, por otra parte, a tan grandísimas injusticias; pero a sociedades vetustas, donde las pasiones y el espíritu de bandería están muy desarrollados, no es posible, en manera alguna, dejarlas que reintegren por sí mismas el derecho violado; que administren directamente la justicia; que ejerzan, en fin, las funciones inherentes, propias y peculiares del poder judicial. Sobre este interesante punto, véase González Lanuza, La Ley de Lynch, discurso; Froilán Cuervo, idem id, refutación; Garófalo, Scuola positiva, de 15 de agosto de 1893; Dorado Montero, Revista general de Legislación y Jurisprudencia de marzo y abril de 1893, y Problemas jurídicos contemporáneos.

(35) Además, es menester que deje de ser una verdad aquella frase que Beaumarchais puso en boca de su filósofo Fígaro: Por su intelecto y su conducta hay muchos criados que merecían ser señores, y muchos señores que merecían ser criados.

(36) La Giustizia, 1° de julio de 1894.

(37) Il Delitto político e le rivoluzioni, por Lombroso y Laschi, parte 1a.

38) El proyecto de ley sobre la latifundia, de Crispi, hubiera sido un gran paso en este camino. Más, ¡ah! la Cámara, que encontró acordes a todos los partidos para votar las más violentas leyes de represión, no encontró ocasión de discutir ni de aprobar un tan importante proyecto.

(39) En un principio sólo tuvo por objeto el Tribunado la protección contra los excesos de poder Consular y el sostenimiento de la Ley Valeria. No disfrutaba mas que un derecho de oposición (el veto) a las decisiones de los Cónsules y del Senado (intercedere). Con el tiempo, la importancia de los Tribunos fue tan grande, que llevaban ante las tribus a los Cónsules y otros magistrados al finalizar el ejercicio de su cargo, exigiéndoles las oportunas responsabilidades. De este modo llegaron a determinar por sí mismos la política general de la República.

(40) Véase el juicio que merece a Odilon-Barrot la centralización administrativa: Convierte al individuo en autómata, enervando todas sus facultades; acarrea la ruina de los Estados, que no son mas que sumas de las fuerzas individuales y agota en gastos improductivos las fuerzas de trabajo particular; es, además, obstáculo a las reformas, porque destruída toda opinión, sólo revolucionariamente es posible el cambio; fomenta la plaga de la empleomanía pues concentrando toda la actividad social en el gobierno, hace que a él aspiren todos los ciudadanos, máxime cuando se llega al delirio de ver en el destino, a más de una prebenda, una distinción; y como poder y responsabilidad son cosas correlativas, el individuo despojado de toda participación en los negocios comunes se descarga de toda responsabilidad, que se acumula en el gobierno, al cual se le atribuye todo lo que ocurre, echándole la culpa de lo que puede inferir algún daño y hasta contrariar un deseo, llegándose a imputarle hasta la inclemencia de las estaciones.

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