DE SALARIOS, AHORROS Y PELIGROS

Conforme se acerca lo que podríamos denominar hora cero, referente al retiro, por parte del Tesoro Norteamericano, de los denominados estímulos financieros, cuyo objetivo no ha sido otro que el de mantener un alto grado de liquidez monetaria en el entorno global de negocios, como medida para paliar los terribles efectos que consigo trajo la llamada crisis del 2008, los paises considerados en vía de desarrollo, prácticamente no la ven llegar, y ello porque la finiquitación de ese proceso representará un fortísimo movimiento de capitales que, dígase lo que se diga, e incluso hágase lo que se haga, generaran verdaderos terremotos de inestabilidad, y ello porque no hay país en el mundo capaz de resistir la corrida de capitales que sin duda se generará.

Según el calendario establecido por el propio Tesoro de Norteamérica el retiro de los dichos estimulos se ha ido generando poco a poco, pero muy cerca esta ya la fecha en que tales estímulos se reduciran a cero, y de ahí pa´l real, la tendencia en cuanto a la valia de las tasas de interés se ira acrecentando, lo que de inmediato provocará la temida estampida de capitales. O sea, que estamos a muy poco tiempo de que eso suceda, y ante la recuperación económica de los países llamados primer mundistas, debe evitarse que a los considerados en vía de desarrollo, nos cargue patas de cabra, y es aquí donde las cosas se ponen color de hormiga.

Los efectos que la susodicha crisis del 2008 trajeron para con México han sido pavorosos, y si bien hasta el momento la hemos librado nadando de a muertito, y aprovechando las tasas cero de intereses en los paises desarrollados, implementadas para buscar activar sus economías, que orillaron a que un interesante caudal de capitales viniera a paises como México, por ser nuestra tasa de interés más atractiva, la fiesta esta a punto de terminar.

¿Qué hacer ante ese nada atractivo panorama?

La economía mexicana, y ello no es ningún secreto, se encuentra postrada en una desesperante inmovilidad. Su bajo crecimiento ha impedido el generar los empleos y oportunidades requeridos por la población, y las bajas percepciones salariales han traido como consecuencia la imposiblidad de fortalecer un mercado interno que constituyese un importante peldaño para un hipotético futuro crecimiento. Y como si todo esto fuese poca cosa, la artificial manera en que el Banco Central -léase Banco de México-, ha fijado las tasas de interés para el ahorro, ha colocado a este en una deplorable situación de negatividad. En pocas palabras, el Banco Central, en aras de incentivar la economía y abaratar el crédito, ha perjudicado de manera severa el ahorro.

De nuevo emerge la pregunta: ¿Qué hacer ante tan desagradable panorama?

Algo debe de hacerse y ese algo debe hacerse ¡¡¡ya!!!

El problema, a decir de los que de esto saben, se centra en definirse por alguna de estas posturas: 1.- Se continúa con la política de control inflacionario cueste lo que cueste o, 2.- Se flexibiliza ese combate permanente a la inflación optándose por intentar un camino diferente.

Pues bien, entre las opciones que se inclinan por lo segundo, existe la que pone en el centro de la discusión la necesidad de un importante aumento en la valoración del trabajo, aceptando, desde luego, que ello, sin duda, generará un proceso inflacionario, pero, a la vez, será la base del fortalecimiento de un mercado interno susceptible de mover la economía y generar su crecimiento. Así, la revalorización salarial podría ser el primer paso para ir previendo las inevitables consecuencias que traera consigo el aumento de la tasa de interés en los paises del primer mundo.

Por supuesto que esa revalorización no ha de forzarse desde criterios subjetivistas y voluntaristas, sino dentro de un amplio marco de transformación estructural. O sea que tal medida debe, forzosamente, ir unida a un cúmulo de medidas paralelas que traeran indudables beneficios pero, también, y es necesario tenerlo en cuenta, fuertes afectaciones, siendo una de ellas el inevitable advenimiento de un periodo de inflación considerable que habra que enfrentar y, sobre todo, limitar sus alcances y duración.

De que esta alternativa encierra sus peligros, ni duda cabe pero ... ¿hay de otra?

Septiembre del 2014
Omar Cortés