EL REMOLINO

Ahora si que ¡¡¡sálvese el que pueda!!! porque lo que comenzó como un remolinito amenaza con convertirse en un huracán destructivo.

Las cosas transcurrían más o menos manejables, hasta que comenzaron a suceder cosas raras. Por principio de cuentas, en las últimas elecciones de caracter local, celebradas en un montón de Estados de la República, al partido aplanadora se le fundieron los cables y ... ¡¡¡sopas!!! le pusieron una revolquiza de antología. La severa pambiza ocasionó que el, en otros tiempos, partido maravilla, mordiera el polvo de humillante manera, lo que por supuesto conllevó a que su dirigente, por cierto, de quien se decía tenía aspiraciones presidenciales, se viera obligado a renunciar a su cargo, no sin antes declarar la notoria existencia de fuego amigo en los comicios, llegando incluso a rumorarse que un poderoso Secretario de Estado había metido mano negra apoyando descaradamente a candidatos opositores. Si ello fue o no cierto pues ... ¿quien sabe? ... Lo que si resulta evidente es que, en por lo menos tres de los Estados ganados por la oposición, la situación está verdaderamente difícil puesto que las administraciones de los gobernadores salientes han dejado un desaseo en el aspecto económico que va a serles muy complicado, a los candidatos triunfantes, enderezar el rumbo de esos Estados, máxime en momentos de austeridad como los actuales.

Paralelo a toda esta telenovela, en el Congreso discutíase la aprobación de un conjunto de leyes, de entre las que destacaba una denominada Ley 3 de 3, que, supuestamente, servirían para combatir la corrupción e impunidad que por desgracia en mucho campean a lo largo y ancho de nuestro México lindo. Pero aquello que prometía ser, por lo menos en el aspecto normativo, un buen ejemplo para el futuro de nuestro país, terminó naufragando por la absoluta negativa de algunos legisladores a aceptar la aprobación que buscaba que todos los servidores públicos hicieran, válgase la redundancia, pública, sus declaraciones fiscal, de interés y patrimonial, alegando que ello vulneraba su privacidad, cuando en realidad lo que se buscaba era que la población estuviera atenta si se generaba algún aumento sospechoso de fortuna personal. Y así, aunada esa negativa de buena parte de legisladores a la falta de oficio de una oposición que nunca supo cómo doblegar a sus contrarios, los legisladores opuestos a la famosa Ley 3 de 3, se sacaron un as de la manga y ... ¡¡¡pácatelas!!! que dan el revire, enredando a la llamada iniciativa privada, sector por cierto promotor de buena parte de todo este asunto, colocándola entre la espada y la pared cuando, haciendola el blanco de su ataque, exigieron que fuese el sector privado, que realizase negocios con el Estado, obligado a presentar y a hacer públicas sus declaraciones fiscales, de intereses y patrimoniales. Por supuesto que los representantes de ese sector pusieron el grito en el cielo y, además de organizar una sui géneris protesta, asustados, por no decir apanicados, salieron en estampida buscando audiencia con el mismísimo presidente de la República quien, por supuesto, galantemente permitió que los canarios se acercaran a comer de su propia mano el alpiste que gentilmente les ofreció.

Pero el remolino no terminó con ese espectáculo de comedia bufa, en el que prácticamente una buena parte del sector empresarial y patronal mexicano hizo el mas patético de los ridículos, sino que las cosas se complicaron muchísimo más con los tristísimos acontecimientos de Oaxaca, en donde sucedió lo que ya se preveía y que aquí mismo, el mes pasado, comentamos: una auténtica tragedia que no tiene ninguna justificación.

La masacre de una protesta popular a balazo limpio, como resultado del jaleo que se traian, desde meses atrás, una Secretaría de Estado y un sindicato en particular. Ya habíamos alertado de que las cosas se estaban saliendo de control y de la apremiante necesidad de tender puentes de comunicación, de entendimiento entre las partes en conflicto. Dijimos, y por desgracia no nos equivocamos, que de seguir las cosas como iban, aquello iba a terminar muy mal. Total, nueve personas perdieron la vida y la región quedó sumida en un desgarriate espeluznante. Las protestas contra esa barbaridad no se han hecho esperar, y a lo ancho y largo de la República se ha ido entretejiendo y creciendo un justificado movimiento de crítica ante esa salvajada, exigiendo las necesarias investigaciones, deslindes y castigos para quienes resulten responsables.

Ya, a estas alturas, el remolinito transformábase en huracán, pero aún faltaría el ingrediente que aumentaria su intensidad, y este no fue otro que el denominado Brexit, esto es, el triunfo de los partidarios de la salida de la Gran Bretaña de la zona euro, en el referendum organizado en el todavía hace unos días llamado Reino Unido, que ahora deberá llamársele Reino Desunido, porque parece ser que todos quieren largarse de ahí.

La extrañísima manera en como los medios manejaron los resultados de ese referendum da mucho que pensar. Manipularon la situación de tal forma que a todos hicieron creer que el resultado de esa votación sería a favor de la permanencia del ahora Reino Desunido en la eurozona, y por supuesto que alguien salió realmente muy ganón de ese enjuague, bástenos tan sólo ver el azotón que se dieron la mayoria de las casas de bolsa europeas para sacar conclusiones. Se ha dicho que las empresas encuestadoras erraron en sus previsiones pero ... en lo que a mi respecta no me trago ese caramelo, más bien paréceme una especie de complot urdido en las máximas alturas del poder financiero. Es poco creible que profesionales de las encuestas hayan errado de tal manera. Más bien manejaron todo de forma tal que enredaron las cosas e hicieron creer a medio mundo que el Reino Desunido iba a seguir siendo parte de la zona euro. En fin, con ese resultado a favor del Brexit, se prendieron la totalidad de los focos rojos, y en nuestro México lindo, las autoridades financieras viéronse obligadas a decretar un nuevo recorte presupuestario, y es muy probable que habrán de tomarse otro conjunto de medidas que, por supuesto, acabaran afectando al pais entero y, por desgracia, bloqueando el ya muy menguado crecimiento de nuestra economía.

Y ahora sí, en medio de este tétrico panorama, habremos de resistir, como podamos, los vientos huracanados.

Nuestro quehacer frente a todo este desgarriate deberá, más que nunca, centrarse en mantener la equanimidad y evitar caer en provocaciones. Vienen momentos definitorios para la República. Ya no será posible posponer más la necesaria recuperación de ingresos, al igual que el atender los enormes rezagos en el agro mexicano. Muy seguramente habrá fuertes movilizaciones a todo lo largo y ancho de nuestra República en pos de tales objetivos, y debemos estar plenamente conscientes de que ya es hora de dar un mínimo avance y no contentarnos con estar eternamente poniendo los muertos y los mártires. En pocas palabras: se acercan los momentos en que, dependiendo de nuestra actuación, seamos capaces de dar pasos firmes en pos de la mejora de todas y todos, ganando la risa y el festejo que ya necesitamos. Porque ahora sí tenemos que ganar, no debemos contentarnos con seguir siendo los eternos perdedores.

Ciertamente en el logro de la recuperación de ingresos por parte de la población, habrá de cuidarse, de manera meticulosa, el evitar que ello genere o sea pretexto para el inicio de una espiral inflacionaria, ya que eso no sólo daria al traste con todo, sino que incluso colocaría la situación en peor perspectiva que la actual. Asi que habrá que echarle mucha inteligencia al asunto con el objeto de lograr avances positivos.

Por supuesto, y de ello debemos estar muy conscientes, nuestro actuar no será, de ninguna manera, lo que defina el futuro. Nuestras posibilidades son realmente muy limitadas, por lo que no debemos caer en ilusionismos. Sin embargo, si nos mantenemos tercamente contrarios a irracionales violencias y a las actitudes agresivas que a nada llevan, y esparcimos la semilla de nuestras alternativas sin más pretensión que la de intentar mejorar la situación actual, tarde que temprano alguna semilla germinará y se iniciará el anhelado cambio.

Así pues, actuar con inteligencia y audacia con la vista puesta fíjamente en torno a nuestro máximo objetivo, que no puede ser otro que el consolidar avances sociales que a todas y a todos nos beneficien, se constituye en el camino a seguir.

Julio de 2016
Omar Cortés