NUBARRONES EN EL HORIZONTE

Para desgracia de nuestro México lindo los problemas que nos aquejan, siguen presentes e incluso tienden a incrementarse conforme se acerca la época de la fatal revision del llamado Tratado de Libre Comercio entre México, Canadá y Estados Unidos. La terquedad de las autoridades norteamericanas por realizar una estricta revisión del susodicho tratado, mantiene la tensión al interior de la República, y no es para menos sobre todo si tomamos en cuenta el enorme caudal de cosas que se han hecho colgar del susodicho tratado, y paralelo a ello la carencia de información que sobre el asunto la inmensa mayoría de la población poseemos. Realmente nuestro conocimiento de los alcances del susodicho tratado son limitadísimos, y por lo tanto, igual de limitados son nuestros conocimientos sobre el efecto que en nuestras vidas cotidianas traerá su negociación. En sí como se está manejando todo este asunto es de un tecnicismo de alto nivel en el que, para acabar pronto, la inmensa mayoría de la población no tenemos vela en el entierro. En pocas palabras, no importando el efecto que su negociación traería para con nosotros, la población, nos quedaremos prácticamente igual que el chinito no más milando. Ni las manos vamos a poder meter cuando nos sorrajen los primeros trancazos de la negociación. Prácticamente estamos indefensos. No sabemos ni qué onda sucederá. Todo está planteándose a altísimos niveles de un tecnicismo desesperante.

Sería muy positivo si lográsemos destrabar la desinformación que existe y pudiésemos adentrarnos en este asunto para por lo menos estar preparados en caso de que las cosas se pongan color de hormiga, porque nos hemos acostumbrado a un nivel de consumo y de tener a nuestro alcance una gran cantidad de bienes que, en caso de que el susodicho tratado truene, se va a ver interrumpida, surgiendo carencias por ahora inimaginables. No se trata, por supuesto, de crear pánico ni de fomentar el nerviosismo, pero tampoco de que nos agarren de tarugos y nos den hasta por debajo de la lengua y nosotros ni la manos podamos meter. Algo hay que hacer, entre todos, a este respecto, y quizá el intercambio de información pueda ser una parte de la solución. Dejarlo todo en las manos de las élites quizá sea cómodo, pero definitivamente no pienso que sea lo indicado ni mucho menos lo correcto.

Tenemos que estar conscientes de que el problema es real, que no son ni elucubraciones ni exageraciones. Que realmente nuestra vida cotidiana puede llegar a verse sumamente afectada a consecuencia de la revisión del famoso tratado, por lo que lo más lógico es que estemos lo suficientemente preparados para resistir, en caso de que sea necesario, presiones y desagradables situaciones. No esta de más el estar conscientes de que las cosas pueden llegar a ponerse color de hormiga.

Marzo de 2017
Omar Cortés