Ni farol en la calle ni obscuridad en la casa

Desde su gestación hasta su muerte, una persona atraviesa por muchas y muy diferentes etapas en su desarrollo. Cada una de ellas, logra superarla, en la mayoría de los casos, gracias a intensas luchas, a veces de manera imperceptible, otras con más espectacularidad, según el grado de dificultad.

Estas luchas o su carencia, que al paso del tiempo, definen la personalidad, están determinadas, en una primera instancia, por circunstancias totalmente ajenas a su voluntad, como son: el país donde vive, la región, el idioma, el clima, la situación social, económica y cultural del padre, de la madre, o de quienes lo atienden, las personalidades de éstos, si practican una religión o no; si tiene hermanos o hermanas, si es primogénito, segundo o tercero, o si es hij@ únic@, su género, sus características físicas, su estado de salud, qué tipo de sociedad es en la que está inmersa y qué clase de relaciones existen entre sus miembros. Todas estas circunstancias y muchas más, influyen en su formación, y hasta cierto punto moldean su forma de ser.

Ahora bien, para que el individuo desarrolle una personalidad propia, debe iniciar muchos frentes de luchas… el más importante: contra quienes estén cerca y se lo impiden.

Ejemplo: infinidad de veces se recurre a frases del estilo: “eres un flojo”. Ante esta sentencia, quien oye tal valoración de su persona puede reaccionar de dos maneras posibles: asumiendo que “así es” y que “no tiene manera de cambiar” y que por lo tanto “así seguirá siendo”; o bien decidiendo trabajar duro para demostrar que la afirmación es errónea. Sin embargo, ninguna de estas dos respuestas conduce al conocimiento de uno mismo, ni tampoco a poner las condiciones favorables para llegar a ser una persona independiente y autónoma, ya que ambas son reacciones que no surgen de un análisis propio sino de un estímulo externo.

Tener la capacidad de sacar del baúl de la herencia cultural lo que se considera correcto y de dejar allí lo que se considera inadecuado; ignorar estímulos cuya finalidad es someter al prójimo; tener el valor de poner un freno a las intromisiones de los cercanos y no tan cercanos, implican luchas que, a veces, parecen insostenibles, perdidas de antemano; pero, con determinación, autoanálisis y afirmación de nuestras propias opiniones y tomas de decisión, puede iniciarse un proceso hacia la construcción de una personalidad propia.

Se trata de un proceso que madura en el camino, se fortifica, construye, de-construye y cuyo objetivo último es el nacimiento, ahora consciente, ya no biológico, del individuo como tal, inmerso en una sociedad dada pero con ideas y valores definidos, asumidos y defendidos por él mismo.

Simultáneamente a estas luchas personales hacia el descubrimiento y la definición, existen las luchas de “afuera”, las económicas, sociales y políticas. Pero, sin las luchas individuales previas, las luchas colectivas pueden diluirse con facilidad, por muy fuerte que parezca un movimiento social.

Así que la vida se nos presenta como una sucesión de victorias que lograr, sin duda a veces hay derrotas, pero lo importante no es la consecución del fin, sino los caminos que se tienen que escombrar para llegar a él. Allí está el aprendizaje.

Mayo de 2011
Chantal López


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