¡¡¡CALMA Y NOS AMANECEMOS!!!

Después de celebrados los comicios presidenciales de nuestros vecinos del norte, acá, en nuestro México lindo, la confusión, el caos y el pánico se ha apoderado de los centros neurálgicos de las clases dirigentes, las cuales andan que ya no las calienta el sol. Preocupaciones, maldiciones, mentadas y todo lo imaginable salen cotidianamente de las cuevas de los dueños del poder en México porque sus cuentas no les salieron, y sus comentaristas, expertos y encuestadores les han fallado en todo.

Suponían que el partido vencedor en los comicios de nuestros vecinos del norte sería el que resulto perdedor, y es que todo su séquito de achichincles les habían pronosticado con absoluta seguridad que el que resultó vencedor sería, sin ningún lugar a dudas el perdedor, y finalmente sucedió que, como dice la canción se equivocó la paloma, se equivocaba ... Y el resultado no se hizo esperar: la ira, la rabia, en un principio y ... después, el temor a las represalias y, por supuesto, el nerviosismo traducido en histeria y, como siempre sucede, transmitido directamente a todos nosotros, los sempiternos siervos, a los que, por si algo nos hiciera falta, buscan pasarnos el costo de la factura de sus aventuras, de sus indecencias y su increible injerencismo en el proceso electoral de nuestros vecinos del norte.

Quizá nunca en la historia política de México se había llegado a un nivel tan alto de injerencia en asuntos propios de otra nación. Realmente fue increible la manera en como las clases dirigentes mexicanas se inmiscuyeron en el proceso norteamericano. Ciertamente la táctica electoral de uno de los contendientes en mucho contribuyó a que eso sucediera pero ... realmente se pasaron de rosca.

El hecho de que el candidato que finalmente resultó vencedor estuviese un día sí, y el otro también, dale que dale con la cantaleta de que México y los mexicanos éramos o somos los culpables de casi todo lo malo que enfrentan los Estados Unidos, había que tomarlo como lo que era: una vulgar táctica electorera basada en una constante provocación, y por lo tanto, actuar en consecuencia, o sea, no darle tanta importancia al asunto. Pero resultó que no fue así, que la táctica provocativa vaya que si le dió resultado a ese candidato, al grado de que consiguió inmiscuir emocionalmente a sectores claves de las clases dirigentes mexicanas, las que sintiéndose agraviadas le entraron con todo al jaleo, y de hecho, aunque quizá ahora lo nieguen, se inmiscuyeron por completo a favor del partido que a la postre fue el derrotado. Y ahora andan con la cola entre las patas sin saber a qué atenerse al futuro. Realmente se sienten como los perdedores, y si nos atenemos a la objetividad, de hecho lo son. Se habían hecho tantas ilusiones al respecto que quizá ya se sentían copropietarios de la Casa Blanca.

Ahora se la pasan rezando rosarios y encomendándose a la Divina Providencia suplicando por su comprometido futuro. ¡Ya nos cargó la tiznada! constituye su consigna actual, y bajo durísimas denostaciones al candidato triunfador, indecentes rabietas en contra de todo y todos, claman a gritos la necesidad de implementar un plan B, para salvar a México del caos que se avecina.

Y aquí estamos, toda la población, me refiero, por supuesto, a nosotros, los de a pié, con el ¡Jesús! en la boca, esperando qué loca aventura estarán confabulando las clases dirigentes y cómo nos van a meter en más problemas.

La situación, ciertamente, no es precisamente de vino y rosas, pero no se va a componer con rabietas y bravuconadas. Serenidad y calma son las actitudes recomendables.

Se dice que el próximo inquilino de la Casa Blanca tiene como intención, entre otras cosas, mandar a volar a más de tres millones de mexicanos indocumentados que residen en los E.U.; renegociar o nulificar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte; construir un muro a todo lo largo de la frontera entre México y E.U. que evite que entren más indocumentados a E.U.; fijar un impuesto directo de 35% a los bienes producidos por compañías norteamericanas establecidas en México y que exportan a los E.U.; y por si todo esto fuera poco, crear un impuesto para gravar el envío de dinero que realizan trabajadores mexicanos desde E.U. a México. Resultando evidente que si esto se lleva a cabo traerá gravísimas consecuencias para con la economía de México. De esto no hay la menor duda. Ahora bien, el asunto es ver cómo contrarrestar tan agresivo programa y para ello es imprescindible la serenidad y la calma.

En primer lugar debemos ubicar claramente lo que en realidad podemos hacer y olvidarnos de cosas que están fuera de nuestro alcance el lograr. El voluntarismo a nada nos va a llevar, y mucho menos en los niveles en que estamos hablando. Quizá nuestra máxima contribución a todo este desbarajuste sea el que logremos instaurarnos como muralla para contener rumores, chismes y malas vibras; esto es, que seamos capaces de crear un ambiente de confianza, serenidad y tranquilidad con nuestros amigos, familiares y vecinos. Autovacunándonos contra el pesimismo y el derrotismo claramente presentes en el seno de las clases dirigentes.

La situación, y todos lo sabemos, esta complicada; no la compliquemos más con lamentos y fanfarronadas. Actuemos como siempre lo hemos hecho: con serenidad y calma; con confianza en nosotros y nuestros semejantes, nuestros iguales, con los que conversamos a diario. A nadie hemos hecho mal, a nadie le hemos deseado mal, asi que no tenemos porque temer nada. ¡Tratemos que nuestra vida cotidiana sea un manantial de buenas vibras para todas y para todos!

Diciembre de 2016
Omar Cortés