¡¡¡ESTE ARROZ YA SE COCIÓ!!!

Todo parece indicar que la denominada reforma energética se ha consumado. De ahora en adelante irá viéndose si realmente las medidas desesperadas que la administración pública implementó buscando atraer inversiones de gran cuantía al país, funcionan.

He calificado de medidas desesperadas las implementadas en la pomposamente denominada reforma energética, porque en realidad, dejando a un lado los aspectos ideologizantes y las simpatías políticas de cada quien, objetivamente resulta muy dificil el poder entender por qué por un lado se presenta una exagerada cordialidad para con futuros inversionistas expresada en la estructura legal del conjunto de normas que dan cohesión a la susodicha reforma, pero, por otro, es evidente la existencia de pesados controles regulatorios.

Tal pareciese que la administración pública no sabe qué hacer con lo que tiene, y esto si es que conoce a fondo lo que realmente tiene. Pero lo que es aun peor: parece no tener ni idea de cómo enfrentar la problemática de eficientar la producción, distribución y consumo de la energía en sí. Y esto sí que es muy grave.

Hay quienes subrayan, sobredimensionándola, la característica por ellos llamada privatizadora inherente a la reforma. Tal característica es, sin duda alguna, evidente; sin embargo, de aqui a la sobredimensionalización que de ella hacen, hay un enorme trecho. Existe en la legislación aprobada, abundantes trozos de dura regularización que, de llevarse a cabo, sin duda desanimarán los deseos de inversionistas tanto nacionales como extranjeros, de intentar siquiera meterle diente al platillo energético. De esto no me cabe la menor duda. Ahora bien, ¿hasta donde realmente esos candados regulatorios serán activados? Aquí emerge, a mi entender, el gravísimo problema del asunto, en mucho debido a la falta de probidad y descarada corrupción prevaleciente en los altos círculos administrativos tanto del sector público como del privado. Será en este aspecto que deberán realizarse las más feroces batallas de los sectores progresistas, impidiendo que bajo los cantos de las sirenas que ofrecerán el oro y el moro, el pais realmente se vaya al despeñadero. Pero para que esto sea posible es necesario hacer circular toda la información posible, y hacerlo de manera inteligente y accesible a cualquier intelecto, para que la población en su conjunto, al estar cabalmente informada, realmente marche decidida a emprender una lucha en defensa de los energéticos, una lucha que mientras más desideologizada esté, más sólida y contundente será; una defensa en pro de los intereses de todas y todos.

En la conformación de la nueva República que esta llamada a sustituir a la ahora agonizante, acciones como a la que me he referido serán claves para que las fuerzas progresistas retomen nuevamente el lugar que les corresponde, lugar que se ha perdido por un inconfesable número de errores, infantilismos y, desgraciadamente, no pocas traiciones. Aun hay tiempo para buscar enderezar el rumbo, pero, ¡¡¡por favor!!! no mediante llamados simplistas y bobalicones a buscar que las cosas queden igual que antes, porque eso ya no va a ocurrir, y quien opine lo contrario se esta mintiendo a sí mismo.

Es de esperar que entre todas y todos, busquemos respuestas positivas que a todas y a todos nos satisfagan, sin entregarnos amordazados y amarrados a dirigencias políticas que, dígase lo que se diga, han fallado rotundamente a su compromiso con la Nación. Bien dice el dicho que primero cae un hablador que un cojo, y cuántos de nuestros ilustrísimos representantes de las izquierdas se la pasaron echando habladas de que no iban a permitir esto ni aquello; que no se iban a quedar con los brazos cruzados y ... bla, bla, bla, bla ... Ahora ya hemos visto a lo que conduce el andar de habladores. Es urgente, y muy necesario que entre todos tratemos de hacer una reflexión seria de lo ocurrido, para quitarnos esa amargura de derrota y, retomando nuevos bríos, enfrentar el futuro con marcado optimismo.

Actuar tal como lo dice la canción: ya lo pasado ... pasado ... no me interesa, enfocándonos al porvenir, y no encadenándonos en absurdas y ridículas vendettas, quizá entendibles en el mercado político de partidos y votos, pero por completo superficiales y, lo que es peor, muy negativas, de cara al actuar cotidiano de las personas comunes y corrientes que con toda probabilidad deberemos enfrentar un futuro muy complicado, y obviamente, totalmente alejado de si tal o cual instituto político adquiere o pierde el registro.

Por supuesto que entendemos y valoramos la importancia de la representación de las fuerzas progresistas en los congresos locales y en el federal, pero de aqui a centrar toda nuestra atención en ello, realmente hay una enorme distancia. Asi pues, que no se confundan los políticos miembros de tal o cual instituto, una importante parte de la población les queremos y respetamos, pero, por favor, que no se nos malinterprete, porque definitivamente ni estamos bajo sus órdenes ni tampoco buscamos escudarnos tras su representación. En pocas palabras: nos bastamos a nosotros mismos.

Agosto 2014
Omar Cortés