Indice de Los seis libros de la República de Jean BodinLIBRO CUARTO - Capítulo cuartoLIBRO CUARTO - Capítulo sexto.Biblioteca Virtual Antorcha

Los seis libros de la República
Jean Bodin

LIBRO CUARTO
CAPÍTULO QUINTO
Si es conveniente que reine la concordia entre los oficiales.


... La salud de la República depende de la unión y relación amistosa de los súbditos entre sí y de todos con su cabeza. No puede esperarse tal unión si los magistrados, que son los súbditos principales y cuyo deber consiste en unir a los demás, no están de acuerdo.

En tal caso, los súbditos tomarán partido y no tardarán en hacerse la guerra para apoyar a sus respectivos caudillos, en tanto que la actividad pública se verá paralizada por la ambición de los magistrados, opuestos los unos a los otros, con el daño consiguiente para la República ... ¿Qué victorias se pueden esperar de un ejército cuyos capitanes están divididos? ¿Qué justicia se puede esperar de jueces divididos en facciones? ... Las disensiones y guerras civiles, azote capital de la República, nacen, se nutren y desarrollan en el suelo fértil de la animosidad y hostilidad de los magistrados ...

Pero, de otro lado, puede decirse que en la enemistad de los magistrados reside la salud de la República. La virtud solo resplandece cuando es combatida y el hombre solo se decide a ser virtuoso cuando es movido por la honesta ambición de realizar grandes y hermosas empresas que superen a las de su enemigo ... Así, decía el rey Tulio Hostilio a Metio Fufetio, dictador de Alba: Los bandos por los que nos censuras son provechosos al bien público, porque la emulación que resulta de nuestras disputas beneficia a la utilidad pública ... Si esto es cierto cuando todos los magistrados son personas honestas, con mayor razón lo será si algunos de ellos son deshonestos, puesto que, en tal caso, no solo será conveniente, sino necesario que los buenos luchen contra ellos ... Así como la conservación del mundo depende, después de Dios, de las oposiciones existentes entre todas las partes del universo, es preciso también que los magistrados de la República sean, en alguna medida, contrarios ... Hasta aquí los argumentos aducidos de parte y parte ...

Es conveniente en toda República que el número de los magistrados supremos, próximos a la soberanía, sea impar, para que la disensión se resuelva por la mayoría y no se paralicen los negocios públicos ... En la monarquía es menos de temer la discordia, porque, así como Dios mantiene la oposición de los movimientos celestes y de los elementos, de las simpatías y antipatías en un discordante acorde, como voces contrarias en una placentera y dulce armonía, sin dejar que un elemento sea oprimido por otro, del mismo modo el príncipe, que es imagen de Dios, debe regular las querellas y disensiones de sus magistrados, de tal modo que sus oposiciones no desaparezcan, para que de su animosidad resulte la salud de la República ...
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