Indice de Los seis libros de la República de Jean BodinLIBRO SEGUNDO - Capítulo cuartoLIBRO SEGUNDO - Capítulo sexto.Biblioteca Virtual Antorcha

Los seis libros de la República
Jean Bodin

LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULO QUINTO
Si es lícito atentar contra el tirano y anular, después de su muerte, sus ordenanzas.


... Hemos dicho que es tirano quien por su propio esfuerzo se hace príncipe soberano, sin elección, ni derecho hereditario, ni suerte, ni justa guerra, ni vocación especial de Dios. A él se refieren las leyes y autores antiguos, cuando disponen se le dé muerte ... Estos no establecieron ninguna diferencia entre el príncipe bueno y virtuoso y el perverso y villano, pues consideraban que ningún hombre estaba facultado para apoderarse de la soberanía y convertirse en señor de sus iguales ... Así, pues, el súbdito que pretendía apoderarse y usurpar la dignidad real -o, en los Estados popular y aristocrático, convertirse en señor de sus iguales-, merecía la muerte. En este punto, la cuestión no ofrecía dificultad. Griegos y romanos debatieron si, en tal caso, se puede acudir a la violencia sin aguardar la vía de la justicia. Así lo resolvió la ley Valeria, promulgada a instancia de P. Valerio Publícola, siempre que, después del homicidio, se comprobara que el muerto aspiraba a la soberanía. La solución nos parece razonable, porque proceder por vía de justicia significaría tanto como permitir que el fuego consumiese la República antes de poderlo remediar; además, ¿cómo se haría comparecer en juicio a quien contase con la fuerza tras de él? ...

La cuestión que más nos interesa es saber si puede darse muerte al príncipe soberano que accedió al Estado mediante elección, suerte, derecho hereditario, justa guerra, o por especial vocación de Dios, cuando es cruel, exactor y perverso en extremo, que es lo que significa la palabra tirano. Varios doctores y teólogos han tratado de la cuestión y han decidido que es lícito matar al tirano, pero sin establecer las debidas distinciones ... Para resolver bien el problema, es necesario distinguir entre el príncipe absolutamente soberano y el que no lo es, así como entre los súbditos y los príncipes extranjeros. En efecto, existe gran diferencia entre afirmar que el tirano puede ser matado lícitamente por un príncipe extranjero o por su propio súbdito. De igual modo que es muy honorable y justo usar de la fuerza para defender los bienes, el honor y la vida de quienes son injustamente atacados, cuando la puerta de la justicia está cerrada ..., también es muy honorable y generoso que un príncipe tome las armas para vengar a un pueblo injustamente oprimido por la crueldad de un tirano ... En tal caso, poco importa que el príncipe virtuoso proceda contra el tirano mediante la fuerza, la astucia o la justicia ...

Por lo que se refiere a los súbditos, es necesario distinguir, según sea el príncipe absolutamente soberano o no. Si no lo es, la soberanía residirá necesariamente en el pueblo o en los señores. En tal caso, no cabe duda que es lícito proceder contra el tirano por vía de justicia, si ello es posible, o recurrir al uso de la violencia y de la fuerza, si no se puede hacerle entrar en razón de otro modo ...

Si el príncipe es absolutamente soberano, como son los verdaderos monarcas de Francia, España, Inglaterra, Escocia, Etiopía, Turquía, Persia o Moscovia, cuyo poder no se discute, ni cuya soberanía es compartida con los súbditos, en este caso, ni los súbditos en particular, ni todos, en general, pueden atentar contra el honor o la vida del monarca, sea por vías de hecho o de justicia, aunque haya cometido todas las maldades, impiedades y crueldades imaginables. En cuanto a la vía de la justicia, el súbdito no tiene jurisdicción sobre su príncipe, del cual depende todo poder y autoridad; puede revocar en cualquier instante el poder de sus magistrados, y basta su sola presencia para que cesen el poder y jurisdicción de todos los magistrados ... Si no es lícito que el súbdito Juzgue a su príncipe, ni el vasallo a su señor, ni el criado a su amo, ni es lícito, en suma, proceder contra su rey por vía de justicia, ¿cómo podrá serlo proceder por vía de hecho? No se trata aquí de saber quién es más poderoso, sino si es lícito en derecho y si el súbdito tiene potestad para condenar a su príncipe soberano.

No solo es reo de lesa majestad el súbdito que ha matado al príncipe soberano, sino también el que lo ha intentado, aconsejado, deseado o pensado ... Aunque los malos pensamientos no incurren en pena, es reo de muerte quien ha pensado atentar contra la vida de su príncipe soberano, aunque posteriormente se arrepienta ... Responder a las objeciones y argumentos vanos de quienes sostienen lo contrario, sería perder el tiempo. Al igual que quien pone en duda la existencia de Dios merece que sienta el peso de las leyes sin usar de argumentos, trato semejante debiera darse a quienes han puesto en duda verdad tan evidente, llegando incluso a publicar libros donde defienden que los súbditos pueden justamente tomar las armas contra su príncipe tirano y hacerle matar por cualquier medio ...

Afirmo, pues, que el súbdito jamás está autorizado a atentar contra su príncipe soberano, por perverso y cruel tirano que sea. Es lícito no obedecerle en nada contrario a la ley de Dios o de la naturaleza, y, en tal caso, huir, esconderse, evitar los castigos, sufrir la muerte, antes que atentar contra su vida o su honor. ¿Cuántos tiranos habría si fuese lícito matarlos? Para el vulgo sería tirano quien impusiera excesivos subsidios, quien mandase contra el gusto del pueblo ..., quien tuviese una escolta para su propia seguridad, o quien hiciese matar a los conjurados contra su Estado. ¿Cómo podrían estar seguros de sus vidas los buenos príncipes? No pretendo que no sea lícito a los otros príncipes perseguir por la fuerza de las armas a los tiranos, como ya he dicho, pero esto no atañe al súbdito ...
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