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RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO
y otros artículos

Ponciano Arriaga

Selección de Chantal López y Omar Cortés

EL DESTIERRO DEL PADRE CASTAÑEDA



Prometimos en nuestro número anterior hablar sobre el destierro del Padre Castañeda, y para satisfacer no a los Editores de La verdad desnuda, pues ellos desmerecen toda clase de consideraciones, sino a los que o por ser halagados en su opinión, o por otra cualquiera mira o antecedente hayan sido alucinados o sorprendidos por las imposturas de aquellos. El Padre Castañeda, tanto por sus hechos en la época de los Jalapistas, como por sus comportamientos en el tiempo que funcionó en una de las Camaras de la Unión de representante por el Estado de San Luis Potosí, se hizo indigno de la confianza pública y acreedor ál desprecio de los Sanluiseños. Todos estos saben que Castañeda tuvo mucho influjo y bastante participio en los asesinatos cometidos en esta Capital el año de 1830, por una disposición gubernativa, demasiado violenta y arbitraria; saben del mismo modo, que como director de conciencias en muchas casas particulares tiene prestigio sobre las familias preocupadas, y que siendo enemigo diametral de los actuales Gobernantes no hace perder ocasión para desacreditarlos introduciendo la seducción más maliciosa en los corazones de los que lo atiendan; en fin, la decencia nos pone en el caso de callar otros muchos pormenores que justifican el destierro del Padre Castañeda. Por motivo tan poderoso el H. Congreso del Estado, el Soberano y legítimo representante que tiene en sus manos todos los intereses de sus comitentes, acordó facultar al Ejecutivo para que hiciese mudar de residencia a todos los individuos que considerase desafectos al sistema Federal, actual orden de cosas, y se hubiere distinguido en tiempos de la administración Picalugana con hechos positivos, reales y verdaderos. Nada sobre estos puntos hubo que averiguar con respecto a Castañeda; el Estado todo está penetrado de sus remarcados comportamientos; y por lo mismo, con el primero y unico que fue ejecutada la voluntad soberana, fue con el. Con que sacamos de lo dicho que no fue el Gobernador del Estado quien a su antojo dispuso que saliese, sino el Supremo poder Legislativo, que no queriendo padecer el influjo de los malvados dió poder bastante al Ejecutor de las Leyes, para que despidiera del territorio Sanluiseño a todos los que se hubieren hecho celebres por sus maldades en el tiempo de la usurpación; sacamos igualmente, que tal disposición fue muy valedera como emanación de la voluntad general representada en un Congreso legítimamente constitUido; y que la aplicación de ella en el Padre Castañeda fue la mas justa, según que lo merecia demasiado por lo que hemos dicho, y por lo que diremos, si los Editores de La verdad desnuda con nuevas mentiras quisieren o nos provocaren a que hagamos referencia de acontecimientos poco decorosos ál referido Castañeda.

(De El Yunque de la Libertad, San Luis Potosí, Núm. 22, del 24 de febrero de 1833)

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