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RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO
y otros artículos

Ponciano Arriaga

Selección de Chantal López y Omar Cortés

RELACIONES IGLESIA - ESTADO
Décimo primer artículo



Las comunicaciones que hoy insertamos del Gobierno del Estado con el Cura Parroco, demuestran hasta la evidencia la mala disposición de alguna parte del Clero para cumplir sus deberes y que por llevar adelante el espíritu de desunión traicionan a su instituto y se convierten en jefes de facción, procurando arruinar y desolar como sirva a su propósito, que es alentar una guerra de religión, desprestigiar los Gobiernos establecidos, hacer infelices víctimas a la multitud ignorante y que se innunde en sangre el suelo mexicano; sentimos en nuestro corazón esta conducta, y la sentimos más por el ultraje que infieren a la sagrada religión los mismos encargados de conservarla.

Hace seis meses dice el Cura Párroco que se presentan dificultades en administrar el Viático a los enfermos, por haberse muerto una mula que servia en el coche destinado al objeto; que unas ocasiones reemplazaba la falta de piedad de los vecinos que franqueaban el suyo, otras se pagaba el alquiler con fondos de algunas limosnas y otras los mismos interesados sufrian esta exacción ¿dónde vivimos? ¿por qué el Cura Párroco no indicaba a las autoridades la falta de cumplimiento del Tesorero de los fondos municipales en caso de ser cierto su abandono? ¿Vive tan extranjero en el Pais que carecia de arbitrios para insinuarse, ya que no queria aparecer como acusador? ¿son tan faltos de piedad y devoción los vecinos de la cápital de S. Luis, que a la menor insinuación suya no hubieran aprestado sus coches para estár prontos a la ménor señal? ¿tiene él bajo concepto de ellos, que haya llegado a pensar que no serian capaces de privarse de su comodidad una cuantas horas, y mandar sus coches al servicio del culto divino?

Todo lo contrario sabe, y hay una larga experiencia de lo generoso que son todos lo habitantes de la Cápital para todos los actos devotos, y que tiendan al culto. Respondan las limosnas de esas tandas cuaresmales de ejercicios; respondan las funciones de nuestra Pátrona, la Madre Santa de Guadalupe; respondan las misas diarias que paga la devoción de los fieles ¿qué sacerdote amanece con intención libre? ¿quién recibe dos reales de limosna por una misa? ¡Por qué la desconfianza en que franqueasen su coche! Esta no la hay, y se aparentó, porque refluia contra lo dispositivo de las leyes, ciertos de aquella máxima, que el vulgo tiene facilidad de hablar, y la impotencia de examinár. Es un ataque que se ha dado a los defensores de la paz y un ataque de alarma para que no se establezca.

La Religión Santa se halla herida por sus custodios y el Redentor del Universo crucificado nuevamente por los suyos: enseñó un camino, toman otro; predicó una doctrina de amor y caridad y siembran la de odio y tirania ¿qué sería de la Religión Catolica, si hubiesen sido embarazos para ministrar el augusto Sacramento, el no tener coche a la mano en que conducirlo el ministro? Los primeros cristianos fueron tan pobres que ocupaban el lugar de los mendigos; el mismo S. Pedro no usó jamás cabalgadura, ni tenia otro recurso para subsistir que el de un miserable pescador; Jesus vivió del trabajo del Casto Carpintero; el Sacramento se ministraba como signo de fe a los fieles, y no sólo se daba a los enfermos, sin esperar carruajes a que los creyentes no aspiraban, sino que el sacerdote buscaba alimentos y medicinas para el necesitado ¡qué actos de piedad y caridad tan opuestos al que ahora nos ocupa! El Eclesiástico confiesa al enfermo, conoce que este necesita del máximo Sacramento de la Eucaristia, y con frialdad le dice: Te lo administraré, pero busca coche ¡Santo Dios! ¿es esta tu doctrina? Ya sabemos que no.

La Religión cristiana hizo millones de prosélitos con el amor y caridad; resplandecieron las virtudes con la pobreza y la paz; el mundo Cátólico era poblado de Santos y todos estos bienes nos quitó Constantino en el desgraciado siglo cuarto para la Iglesia; dio distinciones profanas al Clero, le dió riquezas, e hizo que se ovidase la escuela del Salvador, y aquellas palabras del Salmista: Dios quiere corazones compungidos y no palabras compuestas. El que no tiene caridad no entra al Reino de los Cielos, y no administrar el Viático al enfermo oportunamente por falta de coche, es faltar absolutamente a la caridad.

(De El Yunque de la Libertad, San Luis Potosí, Núm. 113, del 21 de mayo de 1834)

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