La obra del inmortal filósofo griego Aristóteles, conocida con el nombre de La Política, aunque en verdad, debería llamarse La concepción de la República, fue probablemente escrita entre los años 350 y 330 a.C., pero no sería traducida y publicada en castellano sino hasta 1584, correspondiéndole a Pedro Simón Abril el trabajo de traducción directa del griego. Ahora bien, no está aun bien claro si esa traducción fue realizada a partir de una obra completa, o si Pedro Simón tradujo textos (Libros) inconclusos o incompletos.
Así, y no obstante que el biógrafo de Aristóteles, W. Jaeger enfatiza que La Política constituye un texto propio de Aristóteles, descartando las opiniones que expresan lo contrario, lo que sí es claro es que esta obra no alcanzó a ser rescatada sino parcialmente, esto es, que tan sólo se ha conservado una parte, aunque quizá significativa, de ella.
Otro factor que no debemos de perder de vista, es que a lo largo de los siglos, esta obra ha sido manipulada hasta decir basta; y a tal grado se ha dado esta manipulación que prácticamente existen muchas versiones de La Política.
Un ejemplo de lo anterior podemos fácilmente constatarlo si comparamos la traducción de Pedro Simón Abril con el texto que aquí publicamos, que de hecho es el texto común, o mejor dicho, el más conocido de esta obra en castellano.
Las diferencias saltan de inmediato a la vista. El titulado de los Libros y capítulos, el orden de los mismos, el léxico usado ... en fin, cotejando ese texto con el que aquí publicamos, pareciese que estamos frente a obras diferentes.
Varios factores han insidido para que esta extrañeza se materializase de tal manera. No olvidemos que las opiniones e ideas de Aristóteles, tuvieron una enorme repercusión en el mundo del medievo al ser rescatadas por diversas corrientes del catolicismo, y si nos atenemos a la manera en como los llamados padres de la Iglesia se las gastaban, no es de sorprender que los mismos le hayan metido, como comunmente se dice, mano, y hasta brazo, añadimos nosotros, a esos textos, buscando dejarlos a su gusto. Así, no es de extrañar que a través de tantísimos años y de tanto manoseo, se generase la peculiaridad a que estamos haciendo referencia.
Otro factor que también ha influido para que esta peculiaridad se generalice, lo encontramos en el quehacer editorial. En efecto, las editoriales han contribuido a que obras como la que aquí presentamos tengan infinidad de versiones. Por ejemplo, el buscar ajustar las dimensiones de las obras (preferentemente en lo relativo al número de páginas), a las características de tal o cual colección, ha conllevado a que en no pocos casos se editen versiones de La política, recortadas o ajustadas.
Así pues, y habida cuenta de este innegable hecho, bien haría el lector en cotejar la edición que aquí presentamos con la traducción de Pedro Simón Abril, para que pueda sacar sus propias conclusiones.
Ahora bien, sobre el contenido de La Política, podemos comentar que sin duda es un texto interesantísimo que tuvo, y sigue teniendo gran jerarquía. La tesis principal de Aristóteles, de donde se deduce toda la savia de esta obra, se centra en su máxima: El hombre es un animal político por excelencia, entendiéndose por político su circunstancia grupal; esto es, lo que Aristóteles descubre, es que el hombre es un animal grupal por excelencia: nace, vive y muere en el grupo; su vida fuera de éste, es algo inconcebible. Entonces, la polìtica no es sino la actividad que se desarrolla en el ámbito del desenvolvimiento grupal, en la familia, la tribu ..., siendo la casa, el barrio y, sobre todo, la ciudad, los espacios naturales de convivencia de estos agrupamientos humanos y, por consecuencia, de los individuos que los conforman.
El Estado, o la polis, constituiría la supraorganización administrativa de los agrupamientos humanos circunscrita a un espacio -léase, territorio-, específico.
El concepto central de Aristóteles, en nuestra opinión, no es el de buscar glosar una concepción del Estado imperial, y ello no obstante que él haya sido el preceptor de Alejandro Magno. Por el contrario, su idea busca defender y salvar esos espacios naturales de convivencia de familias y tribus, precisamente de la desnaturalización a que puede conducirles el predominio de la administración estatista imperial. Esto, lo repetimos, en nuestra opinión, es sumamente importante tenerlo en cuenta para no irse, como se dicen comunmente, con la finta.
La tesis aristotélica busca el equilibrio tanto en el interior de los agrupamientos humanos, como de éstos con su número y su medio (población y territorio). La constitución o conformación de una polis o Estado que tienda a la perfección, deberá forzosamente tener en cuenta la idea de equilibrio entre sus factores. Ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre, señala un sabio refrán popular que queda ni mandado a hacer para lo que aquí tratamos.
Fiel a su propia idea del equilibrio, Aristóteles busca la predominancia de las clases medias, en la administración de su República ideal, puesto que estas clases que, en su opinión conllevan en sí mismas la idea del equilibrio en lo que a fortuna, aspiraciones y posibilidades se refiere, constituyen una garantía, un escudo contra lo que él considera el cáncer de la demagogia.
Leer La Política de Aristóteles, favorece la reflexión, ya que sin duda encontraremos muchas referencias relacionadas con nuestra vida cotidiana que nos invitarán a analizar nuestro entorno.
Esperamos que todo aquel que se acerque a leer, consultar o curiosear esta edición virtual, experimente un enorme y gratificante placer.
La obra del inmortal filósofo griego Aristóteles, conocida con el nombre de La Política, aunque en verdad, debería llamarse La concepción de la República, fue probablemente escrita entre los años 350 y 330 a.C., pero no sería traducida y publicada en castellano sino hasta 1584, correspondiéndole a Pedro Simón Abril el trabajo de traducción directa del griego. Ahora bien, no está aun bien claro si esa traducción fue realizada a partir de una obra completa, o si Pedro Simón tradujo textos (Libros) inconclusos o incompletos.