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IDEARIO DE HIDALGO

Alfonso Garcia Ruíz

IDEALES POLÍTICOS

Unión nacional


Al iniciarse el movimiento de independencia, la población de México se hallaba dividida por intereses económicos, sociales y culturales, siguiendo cada grupo una tendencia politica diferente según convenía a sus intereses o a su punto de vista, o según le era impuesto por su condición libre o dependiente. Individuos o grupos de individuos de la misma filiación, criollos, indios, mestizos y aun algunos de los españoles, tomaron diferentes actitudes ante la sublevación de los insurgentes. Era natural que los interesados en la independencia pensasen necesario procurar antes o simultáneamente con ella, la unificación de los diferentes elementos de la nación. Hidalgo planteó muy claramente esta demanda desde sus primeros escritos.

Varios aspectos se relacionan con esta preocupación. El más importante parece haber sido el de la unificación del grupo criollo, cuya unidad política era decisiva para poder alcanzar la independencia. Una parte considerable de él, en la que figuraban algunos de los más poderosos, se mantuvo al lado realista y aun llegó a dar su apoyo firme a los virreyes y al ejército que combatían contra los insurgentes. Otros se incorporaron de inmediato a la revolución. Hidalgo juzgaba equivocada la aclilud de aquéllos. Creia el peor desastre que la lucha degenerase en una revolución en que nos matemos unos a otros los Americanos, exponiéndonos en esta confusión a que venga un extranjero a dominarnos (1). Suponía que se encontraban del otro lado sólo obligados por las circunstancias, pero que abrigaban los mismos sentimientos que los demás criollos, aunque no puedan explicarlos en aquellos lugares en donde están todavía bajo la dura servidumbre de un gobierno arbitrario y tirano, deseosos de que se acerquen nuestras tropas y desatarles las cadenas que los oprimen (2). Por eso clamó siempre por atraer a todos los criollos a la unidad, si bien no a base de concesiones en perjuicio de los ideales más altos que perseguía, sino mediante el convencimiento. que se hiciese llegar a todos los mexicanos, de que sólo arrebatándoselos por la fuerza los gachupines entregarían el poder. Pretendía la unidad revolucionaria de los criollos. A fin de lograr ese convencimiento, Hidalgo insistía en mostrarles el valor político de su unificación (3). Les explicaba que era necesario alcanzar ésta para obtener la libertad, la igualdad, la seguridad y la prosperidad a que aspiraban (4).

Les hablaba también de la serie de agravios que tenían en contra de los españoles y del deber que como americanos les compelía de acudir en defensa de la Patria, resultando criminal la ayuda que se diese al partido realista, por ser factor que agravaba la lucha fratricida. En cuanta oportunidad tuvo procuró deshacer los infundios que la Inquisición había lanzado declarando a los insurgentes herejes y acusándolos ante el pueblo de cometer los más viles atropellos contra la religión y contra la iglesia, mostrando que esas maniobras se hacían precisamente con el fin de dividirlos por cuestión tan entrañable. Les hacía ver que la religión católica, que todos los mexicanos profesaban sinceramente y debía ser un lazo de unidad nacional, necesitaba ser defendida contra la asechanza de los españoles, quienes, según Hidalgo, manejaban la religión como arma política en contra de los americanos. a los cuales querían mantener sometidos. Y no perdió ocasión de llamarles a cambiar su actitud, la cual consideraba contraria a sus verdaderos intereses, a la tradición de América y al amor a la Patria. Abrid los ojos -les decía-: considerad que los europeos pretenden ponernos a pelear criollos contra criollos, retirándose ellos a observar desde lejos; y en caso de serles favorable, apropiarse toda la gloria del vencimiento, haciendo después mofa y desprecio de todo el criollismo y de los mismos que los hubiesen defendido. Advertid, que aun cuando llegase a triunfar ayudados de vosotros, el premio que debéis esperar de vuestra inconsideración, sería el que doblasen vuestras cadenas, y el veros sumergidos en una esclavitud mucho más cruel que la anterior (5).

Aun cuando la unidad de los criollos era la primera que Hidalgo se esforzaba por alcanzar, no era en modo alguno la única. En realidad él deseaba fundar la verdadera nacionalidad, la unidad de todos los componentes del pueblo mexicano. Desde antes que se iniciase la Guerra de Independencia, siendo cura en San Felipe de los Herreros y luego en Dolores, había propugnado por que todos los que ahí se reunían tuviesen entre sí trato de conciudadanos. Pretendía así hacer conscientes a todos de que, no obstante su distinta procedencia racial, eran todos fundamentalmente iguales como mexicanos. Además, según ya lo hemos mencionado, mantenía una constante preocupación por elevar la condición social de los más bajos elementos de la población, y esto era otro medio de borrar las diferencias y establecer una unidad más efectiva. Pero sobre todo, es una prueba de ello su decisión de recurrir al pueblo y apoyarse en él para emprender la guerra emancipadora, dando de esta manera a sus ideas de igualdad y unidad una validez absoluta. De esta conexión del caudillo con el pueblo nació el sentido social que tuvo la Guerra de Independencia, la cual concibió como el paso indispensable para dar vida histórica a la unidad nacional.

Claro que los insurgentes no habían de superponer el valor político ni el moral de esta unificación a la independencia y al régimen de libertad, que eran los valores supremos a que aspiraban, y en este sentido la consideraban solamente como un medio eficaz. En cambio, la unidad nacional adquiría un valor de fin en sí misma cuando Hidalgo pensaba fomentarla en el sentido social, creando en los mexicanos el sentimiento fraternal hacia sus compatriotas y el deseo de alcanzar la felicidad para todos. Los ideales de independencia, unión y religión, que más tarde figuraron en el Plan de Iguala lanzado por Iturbide; que dieron nomhre y fueron símbolo del Ejército de las Tres Garantías, y que conquistaron el ánimo popular en general y fueron por largo tiempo la base teórica de la vida política de México, habían sido ya formulados por Hidalgo y sus compañeros, durante la primera época de la Revolución de Independencia.



Notas

(1) Proclama ... Hernández y Dávalos: Ob. cit. I. No. 51, p. 120. Montiel y Duarte: Ob. cit. I. p. 2.

(2) Ibidem. loc. cit.

(3) Rompamos, americanos, estos lazos de ignominia con que nos han tenido ligados tanto tiempo -decía-; para conseguirlo no necesitamos sino unirnos; si nosotros no peleamos contra nosotros mismos, la guerra está concluida y nuestros derechos a salvo. Unámonos, pues, todos los que hemos nacido en este dichoso suelo, veamos desde hoy como extranjeros y enemigos de nuestras prerrogativas a todos los que no sean americanos. Hernández y Dávalos: Ob. cit. I. No. 54. p. 126. Romero Flores: Documentos ... p. 22.

(4) Proclama ... Manuel y Duarte: Ob. cit. I. p. 2.

(5) lbídem. loc. cit.

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