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A manera de prólogo

En 1889 comenzó en Estados Unidos la actividad propagandística de Emma Goldman a favor del movimiento anarquista. Actividad que terminó cuando muere, el 14 de mayo de 1940, a la edad de 71 años. En ese momento estaba empeñada en una campaña mundial para defender a cuatro amigos italianos radicados en Toronto, acusados de poseer literatura subversiva, siendo uno de ellos susceptible de ser deportado a su país natal, lo que equivaldría a condenarlo a muerte.

Hasta el último momento, la vida de Emma Goldman se desarrolló en continuas luchas: reunir las dispersas fuerzas del anarquismo, organizar mítines populares, conferencias sobre el anarquismo, actos de protesta en contra de la ejecución de individuos sentenciados por el sistema como, por ejemplo, Nicolás Sacco y Bartolomeo Vanzetti. También impartió conferencias sobre literatura; respecto a esto, Van Wyck Brooks, critico e historiador de la literatura norteamericana dijo: Nadie hizo más que la ruso-norteamericana Emma Goldman por divulgar las nuevas ideas de la europa literaria que tanto influyeron sobre los jóvenes del occidente y otras partes del mundo, por lo menos, las ideas de los dramaturgos del continente y de Inglaterra.

Es preciso mencionar que inició un movimiento sobre la maternidad consciente; pronunció conferencias sobre el papel de la mujer en la sociedad; bregó para que la libertad de palabra fuera un hecho; pronunciándose en contra del servicio militar obligatorio, organizó la Liga de No-conscripción en 1917, cuyo fin era proteger a quienes se rehusaban a ingresar en el ejército.

Lógicamente, toda persona empeñada en luchar contra las instituciones existentes sufre persecuciones y encarcelamientos. Emma Goldman no escapó a esta norma ya que, junto con Alexander Berkman, era una de las figuras más representativas del movimiento anarquista en Estados Unidos.

A principios de siglo la histeria antianarquista en este pals estaba en pleno apogeo, lo que tuvo como consecuencia para Emma Goldman que las autoridades estadounidenses logren expulsarla quitándole la ciudadanía norteamericana y exiliándola junto con Alexander Berkman y otros cincuenta y un anarquistas hacia Rusia en diciembre de 1919.

Aportó su personal contribución a la teoría anarquista cuando participa como delegada en el Congreso Anarquista de Amsterdam, al que asistieron Luigi Fabbri, Errico Malatesta, Pierre Monatte, F. Domela Niewenhuis, Christian Cornelissen y otros teóricos del anarquismo.

AIIí se pronunció contra la propiedad privada. Argumentaba que ésta condena a la mayoría de los hombres a vivir como esclavos asalariados, a venderse y a someterse. Se despoja al hombre no sólo del producto de su trabajo, sino de la facultad de la libre iniciativa, de la originalidad, y se le hace perder el interés por sus tareas, y el deseo de crear y trabajar.

Contra la iglesia cristiana, consideraba que el cristianismo se presta admirablemente para infundir el espíritu de esclavitud en el hombre.

Contra el Estado, argumentaba que es la explotación organizada, la fuerza y el crimen organizados y por ser el punto de convergencia del patriotismo -que parte del supuesto de que nuestro globo está dividido en pequeñas porciones, rodeada cada una de ellas por un cerco de hierro. Aquellos que han tenido la fortuna de nacer en una zona particular se consideran mejores, más nobles, más grandes, más inteligentes que los seres humanos que habitan en el resto del orbe. Por lo tanto, es deber de todos los que viven en ese lugar elegido, luchar, matar y morir en el intento de imponer su superioridad sobre todos los demás-, y del militarismo, cuyo espíritu es lo más despiadado, inhumano y brutal que existe. Para Emma, el soldado es un asesino profesional, y por consecuencia, es el Estado y no el anarquismo quien promueve el desorden.

Para ella la sociedad anarquista será un orden social basado en la libre agrupación de los individuos con el propósito de producir una verdadera riqueza social; un orden que garantizará a todo ser humano el libre acceso a la tierra y el pleno goce de la vida de acuerdo a los deseos, gustos e inclinaciones de cada uno. Y este orden social se podrá lograr por medio de la revolución ya que la revolución no es más que el pensamiento puesto en acción.

Recalcó en este congreso su posición de que, si bien el anarquismo postula el federalismo y la organización, también favorece el individualismo. Ella no se oponía a la organización en cuanto tal, sólo a algunas de sus formas: el Estado, como institución arbitraria impuesta a las masas; el presente orden industrial, sinónimo de incesante piratería; el ejército, un cruel instrumento de las fuerzas ciegas; la escuela pública, un verdadero cuartel donde se inculca el espíritu de sumisión en la mente humana.

La organización tal como la entendemos -afirmaba- es algo distinto. Se basa principalmente en la libertad. Es el agrupamiento natural y voluntario de las energías para el logro de fines que beneficien a la humanidad, que den sentido, valor y belleza a la vida.

Es la armonía del crecimiento orgánico lo que produce la variedad de formas y colores, el todo que admiramos en la flor. De modo análogo, la actividad organizada de los seres humanos libres, dotados de espíritu de solidaridad, llevará a la perfección de la armonía social que llamamos anarquismo. En realidad, unicamente el anarquismo permite el establecimiento de una crganización no autoritaria de los intereses comunes, ya que elimina el antagonismo entre individuos y clases.

En consecuencia, para Emma, es necesaria la regeneración del individuo para que una organización tenga un desarrollo armónico, orgánico y que la sociedad este compuesta por personas libertarias que respeten el derecho de los demás a ser distintos.

Quince años después, oponiéndose categóricamente a la dictadura bolchevique, reafirmó sus conceptos sobre el Estado; posición que le valió no pocas enemistades entre los intelectuales europeos y americanos.

Y asl, a lo largo de toda su vida, siguió manteniendo una integridad absoluta, excepcional, a pesar de las consecuencias nefastas que pudiesen tener para ella misma.

En el campo anarquista, los escritos de Emma Goldman que, en realidad son totalmente desconocidos por las generaciones actuales de habla hispana, se nos presentan, en lo general, de una actualidad asombrosa. En su articulo La hipocresla del puritanismo, toca un tema de importancia ilimitada y lo aborda de lleno afirmando: la iglesia, así como la doctrina puritana, ha combatido la carne como un mal, y la quiso domeñar a toda costa. Más adelante añade: El puritanismo, con su visión pervertida tocante a las funciones del cuerpo humano, particularmente a la mujer la condenó a la soltería, o a la procreación sin discernir si produce razas enfermas o taradas, o a la prostitución. La enormidad de este crimen de lesa humanidad aparece a la vista cuando se toma en cuenta los resultados. A la mujer célibe se le impone una absoluta continencia sexual, so pena de pasar por inmoral, o fallida en su honor para toda su existencia; con las inevitables consecuencias de la neurastenia, impotencia y abulia y una gran variedad de trastornos nerviosos que significarán desgano para el trabajo, desvelos ante las alegrías de la vida, constante preocupación de deseos sexuales, insomnios y pesadillas. El arbitrario, nocivo precepto de una total abstinencia sexual por parte de la mujer, explica también la desigualdad mental de ambos sexos. Es lo que cree Freud, que la inferioridad mental de la mujer o de muchas mujeres respecto al hombre, se debe a la coacción que se ejerce sobre su pensamiento para reprimir sus manifestaciones sexuales. Ya aqul comenzamos a comprender la importancia de los escritos de Emma en nuestro campo anarquista, en donde más de una vez el puritanismo ha reinado a sus anchas. Las reaccionarias concepciones proudhonianas respecto a la sexualidad, han influido en gran manera sobre los movimientos anarquistas, negarlo seria absurdo. Por otra parte, Emma aborda de lleno la problemática de la mujer en el régimen patriarcal, y he aquí otra valiosa aportación suya, porque también es importante señalar que las concepciones patriarcales están presentes en el campo anarquista, mucho más de lo que se puede suponer. La militancia anarquista es concebida por muchos anarquistas como una cuestión de hombres, de machos, que si por la mujer se interesan es para acrecentar las huestes de su gallinero. Y esto es necesario puntualizarlo, afrontarlo como un vicio muy frecuente en las filas libertarias.

Emma Goldman se yergue sentenciando que el lugar de la mujer en la vida social, es el de la esclavitud. Las estructuras opresoras de la sociedad patriarcal deben ser combatidas en todos los niveles. La mujer, hoy esclava, debe luchar para adquirir su derecho a la vida y, claro esta, ser la dueña de su propio destino. Asi pues, Emma se nos presenta impugnando la estructura mental patriarcal-capitalista, dándonos mucho que pensar acerca de nuestro comportamiento cotidiano y del enfoque que a la lucha emancipadora le damos.

También hemos incluido una serie de artlculos en que Emma da sus apreciaciones sobre la revolución rusa. De entre estos artículos, sobresale sus Recuerdos de Kronstadt, tema tal vez muy trillado para quienes han seguido el hilo de la eterna controversia entre la apreciación anarquista y la apreciación autoritaria de la revolución. Sin embargo, como estamos seguros de que no son muchos los que han seguido este hilo, el articulo de Goldman tiene su importancia.

Con esta recopilación esperamos levantar el manto de rechazo que cubre a los anarquistas y, por ende, a la anarquía, ya que este rechazo, en la mayoría de los casos, es debido a la aceptación, como ciertas, de opiniones de otras tendencias acerca del anarquismo sin la menor objetividad, ya que para rechazar alguna teoría es preciso conocer las fuentes originales y no las interpretaciones de estas. Este rechazo también es producto del temor de enfrentarnos a un análisis profundo y crítico de nosotros mismos, de la sociedad o, más bien, de los valores que imperan en ésta, no importando que sea capitalista, o socialista, al estilo soviétivo, chino o cubano; temor intuitivo o sensitivo de descubrir que no somos tan excepcionales como lo pensamos, que nuestra protesta tiene limites puestos por nuestra misma estructura mental y más allá de los cuales nuestra seguridad en nosotros mismos se vería quebrantada. Esto es el anarquismo: una indagación, una perpetua lucha contra lo establecido, lo aceptado como la verdad.

Chantal López y Omar Cortés


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