Índice del Epistolario revolucionario e íntimo de Ricardo Flores MagónCarta anteriorCarta siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

Nueva York, N. Y.

Abril 26 de 1921.

Honorable Harry M. Daugherty.

Unites States Attorney General.

Washington, D. C.

Muy señor mio:

En contestación a la carta de usted del 19 de abril, referente al asunto Ricardo Flores Magón, me permito llamar nuevamente la atención de usted sobre el hecho de que cuando el señor Magón, de 47 años de edad, quede completamente ciego, no hay una garantía absoluta de que la operación, ya se lleve a cabo dentro de la prisión o fuera de ella, tenga un buen éxito y su vista quede restablecida, y mi solicitud, basada en su condición física y dada la posibilidad de que Magón quede y permanezca totalmente ciego, se limita a que el Departamento de Justicia debe ponerlo en libertad, ya que ha sido confinado a prisión desde el 15 de agosto de 1918, por meras palabras impresas. Usted sostiene que sus palabras fueron sediciosas y revolucionarias; pero no se ha hecho imputación alguna de progermanismo en este caso.

Usted me cita un antiguo delito de Magón, por su conspiración para asoldar y contratar personas en los Estados Unidos para alistarlas como soldados al servicio de un pueblo extranjero, lo que se efectuó para ayudar a sus compatriotas en México, y por lo cuál pago su sentencia completa. En los primeros tiempos históricos de nuestro pais, después de 1776, obtuvimos la ayuda de soldados extranjeros como Lafayette, Pulasky y otros, lo que probablemente constituye también una violación a las leyes de neutralidad de sus paises en aquella época, y a pesar de ello, ahora hemos levantado estatuas a su memoria, siendo esto uno de los lazos de amistad entre nuestro pais y los suyos. Magón, un mexicano, trató de ayudar a México, y habiendo cumplido todo el término de su prisión por la violación de nuestras leyes de neutralidad, lo cual no debía imputársele ahora, o no somos nosotros fieles a la historia de nuestra patria. De no poderse hacer otra cosa, Magón debía de ser puesto en libertad, permitírsele arreglar sus asuntos, obtener atención médica y abandonar el país.

Si la amnistía para los prisioneros políticos debe concederse por la actual administración tan sólo a base de arrepentimiento, me temo entonces que la mayor parte de los prisioneros permanecerán en la cárcel, porque recta o equivocadamente, la mayor parte de ellos, encarcelados por la expresión de sus opiniones honradas, todavía conservan esas opiniones. Hay algunos casos, por supuesto, en que no hay ni el menor asomo de prueba sobre la cual se haya basado la convicción, y entonces el arrepentimiento sería innecesario de parte de los individuos encarcelados. Cuando, como quiera que sea, los hombres han expresado opiniones que han sido consideradas como una violación de la Ley de Espionaje y lo han expresado públicamente y han ido a la cárcel antes que modificar sus creencias, conscientemente honradas, la mayor parte de ellos, después de cumplir una parte de su condena, no ocurrirá al acto infantil del arrepentimiento.

Nos enorgullecemos de que nuestra historia catalogue hombres que expresaron opiniones impopulares en épocas impopulares también, y los americanos habíamos estado siempre en la creencia de que la primera reforma de la Constitución garantiza la libertad de palabra y la libertad de prensa, y fue una protección contra cualquiera ley de sedición o espionaje, especialmente después de que las primitivas leyes sobre extranjeros y sedición fueron completamente derrotadas por la elección a la presidencia de Tomás Jefferson. Muchas personas sostienen aún la opinión de que la Ley de Espionaje, en vista de su primera reforma, fue y es anticonstitucional, y para la derrota del Partido Demócrata en la elección última ayudo muchísimo el haber puesto en vigor ese Partido la Ley de Espías, que no atrapó a ningún espía.

Después de dos años de concluída la guerra, cualquiera justificación que se busque para negar la libertad de palabra y la libertad de prensa, o para que continúen encarcelados los que fueron convictos conforme a la Ley de Espionaje por la expresión de sus opiniones honradas durante esa guerra, constituye un error y una confesión de debilidad inusitada para la historia de América. Todos los otros países del mundo han concedido amnistía general. ¿Desde cuándo América queda rezagada en materia de libertad e independencia?

Harry Weinberger


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