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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.

Leavenworth, Kansas.

Octubre 26 de 1920

Señorita Elena White.

Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

Por fin puedo contestar tu muy querida carta del 15 de este mes, que, como la primera, fuiste tan bondadosa de enviarme, ha sido muy bien recibida.

Leí tu carta con mucho gusto, y, a decir verdad, con envidia; porque tu puedes escribir cuantas páginas quieras, mientras que yo tengo que contentarme con la concesión que se me hace para verter mi alma en sólo dos.

Tu carta nunca puede ser demasiado larga, mi querida amiga. Lo que tienes que decir es tan querido, tan ingenioso y tan inspirado, y la manera como lo haces es tan grata, que no pueden cansarme tus palabras. Así, pues, deja correr la hermosa corriente de tus sentimientos y pensamientos; déjala correr y que me llegue para empaparme en sus encantos y su belleza, porque necesito abluciones de esta clase para encontrar inspiración. No temas, pues, y deja correr tu Castalia ...

Tus esperanzas son grandes y también lo son las mías; no hay esperanzas ociosas, ¡oh, no! El aire está cargado de posibilidades ... La historia está escribiendo las últimas líneas del periodo que tuvo como cuna las ruinas de la Bastilla, y está a punto de abrir un nuevo periodo, cuyo primer capítulo será conocido por las generaciones venideras, como las tentativas de la raza humana hacia el camino de la libertad.

Un reajuste de valores sociales se está haciendo en todo el mundo, y es evidente que lo que hace cinco o diez años era despreciable o sin valor, ahora tiene influjo, o al menos lo está adquiriendo. Se aproxima la hora en que el billete de banco y las monedas de plata y oro ya no tendrán el poder mercantil que tengan las callosidades de las manos humanas. Ya los herederos de ciertos tronos no han podido vender sus derechos de primogenitura por el clásico plato de lentejas ... Dentro del duro cráneo del esclavo, un fulgor ha comenzado a brillar, un fulgor del divino fuego de Prometeo, que los dioses del cielo y de la Tierra se inclinaban para extinguir, pero que en muchas cabezas proletarias es ya una conflagración inextingible ... Respiramos una atmósfera de conflicto y de inquietud; algo sopla en la sombra; rumores nunca oidos flotan en el aire y de los cuatro rincones del mundo ascienden vapores lívidos y se acumulan en las alturas en masas de negras nubes que presagian tempestades; está a punto de sonar la hora de las liquidaciones sociales; se siente la solemnidad del momento; más bien que comprenderla, nuestros mismos instintos están advirtiendo a nuestra razón del inminente nacimiento de una nueva edad histórica. Y yo sueño, y mis sueños me dan, querida Elena, lo que tú me aconsejas; es decir, mucho consuelo ... ¡Cuánto amo estos sueños dulces, buenos y fieles! Ellos nunca me abandonan. Confío, sueño y espero con el oído atento en la dirección del viento, para sorprender los rumores más sutiles que el mundo exterior pueda hacer venir, y escucho ya la fatiga de los que se esfuerzan por aproximar el nacimiento de la edad tan largo tiempo esperada, ya los gemidos de los que tratan de perpetuar las condiciones de las cuales obtienen su felicidad y su poder. La lucha debe ser aguda, a juzgar por el viento ardiente que sopla en la cara, como si saliese de un furioso volcán ...; y sueño, y veo a nuestra Tierra meciéndose en su órbita, ahora orgullosa de ser el vehículo de una raza altiva en su marcha alrededor del sol, bajo la mirada simpática de millones de otros soles y de otras tierras ... Y descanso mi mano sobre el pecho de nuestra madre común para sentir las pulsaciones de su corazón, y saber cuán felíz es ella ante la vista de sus hijos redimidos, habiendo muerto el último Caín, y, bajo la presión de una emoción casi religiosa, la beso, la beso ...

Con la esperanza de saber de ti pronto y deseando sentir una vez más ese dulce aliento del jardín de tus sentimientos - para usar de tus mismas palabras - quedo en mi jaula de hierro como una águila cautiva, soñando, soñando, soñando ...

Tu camarada.

Ricardo Flores Magón


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