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ARTÍCULOS POLÍTICOS 1914

Ricardo Flores Magón

Selección de Chantal López y Omar Cortés

A LOS CARRANCISTAS



Francisco Villa, el llamado general del Ejército Constitucionalista, está demostrando con hechos que no lucha por el bienestar de los pobres sino para encumbrarse él y encumbrar a su amo Venustiano Carranza. La prensa burguesa nos informa que Villa, el bandido de antes, se ha vuelto un celoso defensor de la ley y el orden burgués. En todo el territorio dominado por sus fuerzas la propiedad es tan sagrada como lo ha sido siempre bajo todo gobierno. Si ha habido algunos atentados contra el derecho de propiedad, estos atentados no han sido cometidos con el objeto de entregar al pueblo la riqueza acaparada por unos cuantos ni como un desconocimiento del pretendido derecho de propiedad individual. Villa ha despojado de sus propiedades a algunos burgueses como Terrasas, Creel y otros; pero no los ha despojado por ser burgueses; sino porque son individuos que pertenecen al partido de Victoriano Huerta. Los burgueses partidarios del carrancismo no han sufrido el menor despojo, antes bien, han engrosado sus fortunas con los despojos de los otros burgueses. Pero, los pobres en nada se han beneficiado con la revuelta da Villa; la miseria más espantosa reina en el territorio dominado por él y eso se debe al respeto que el Constitucionalismo tiene al derecho de propiedad individual. Cuando un pobre, empujado por la miseria toma lo que necesita, es fusilado en el acto. En cambio, los jefes carrancistas se embolsan grandes sumas de dinero y se vuelven más ricos cada día.

Los trabajadores deben tomar nota de estos hechos para no apoyar al movimiento carrancista. Hay que tomar las armas que ofrece el carrancismo; pero no para encumbrar a los jefes de ese movimiento, sino para apoderarse de toda la riqueza y hacerla propiedad de todos, hombres y mujeres. Lo mismo muere el proletario tratando de elevar a Carranza o a Villa como luchando contra todo gobierno y expropiando la riqueza. ¿Por qué entonces los soldados carrancistas no vuelven sus fusiles contra sus jefes y toman posesión de la tierra, de las casas, de las minas, de las fábricas y de los medios de transporte?

No lo hacen asi porque los políticos les han obscurecido la inteligencia con el opio político. Los políticos hacen creer al trabajador que todos sus males terminarán como por arte de encantamiento, cuando un hombre bueno tome las riendas del gobierno, y el pobre pueblo, la eterna carne de cañón en tiempos de revuelta, la sufrida carne de presidio y de burdel en tiempos de paz, el esclavo de la mina y de la fábrica, del campo y del taller da su sangre generosa para elevar al poder al hombre bueno que hará la felicidad de los pobres. Sobre mares de sangre proletaria sube al poder el hombre bueno, resplandeciente el pecho de medallas y cruces, envuelto en el incienso de la adulación y del aplauso. Este es nuestro hombre, gritan los pobres y todas las manos se tienden hacia él pidiéndole lo que nadie puede dar: la libertad y el bienestar, y la desilusión no tarda en aparecer. El hombre bueno se vuelve hacia el pueblo y le dice: lo que pides es un imposible porque estoy obligado a respetar y a hacer respetar la ley y el orden. Para hacer tu felicidad tendría yo que poner en tus manos la tierra, las minas, las fábricas, los talleres, los ferrocarriles, los barcos, y eso no puede ser porque atacaría yo el derecho de propiedad de las personas que poseen esos bienes y la ley protege el derecho de propiedad. Entonces la multitud demuestra su desagrado y los esbirros vienen y ametrallan al pueblo ... para conservar el orden.

Proletarios que militáis bajo la bandera carrancista: esta es la historia de las revoluciones políticas y para repetir una vez más esta triste historia os estáis matando a millares. Reflexionad un momento: ¿Qué gobierno en la historia de la humanidad entera ha hecho la felicidad de lo que los señores de la burguesia llaman plebe? En los siglos y siglos que lleva de existencia la especie humana, donde quiera que ha existido gobierno, el pueblo ha sufrido, ¿por qué, pues, insistir una vez más en tener un gobierno? ¿Por qué matarse para que un hombre derribe a otro y continúe la obra del destronado?

Pensad, proletarios carrancistas, en todo lo que os decimos. A nosotros no nos guia ninguna ambición de poder desde el momento que negamos toda autoridad. Nosotros no pretendemos ser ni presidentes, ni diputados, ni senadores, ni jueces, ni alcaldes, ni esbirros; queremos la abolición de toda esa polilla. Así, pues, no podéis atribuir a ambición personal nuestra actitud de revolucionarios. Nuestra única ambición es ver a todos los mexicanos libres y felices, y esa libertad y esa felicidad no podrán ser obra de ningún gobierno, sino el resultado de este hecho único; la toma de posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte por la clase trabajadora como lo expresamos en nuestro Manifiesto del 23 de septiembre de 1911.

Y eso debe hacerse sin pérdida de tiempo, sin consultar a los llamados jefes, antes bien contra la voluntad de ellos y sobre sus cadáveres, como lo hacen los Yaquis, como lo efectúan los campesinos de Durango y de Michoacán, de Morelos y Guerrero. Ellos no esperan a que un hombre bueno suba al poder para que haga la felicidad de los pobres; ellos no confian en que un Congreso de señores de levita decrete su fecilidad. Con el rifle o la bomba de dinamita en la mano, toman posesión de la tierra, la tierra querida que por largos años fue la esclava del hacendado y la hacen libre ahora con su trabajo de hombres libres.

¿Por qué no imitáis a esos valerosos hermanos, vosotros los proletarios carrancistas? ¿Por qué esperáis que un viejo barbón os haga libres y felices? ¿No sabéis que Venustiano Carranza es un hacendado como hacendado fue el estúpido Francisco I. Madero? ¿Creéis que un individuo que no es de vuestra clase trabaje por vosotros? ¿Creéis que Carranza va a deciros; tomad mis tierras y sed libres?

El carrancismo, hermanos proletarios, constituye un grave peligro para la libertad y el bienestar de los mexicanos. Venustiano Carranza, el viejo barbón, está vendido al gobierno de los Estados Unidos. Tiene tratados secretos con el gobierno americano para poner el país en las mismas condiciones en que se encontraba bajo el reinado de Porfirio Díaz. Carranza es un esbirro de la Casa Blanca y entregará el territorio mexicano a la explotación del capital yanqui. Con esa condición se le está ayudando de este lado de la línea. Grandes convoyes de armas y municiones pasan la frontera por las narices de los guardias americanos cuando son destinados al ejército de Carranza, mientras a los nuestros, a los verdaderos revolucionarios, se les asesina cuando pretenden pasar la línea para ir a luchar por la redención de la especie humana. En el último combate de Laredo, fueron oficiales del gobierno americano los que ayudaron a los carrancistas a pasar parque y armas. Las leyes de neutralidad existen solamente para castigar a los que queremos la abolición del gobierno, del capital y de la iglesia; pero son letra muerta cuando se trata de carrancistas.

Oidlo bien, proletarios carrancistas: si continuáis apoyando a Carranza sólo iréis a la muerte o a la esclavitud si sobrevivís. Imitad a vuestros hermanos de otras regiones del país tomando posesión de la riqueza, y si vuestros jefes se oponen, fusiladlos.

(De Regeneración, N° 175 del 7 de febrero de 1914)

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