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LOS SOCIALISTAS POLÍTICOS

Los embaucadores os hablan de la necesidad de que los trabajadores tengan representación en las cámaras legislativas, y os dicen eso precisamente en estos momentos de pujante acción, cuando los campesinos, con las armas en la mano, toman posesión de la tierra; cuando los obreros, decepcionados de las huelgas, se unen a las fuerzas rebeldes para conquistar su libertad económica; cuando los nuestros ponen en las manos de los pobres las provisiones almacenadas en las grandes haciendas del Distrito de Río Grande, Estado de Coahuila, e invitan a los habitantes de esa extensa región a tomar la tierra y los instrumentos de trabajo, o bien invaden las posesiones señoriales de los hacendados de Durango y las grandes plantaciones de los negreros de la comarca lagunera; cuando en toda la extensión del suelo mexicano, de mar a mar y de frontera a frontera, se escucha este grito formidable: ¡abajo el hambre! y este otro: ¡a expropiar!

¡Valiente oportunidad escogen los señores embaucadores del proletariado para predicarles a los trabajadores la acción política! Han caído a nuestra mesa de redacción unos periodiquitos, procedentes de la ciudad de México, que han salido a la luz con las pretensiones de defender los intereses de la clase trabajadora, siendo lo más extraño del asunto, que los tales periodiquitos no dicen ni media palabra de la guerra de clases que se está librando en la República Mexicana. Por el contrario, fingiendo ignorarla porque así conviene a los intereses particulares de sus redactores, que ven con terror que el proletariado mexicano ha escogido como medio la violencia para arrancar de las uñas de la burguesía la riqueza social que ésta detenta, tratan de adormecer la poderosa energía revolucionaría de que está dando buena prueba, para convertirlo en rebaño electoral ...

Uno de esos periodíquitos dice:

En estos momentos nuestros burgueses ríen y hacen burlas de nuestro Partído (el llamado Partído Socialista de México). También los burgueses alemanes reían hace algunos años y hoy que han visto cómo CUATRO MILLONES de ciudadanos socialistas han mandado a 110 representantes al Parlamento, incluyendo a uno del distrito donde víve el Emperador, ya no rien, síno que se miran unos a otros angustíosamente. ¿Qué sucederá en las próximas elecciones? Tal vez la Revolución Social.

Como se ve, el periodiquito a que me vengo refiriendo, considera al Partido Socialista alemán como un partido que puede hacer nada menos que la Revolución Social, cuando en realidad ese partído es reconocido en todo el mundo inteligente, como un partido conservador como cualquier otro burgués, y tan inofensivo para la clase capitalista, que son muchos los ricos que figuran en él.

En cuanto al otro periodiquillo. tíene consejos como este:

Si debido a la mala fe de algunos industriales y administradores se ven obligados (los obreros) a suspender sus labores, es mejor que den las quejas a sus respectivos presidentes (presidentes de uniones) para que éstos gestíonen las dificultades ante las autoridades respectivas.

No se puede pedir mayor sumisión ni mayor degradación. ¡Y todo eso se dice cuando los proletarios han enarbolado la Bandera Roja y se baten como héroes en los campos de batalla! Menos malo que se dijera eso en tíempos de paz; pero ni aun entonces permitiríamos que de una manera tan cínica se tratase de aniquilar una de las mejores virtudes del pueblo mexicano: su espíritu de rebeldía.

Trabajadores: no necesitáis nombrar zánganos que os representen en las cámaras legislatívas, y, menos todavía, necesitáis ocurrir a las autoridades para que éstas os patrocinen en vuestras contiendas con el Capital. A los que os pidan vuestros votos para representaros en las cámaras legislativas, escupidles el rostro; a los que os aconsejen que pongáis vuestra suerte en manos de la Autoridad, abofeteadlos. En el Parlamento alemán, dicen vuestros embaucadores, hay 110 diputados socialistas, ¿y qué beneficio ha recibido la clase trabajadora del Imperio Alemán de ese gran número de sanguijuelas? La miseria es cada vez más espantosa en todo el Imperio; la gente se muere allí materialmente de hambre; los barrios pobres de las grandes ciudades son verdaderos amontonamientos de harapos y de carne miserable pudriéndose en su propia mugre, y mientras esto sucede, los representantes socialistas ganan tranquilamente abundantes salarios, sacados precisamente en forma de contribuciones de esa miseria, de esa mugre, de ese dolor de la clase proletaria, y Bebel, el Pontifice Máximo del socialismo alemán, se da la gran vida comiéndose sus rentas, en presencia de la desnudez y del hambre de millones y millones de hambrientos que esperan que un gobierno socialista ponga en sus manos la tierra y la maquinaria de producción. Y seguirán esperando esas pobres gentes hasta que la desesperación las empuje a tomar un fusil para conseguir su emancipación económica, política y social, por el medio lógico: ¡la violencia!

Mientras el trabajador desdeñe el fusil por la boleta electoral, no se admire de ser asalariado. ¡Nada; basta de farsas, señores embaucadores! Alrededor de vosotros las muchedumbres proletarias se baten bizarramente por conquistar Tierra y Libertad, y es una estupidez cuando se está en presencia de tal derroche de energia, de valor, de arrojo, de hombría aconsejar el pacifismo, hacer la apología de la boleta electoral y poner la suerte de los desheredados en las manos de sus verdugos.

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 2 de marzo de 1912)

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