Índice de Por qué hay que afiliarse al Partido Antirreeleccionista y otros ensayos de Federico González GarzaRebaño de almas¿Ha completado su obra el Sr. Gral. Díaz?Biblioteca Virtual Antorcha

Por qué hay que afiliarse al Partido Antirreeleccionista
y
otros escritos

A nuestros adversarios, los sostenedores de la ilegalidad
La teoría evolutiva de los científicos

El señor Lic. D. Manuel Calero, allá en sus malos tiempos cuando era científico, decía en un folleto, en el que intentó condensar y reflejar fielmente las aspiraciones del funesto grupo así llamado por antífrasis, que del mismo modo que el ser humano no puede pasar bruscamente y sin transición de la sumisión filial de la niñez a la independencia completa de la virilidad, sin cruzar la etapa de la adolescencia con todas sus enseñanzas; así era absurdo suponer que todo un pueblo realizara de golpe su transformación política, desde la más completa inconsciencia y una falta absoluta de personalidad, hasta el pleno ejercicio de la democracia.

Estamos enteramente de acuerdo en cuanto que es necesaria la adquisición gradual de una educación cívica; pero en donde nuestro parecer es tan divergente que nos ha obligado a militar en distintos bandos, es, aparte de otros motivos muy serios que ya hemos analizado, en el relativo a fijar la amplitud de los pasos, etapas u ondas evolutivas que tiene que dar y recorrer en su desarrollo la nación mexicana antes de llegar a la implantación franca y completa del régimen democrático, aceptado en nuestras leyes constitucionales.

Para los partidarios del General Díaz y del señor Corral, está apenas en su principio la suprema integración de fuerzas y movimiento que constiuye toda la administración del primero.

Tan lamentable error los lleva a sostener candidatos que se proponen extremar esa concentración de fuerzas por un período indeterminado y se obstinan en no darse cuenta que de realizarse sus propósitos absorbentes, se llegaría a una completa disminución o disipación de movimiento, es decir, a la debilidad misma, que nos convertiría, en el instante en que ocurriese cualquier choque, en juguete de las terribles fuerzas sociales exteriores que nos rodean.

El señor Calero se preguntaba en 1903 si no sería ya tiempo de dar un paso adelante, puesto que el César nos había enseñado la primera lección, la de la obediencia, y los científicos, de quienes con razón se ha divorciado, le contestan en 1909 que no, que el sistema dictatorial del General Díaz aun debe ser adoptado en toda su integridad por su sucesor y por un tiempo indefinido.

Para nosotros, los netamente independientes, que tenemos el alto orgullo de proclamar que jamás hemos servido a la dictadura y que con toda entereza sabemos manifestar nuestro cordial descontento por la mala calidad de los actuales gobernantes, sostenemos que aquella integración ha sido llevada a un grado que está fuera de los límites del funcionamiento ordinario de los organismos sociológicos, y que puede asegurarse, con la certeza de la fatalidad, que si para un inmediato porvenir no ha disminuído la presión sobre nuestro social organismo, pronto veremos la ruptura de un equilibrio que a todas luces y de tiempo atrás va resultando peligrosamente inestable.

Los sostenedores de la ilegalidad, es decir, nuestros actuales adversarios, no quieren ver en el conjunto de nuestros conciudanos, sino una inmensa masa, incoherente y amorfa, incapaz de movimientos propios y bien definidos.

En cambio, sin los anteojos del jacobismo que jamás hemos usado, nosotros vemos sin dificultad, fuertemente precisados, a través de la espesa sombra que proyecta el ya caduco cesarismo, los grandes lineamientos para todas las especializaciones de la actividad nacional; allí bullen, latentes y palpitantes, prontos a entrar en pleno desarrollo, los fecundos gérmenes para todas las libertades y que una fuerza opresora lucha desesperada, pero estérilmente, pOr hacer abortar.

Vosotros, que tanto os alabáis de que siempre partís de la observación de los hechos concretos al formular vuestros sistemas sociológicos, ¿por qué negar que esa masa (nuestro organismo social), tiene ya bastante desarrollados, vida, nervios, pensamiento y alma?

¿Por qué no advertís que sois en ella una minoría enferma, un pequeñísimo núcleo de células cancerosas cuya gangrena pronto será repudiada por toda la economía de nuestro vigoroso cuerpo social?

Por otra parte, aceptando, como debéis aceptar, el fatalismo de la evolución que ha venido sufriendo la nación mexicana desde su independencia, con etapas tan brillantes como la Revolución de Ayutla y el restablecimiento de las formas republicanas sobre las ruinas del efímero Imperio Napoleónico; decidnos, ¿cuál es esa ciencia, cuáles esos cánones, que determinan en casos como por el que atraviesa el pueblo de México, que a éste no le es dable avanzar un solo paso, ya no cada 33 años, que es el largo período que lleva la dictadura reinante, sino el doble o el triple, según vuestras torpes intenciones?

Por qué el fatalismo de esa ley evolutiva no ha de ser que cada progreso del pueblo mexicano, en el terreno de la democracia se marque en adelante por períodos de tiempo diez veces más cortos?

¿Acaso no da derecho a sostenerlo así, la actitud del pueblo en Morelos, Sinaloa y Coahuila, en donde no ha habido más elementos de retroceso que los que vosotros habéis ido a introducir como dóciles instrumentos de la tiranía?

Las detestables teorías evolutivas de los científicos, falsamente aplicadas, se desmoronan con estrépito con sólo recordar sus propios conceptos, dichos por boca del señor Calero cuando era su mejor heraldo: Mientras que en nuestro país la opinión entre las clases dominantes y poderosas sea la de que los mexicanos nacimos para obedecer y ser gobernados dictatorialmente, no podremos tener gobiernos democráticos.

Ahora, que el mundo civilizado juzgue quién contraría la evolución natural de este país sufriente, si la nación misma o el temerario grupo de inicuos gobernantes y privilegiados que hoy por hoy la oprimen y envilecen.

(Publicado en el Anti-reeleccionista, Organo del Centro Anti-reeleccionista de México, de fecha 19 de agosto de 1909).

Federico González Garza

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