Índice de El laicismo en la historia de la educación en México Documentos históricos Presentacion de Chantal López y Omar CortésCapítulo segundo - Valentín Gómez FaríasBiblioteca Virtual Antorcha

EL LAICISMO EN LA HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

Documentos históricos

CAPÍTULO PRIMERO
Albores de la Independencia



Las disposiciones constitucionales que rigieron en México durante los últimos años de la colonia y en los primeros de la independencia revelan la preocupación e interés que despertaba la instrucción del pueblo.

CONSTlTUCION DE CADIZ

El año de 1820 el virrey de Nueva España puso en vigor la Constitución de Cádiz, que expresaba en su artículo 336:

En todos los pueblos de la monarquía se establecerán escuelas en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica ...

El sistema educativo de Bell y Lancáster, llamado Sistema Laooasteriano (1), se estableció en México en febrero de 1822 y fue un gran impulso de la educación primaria en nuestro país, justamente con los seminarios y diversas instituciones de cultura superior que se establecieron en esa épooa. Descollaron como paladines de la obra educativa D. Vidal Alcocer, D. Juan Rodríguez Puebla, fray Nicolás Garcia de San Vicente, D. Manuel López Cotilla y la Junta inspectora de instrucción de Michoacán.

CONSTITUCION DE APATZINGAN

Al iniciarse el movimiento de independencia, tanto D. Miguel Hidalgo y Costilla como D. José María Morelos y Pavón, formados en el ambiente del Colegio de San Nicolás, de la ciudad de Morelía, Mich., revelaron su honda preocupación por la educación popular y por la cultura superior.

Reunido en Apatzingán, Mich., el Primer Congreso de México Independiente, el 22 de octubre de 1814, tomaron parte en él destacados intelectuales y progresistas, entre ellos D. Ignacio López Rayón, D. Andrés Quintana Roo, D. José María Liceaga, D. José Sixto Verduzco, D. José Manuel de Herrera, el Dr. José María Coss, D. Carlos María de Bustamante y otros más. Don José María Morelos, con sus observaciones y orientaciones contribuyó grandemente a la formación de nuestra primera Carta Magna.

Decía la Constitución de Apatzingán en su artículo 39:

La instrucción, como necesaria a todos los ciudadanos, debe ser favorecida por la sociedad con todo su poder.

EL CONGRESO CONSTITUYENTE DE 1824

El día 2 de noviembre de 1822, en el salón de San Pedro y San Pablo, se reunió por primera vez el Congreso Constituyente, del cual fueron parte los más destacados liberales y hombres progresistas de México: D. Valentín Gómez Farías, D. Crescencio Rejón, D. José María Covarrubias, D. Juan de Dios Cañedo, D. Juan Bautista Morales, fray Servando Teresa de Mier, D. Miguel Ramos Arizpe y algunos otros, quienes con su inteligencia, cultura y valor civil encauzaron el porvenir de nuestra nación hacia las normas democráticas y federalistas que habría de iniciar la Constitución de 1824 (2).

El establecimiento del sistema federal, el respeto a la soberanía de los Estados, las garantías individuales, las libertades de pensamiento y de prensa, el fomento de la riqueza pública, de las vías de comunicación y de las relaciones internacionales fueron los puntos básicos de aquella Carta.

El liberalismo mexicano cobraba así pleno vigor, y los principios de la Revolución francesa, a su vez inspirada en los derechos que para el hombre y el ciudadano consignaban las constituciones de Norteamérica, se concretaban, por primera vez en nuestro país, en una norma constitucional.

Desde entonces el sector liberal luchó encarnizadamente, contra conservadores y clericales, por la defensa de los principios avanzados contenidos en la Carta de 1824, hasta lograr no sólo que se confirmaran por la del 57, sino que esta última contuviese otras libertades, como la de cultos, y nuevas conquistas acordes con los postulados que el liberalismo sustentaba.

La Constitución de 1824 decía en su articulo 50:

Son facultades exclusivas del Congreso general:

1) Promover la ilustración, asegurando, por tiempo limitado, derechos exclusivos a los autores por sus respectivas obras, estableciendo colegios de marina, artillería e ingenieros, exigiendo uno o más establecimientos en que se enseñen las ciencias naturales y exactas, políticas y morales, nobles artes y lenguas, sin perjudicar la facultad que tienen las legislaturas para el arreglo de la educación pública en sus respectivos Estados.

Las ideas que los constituyentes de 1824 tenían sobre la educación se hallan contenidas en el dictamen presentado por la comisión de instrucción pública y en los debates que ese dictamen suscitó en la sesión del 8 de mayo de 1823. Helas aquí:

DICTAMEN DE LA COMISION DE INSTRUCCION PUBLICA Y DEBATES SOBRE EL MISMO

Sesión del día 9 de mayo de 1823.

Se puso a discusión el siguiente dictamen:

Señor:

La comisión de instrucción pública ha visto detenidamente cinco proposiciones que suscriben los señores Carrasco, Rejón, Teja y Valle (don Fernando), todas contraídas a que se establezca una cátedra de economía política en cada capital de provincia bajo la inmediata inspección de las diputaciones provinciales, quienes, dentro de cierto término, deberán presentar a vuestra soberanía, para su aprobación, los fondos o arbitrios que medita para que tenga su efecto esta determinación: que todos los que hayan de seguir la carrera del foro cursen dicha cátedra a lo menos por seis meses, y, por último, que desde el año venidero de 1826 no se provea plaza alguna de oficial en secretaría, sea de diplomacia o rentas, sin que el agraciado sufra un examen de dicha ciencia por tres catedráticos de ella.

La comisión, señor, no puede menos de confesar que a dichos señores los anima el mejor celo por el bien y prosperidad de la nación; que en circunstancias más felices todas sus benéficas ideas podrán y deberán realizarse al momento, pero que ahora pulsa dificultades de mucho peso para que se lleve a efecto este pensamiento en toda su extensión.

Acaso no todas las capitales de provincia tienen ya establecidas sus diputaciones y se toca luego la dificultad para dar el lleno a la primera proposición. Aun pretendiendo que todas estuviesen corrientes, es preciso confesar que hoy carecen éstas, como todo establecimiento nuevo, de los fondos más precisos para sus urgentísimas atenciones. Vuestra soberanía no oye otras cosas sino repetidas declaraciones de esta verdad confirmada por hechos innegables; tales son la falta de escuelas de primeras letras, aperturas de caminos, medidas de salubridad pública, etc., todas cosas muy interesantes y que, no obstante, casi todo falta porque las diputaciones carecen de recursos; y en tal conCepto, entiende la Comisión qpe si vuestra soberanía diese un decreto sobre éstas proposiciones no sería cumplido.

Por otra parte, señor, la comisión sólo espera reunir del Gobierno los datos que éste debe ministrarle para trabajar con tesón y presentar a vuestra soberanía un plan de estudios qpe abrace todos los ramos de literatura, que su sistema esté en consonancia con las luces del siglo y que prescinda de la jerigonza escolástica que hasta hoy ha dominado en nuestras escuelas. Querer hoy fundar aisladamente dicha cátedra, desentendiéndonos del enlace y trabazón que el ramo de política debe tener con el plan general, sería aventurarse a que al plantear éste tuviésemos acaso que dislocar y variar las bases que hoy diésemos a la cátedra de economía política.

No obstante, la comisión cree que satisfará en parte los deseos de dichos señores presentando a vuestra soberanía las siguientes proposiciones para su discusión:

1° Que vuestra soberanía mande, por conducto del Gobierno, que en todos los colegios y universidades de la nación se den lecciones de economía política dos días de cada semana.
2° Que quede a la elección de los rectores de estos establecimientos designar al catedrático que cumpla esta resolución, sin perjuioio de llenar los deberes de su cátedra respectiva.

México, 8 de mayo de 1823.
Señor Iturralde. Pascual de Aranda, José María Jiménez, Iriarte.

El señor Mier (D. Servando) advirtió que el arreglo de nuestros estudios no se debe hacer por medidas parciales, que suelen perjudicar más bien que ser útiles, sino por un plan general; que el Gobierno ha dispuesto la formación de uno que está ultimándose y vendrá al examen del Congreso.

El señor Lombardo dijo:

He oído con particular cuidado y atenoión el dictamen que ha extendido la comisión de instrucción pública, creído de que a vista de la necesidad y utilidad conocida de la proposición que lo motivó comenzarían ya a enseñarse los elementos de las ciencias que hacen felices a las naciones y promueven su prosperidad; mas, desgraciadamente, se quiere continúen los delirios de nuestra gótica educación y que a ésta suceda, como hasta aquí, el error canonizado: propondré brevemente a vuestra soberanía el estado actual de nuestros establecimientos, para que a su vista deseche ese dictamen que no hace el bien, so pretexto de buscar lo mejor posible en un sistema general de estudios. Sacrifícanse en la actualidad los mejores días de nuestra juventud a los errores con que se vician los primeros años y con que en tal edad se toma el mayor empeño en elevar una inmensa mole de sofismas que le agobian después por toda la vida, triste condición a la que se ven reducidos los que en mejores días formarían las delicias de su patria. ¿Librará ésta sus derechos sobre esperanzas absurdas de hombres cuya opinión será desgraciadamente por la vanidad y la ignorancia confederadas? Tal será por precisión el término del actual sistema de instrucción pública. Tres y más años que emplean en aprander el idioma latino, que se ignora al fin, y en el que los catedráticos mismos dan el mejor testimonio de su ignorancia. Llámanse preceptores de latinidad los que apenas pueden enseñar gramática, prescribiendo como inútiles las lenguas vivas que ignoran; creen estacionarias las ciencias naturales, y abandonando los esfuerzos con que el ingenio y humano entendimiento ha sorprendido a la naturaleza en sus arcanos, las estudian cual aparecían el año de 1761, fundando todo su saber en el pundonor del silogismo y en la terquedad escolástica; el estudio de la teología, en que el hombre debía acercarse a la divinidad, es en el que se insulta a la razón y a la religión misma; se hace de la devoción el primer paso, dejándose conducir en seguida por el fanatismo hasta el exceso de creer rebatir los errores de Lutero y los materialistas con los que se impugnaron a Cerinto, Cleovio y Masbateo, y la religión divina que igualándonos al pie de los altares perfecciona la moral, garantizando a la sociedad y al orden público, predica el dogma santo de la igualdad, se le hace sin embargo que sirva a cimentar el gobierno arbitrario y despótico. Despreciando la razón en la jurisprudencia y disciplina eclesiástica, se dió el lugar debido al sagrado dogma, a mil cánones apócrifos, que cimentaron una lucha tenaz entre el altar y el trono: admitidos sin crítica y raciocinio, pero consagrados al despotismo y adulación pontificia, quedan imperando siempre los delirios italianos y la terquedad española. Las leyes patrias, sujetas en sus decisiones a las romanas, de que son un remedo, parece juran un rencor eterno a la libertad y a los principios de la sociedad, de que huyen como de unos espectos lúgubres adictos a las ficciones del Lacio, y enemigos de la razón, sólo aparecen vasallos de Gregorio IX y Justiniano. Y en situación tan deplorable, en que el mayor insulto es el carácter que dan las borlas y el epíteto de carrera lucida, ¿podrá vuestra soberanía abandonar a la juventud americana? No, señor, cedamos al fin ya a las luces del siglo, y dando un impulso al genio de la nación, manifiéstese a esos genios visionarios lo errado de tal sistema. Haga vuestra soberanía se destinen para fondos de catedráticos que enseñen el derecho natural de gentes y público, y principios de economía política, las rentas de las cátedtas de Universidad que fueren vacando, examinando la utilidad comparativa de tales vacantes. Por todo lo cual, opino vuelva el dictamen a la comisión para que lo mejore.

El señor Orantes:

Yo convengo en la facilidad que hay de que se vayan estableciendo cátedras de economía política; convengo también en el atraso y casi nulidad en que han estado las artes y ciencias que habían formado el sistema de nuestra educación, de nuestra ilustración y aquellas ciencias exactas que son útiles y que debimos aprender. Pero me parece que para llegar a poner cátedras de economía política debemos esperar el plan de estudios; porque, señor, la economía política no es una cosa que se puede aprender sin otros principios. O yo me engaño enteramente, o es una cosa que necesita otras bases. Si no se establecen primero las cátedras de las bases que se necesitan para estudiarla, ¿la economía política de qué sirve? ¿Podrá alguno entrar a estudiar medicina antes de saber los principios elementales de la física? ¿Podrá alguno entrar a aprender alguna facultad sin estar impuesto de los principios antecedentes que se necesitan? Pues, señor, la economía política es una de las ciencias más complicadas, tanto más cuanto que es una ciencia nueva y que para aprenderla son necesarias las bases de otras facultades; deben estar instruídos en otra multitud de puntos los que lleguen a entrar en la economía política, porque no se puede estudiarla sin entrar antes en otros estudios; y sin éstos, me parece que sería poco el fruto que se conseguiría. Por tanto, digo es necesario arreglar todo el plan de estudios y poner todos los resortes en combinación, y que si no se pone todo por orden, es claro que esas cátedras no surtirán ningún efecto en el modo que se propone.

El señor Bustamante (D. Carlos):

Las ideas que han ocupado a los señores que han hecho la proposición son de la primera importancia. Cuando me presenté en Puebla al señor Iturbide me creí animado de los mismos sentimientos y no dudé manifestarle la necesidad de establecer en Oaxaca una o dos cátedras de Constitución y de economía política. No me limité a una teoría estéril y miserable en globo: me extendí también a presentar medidas por las cuales podría realizarse prontamente este pensamiento; pero no fue atendido. Yo persisto ante vuestra soberanía en que se lleve a efecto, y para manifestar la justicia de este pensamiento que en aquella época tuve satisfaré a varias reflexiones que parece se oponen al establecimiento de estas mismas cátedras: no me satisface la razón de que el estudio de la economía política supone otros conocimientos; pero si nosotros esperásemos a que se zanjasen con toda la profundidad que el señor Orantes desea para estos establecimientos, se pasarían veinte años a lo menos, y al cabo de ellos no veríamos realizada esta empresa. Es verdad que la ciencia económica está casi desconocida entre nosotros; no abundamos en catedráticos que instruyan a la juventud sobre esta materia desconocida, y yo entiendo que algunos ni conocen la verdadera acepción de la palabra economía política; pero, señor, si no despertamos en estos momentos del sueño en que hemos yacido por tantos siglos; si en cuanto está de nuestra parte no nos aprovechamos de estas ideas, jamás podrán practicarse. Vuestra soberanía no tendrá políticos, no tendrá ministros, no tendrá diputados en el seno de su Congreso que estén instruídos de esta gran ciencia que cede tanto en beneficio de los pueblos. Es, pues, necesario que nos hagamos superiores a todas nuestras preocupaciones; es, pues, necesario que los mismos a quienes encomendemos la enseñanza de estos principios se hagan un esfuerzo y tomen por sus propias manos los libros para poder aprender dicha ciencia, sin perder de vista aquella máxima, muy repetida entre los catedráticos, que dice que para saber enseñar es menester aprender y que tanto mejor se enseña cuanto mayor empeño hay en aprender; el que tiene necesidad de enseñar, tiene necesidad de aprender. Tenemos ya autores clásicos, tenemos en México grandes talentos, que podrían servir muy bien de fundamento, y maestros. Por tanto, yo recomiendo a vuestra soberanía la necesidad que hay de estos principios.; y exhorto, si soy capaz de hacerlo y si vuestra soberanía necesita de mis exhortaciones, a que se tome una medida tan benéfica, por la que en breve verá vuestra soberanía cambiado el aspecto político de esta América y tendrá políticoS profundos que discutan sobre los intereses de los pueblos, y en breve sacará una ventaja y utilidad preciosa. Así, pido a vuestra soberanía desapruebe el dictamen de la comislón y que oyéndome por lo respectivo a mi provincia se sirva tomar todas las medidas que consultaré para realizar este mismo proyecto.

El señor Marín hizo presente que las cátedras de instituta de las universidades se podrían convertir en cátedras de economía política, pues aquéllas no hacen falta y éstas son indispensables. Se lamentó del abandono en que se halla el estudio de derecho natural y de gentes, y dijo que aunque en Puebla se iban aplicando a él, ya se retraen, porque en esta Universidad no se les abona el tiempo que dedican a dicho estudio.

El señor Iturralde, despues de indicar las escasas dotaciones de los catedráticos de la Universidad y las tardanzas que por años enteros sufren en sus pagos, sostuvo el dictamen, como que proporciona un medio de que comience a extenderse la economía política y un medio provisional que no tiene dificultades ni causa gastos, ni puede servir de embarazo al plan de estudios, en el cual se remediarán los males que notan algunos señores preopinantes y de que no podía encargarse la Comisión en el dictamen que se discute.

Declarado no haber lugar a votar el dictamen, se mandó volver a la comisión.


Notas

(1) El Sistema Lancasteriano, inventado por los pedagogos Bell y Lancáster, consistía en impartir la enseñanza mediante monitores, o sean auxiliares del maestro. Fue implantado en México el 22 de febrero de 1822 y permitió difundir ampliamen}e la ensenza. Estaba basado en el procedimIento de la enseñanza mutua.

(2) Véase, Haciendo click aquí, Chantal López y Omar Cortés, El nacimiento de un Estado. La Constitución federal mexicana del 4 de octubre de 1824, México, Biblioteca Virtual Antorcha, tercera edición cibernética, agosto del 2006, Elaboración, captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés.
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