Carátula de Las tentaciones de san Antonio de Gustave Flaubert CAPÍTULO PRIMEROBiblioteca Virtual Antorcha

LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO

Gustave Flaubert

PRESENTACIÓN




La obra, Las tentaciones de San Antonio de Gustave Flaubert (1821-1880), tiene una historia muy particular, ya que su autor la reescribió en dos ocasiones. Inicialmente entre 1848 y 1849 elabora lo que sería el primer boceto, mismo que no le agradaría, por lo que decide meterlo al congelador y esperar un poco para volver a releerlo y hacerle los cambios pertinentes, labor que realizaría en 1857; pero esta, llamémosle, segunda versión de la obra, tampoco le satisfacería, y ello debido principalmente a las opiniones de amigos muy cercanos, quienes le sugirieron que antes de dar el paso para publicarla, lo pensase dos veces. Quizá tales sugerencias basábanse en el problema que Flaubert había enfrentado con la publicación de Madame Bovary, novela que si bien le atraería la fama como escritor, igualmente le generaría un engorroso y latoso proceso iniciado por los defensores de la moral y las sacrosantas costumbres, quienes llegaron a considerar esa novela como atentatoria a las buenas costumbres por la particular manera en que enfoca el adulterio. Así pues, probablemente sus amigos aconsejáronle que con Las tentaciones de San Antonio anduviese con cautela ya que podría suceder que con esta obra algunos sectores clericales pusiesen el grito en el cielo pidiendo la hoguera para la obra y para él. Asi pues, Gustave Flaubert, haciendo caso de los consejos de sus amigos, prefirió detener su publicación. Y no sería sino hasta 1874, cuando decide aventarse al ruedo, y ya sin miedo, autorizar la publicación de Las tentaciones de San Antonio.

Esta obra, la cual ha sido catalogada como novela, y que en nuestra humilde opinión es más bien un drama, una obra de teatro, aborda de manera sui géneris el concepto de la angustia del hombre decimonónico ante la muerte de dios y su desesperado intento por mantener la tradición, en un mundo en que esa tradición descubre sus propias contradicciones, devorando a sus defensores.

Ciertamente Las tentaciones de San Antonio mantiene tal elasticidad que puede soportar diversas interpretaciones, hecho quizá previsto por su autor para evitar así las críticas mojigatas que pudiesen limitar su alcance. Con todo, y no obstante que fue precisamente a esta obra a la que más atención dió Flaubert en su vida, lejos, muy lejos estuvo de ser ni siquiera medianamente recompensado ese interés ni por la crítica ni por los lectores, ya que incluso ahora, Las tentaciones de San Antonio no pasa de ser una de tantas obras negras -léase: poco accesibles-, que si mantienen cierta vigencia es precisamente por lo supuestamente enredado de su temática, y por ese saborcillo a prohibido que despiertan.

Ojalá que la presente edición virtual de algo pueda servir para reivindicar y revalorar el mensaje contenido en esta obra teatral.

Chantal López y Omar Cortés
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