Índice de Romeo y Julieta de William ShakespeareAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

ACTO PRIMERO

ESCENA TERCERA

En casa de Capuleto

(La señora de Capuleto y el ama).

Señora: ¿Dónde está mi hija?

Ama: Sea en mi ayuda mi probada paciencia de doce años. Ya la llamé. Cordero, mariposa. Válgame Dios. ¿Dónde se encontrará esta niña?

(Entra Julieta).

Julieta: ¿Quién me ha mandado a llamar?

Ama: Tu madre.

Julieta: Señora, aquí estoy. ¿Qué ocurre?

Señora: Ocurre que ... Ama, permítenos estar a solas ... No, quédate. Quiero que escuches nuestra plática. Mi hija está en una edad decisiva.

Ama: Ya lo creo. No recuerdo con exactitud qué edad tiene.

Señora: Aún no ha cumplido los catorce.

Ama: Apostaría catorce dientes (¡y con enorme aflicción debo confesar que únicamente me quedan cuatro!) a que no son catorce. ¿Cuándo se celebra el día de los Ángeles?

Señora: Dentro de aproximadamente dos semanas.

Ama: Ese día, Julieta cumple años. ¡Válgame Dios! La misma edad tendrían ella y mi Susana. Bien, Susana ya se encuentra con Dios, no merecía yo tanta felicidad. Bueno, como estaba diciendo, cumplirá catorce años el día de los Ángeles. ¡Vaya si los cumplirá! Recuerdo bien. Hace once años, cuando el terremoto, le quitamos el pecho. Nunca confundo aquel día con ningún otro. Abajo del palomar, sentada gozando de los rayos del sol, cubrí mis pechos con áloe. Usted y mi amo se encontraban en Mantua. ¡Lo recuerdo muy bien! La tonta de ella, en cuanto probó el pecho y lo halló tan amargo, ¡se puso muy furiosa conmigo! ¡Temblaba el palomar! Once años han pasado desde esa fecha. Ya corría ... trastabillando en algunas ocasiones. Por cierto que un día antes se había hecho un chichón en la frente, y mi marido (¡Dios lo tenga en gloría!) con qué gracia levantó a la niña, y le dijo: Vaya, ¿te has caído de frente? No caerás así cuando te entre el juicio. ¿ Verdad, Julieta? Sí, contestó la inocente mientras se limpiaba las lágrimas. El tiempo hace verdades las burlas. Aunque mil años viviera, recordaría esto. ¿No es verdad, Julieta?, y ella lloraba y decía que sí.

Señora: ¡Basta! guarda silencio, por favor.

Ama: Guardaré silencio, señora; sin embargo no puedo menos de reírme, recordando que dijo sí, y creo que tenía en la frente un chichón del tamaño de un huevo, y lloraba desconsoladamente.

Julieta: Guarda silencio; te lo imploro.

Ama: Está bien, guardaré silencio. Dios te ampare, porque eres la niña más bella que he críado. ¡Qué gran satisfacción sentiría si te viera casada!

Julieta: Todavía no he pensado en tan grande honor.

Ama: ¡Honor! Si no te hubiera yo criado con mis pechos, podría decirte que habías mamado leche de discreción y sabiduría.

Señora: Ya puedes pensar en matrimoniarte. En Verona hay madres de familia menores que tú, incluso yo ya lo era cuando apenas tenía tu edad. En dos palabras, el gallardo Paris pretende tu mano.

Ama: ¡Niña mía! ¡Vaya un pretendiente! Si parece de cera.

Señora: La primavera de Verona no cuenta con flor más bella.

Ama: ¡Eso es una flor! Efectivamente que es una flor.

Señora: Quiero saber si estás dispuesta a amarlo. Esta noche vendrá. Descubrirás en su rostro todo el amor que tiene por ti. Observa su semblante y la armonía de sus rasgos. Sus ojos servirán de comentario a lo que haya de confuso en el libro de su persona. Este libro de amor, aún desencuadernado, merece una noble cubierta. La mar se ha hecho para el pez. Toda belleza gana en contener otra belleza. Los dorados broches del libro lustran la áurea narración. Todo lo que él posee, será tuyo. Nada perderás con ser su mujer.

Ama: ¿Nada? Sólo pensarlo es una barbaridad.

Señora: Respóndeme: ¿llegarás a amar a Paris?

Julieta: Lo pensaré, si es que el ver predispone a amar; sin embargo, el dardo de mis ojos únicamente tendrá la fuerza que le preste la obediencia.

(Entra un criado).

Criado: Los invitados se aproximan. La cena está lista. Es necesaria su presencia. La señorita hace falta. En la cocina se están profiriendo mil maldiciones del ama. Todo está listo. Les ruego que vengan en seguida.

Señora: Vámonos tras ti, Julieta. El Conde nos espera.

Ama: Niña, debes reflexionar muy bien lo que vas a hacer.

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