Antonio Plaza

La voz del inválido

Primera edición cibernética, septiembre del 2012

Captura y diseño,Omar Cortés

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Indice


Presentación de Omar Cortés.

Yo.

Cuento.

Comer y bailar.

Sin fe y sin amor.

Ceniza en la frente.

A una ramera.

Hosanna a los pillos.

Sirvio al Imperio.

Amor y prosa.

Boleras

Dos entierros

Dicen.

Enseñanza superior.

En la bruja.

El hombre.

A Baco.

Boleras.

Arbol sin fruto

Cometas políticos.

Consolación.

Tus ojos.

Talento en las corvas.

La voz del inválido.





Presentación


La compilación de veinticuatro poesias del literato y periodista guanajuatense, Antonio Plaza (1833-1882), que ahora colocamos, bajo el título, La voz del inválido y otras poesias, en los anaqueles de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, representa el sentir de uno de los actores en la gesta de la denominada Guerra de Reforma, misma en la que, como soldado, participó activamente hasta que, por motivo de una herida sufrida en el campo de batalla -la mutilación de un pie a consecuencia de la explosión de una bala de cañón-, hubo de retirarse como soldado activo.

Antonio Plaza dedicóse, después de esa terrible experiencia, a publicar sus poemas, cargados de recuerdos, reflexiones, amarguras y tristezas, en periódicos como El Constitucional, La Pluma Roja, La Luz de los Libres, La Bandera Roja, La Idea y La Revista Mexicana, entre otros.

Plaza refleja en sus poesías, además de sus recuerdos y reflexiones, una triste y profunda amargura, sin duda sentida por más de uno en aquellos tétricos tiempos de guerra y desolación; de frustraciones y decaimientos de ánimo.

Ciertamente la victoria de las fuerzas progresistas pudiera considerarse como tema de profundo y grande gozo nacionales. El triunfo de la República sobre las fuerzas retardatarias imperiales, constituyó, a no dudar, un enorme avance que permitió a México pasar a formar parte de las naciones soberanas de aquel entonces. Sin embargo, las amargas experiencias sufridas por individuos y grupos sociales a causa de la guerra, generaría particulares visiones que muy lejos encontrábanse del jolgorio y la alegría de las fuerzas triunfantes.

En la presente compilación hay más de una poesía que claramente refleja un sentir de amargura, de desdicha, de frustración. De fuertes dudas acerca del planteamiento en torno a si todos esos esfuerzos y sufrimientos habrián valido la pena para los resultados obtenidos.

Así, como alguién algún día dijo, sin querer queriendo, Plaza pone en tela de juicio acontecimientos, genéricamente considerados como plenas victorias, invitando al lector a reflexionar sobre más de un punto considerado, históricamente, como cosa juzgada.

Es de esperar, que quien se adentre en la lectura de la presente selección poética, capte las fibras íntimas del sentir de Antonio Plaza uniéndose a la reflexión a que invita y extrajendo, por consecuencia, las propias conclusiones.

Omar Cortés

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Yo


Me hizo nacer la suerte maldecida,
de sombra y luz, conjunto inexplicable;
que oculta en mi corteza despreciable
arde un alma grandiosa y descreída.

Llevo en mi frente, de la audacia anida,
un mundo de ilusiones impalpable;
soy, en fin, un misterio impenetrable;
que me agito en el sueño de la vida.

Por el cielo a sufrir predestinado
me llena el mundo de ponzoña y duelo;
más yo siempre orgulloso y resignado
contra mi propia pena me rebelo,
y, en cada golpe, al mundo malhadado
doy mi desprecio, y mi perdón al cielo.

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CUENTO

Erase un pueblo muy desgraciado
de cuyos lares huyó la paz;
en ese pueblo mandaba un indio,
que bien un indio puede mandar.

Los padres curas de aquella tierra
atesoraban riqueza tal,
que su avaricia contó por cientos
lo que lograron atesorar.

Como es el oro en aqueste siglo
el dios que adora la humanidad,
lo adoraba como se adora
al adorado Dios de Isaac.

Pero aquel indio que era un hereje;
quiso a los santos Padres robar,
pero los santos ebrios de ira,
colgar quisieron al indio audaz.

Y en los cadalsos y los combates
formaron ellos con su caudal,
para hacer guerra a los bandidos
que aquel bandido pudo formar.

Y las legiones' de los cruzados
y las legiones de la impiedad,
en mil combates la sangre hicieron
correr cual corre manso raudal.

Y en los cadalsos y los combates
doquier sembraron negra orfandad;
en Haceldama trocóse el que era
rico de frutos campo feraz.

Al fin el indio venció a los curas,
y al fin quedaron sin capital;
que al fin desnudos los dejó el indio
como nos pintan al padre Adán.

Pero los curas vieron humildes
a un rey altivo de allende el mar,
y le rogaron que les mandara
un reyezuelo, por caridad.

El rey altivo a un reyezuelo
mandó a aquel pueblo de Satanás,
dióle soldados, oro y bajeles
para que al indio pudiese ahorcar.

Mas aquel indio que no era tonto,
luego que supo que un Majestad
venía a su pueblo para colgarle,
dejó su pueblo sin vacilar.

Ocupó el rey parásito,
y fue un remedo de Alí Babá
y los curitas lanzaron ¡Hurras!
porque tuvieron corte imperial.

Mas el tesoro los padrecitos
nunca volvieron a recobrar;
porque el monarca siguió las leyes
expropiadoras de su rival;
pues aunque rubio el rey exótico
era sin duda hereje asaz,
y los curitas en la impotencia
lanzaron ayes por chasco tal.

En tanto el indio desde muy lejos
al rey intruso mandó sitiar,
quien fue vencido en lid horrible
y prisionero cayó además.

Como los indios nunca perdonan
al prisionero mandó matar,
y su cadáver a otro monarca
mandóle en prueba de su amistad.

La regia fembra del rey difunto
volvióse loca, loca de atar;
porque sus sueños se disiparon
que son los sueños humo nomás.

Alegre el indio como aleluya
volvió su pueblo a gobernar,
y su riqueza dióle a un jesuita,
y en eso dicen que obró bien mal.

Porque jesuita que clava el clavo
queda al fin dueño de la heredad,
e indio y jesuita forman, si se unen,
concubinato de Barrabás.

Indio y jesuita en el gobierno
hicieron tanta barbaridad,
que hasta los suyos se rebelaron
contra el gobierno de aquel Sultán.

El pobre pueblo tembló medroso,
porque la guerra le hizo templar;
pero el indigena hizo algo bueno:
murió, y su muerte volvió la paz.

Y muerto el indio quedó el jesuita
del indio muerto en su lugar,
y al pueblo humilde en un programa
prometió mucha felicidad.

A la esperanza los corazones
abrieron todos con dulce afan;
y hasta los curas esperanzados
subieron todos a repicar.

Pero el programa salió borrego
porque el jesuita sin amo ya,
sobre la tumba del indio exánime,
ebrio de' gozo bailó un can-can.

Después del baile se fue a la mesa
con apetito de Bato y Bras,
y en ella come, y come y come,
y come y come sin descansar.

Al ver su gula todos gritaron:
¡Misericordia, Dios de Abraham!
Este no es hombre, este es un monstruo
que a todos juntos nos va a tragar
.

Cuentan que el cielo oyó benigno
de aquellos fieles plegaria tal,
y que entre nubes bajó del cielo
el milagroso San Baltazar,
y que les dijo con voz tonante:
Fueron temores, ¡votos a Caifás!
que si ese monstruo tragaros quiere
mi lanza entonces lo evitará
.

Y sigue el cuento; pero es cansado
y me fastidia tanto contar,
que de fastidio me estoy durmiendo,
y mis oyentes se duermen ya.

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COMER Y BAILAR

La calva fortuna,
la ciega deidad,
ilógica siempre,
dio a usted, Sebastián,
del buen Sancho Panza
la dicha casual.

Voacé, sin embargo,
no puede tocar
la flauta, y su genio
gubernamental,
no vale un pepino
para gobernar.

Tiene usted, sin duda,
un diente especial,
y piernas usadas
que saben danzar;
mas mientras engulle
con gula voraz,
y brinca y se tuerce
bailando el can-can,
nos lleva el demonio,
señor, sin piedad,
que aquí vegetamos
escasos de pan.

Voacé no gobierna,
porque gobernar
no es solamente
bailar y comer,
Comer y Bailar.

La horrible discordia
rugiendo ya está,
y afila en los montes
sus garras audaz.

La reina silvestre
su cetro fatal
encuba de sangre
pretende mojar.

Muy pronto esa hidra
infame será
atroz combustible
de hoguera voraz.

¿Por qué a las montañas,
señor, no se van
esos que le hicieron
honores de Czar,
la noche que vino
de aquella ciudad
a la que entre Hurras
marchó sólo a
bailar y comer,
Comer y Bailar?

Sus ministros tienen
talento brutal,
la patria con esos
no puede marchar;
el fisco en la bruja
con trampas aquí,
camina bien mal,
con trampas allá,
usted sabe que
si falta metal
pierden las naciones
su vitalidad.

Exigen las armas
reforma formal;
porque en el ejército
generales hay
que nunca un petardo
oyeron tronar.

Son las oficinas
un campo feraz,
do medra y engorda
la gente animal,
¡por Dios! no se ocupe,
señor, de danzar;
que platos y copas
se queden en paz,
qUe al fin es la gula
placer de gañán.

Dirán que es su doble
pasión capital
bailar y comer,
Comer y Bailar.

¿Acaso es la patria
convivialidad?
¿haciendo cabriolas
se puede salvar ...?

Cesen las piruetas,
las polkas, el vals,
no sea que brincando
se vaya a encajar.

Los blancos manteles
levántense ya,
acabe Canaán:
porque indigestarse
es malo a su edad.

Ya no se divierta
con danza fugaz;
hecho un Rigoletto
Voacé estuvo ya
eso no da gloria,
ni renombre da;
porque nunca pasa
a futura edad
ocioso magnate
qUe sabe no más
bailar y comer,
Comer y Bailar.

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SIN FE Y SIN AMOR

Arrastro una vida
de luto y dolor;
a todos les choco,
me choco hasta yo;
y todos los hombres
excluyen que, soy
en medio de todos
maldita excepción.

Encima tronchada
del viento al furor,
mi copa gigante
la tierra besó.

Murió la esperanza,
murió el corazón,
que grande, hervoroso
un tiempo asiló
excelsas virtudes
y vil corrupción.

Virtudes y vicios
luchando perdió,
y amorfo, sangriento,
cadáver es hoy
que duerme en la tumba
sin fe, sin amor.

Mis horas cubiertas
de negro crespón,
pesadas, iguales
rodar miro yo.

Esferas de sombra
que bajan, y son
como almas que bajan
malditas de Dios,
al arco, de horrores
eterna mansión.

Si aúlla doliente
el alto reloj,
yo te oigo, lo mismo
que el grito de horror
qUe arroja quien sufre
tormento feroz;
de agudo esquilón
como eco lejano
que dobla, pidiendo
piedad al Señor,
para un bandolero
que en la horca expiró;
como ese gemido,
ese ¡ay! de dolor
que da al reventarse
del arpa el cordón.

¡Qué lentas transcurren
las horas ¡oh Dios!
que hombre que hollando
punzante cambrón
camina en la tierra,
sin fe, sin amor!

Mi historia es historia
de mártir histrión;
sainetes y dramas
conozco, que yo
he sido en el mundo
genérico actor.

Con frailes menores
tranquila pasó
mi edad inocente,
y el padre rector,
latín y consejos
conmigo perdió;
que frailes y claustros
dejé sin temor,
y en mil aventuras
perdí el corazón.

Soldado en las filas
de Marte feroz,
vestido de loco
serví de sayón.

Chinaco, más tarde,
sin ley y sin Dios,
escenas horribles
miré con horror;
y pueblos he visto
que el hacha incendió,
envueltas en llamas
de rojo color.

Crujir, como cruge
rugiente crisol,
y en negros escombros
de altar, ni bridón
su huella sangrienta
soberbio dejó.

Por eso de todo
cansado ya estoy;
conozco los goces,
conozco el dolor,
los salmos del coro,
la voz del cañón,
la faz de los campos,
del mar el furor,
la horrible mazmorra,
el rico salón;
conozco lo bueno,
lo malo y lo peor;
yo sé de banquetes
y de hambre sé yo;
me son familiares
la regla y Colón;
desprecios y aplausos
el alma aprobó,
el alma que vive
sin fe, sin amor.

Más triste que tumba,
más pobre que Job,
yo sufro en la tierra
fatal expiación.

La edad inflexible
mi frente rugó;
mi cuerpo inclinado
remeda una hoz,
de nieve ya son;
mi barba y cabellos
mi espíritu ardiente,
su fuego perdió;
mis piernas se doblan.

¡Adiós ilusiones,
balbuce mi voz,
divinas del amor,
adiós esperanzas,
placeres, adiós!

¡Oh, muerte, yo pido
que des por favor
un lecho de polvo,
allá en un rincón,
al pobre viandante
que al fin se cansó,
y llama a tu puerta
sin fe y sin amor.

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CENIZA EN LA FRENTE

La vida es combate,
la tierra palenque,
el hombre es el lobo
del hombre
y en este
orates maldito
ninguno se entiende.

Aquí todos lloran,
aquí todos ríen,
aquí todos charlan,
corren, van y vienen;
y todos adulan
arañan y muerden,
y engáñanse todos,
y todos prometen,
y todos se ponen
ceniza en la frente.

Si ves a una chica
que un ángel parece
y al cielo sus ojos
envidia no tienen;
evita que ellos
el alma te quemen,
que en vez de colores
tendrás colorete,
horribles pesares
en vez de placeres,
y en vez de ternura
dejárate aleve
ceniza en el alma;
ceniza en la frente.

Si ves anunciando,
en grandes carteles,
elixir que sana
infaliblemente
cuando mal agobia
a la humana especie
duda del prodigio;
porque quien lo vende
sólo busca bobos,
sólo bobos quiere,
para colocarles
ceniza en la frente.

Aunque veas que el trono
penas mil decrete
contra esos que viven
de sotas y reyes,
no pienses que nunca
de jugar se deje,
qUe son los tahures
endiablada gente,
y a la policía
ciega y sorda vuelven
luego que le ponen
ceniza en el vientre,
ceniza en los ojos,
ceniza en la frente.

Si ves a un patriota
que ayer muy ardiente
gritaba ¡Qué vivan
de Juárez las leyes!

Y hoy dice: Si Juárez
no ha caído, se pierde
la patria
. ¿Adivinas
lo que el bicho quiere?

Quiere ver el bicho
si a la patria muerde;
por eso, menguado,
un empleo pretende,
aún cuando le pongas
ceniza en la frente.

Si oyes que otro dice,
el mártir haciéndose:
- Señor, mis creencias
ante nada ceden.
¿Servir al imperio?
¡Primero me cuelguen!

¿Sabes cuál la causa
es de que se exprese
así? Pues el mártir,
con humos de héroe,
está convencido
de que es pobre mueble
útil para nada,
y que aunque se esfuerce,
no habrá quien le ponga
ceniza en la frente.

Y si oyes que algún
espurio no quiere
que haya quien revise
los mil expedientes
qUe deben su origen
de Lerdo a las leyes,
jura que ese chico
las fincas que tiene
son mal adquiridas,
y quedarse teme
peor de lo que estaba
antes de ponerle
al clero, ceniza,
ceniza en la frente.

Y si acaso has visto ...
mas ahora cese
la maldita charla,
que la charla ofende;
y si continuamos
charlando tan fuerte,
tal vez el prefecto
se enfada, suspende
la Orquesta, y nos pone
ceniza en la frente.

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A UNA RAMERA

- I -

Mujer preciosa para el bien nacida,
mujer preciosa por mi mal hallada,
perla del solio del Señor caída
y en albañal inmundo sepultada;
cándida rosa en el Edén crecida
y por manos infames deshojada;
cisne de cuello alabastrino y blando
en indecente bacanal cantando.

- II -

Objeto vil de mi pasión sublime,
ramera infame a quien el alma adora
¿Porqué ese Dios ha colocado, dime,
el candor en tu faz engañadora?
¿Porqué el reflejo de su gloria imprime
en tu dulce mirar?, ¿por qué atesora
hechizos mil en tu redondo seno,
si hay en tu corazón lodo y veneno?

- III -

Copa de bendición de llanto llena,
do el crimen su ponzoña ha derramado;
ángel que el cielo abandonó sin pena,
y en brazos del demonio se ha entregado;
mujer más pura que la luz serena,
más negra que la sombra del pecado,
oye y perdona si al cantarte lloro;
porque, ángel o demonio, yo te adoro.

- IV -

Por la senda del mundo yo vagaba
indiferente en medio de los seres;
de la virtud y el vicio me burlaba;
me reí del amor de las mujeres,
que amar a una mujer nunca pensaba,
y hastiado de pesares y placeres
siempre vivió con el amor en guerra
mi ya gastado corazón de tierra.

- V -

Pero te vi ... ¡te ví! Maldita hora
en que te ví, mujer! Dejaste herida
a mi alma qUe te adora, como adora
el alma que de llanto está nutrida:
horrible sufrimiento me devora,
que hiciste la desgracia de mi vida;
mas dolor tan inmenso, tan profundo,
no lo cambio, mujer, por todo un mundo.

- VI -

¿Eres demonio que arrojó el infierno
para abrirme una herida mal cerrada?
¿Eres un ángel que mandó el Eterno
a velar mi existencia infortunada?
¿Este amor tan ardiente, tan interno,
me enaltece, mujer, o me degrada?
No lo sé ... no lo sé ... yo pierdo el juicio,
¿Eres el vicio tú? ... ¡Adoro el vicio!

- VII -

¡Amame tu también! Seré tu esclavo,
tu pobre perro que por doquier te siga;
seré felíz si conmi sangre lavo
tu huella, aunque al seguirte me persiga
ridículo y deshonra; al cabo, al cabo,
nada me importa tu manchada historia
si a través de tus ojos veo la gloria.

- VIII -

Yo mendigo, mujer, y tu ramera
descalzos por el mundo marcharemos
que el mundo nos desprecie cuanto quiera
en nuestro amor un mundo encontraremos
y si horrible miseria nos espera,
ni de un rey por el trono la daremos,
que cubiertos de andrajos asquerosos;
dos corazones latirán dichosos.

- IX -

Un calvario maldito hallé en la vida,
en el que mis creencias expiraron,
y al abrirme los hombresuna herida,
de odio profundo el alma me llenaron;
por eso el alma de rencor henchida
odia lo que ellos aman, lo que amaron
y a ti sola, mujer a ti yo entrego
todo ese amor que a los mortales niego.

- X -

Porque naci, mujer, para adorarte
y la vida sin ti me es fastidiosa,
que mi único placer es contemplarte
aunque tu halles mi pasión odiosa,
yo, nunca, nunca dejaré de amarte.
Ojalá que tuviera alguna cosa
más que la vida y el honor más cara,
y por tí sin violencia la inmolara.

- XI -

Sólo tengo una madre, ¡me ama tanto!
sus pechos mi noñez alimentaron,
y mi sed apagó su tierno llanto,
y sus vigilias hombre me formaron:
a ese ángel para mi tan santo,
a ese ángel de bondad, ¡quién lo creyera!
olvido por tu amor ... ¡loca ramera!

- XII -

Sé que tu amor no me dará placeres
sé que burlas mis grandes sacrificios;
eres tú la más vil de las mujeres;
conozco tu maldad, tus artificios;
pero te amo, mujer, te amo como eres;
amo tu perversión, amo tus vicios;
y aunque maldigo el fuego en que me inflamo,
mientras más vil te encuentro más te amo.

- XIII -

Quiero besar tu planta a cada instante,
morir contigo de placer beodo;
porque es tuya mi mente delirante,
y tuyo es ¡ay! mi corazón de lodo.
Yo que soy en amores inconstante,
hoy me siento por ti capaz de todo
por ti será mi corazón do imperas,
virtuoso, criminal, lo qUe tú quieras.

- XIV -

Yo me siento con fuerza muy sobrada
y hasta un niño me vence sin empeño
¿soy águila que duerme encadenada,
o vil gusano que titán me sueño?
Yo no sé si soy mucho, o si soy nada
si soy átomo grande o dios pequeño;
pero gusano o dios, débil o fuerte,
sólo sé que soy tuyo hasta la muerte.

- XV -

No me importa lo que eres lo qUe has sido
porque en vez de razón para juzgarte,
yo sólo tengo de ternura henchido
gigante corazón para adorarte.
Seré tu redención seré tu olvido,
y de ese fango vil vendré a sacarte;
que si los vicios en tu ser se imprimen
mi pasión es más grande que tu crimen.

- XVI -

Es tu amor nada más lo que ambiciono
con tu imagen soñando me desvelo,
de tu voz con el eco me emociono,
y por darte la dicha que yo anhelo
si fuera rey te regalara un trono:
si fuera Dios, te regalara un cielo,
y si Dios de ese Dios tan grande fuera,
me arrojara a tus plantas, ¡vil ramera!

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HOSANNA A LOS PILLOS


- I -

El mundo es comedia
no sé quién lo dijo,
pero es una farsa
de risa y gemidos
en que hacen primeros
papeles los pillos.

Aquel que de honrado
se precia, por digno,
no pasa en la vida
jamás de borrico.

¡Dichoso el que lame
como un falderillo,
la pérsica alfombra
de prócer conspicuo,
y brinda gozoso
en prosa o idilio
por glorias excelsas
de noble caudillo,
cantándole siempre
que es máximo altísimo!

¡Feliz el menguado
que haciéndose el mínimo
será con el tiempo
lo menos ministro!
¡Que al fin es el pueblo
un pobre pollino,
que nunca las coces
tirar ha sabido,
y carga la carga
sin dar un respingo!

¡Dichosos los bajos!
¡Dichosos los picaros!
Venid, marmitones,
formad un gran circulo
cantando entusiastas,
¡hozanna a los pillos!

- II -

Feliz quien del robo
haciendo un oficio,
con veinte por ciento
le presta al vecino.
Y éste se queda
sin torta ni abrigo,
al caco le importa
todo eso un pepino.

El mutuo usurario
es bueno y es licito:
la ley lo protege,
la ley qUe hace rico
al noble usurero
que medra tranquilo
sembrando su vida
de goce infinito,
que si ella es el goce,
gozar es preciso.

¡Qué vivan las leyes,
las hembras, el vino!
en rápida polka,
en vals vaporoso,
en danzas y en brincos,
con júbilo el caco
arroja este grito:
formad un gran círculo;
cantando entusiastas,
¡hozanna a los pillos!

- III -

Feliz el que tiene
por cánon político
pasar la existencia
viviendo del fisco.

¡La patria! ¿qué importa
que ruede al abismo,
y cargue el demonio
con todos sus hijos? ...
dichoso el que antaño
quemaba rendido
migajas de mirra
al viejo Benito;
a Lerdo más tarde
y hoy dice a Porfirio
que es de sus adeptos
el más decidido,
y grita entusiasta
que es don Vicentico
general insigne,
muy generalísimo.

Al ver a éste y otros
famélicos bichos,
que siempre a la nómina
están adheridos,
gobierne ya Pedro
o Juan o Remigio,
sonando las manos
entonces les digo:
¡salud, miserables!
¡hozana a los pillos!

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SIRVIO AL IMPERIO

Viejo y panzón, más cojo que Vulcano
probó el pan del apóstol Iscariote,
y hoy que el hambre le seca hasta el cogote
le excluyen del festín republicano.

Pobre exsoldado, exhombre, exmexicano
va para muerto caminando al trote
de su cuerpo gastado perdió un lote,
y el resto morirá si falta guano.

En su abdomen ingente hay un vacío
que torna cada tripa en catacumba:
una gula rabiosa le da brío;
pero al sentir que el hambre lo derrumba
anhela hundirse en el sepulcro frío,
por comerse las tablas de su tumba.

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AMOR Y PROSA

Te adoro como a Dios dije a Gregoria
y si te inflama esta pasión ingente,
yo juro que mi cántico ferviente,
como Dios hará eterna tu memoria.

Con la luz del cielo escribiré tu historia
pondré bajo tu planta el sol ardiente,
la regia luna brillará en tu frente
y hasta la gloria envidiará tu gloria.

Más ella ¡ay!, sus ojos picarones
en mí clavando, dijo con salero:
Lindas son en verdad sus ilusiones;
pero, responda usted, señor coplero:
¿con el sol, la luna y sus canciones
tendré casa, vestidos y puchero?

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BOLERAS

Arión, hijo de Ceres
y de Neptuno,
era caballo y dizque
hablaba de bruto;
no es extraño eso:
aquí los brutos hablan
en el Congreso.

Los nietos de Sesostris,
divinizaron
guajolotes y monos
y hasta lagartos;
aquí un conscripto
también es inolvidable
como en Egipto.

Dentro del arca un viejo
cuando el diluvio,
encerró toda especie
de animaluchos:
en tal recámara
no durmió tanto bípedo
como en la Cámara.

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DOS ENTIERROS

Asomado al balcón ví, que pasaba
un gran entierro, su cortejo ingente
con pompa funeral, muy lentamente
invadiendo tres calles desfilaba.

Y más tarde pasó ... ¿pasó? ¡volaba! ...
otro entierrillo rápido, impaciente;
iba el muerto en arcas, hasta idecente
y nadie al muerto aquel acompañaba.

Comparando pensé: yo no me explico
lo qUe hay tras de la muerte, más diría
el pobre que la teme es un borrico,
que si la muerte da con saña impía
fin a la vida cómoda del rico,
también da fin del pobre a la agonía.

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DICEN

Caligula -dice un
cronista sabio-
nombró Sumo Pontífice
a su caballo;
el tal no miente,
porque aquí un Incitatus
fue presidente.

Los negros de Corea
cambian por vino
sus mujeres, sus padres
y hasta sus hijos.

Un patriotero
diera por dos pesetas
el mundo entero.

Su regia majestad
Carlos Segundo,
caballero hizo a un lomo
de un cuasi burro
creó sin empacho,
Juárez hizo ministro
a un cuasi macho.

San Juan de Mata vio
venir a un ciervo,
con una cruz enorme
entre los cuernos:
he comprendido
lo que vio el de Mata:
fue algún marido.

A los rayos Augusto,
tuvo tal pánico,
que si tronaba se iba
al subterráneo.

Hay generales
que con un trueno sufren
ansias mortales.

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ENSEÑANZA SUPERIOR

Muchachas sin camisa ni tomines,
concepciones de honrada figonera,
que no saben mover una tijera,
ni remendar siquiera calcetines;
pero armadas de lazos y botines,
pretenden sacudir su pobre esfera
aprendiendo posturas de bolera,
y a cantar como en ópera y maitines;
luego que esas chicuelas relamidas
se conviertan en hembras pretensiosas
Primas, Donas, con puff, mari sabidas,
y nieguen a sus madres haraposas ...
para los ricos sobrarán queridas,
para los pobres faltarán esposas.

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EN LA BRUJA

Triste como Jesús allá en el huerto,
impaciente cual virgen casadera,
y bruja como índigena hechicera,
hago papel de sordo en el concierto.

Con la esperanza que alimenta un muerto,
y desnudo como una calavera;
ya rujo, con rugidos de pantera,
porque estoy como Job en el desierto.

En vano en vano agoto mi discurso:
veo en mis ingleses pronunciada tropa
y sufriendo de penas vil concurso,
soy un naipe sin oros y sin copas,
sólo me queda el último recurso
y tras ese recurso ... las dos sopas.

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EL HOMBRE

Ciego que ve, hambriento que mantiene
burro en la chilla en la opulencia mula;
abate al pobre al poderoso adula,
y es enano o titán según conviene.

La vanidad que mata lo sostiene;
y como falso su conciencia anula;
si tiene una virtud la disimula,
y finge poseer lo que no tiene.

Tal es el hombre. Pérfidas pasiones
le invaden de la planta a los cabellos
todos iguales son, falsos, bribones;
quien los conoce debe aborrecerlos;
y el coplero que firma estos renglones
es lo mismo o peor que todos ellos.

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A BACO

Salud, ¡oh Baco! Tu poder insólito,
es en la tierra talismán vivifico;
quien ha probado tu licor magnífico
se vuelve siempre tu constante acólito.

Por ti, en jaulas del glorioso Hipólito,
maldicen el idiota y el científico
el mundo artero qUe sonríe pacífico
de sus pesares con cinismo insólito;
pero tú en cambio con bondad magnánima
cuando enardeces mi cerebro escuálido,
hacen vivir mi lacerada ánima,
haces crecer mi corazón inválido,
y juro, por San Juan y la Verónica,
pasar la vida en borrachera crónica.

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BOLERAS

El dios a quien Pompilio
culto le daba,
como carnestolendas
llevó dos caras.

Los que su mano
de amigos nos ofrecen,
son como Jano.

He visto que a la diosa
sin par, Astrea,
unas balanzas de oro
sirven de emblema.

Quizá por eso,
es siempre la justicia
cuestión de peso.

Al morir Junio Bruto
clamó enojado:
eres virtud maldita
un nombre vano.

Y si tal bicho
viviera en este tiempo,
¿qué hubiera dicho? ...

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ARBOL SIN FRUTO

Rico el viejo de abriles y arrogancia,
conozco el mundo, dice porque olvida
que es la existencia una perpetua infancia
la vejez una infancia encanecida,
y la ciencia del hombre la ignorancia.

El anciano, ese niño que chochea,
pretende el velo desgarrar, impio,
de la verdad, que conocer desea,
¡pobre Ixión abrazado del vacio!
¡pobre Alcidas que en el mármol se recrea!

Nadie este mundo conocer espere:
foco es de sueños nuestra edad florida,
y aunque otra edad a la razón prefiere
la muerte llega al sospechar la vida,
y el hombre, niño, como nace, muere.

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COMETAS POLITICOS

Sólo vengo a que ustedes se horroricen
ya administra la aduana de Macario
el de la estafa aquella, el refractario
digno de que un proceso le improvisen.

Escriban por piedad, al mundo avisen
que ese hombre es ignorante y ordinario
que se robó los fondos del Erario,
y tiene cola inmensa que le pisen.

Tiene cola, es verdad, de que te inquietas
si puedes razonar una vez sola,
ya que nada en crítica respetas,
comprenderás que en medio de esta bola,
los hombres, don Severo, y los cometas,
para elevarse necesitan cola.

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CONSOLACION

Nunca olvides de tu alma en los horrores
que tesoro es la fe, pan la esperanza:
quien al calvario en el Tabor alcanza,
la gloria que enaltece los dolores.

Tras negra noche vienen los fulgores
de un sol divino que sus rayos lanza;
tras la borrasca viene la bonanza;
tras el soplo invernal vienen las flores.

Sufre sin que una queja se deslice;
es el sufrir de la paciencia padre:
cuando llores hambriento e infelice
y negra humillación tu alma taladre,
oye una voz solemne que te dice:
vete a moler a tu señora madre.

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TUS OJOS

Ni la luz refulgente de la aurora,
cuando razga del cielo la cortina,
ni los rayos de fuego con que dora
el ígneo sol la corpulenta encina,
puede brillar mujer fascinadora;
que todo tu mirada lo domina,
y a la aurora y al sol les causa enojos
la luz fulgente de tus lindos ojos.

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TALENTO EN LAS CORVAS

¡Qué tonto es el hombre
que nunca se dobla!

¡Qué sabio el que tiene
flexible las corvas!

Conozco yo a un mico
que ayer sin la torta
vagaba, cual vaga
perdida la nota.

Asaz monarquista
con puntas de hipócrita
rezando en la iglesia
gastaba sus rótulas.

Allá por los tiempos
de frailes y costas
era tinterillo
de pésima estofa,
y usaba raída
chaqueta grasosa,
sin que la chicana
le diese para otra.

Al fin hastiado
de su bruja insólita,
empuñó atrevido
la péñola roma,
y en versos inmundos
rellenos de prosa,
cantó de González
Ortega las glorias;
después el buen Juárez
tiróle una torta,
y entonces a Ortega
el puso la popa;
hoy lame las plantas
de Lerdo, esa boa,
y de vez en cuando
firma alguna póliza;
y hoy gasta espejuelos
y guantes y botas,
se pinta y perfuma,
se mueve y se esponja:
y el extinterillo
que a risa provoca,
medra, porque tiene
talento en las corvas.

Un ex presidiario,
en tierra escabrosa
quitaba a indefensos
la vida y la bolsa:
pero el galeote
ávido de gloria,
cuando su gavilla
engrosó con otra,
le llamó: -Brigada
ligera
-.
No es broma. - No es broma.
Ligera cual pájaro
qUe los vientos corta,
volaba delante
de contraria tropa,
y con los inermes
era una leona.

Se hizo el bandolero
temible en las fondas,
que las maritornes
la luenga pistola
mostraba, si había
tardanza en la sopa.

Sombrero arriscado,
camiseta roja,
calzoneras amplias,
botones de bola,
y canana henchida
de balas y pólvora,
llegaba a las tiendas
pidiendo una copa.

Era su saludo
blasfemia horrorosa;
el corcel robado
sentaba con cólera,
cortando los vientos
con luenga tizona.

Decían a su fuerza
la brigada escoba,
porque antes de irse,
a todos y a todas
dejaba más limpios
que suelo de monjas.

Por tales hazañas,
dignas de la horca,
hizole el Gobierno,
general.- Ahora
ya come con trinche,
brinda en la Concordia,
el pelo rebelde
se lo peina Broca,
y gasta cadena
mejor que la otra
que en Ulúa pusieron
a su taba roma.

Ya canta que tiene
dignidad y honra,
y aunque el tal no sabe
mandar una escolta,
dice: soy soldado
y afanoso compra
libros militares.

El último rasgo
que mucho le estorban
de su audacia loca
llegó hasta ponerse
sorbete de moda.

Yo al ver que su faja
color de cotorra
ensucia arrastrándose
en ricas alfombras,
confieso que tiene
talento en las corvas.

Con dos sobrinitas
coquetas, graciosas,
vivió un mequetrefe
sumido en la inopia;
inopia terrible:
las camas sin colchas,
sin lumbre el bracero,
sin agua las ollas
y a la funerala
las cazuelas rotas.

Vestido a la última
miseria, no moda,
usaba tacones
torcidos, en forma
de alguna parada
que al as o a la sota
no pierde a la puerta
ni a la puerta cobra.

Vivía el infelice
haciendo más drogas
que las que almacenan
las boticas todas;
pero a cierto prócer
gustaron sus pollas;
les hizo la rueda
a una y a otra.

Entonces la bruja
trocóse en bambolla,
y el triste demonio
se volvió demócrata,
que el doble sobrino
le puso en la nómina.

Tal cual la República
de la vieja Roma
brotó de las sábanas
de fembra hermosa,
así el patriotismo
de este don Manólatra
salió de los lechos
de dos mocetonas.

Terciando en amores,
agente de rosas,
el nuevo Mercurio
pródigo en lisonjas,
subió como sube
el humo a la atmósfera,
y en política órbita.

Hoy es hombre rico,
al fin se ha creado
posiciones cómodas.

Dicen que es un cero
su cráneo, ¿qué importa?
¿qué importa, si tiene
talento en las corvas?

Un hijo menguado
de ibérica zona,
un segunda cuerda,
volatín y acróbata,
más ágil que un chivo,
brincaba en la soga.

El payaso un día
armóle camorra,
y el payaso entonces
le rompió la cholla.

Temiendo el funámbulo
ir a la chirona,
marchó fugitivo
a tierras ignotas;
y, médico en ellas,
por buscar la torta,
hizo más cadáveres
que Aquiles en Troya.

Huérfanos y viudos
armados de cólera,
y también de palos,
pegaron tal soba
al pobre Galeno,
que hasta hizo cabriolas.

Doliente, mohino
por tan dura broma,
buscando la muerte
largose a la bola.

Cayóle a un caudillo
en gracia su historia
y su secretario,
le hizo sin demora.

Entre bandoleros
rellenó la bolsa,
y ya el saltimbanqui
es hombre de nota,
que entre los ministros
se inclina y se dobla
tanto, qUe su barba
convierte en escoba;
pero el bicho medra
y hasta fincas compra,
porque tiene mucho
talento en las corvas,

Arriba, gusanos,
¡paso a la lisonja!
subid como sube
la espuma en la olla.

Subid miserables,
que la vita bona
es para el que tiene
coyunturas flojas,
elástico lomo
y miel en la boca,
cintura flexible,
talento en las corvas.

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LA VOZ DEL INVALIDO


- I -

Bajo la sombra de saúz añoso
frente a un albergue rústico apartado,
se hallan; un joven de naciente bozo
y un viejo descreído, mutilado.

Los surcos de la frente marchita,
las escépticas frases que congelan,
la irónica sonrisa y la mirada
del viejo su pasado nos revelan.

El apuesto garzón, el casi niño,
con marcada humildad escucha atento
al anciano, que lleno de cariño
le dice así con paternal acento:

- II -

Con que, Andrés, ¿vas a partir?
¿ Se torna el rapaz en hombre?
¡Bien! ... Escucha y no te asombre,
Andrés, lo que vas a oir.

En el revuelto Océano
en que fui náufrago un día,
quiero que lleves por guía
la débil voz del ancíano.

No cual clérígo profundo
Evangelízarte anhelo:
La virtud es flor del cielo
Que se marchita en el mundo.

No de ilusiones que halagan
te hablaré, ni de moral;
quiero, Andrés, que no hagas mal
no dejes que te lo hagan.

Franklin dijo en parte alguna,
hablando del mundo, que;
lo que salva no es la fe
si no el no tener ninguna.

No creas consejas ni apólogos,
busca siempre la verdad;
la fe, chico, es necedad
que llaman virtud los teólogos.

Yo no te aconsejo el vicio,
el que mal hace, mal halla;
quiero que vistas con malla
tu corazón tan novicio.

Y ya que tus tiernos años
están flacos de experiencia,
escucha, Andrés, con paciencia
la voz de los desengaños.

También locas ilusiones
mi juventud conmovieron,
y las que ilusiones fueron
son ya negras decepciones.

Por eso en estulta calma
niego todo con cinismo,
porque el torpe escepticismo
viento es que congela el alma.

Tú vas a la corte. Allí
activo en tu bien rebúllete,
Consérvate, aséate, instrúyete,
y vive, Andrés, para ti.

Obra mucho y cierra el labio,
que llega a su fin más pronto,
con su actividad el tonto
que con su pereza el sabio.

Es la corte cosa brava,
todos mal de todos piensan,
los enemigos comienzan
donde la nariz acaba.

Tú allí con muy buenos modos
sé expresivo, sé jovial:
de todos piensa muy mal;
pero habla muy bien de todos.

Que mascarada completa
la corte qUe veo con asco,
y sufre allí más de un chasco
Quien no toma su careta.

Allí es el afeite aseo,
sinceridad el cinismo;
la locura excentricismo;
la adulación galanteo.

Se le llama bueno al bobo
se llama al miedo prudencia,
se llama a la charla ciencia,
se llama fianza al robo.

Allí en duda haz de poner
la castidad del beato,
la mansedumbre del gato,
la virtud de la mujer.

Allí todo es falsedad.
Vanidad de vanidades,
allí abundan las nulidades
rellenas de vanidad.

Todos quieren que su nombre
a los hombres envanezca,
y no hay hombre que merezca
llamarse siquiera hombre.

Que de aquella sociedad,
llena de lodo y materia,
es muy grande la miseria
y mayor su vanidad.

El hombre, ténlo presente,
en ese mundo hostigoso,
hace un viaje muy penoso
y no medra si no miente.

Ese tránsito empalaga:
que molesta en el viaje,
los ricos con su carruaje,
los mendigos con su plaga.

Y magüer razón te sobre,
en la sociedad, buen chico,
evita el odio del rico
y la intimidad del pobre.

Mas si das a la indigencia,
nunca la humilles cruel
porque es dificil papel
el papel de Providencia.

Saber dar es gran virtud,
y dar sin tacto es locura;
lo que se da con finura,
se acepta con gratitud.

Hay favores tan sin gracia,
que dejan huella sensible
en el alma, y más horrible
hacen ellos la desgracia.

Muchos hay que dan lo suyo
por cálculo o vanidad,
pero, hijo, esa caridad,
es la virtud del orgullo.

Nunca dés con mira doble;
porque el hombre desgraciado
es un objeto sagrado
para quien tiene alma noble.

La desgracia lenifica
sin esperar gratitud;
porque, Andrés, la ingratitud
a la caridad deifica.

Tus apuros, si los tienes,
cuenta al que cuente reales;
es decir, cuenta tus males
sólo al que los torne en bienes.

Nunca vistas con descuido;
porque en la corte deshonra
más que una mancha en la honra
una mancha en el vestido.

Tu lujo empero modera
no al lujo te entregues, no,
mira que el lujo empezó
por unas hojas de higuera.

Cuida y no te faltará;
da poco y no se te olvide
que quien da a todo el que pide
pide al fin a quien no da.

Ten siempre el bolsillo a tasa,
para que siempre algo sobre;
porque, Andrés, el hombre pobre,
de pobre hombre nunca pasa.

Del placer has poco uso,
si ilusión quieres tener,
que abusando del placer
no hay placer en el abuso.

Por si acaso en sueño cálido
buscas de Marte la gloria,
voy a contarte la historia
a que debo estar inválido.

Allá en mis años mejores
se encendió lid fratricida,
porque a mi patria querida
plugó cambiar de opresores.

Del patriotismo la llama
ardió en mi pecho de tierra.
Marché, Andrés, y en cruda guerra
reñí como perro en brama.

El éxito no fue malo;
vencimos a los traidores,
y volví pisando flores,
con una pierna de palo.

Cubierto de gloria, chico,
dejóme el gobierno cruel;
¿había de comer laurel
como si fuera borrico?

Otros con férvido arrojo
la victoria celebraron.
Oro y destino pescaron,
y yo quedé pobre y cojo.

Asi es la guerra maldita;
a muchos les dá oropeles,
y carruajes y corceles,
y a otros las piernas quita.

Vengué yo ajenos agravios
y al fin ¿qué saqué? ... ¡Desprecios!
La guerra la hacen los necios
en provecho de los sabios.

No seas de los que combaten,
pero odia a los que se rindan;
pues sacan más los que brindan,
que los tontos que se baten.

A la guerra, Andrés, no vayas;
y sin luchar vencerás;
porque un brindis vale más
que el humo de cien batallas.

Está la patria hecha trizas
con tanta gente malévola,
y del bracero de Scévola
no quedan ya ni cenizas.

Es un loco temerario
el que anda entre cañones:
es mejor en los salones
esgrimir el incensario.

Si por figurar te apuras,
lisongea a los beneméritos,
y fía más que de los méritos
de tus buenas coyunturas.

No te oirán si no te encorvas:
ya que ellos tienen, Andrés,
las orejas en los pies,
ten el talento en las corvas.

Para que a ciegas no andes,
te aconsejo por mi nombre,
dejes tu grandeza de hombre
con todos los hombres grandes.

La dignidad no conviene,
ni la honradez, hijo de Eva;
quien no adula no se eleva:
el que no es vivo no tiene.

Si no estás en gran bonanza,
no busques, hijo, mujer;
el pobre ha de mantener
solamente la esperanza.

El amor es gran locura,
y el bendito matrimonio,
lazo que tiende el demonio
y convierte en zoga el cura.

El consorcio, es conclusión,
para un pobre es grave mal;
y su tálamo nupcial
Túmulo es de la ilusión.

Nunca el marido descansa
y sus sacrificios crecen:
pero ellos no se engrandecen,
porque con ellos no alcanza.

Tú pondrás el ara encima
tu independencia sin juicio,
y ese inmenso sacrificio
ninguna mujer lo estima.

Es feliz quien por fortuna
mujer buena tiene, Andrés:
pero más dichoso es
el que no tiene ninguna.

Amor es mentida flama,
la gratitud no parece:
sólo, Andrés, una madre ama
y sólo un perro agradece.

Mas si afectos deseas,
te lo digo con dolor,
cree hasta en el mismo amor,
pero en la amistad no creas.

Con la experiencia lo digo,
Andrés, consérvalo impreso:
un libro, un perro y un peso
forman un completo amigo.

Los que el mundo desconocen
Dicen, sobrino, que es fama,
que en la cárcel y en la cama
los amigos se conocen.

En cualquie situación séria
tendrás número importuno
de amigos, mas no habrá uno
cuando estés en la miseria.

La amistad es falso cobre,
la amistad, óyelo, chico,
forma la ilusión del rico
y el desengaño del pobre.

La amistad en conclusión,
la amistad, tenlo presente,
es, sobrino, un accidente
del oro ó la posición.

Quien fuere en la vida cero
no tendrá un amigo, Andrés:
si el dinero amigo es,
sé amigo tú del dinero.

Mejor que un peso, ten dos,
no hagas mal por egoísmo,
y duda hasta de ti mismo
véte, y ¡bendigate Dios!

- III -

Un instante después por el camino
triste a un jinete galopar se veia,
y un viejo de mostacho blanquecino
con la vista al jinete perseguía.

Cuando ni el polvo que el corcel alzara
pudo el viejo mirar, sintió que ardiente
gota de llanto resbaló en la cara,
y suspirando doblegó la frente.

Y ¿qué será de ti? clamó el anciano.
Tú incierto porvenir ¿por qué me altera?
corre a luchar con ese mundo insano;
véte a sufrir la suerte que te espera.

La lucha con el mundo no te asombre,
hombre no es el que luchar no sabe;
porque nació para luchar el hombre
como nació para volar el ave.

Jamás el hombre del destino oscuro
el negro velo levantar espere;
envuelto entre sombra está el futuro ...
El hombre es lo que la suerte quiere.

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