Índice de Fuente Ovejuna de Félix Lope de Vega y CarpioSEGUNDO ACTOBiblioteca Virtual Antorcha

FUENTE OVEJUNA

Félix Lope de Vega y Carpio

TERCER ACTO


(Salen Esteban, Alonso y Barrildo).

ESTEBAN

¿No han venido a la junta?

BARRILDO

No han venido.

ESTEBAN

Pues más aprisa nuestro daño corre.

BARRILDO

Ya está lo más del pueblo prevenido.

ESTEBAN

Frondoso con prisiones en la torre,
y mi hija Laurencia en tanto aprieto,
si la piedad de Dios no los socorre ...


(Salen Juan Rojo Y el Regidor).

JUAN ROJO

¿De qué dais voces, cuando importa tanto
a nuestro bien, Esteban, el secreto?

ESTEBAN

Que doy tan pocas es mayor espanto.


(Sale Mengo)

MENGO

También vengo yo a hallarme en esta junta.

ESTEBAN

Un hombre cuyas canas baña el llanto,
labradores honrados, os pregunta
qué obsequias debe hacer toda esa gente
a su patria sin honra, ya perdida.
Y si se llaman honras justamente,
¿cómo se harán, si no hay entre nosotros
hombre a quien este bárbaro no afrente?
Respondedme; ¿hay alguno de vosotros
que no esté lastimado en honra y vida?
¿No os lamentáis los unos y los otros?
Pues si ya la tenéis todos perdida,
¿a qué aguardáis? ¿Qué desventura es ésta?

JUAN ROJO

La mayor que en el mundo fue sufrida.
Mas pues ya se publica y manifiesta
que en paz tienen los reyes a Castilla
y su venida a Córdoba se apresta,
vayan dos regidores a la villa,
y echándose a sus pies pidan remedio.

BARRILDO

En tanto que Fernando, aquel que humilla
a tantos enemigos, otro medio
será mejor, pues no podrá, ocupado,
hacemos bien, con tanta guerra en medio.

REGIDOR

Si mi voto de vos fuera escuchado,
desamparar la villa doy por voto.

JUAN ROJO

¿Cómo es posible en tiempo limitado?

MENGO

A la fe, que si entiende el alboroto,
que ha de costar la junta alguna vida.

REGIDOR

Ya, todo el árbol de paciencia roto,
corre la nave de temor perdida.
La hija quitan con tan gran fiereza
a un hombre honrado, de quien es regida
la patria en que vivis, y en la cabeza
la vara quiebran tan injustamente.
¿Qué esclavo se trató con más bajeza?

JUAN ROJO

¿Qué es lo que quieres tú que el pueblo intente?

REGIDOR

Morir, o dar la muerte a los tiranos,
pues somos muchos, y ellos poca gente.

BARRILDO

¡Contra el señor las armas en las manos!

ESTEBAN

El rey sólo es señor después del cielo,
y no bárbaros hombres inhumanos.
Si Dios ayuda nuestro justo celo,
¿qué nos ha de costar?
Mirad, señores,
que vais en estas cosas con recelo.
Puesto que por los simples labradores
estoy aquí, que más injurias pasan,
más cuerdo represento sus temores.

JUAN ROJO

Si nuestras desventuras se compasan,
para perder las vidas, ¿qué aguardamos?
Las casas y las viñas nos abrasan:
tiranos son; a la venganza vamos.


(Sale Laurencia, desmelenada)

LAURENCIA

Dejadme entrar, que bien puedo
en consejo de los hombres;
que bien puede una mujer,
si no a dar voto a dar voces.
¿Me conocéis?

ESTEBAN

¡Santo Cielo!
¿No es mi hija?

JUAN ROJO

¿No conoces
a Laurencia?

LAURENCIA

Vengo tal,
que mi diferencia os pone
en contingencia quién soy.

FSTEBAN

¡Hija mía!

LAURENCIA

No me nombres
tu hija.

ESTEBAN

¿Por qué, mis ojos?
¿Por qué?

LAURENCIA

Por muchas razones,
y sean las principales,
porque dejas que me roben
tiranos sin que me vengues,
traidores sin que me cobres.
Aún no era yo de Frondoso,
para que digas que tome,
como marido, venganza;
que aquí por tu cuenta, corre;
que en tanto que de las bodas
no haya llegado la noche,
del padre, y no del marido,
la obligación presupone;
que en tanto que no me entregan
una joya: aunque la compre,
no ha de correr por mi cuenta
las guardas ni los ladrones.
Me llevó de vuestros ojos
a su casa Fernán Gómez:
la oveja al lobo dejáis,
como cobardes pastores.
¡Qué dagas no vi en mi pecho!
¡Qué desatinos enormes,
qué palabras, qué amenazas,
y qué delitos atroces,
por rendir mi castidad
a sus apetitos torpes!
Mis cabellos, ¿no lo dicen?
¿No se ven aquí los golpes,
de la sangre y las señales?
¿Vosotros sois hombres nobles?
¿Vosotros padres y deudos?
¿Vosotros, que no se os rompen
las entrañas de dolor,
de verme en tantos dolores?
Ovejas sois, bien lo dice
de Fuente Ovejuna el nombre.
Dadme unas armas a mí,
pues sois piedras, pues sois bronces,
pues sois jaspes, pues sois tigres ...
Tigres no, porque feroces
siguen quien roba sus hijos,
matando los cazadores
antes que entren por el mar
y por sus ondas se arrojen.
Liebres cobardes nacisteis;
bárbaros sois, no españoles.
Gallinas, ¡vuestras mujeres
sufrís que otros hombres gocen!
Poneos ruecas en la cinta.
¿Para qué os ceñís estoques?
¡Vive Dios, que he de trazar
que solas mujeres cobren
la honra de estos tiranos,
la sangre de estos traidores,
y que os han de tirar piedras,
hilanderas, maricones,
amujerados, cobardes,
y que mañana os adornen
nuestras tocas y basquiñas,
solimanes y colores!
A Frondoso quiere ya,
sin sentencia, sin pregones,
colgar el Comendador
del almena de una torre;
de todos hará lo mismo;
y yo me huelgo, medio-hombres,
por que quede sin mujeres
esta villa honrada, y torne
aquel siglo de amazonas,
eterno espanto del orbe.

ESTEBAN

Yo, hija, no soy de aquellos
que permiten que los nombres
con esos títulos viles.
Iré solo, si se pone
todo el mundo contra mí.

JUAN ROJO

Y yo, por más que me asombre
la grandeza del contrario.

REGIDOR

Muramos todos.

BARRILDO

Descoge
un lienzo al viento en un palo,
y mueran estos enormes.

JUAN ROJO

¿Qué orden pensáis tener?

MENGO

Ir a matarle sin orden.
Juntad el pueblo a una voz;
que todos están conformes
en que los tiranos mueran.

ESTEBAN

Tomad espadas, lanzones,
ballestas, chuzos y palos.

MENGO

¡Los reyes nuestros señores
vivan!

TODOS

¡Vivan muchos años!

MENGO

¡Mueran tiranos traidores!

TODOS

¡Traidores tiranos mueran!


(Se van todos).

LAURENCIA

Caminad, que el cielo os oye.
¡Ah, mujeres de la villa!
¡Acudid, porque se cobre
vuestro honor, acudid todas!


(Salen Pascuala, Jacinta y otras mujeres).

PASCUALA

¿Qué es esto? ¿De qué das voces?

LAURENCIA

¿No veis cómo todos van
a matar a Fernán Gómez,
y hombres, mozos y muchachos,
furiosos, al hecho corren?
¿Serán ,bien que solos ellos
de esta hazaña el honor gocen,
pues no son de las mujeres
sus agravios los menores?

JACINTA

Di, pues, ¿qué es lo que pretendes?

LAURENCIA

Que puestas todas en orden,
acometamos a un hecho
que dé espanto a todo el orbe.
}acinta, tu grande agravio,
que sea cabo; responde
de una escuadra de mujeres.

JACINTA

No son los tuyos menores.

LAURENCIA

Pascuala, alférez serás.

PASCUALA

Pues déjame que enarbole
en un asta la bandera:
verás si merezco el nombre.

LAURENCIA

No hay espacio para eso,
pues la dicha nos socorre:
bien nos basta que llevemos
nuestras tocas por pendones.

PASCUALA

Nombremos un capitán.

LAURENCIA

Eso no.

PASCUALA

¿Por qué?

LAURENCIA

Que adonde
asiste mi gran valor,
no hay Cides ni Rodamontes.


(Se van, y sale Frondoso, atadas las manos; Flores, Ortuño, Cimbranos y el Comendador).

COMENDADOR

De ese cordel que de las manos sobra
quiero que le colguéis, por mayor pena.

FRONDOSO

¡Qué nombre, gran señor, tu sangre cobra!

COMENDADOR

Colgadle luego en la primera almena.

FRONDOSO

Nunca fue mi intención poner por obra
tu muerte entonces.

FLORES

Grande ruido suena.


(Ruido suena).

COMENDADOR

¿Ruido?

FLORES

Y de manera que interrumpen
tu justicia, señor.

ORTUÑO

Las puertas rompen.


(Ruido).

COMENDADOR

La puerta de mi casa y siendo casa
de la encomienda!

FLORES

El pueblo junto viene.

JUAN ROJO

(Dentro).
Rompe, derriba, hunde, quema, abrasa.

ORTUÑO

Un popular motín mal se detiene.

COMENDADOR

¡El pueblo contra mí!

FLORES

La furia pasa
tan adelante, que las puertas tiene
echadas por la tierra.

COMENDADOR

Desatadle.
Templa, Frondoso, ese villano alcalde.

FRONDOSO

Yo voy, señor; que amor les ha movido.


(Se va).

MENGO

(Dentro).
¡Vivan Fernando e Isabel, y mueran
los traidores!

FLORES

Señor, por Dios te pido
que no te hallen aquí.

COMENDADOR

Si perseveran,
este aposento es fuerte y defendido.
Ellos se volverán.

FLORES

Cuando se alteran
los pueblos agraviados, y resuelven,
nunca sin sangre o sin venganza vuelven.

COMENDADOR

En esta puerta, así como rastrillo,
su furor con las armas defendamos.

FRONDOSO

(Dentro).
¡Viva Fuente Ovejuna!

COMENDADOR

¡Qué caudillo!
Estoy porque a su furia acometamos.

FLORES

De la tuya, señor, me maravillo.

ESTEBAN

Ya el tirano y los cómplices miramos.
¡Fuente Ovejuna, y los tiranos mueran!


(Salen todos).

COMENDADOR

Pueblo, esperad.

TODOS

Agravios nunca esperan.

COMENDADOR

Decídmelos a mí, que iré pagando
a fe de caballero esos errores.

TODOS

¡Fuente Ovejuna! ¡Viva el rey Fernando!
¡Mueran malos cristianos y traidores!

COMENDADOR

¿No me queréis oír? Yo estoy hablando;
yo soy vuestro señor.

TODOS

¡Nuestros señores
son los Reyes Católicos!

COMENDADOR

Espera.

TODOS

¡Fuente Ovejuna, y Fernán Gómez muera!


(Se van, y salen las mujeres, armadas).

LAURENCIA

Parad en este puesto de esperanzas
soldados atrevidos, no mujeres.

PASCUALA

¡Los que mujeres son en las venganzas!
¡En él beban su sangre! ¿Es bien que esperes?

JACINTA

Su cuerpo recojamos en las lanzas.

PASCUALA

Todas son de esos mismos pareceres.

ESTEBAN

(Dentro).
¡Muere, traidor Comendador!

COMENDADOR

Ya muero.
¡Piedad, Señor, que tu clemencia espero!

BARRILDO

(Dentro).
Aquí está Flores.

MENGO

Dale a ese bellaco;
que ése fue el que me dio dos mil azotes.

FRONDOSO

(Dentro).
No me vengo si el alma no le saco.

LAURENCIA

No excusamos entrar.

PASCUALA

No te alborotes.
Bien es guardar la puerta.

BARRILDO

(Dentro).
No me aplaco.
¡Con lágrimas ahora, marquesotes!

LAURENCIA

Pascuala, yo entro dentro; que la espada
no ha de estar tan sujeta ni envainada.


(Se va).

BARRILDO

(Dentro).
Aquí está Ortuño.

FRONDOSO

(Dentro).
Córtale la cara.


(Sale Flores, huyendo, y Mengo tras él).

FLORES

¡Mengo, piedad, que no soy yo el culpado!

MENGO

Cuando ser alcahuete no bastara,
bastaba haberme el pícaro azotado.

PASCUALA

Dánoslo a las mujeres, Mengo, para ...
Acaba por tu vida.

MENGO

Ya está dado;
que no le quiero yo mayor castigo.

PASCUALA

Vengaré tus azotes.

MENGO

Eso digo.

JACINTA

¡Ea, muera el traidor!

FLORES

¡Entre mujeres!

JACINTA

¿No le viene muy ancho?

PASCUALA

¿Acaso lloras?

JACINTA

Muere, concertador de sus placeres.

PASCUALA

¡Ea, muera el traidor!

FLORES

¡Piedad, señoras!


(Sale Ortuño, huyendo de Laurencia).

ORTUÑO

Mira que no soy yo ...

LAURENCIA

Ya sé quién eres.
Entrad, teñid las armas vencedoras
en estos viles.

PASCUALA

Moriré matando.

TODOS

¡Fuente Ovejuna, y viva el rey Fernando!


(Se van, y salen el Rey Don Fernando y la Reina Doña Isabel, y Don Manrique, maestre).

MANRIQUE

De modo la prevención
fue, el efecto esperado
llegamos a ver logrado
con poca contradicción.
Hubo poca resistencia;
y supuesto que la hubiera,
sin duda ninguna fuera
de poca o ninguna esencia.
Queda el de Cabra ocupado
en conservación del puesto,
por si volviere dispuesto
a él el contrario osado.

REY

Discreto el acuerdo fue
y que asista es conveniente,
y reformando la gente,
el paso tomado esté.
Que con eso se asegura
no podemos hacer mal
Alfonso, que en Portugal
tomar la fuerza procura.
Y el de Cabra es bien que esté
en ese sitio asistente,
y como tan diligente,
muestras de su valor dé;
porque con esto asegura
el daño que nos recela,
y como fiel centinela,
el bien del reino procura.


(Sale Flores, herido).

FLORES

Católico rey Fernando,
a quien el cielo concede
la corona de Castilla,
como varón excelente;
oye la mayor crueldad
que se ha visto entre las gentes
desde donde nace el sol
hasta donde se oscurece.

REY

Repórtate.

FLORES

Rey supremo,
mis heridas no consienten
dilatar el triste caso,
por ser mi vida tan breve.
De Fuente Ovejuna vengo,
donde, con pecho inclemente,
los vecinos de la villa
a su señor dieron muerte.
Muerto Fernán Gómez queda
por sus súbditos aleves;
que vasallos indignados
con leve causa se atreven.
Con título de tirano
que le acumula la plebe,
a la fuerza de esta voz
el hecho fiero acometen;
y quebrantando su casa,
no atendiendo a que se ofrece
por la fe de caballero
a que pagará a quien debe,
no sólo no le escucharon,
pero con furia impaciente
rompen el cruzado pecho
con mil heridas crueles,
y por las altas ventanas
le hacen que al suelo vuele,
adonde en picas y espadas
le recogen las mujeres.
Le llevan a una casa muerto,
y, a porfía, quien más puede
mesa su barba y cabello
y aprisa su rostro hieren.
En efecto fue la furia
tan grande que en ellos crece,
que las mayores tajadas
las orejas a ser vienen.
Sus armas borran con picas
y a voces dicen que quieren
tus reales armas fijar,
porque aquéllas les ofenden.
Le saquearon la casa,
cual si de enemigos fuese,
y gozosos entre todos
han repartido sus bienes.
Lo dicho he visto escondido,
porque mi infelice suerte
en tal trance no permite
que mi vida se perdiese;
y así estuve todo el día
hasta que la noche viene,
y salir pude escondido
para que cuenta te diese.
Haz, señor, pues eres justo,
que la justa pena lleven
de tan riguroso caso
los bárbaros delincuentes:
mira que su sangre a voces
pide que tu rigor prueben.

REY

Estar puedes confiado
que sin castigo no queden.
El triste suceso ha sido
tal, que admirado me tiene,
y que vaya luego un juez
que lo averigüe conviene,
y castigue a los culpados
para ejemplo de las gentes.
Vaya un capitán con él,
porque seguridad lleve;
que tan grande atrevimiento
castigo ejemplar requiere;
y curad a este soldado
de las heridas que tiene.


(Se van, y salen los labradores y labradoras, con la cabeza de Fernán Gómez en una lanza).

MÚSICOS

¡Muchos años vivan
sabel y Fernando,
y mueran los tiranos!

BARRILDO

Diga su copla Frondoso.

FRONDOSO

Ya va mi copla a la fe;
si le faltare algún pie,
enmiéndelo el más curioso.
¡ Vivan la bella Isabel,
y Fernando de Aragón,
pues que para en uno son,
él con ella, ella con él!
A los delos San Miguel
lleve a los dos de las manos.
¡Vivan muchos años,
y mueran los tiranos!

LAURENCIA

Diga Barrildo.

BARRILDO

Ya va,
que a fe que la he pensado.

PASCUALA

Si la dices con cuidado,
buena y rebuena será.

BARRILDO

¡Vivan los reyes famosos
muchos años, pues que tienen
la victoria, y a ser vienen
nuestros dueños venturosos!
Salgan siempre victoriosos
de gigantes y de enanos,
¡y mueran los tiranos!

MÚSICOS

¡Muchos años vivan
Isabel y Fernando,
y mueran los tiranos!

LAURENCIA

Diga Mengo.

FRONDOSO

Mengo diga.

MENGO

Yo soy poeta donado.

PASCUALA

Mejor dirás lastimado
el envés de la barriga.

MENGO

Una mañana en domingo
me mandó azotar aquél,
de manera que el rabel
daba espantoso respingo;
pero ahora que lo pringo,
¡vivan los reyes cristianos,
y mueran los tiranos!

MÚSICOS

¡Vivan muchos años!

ESTEBAN

Quita la cabeza allá.

MENGO

Cara tiene de ahorcado.


(Saca un escudo Juan Rojo, con las armas reales).

CUADRADO

Ya las armas han llegado.

ESTEBAN

Mostrad las armas acá.

JUAN ROJO

¿Adónde se han de poner?

CUADRADO

Aquí, en el ayuntamiento.

ESTEBAN

¡Bravo escudo!

BARRILDO

¡Qué contento!

FRONDOSO

Ya comienza a amanecer,
con este sol, nuestro día.

ESTEBAN

¡Vivan Castilla y León,
y las barras de Aragón,
y muera la tiranía!
Advertid, Fuente Ovejuna,
a las palabras de un viejo;
que el admitir su consejo
no ha dañado vez ninguna.
Los reyes han de querer
averiguar este caso,
y más tan cerca del paso
y jornada que han de hacer.
Concertaos todos a una
en lo que habéis de decir.

FRONDOSO

¿Qué es tu consejo?

ESTEBAN

Morir
diciendo Fuente Ovejuna,
y a nadie saquen de aquí.

FRONDOSO

Es el camino derecho.
Fuente Ovejuna lo ha hecho.

ESTEBAN

¿Queréis responder así?

TODOS

Sí.

ESTEBAN

Ahora pues, yo quiero ser
ahora el pesquisidor,
para ensayarnos mejor
en lo que habemos de hacer.
Sea Mengo el que esté puesto
en el tormento.

MENGO

¿No hallaste
otro más flaco?

ESTEBAN

¿Pensaste
que era de veras?

MENGO

Di presto.

ESTEBAN

¿Quién mató al Comendador?

MENGO

Fuente Ovejuna lo hizo.

ESTEBAN

Perro, ¿si te martirizo?

MENGO

Aunque me matéis; señor.

ESTEBAN

Confiesa, ladrón.

MENGO

Confieso.

ESTEBAN

Pues ¿quién fue?

MENGO

¡Fuente Ovejuna!

ESTEBAN

Dadle otra vuelta.

MENGO

Es ninguna.

ESTEBAN

¡Cagajón para el proceso!


(Sale el Regidor Cuadrado).

REGIDOR

¿Qué hacéis de esta suerte aquí?

FRONDOSO

¿Qué ha sucedido, Cuadrado?

REGIDOR

Pesquisidor ha llegado.

ESTEBAN

Echad todos por ahí.

REGIDOR

Con él viene un capitán.

ESTEBAN

Venga el diablo: ya sabéis
lo que responder tenéis.

REGIDOR

El pueblo prendiendo van,
sin dejar alma ninguna.

ESTEBAN

Que no hay que tener temor.
¿Quién mató al Comendador,
Mengo?

MENGO

¿Quién? ¡Fuente Ovejuna!


(Se van, y salen el Maestre y un soldado).

MAESTRE

¡Que tal caso ha sucedido!
Infelice fue su suerte.
Estoy por darte la muerte
por la nueva que has traído.

SOLDADO

Yo, señor, soy mensajero,
y enojarte no es mi intento.

MAESTRE

¡Que a tal tuvo atrevimiento
un pueblo enojado y fiero!
Iré con quinientos hombres,
y la villa he de asolar;
en ella no ha de quedar
ni aun memoria de los nombres.

SOLDADO

Señor, tu enojo reporta;
porque ellos al Rey se han dado,
y no tener enojado
al Rey es lo que te importa.

MAESTRE

¿Cómo al Rey se pueden dar,
si de la encomienda son?

SOLDADO

Con él sobre esa razón
podrás luego pleitear.

MAESTRE

Por pleito ¿cuándo salió
lo que él le entregó en sus manos?
Son señores soberanos,
y tal reconozco yo.
Por saber que al Rey se han dado
me reportará mi enojo,
y ver su presencia escojo
por lo más bien acertado;
que puesto que tenga culpa
en casos de gravedad,
en todo mi poca edad
viene a ser quien me disculpa.
Con vergüenza voy; mas es
honor quien puede obligarme,
y importa no descuidarme
en tan honrado interés.


(Se van; sale Laurencia sola).

LAURENCIA

Amando, recelar daño en lo amado,
nueva pena de amor se considera,
que quien en lo que ama daño espera
aumenta en el temor nuevo cuidado.
El firme pensamiento desvelado,
si le aflige el temor, fácil se altera;
que no es a firme fe pena ligera
ver llevar el temor el bien robado.
Mi esposo adoro; la ocasión que veo
al temor de su daño me condena,
si no le ayuda la felice suerte.
Al bien suyo se inclina mi deseo:
si está presente, está cierta mi pena;
si está en ausencia, está cierta mi muerte.


(Sale Frondoso).

FRONDOSO

¡Mi Laurencia!

LAURENCIA

¡Esposo amado!
¿Cómo estar aquÍ te atreves?

FRONDOSO

¿Esas resistencias debes
a mi amoroso cuidado?

LAURENCIA

Mi bien, procura guardarte,
porque tu daño recelo.

FRONDOSO

No quiera, Laurencia, el cielo
que tal llegue a disgustarte.

LAURENCIA

¿No temes ver el rigor
que por los demás sucede,
y el furor con que procede
aqueste pesquisidor?
Procura guardar la vida.
Huye, tu daño no esperes.

FRONDOSO

¿Cómo que procure quieres
cosa tan mal recibida?
¿Es bien que los demás deje
en el peligro presente
y de tu vista me ausente?
No me mandes que me aleje;
porque no es puesto en razón
que, por evitar mi daño,
sea con mi sangre extraño
en tan terrible ocasión.

(Voces dentro).

Voces parece que he oído,
y son, si yo mal no siento,
de alguno que dan tormento.
Oye con atento oído.


(Dice dentro el Juez, y responden).

JUEZ

Decid la verdad, buen viejo.

FRONDOSO

Un viejo, Laurencia mía,
atormentan.

LAURENCIA

¡Qué porfía!

ESTEBAN

Déjenme un poco.

JUEZ

Ya os dejo.
Decid, ¿quién mató a Fernando?

ESTEBAN

Fuente Ovejuna lo hizo.

LAURENCIA

Tu nombre, padre, eternizo.

FRONDOSO

¡Bravo caso!

JUEZ

Ese muchacho
aprieta. Perro, yo sé
que lo sabes. Di quién fue.
¿Callas? Aprieta, borracho.

NIÑO

Fuente Ovejuna, señor.

JUEZ

¡Por vida del Rey, villanos,
que os ahorque con mis manos!
¿Quién mató al Comendador?

FRONDOSO

¡Que a un niño le den tormento
y niegue de aquesta suerte!

LAURENCIA

¡Bravo pueblo!

FRONDOSO

Bravo y fuerte.

JUEZ

Esa mujer al momento
en ese potro tened.
Dale esa mancuerda luego.

LAURENCIA

Ya está de cólera ciego.

JUEZ

Que os he de matar, creed,
en ese potro, villanos.
¿Quién mató al Comendador?

PASCUALA

Fuente Ovejuna, señor.

JUEZ

¡Dale!

FRONDOSO

Pensamientos vanos.

LAURENCIA

Pascuala niega, Frondoso.

FRONDOSO

Niegan niños: ¿qué te espantas?

JUEZ

Parece que los encantas.
¡Aprieta!

PASCUALA

¡Ay, cielo piadoso!

JUEZ

¡Aprieta, infame! ¿Estás sordo?

PASCUALA

Fuente Ovejuna lo hizo.

JUEZ

Traedme aquel más rollizo;
ese desnudo, ese gordo.

LAURENCIA

¡Pobre Mengo! Él es sin duda.

FRONDOSO

Temo que ha de confesar.

MENGO

¡Ay, ay!

JUEZ

Comienza a apretar.

MENGO

¡Ay!

JUEZ

¿Es menester ayuda?

MENGO

¡Ay, ay!

JUEZ

¿Quién mató, villano,
al señor Comendador!

MENGO

¡Ay, yo lo diré señor!

JUEZ

Afloja un poco la mano.

FRONDOSO

Él confiesa.

JUEZ

Al palo aplica
la espalda.

MENGO

Quedo, que yo
lo diré.

JUEZ

¿Quién lo mató?

MENGO

Señor, Fuente Ovejunica.

JUEZ

¿Hay tan gran bellaquería?
Del dolor se están burlando.
En quien estaba esperando,
niega con mayor porfia.
Dejadlos; que estoy cansado.

FRONDOSO

¡Oh, Mengo, bien te haga Dios!
Temor que tuve de dos,
el tuyo me le ha quitado.


(Salen Mengo, Barrildo y el Regidor).

BARRILDO

¡Vitor, Mengo!

REGIDOR

Y con razón.

BARRILDO

¡Mengo, vítor!

FRONDOSO

Eso digo.

MENGO

¡Ay, ay!

BARRILDO

Toma, bebe, amigo.
Come.

MENGO

¡Ay, ay! ¿Qué es?

BARRILDO

Diacitrón.

MENGO

¡Ay, ay!

FRONDOSO

Echa de beber.

BARRILDO

De comer y beber va.

FRONDOSO

Bien lo cuela. Bueno está.

LAURENCIA

Dale otra vez de comer.

MENGO

¡Ay, ay!

BARRILDO

Ésta va por mi.

LAURENCIA

Solenmemente lo embebe.

FRONDOSO

El que bien niega bien bebe.

REGIDOR

¿ Quieres otra?

MENGO

¡Ay, ay! Sí, sí.

FRONDOSO

Bebe, que bien lo mereces.

LAURENCIA

A vez por vuelta las cuela.

FRONDOSO

Arrópale, que se hiela.

BARRILDO

¿Quieres más?

MENGO

Sí, otras tres veces.
¡Ay, ay!

FRONDOSO

Si hay vino pregunta.

BARRILDO

Sí hay: bebe a tu placer;
que quien niega ha de beber.
¿Qué tiene?

MENGO

Una cierta punta.
Vamos; que me arromadizo.

FRONDOSO

Que vea que éste es mejor.
¿Quién mató al Comendador?

MENGO

Fuente Ovejunica lo hizo.


(Se van).

FRONDOSO

Justo es que honores le den.
Pero, decidme, mi amor,
¿quién mató al Comendador?

LAURENCIA

Fuente Ovejuna, mi bien.

FRONDOSO

¿Quién le mató?

LAURENCIA

Me das espanto.
Pues Fuente Ovejuna fue.

FRONDOSO

Y yo ¿con qué te maté?

LAURENCIA

¿Con qué? Con quererte tanto.


(Se van, y salen el Rey y la Reina y Manrique, luego).

ISABEL

No entendí, señor, hallaros
aquí, y es buena mi suerte.

REY

En nueva gloria convierte
mi vista el bien de miraros.
Iba a Portugal de paso,
y llegar aquí fue fuerza.

ISABEL

Vuestra majestad le tuerza,
siendo conveniente el caso.

REY

¿Cómo dejáis a Castilla?

ISABEL

En paz queda, quieta y llana.

REY

Siendo vos la que la allana
no lo tengo a maravilla.


(Sale Don Manrique).

MANRIQUE

Para ver vuestra presencia
el Maestre de Calatrava,
que aquí de llegar acaba,
pide que le deis licencia.

ISABEL

Verle tenía deseado.

MANRIQUE

Mi fe, señora, os empeño,
que, aunque es en edad pequeño,
es valeroso soldado.


(Se va, y sale el Maestre).

MAESTRE

Rodrigo Téllez Girón,
que de loaros no acaba,
Maestre de Calatrava,
os pide, humilde, perdón.
Confieso que fui engañado,
y que excedí de lo justo
en cosas de vuestro gusto,
como mal aconsejado.
El consejo de Fernando
y el interés me engañó,
injusto fiel; y así, yo
perdón, humilde, os demando.
Y si recibir. merezco
esta merced que suplico,
desde aquí me certifico
en que a serviros me ofrezco,
y que en aquesta jornada
de Granada, adonde vais,
os prometo que veáis
el valor que hay en mi espada;
donde sacándola apenas,
dándoles fieras congojas,
plantaré mis cruces rojas
sobre sus altas almenas;
y más quinientos soldados
en serviros emplearé,
junto con la firma y fe
de en mi vida disgustaros.

REY

Alzad, Maestre, del suelo;
que siempre que hayáis venido
seréis muy bien recibido.

MAESTRE

Sois de afligidos consuelo.

ISABEL

Vos, con valor peregrino,
sabéis bien decir y hacer.

MAESTRE

Vos sois una bella Ester,
y vos un Jerjes divino.


(Sale Manrique).

MANRIQUE

Señor, el pesquisidor
que a Fuente Ovejuna ha ido,
con el despacho ha venido
a verse ante tu valor.

REY

Sed juez de estos agresores.

MAESTRE

Si a vos, señor, no mirara,
sin duda les enseñara
a matar Comendadores.

REY

Eso ya no os toca a vos.

ISABEL

Yo confieso que he de ver
el cargo en vuestro poder,
si me lo concede Dios.


(Sale el Juez).

JUEZ

A Fuente Ovejuna fui
de la suerte que has mandado,
y con especial cuidado
y diligencia asistí.
Haciendo averiguación
del cometido delito,
una hoja no se ha escrito
que sea en comprobación;
porque conformes a una,
con un valeroso pecho,
en pidiendo quién lo ha hecho,
responden: Fuente Ovejuna.
Trescientos he atormentado
con no pequeño rigor,
y te prometo, señor,
que más que esto no he sacado.
Hasta niños de diez años
al potro arrimé, y no ha sido
posible haberlo inquirido
ni por halagos ni engaños.
Y pues tan mal se acomoda
el poderlo averiguar,
o los has de perdonar,
o matar la villa toda.
Todos vienen ante ti
para más certificarte:
de ellos podrás informarte.

REY

Que entren, pues vienen, les di.


(Salen los dos alcaldes, Frondoso, las mujeres y los villanos que quisieren).

LAURENCIA

¿Aquestos los reyes son?

FRONDOSO

Y en Castilla poderosos.

LAURENCIA

Por mi fe, que son hermosos:
¡bendígalos San Antón!

ISABEL

¿Los agresores son éstos?

ESTEBAN

Fuente Ovejuna, señora,
que humildes llegan ahora
para serviros dispuestos.
La sobrada tiranía
y el insufrible rigor
del muerto Comendador,
que mil insultos hacía,
fue el autor de tanto daño.
Las haciendas nos robaba
y las doncellas forzaba
siendo de piedad extraño.

FRONDOSO

Tanto, que aquesta zagala,
que el cielo me ha concedido,
en que tan dichoso he sido
que nadie en dicha me iguala,
cuando conmigo casó,
aquella noche primera,
mejor que si suya fuera,
a su casa la llevó;
y a no saberse guardar
ella, que en virtud florece,
ya manifiesto parece
lo que pudiera pasar.

MENGO

¿No es ya tiempo que hable yo?
Si me dais licencia, entiendo
que os admiréis, sabiendo
del modo que me trató.
Porque quise defender
una moza de su gente,
que con término insolente
fuerza la querían hacer,
aquel perverso Nerón,
de manera me ha tratado,
que el reverso me ha dejado
como rueda de salmón.
Tocaron mis atabales
tres hombres con tal porfía,
que aun pienso que todavía
me duran los cardenales.
Gasté en este mal prolijo,
porque el cuero se me curta,
polvos de arrayán y murta
más que vale mi cortijo.

ESTEBAN

Señor, tuyos ser queremos.
Rey nuestro eres natural,
y con título de tal
ya tus armas puesto habemos.
Esperamos tu clemencia,
y que veas, esperamos,
que en este caso te damos
por abono la inocencia.

REY

Pues no puede averiguarse
el suceso por escrito,
aunque fue grave el delito,
por fuerza ha de perdonarse.
Y la villa es bien se quede
en mí, pues de mí se vale,
hasta ver si acaso sale
Comendador que la herede.

FRONDOSO

Su Majestad habla, en fin,
como quien tanto ha acertado.
Y aquí, discreto senado,
Fuente Ovejuna da fin.

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