Presentación

La ahora inmortal novela Frankenstein, escrita entre los años de 1816 y 1817 por Mary W. Shelley (1797-1851), quien fuera hija del teórico liberal William Godwin, por muchos considerado como precursor del anarquismo con su obra Investigaciones acerca de la justicia política, hija de la no menos célebre feminista británica Mary Wollstonecraft y esposa del poeta Percy Bysshe Shelley, ha dejado imborrable huella en el denominado mundo occidental.

Mucho ha tenido que ver en todo esto la ahora igualmente inmortal película rodada en 1931 por James Whale, y protagonizada, entre otros, por Colin Clive en el papel del Dr. Frankenstein, y Boris Karloff en el papel del monstruo de Frankenstein, la cual basaria su guión en la novela que ahora colocamos en los anaqueles de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha.

Ciertamente la película no se apega del todo a la novela, incluso en bastantes partes toma un rumbo muy, pero muy diferente al marcado por Mary W. Shelley, resultando ello bastante perjudicial, ya que son muchísimo más las personas que conocen Frankenstein por la película, que por la lectura de la novela, lo que conlleva a que tales personas tengan una idea algo distorcionada sobre este asunto.

El tema central, que no es otro que el atrevimiento del científico (el Dr. Frankenstein), al aventurarse a retar a las fuerzas de la naturaleza dando vida a un ser conformado con trozos de cadáveres, y al altísimo precio que por tal atrevimiento paga, es, y perdónesenos por señalarlo, de un conservadurismo pleno.

Esta temática, sin duda está acorde con los tiempos actuales en los que nuevos doctores Frankenstein persisten en su atrevimiento científico retando a las fuerzas naturales o, si se prefiere, a los dioses, con el descubrimiento del genoma humano, el mapa de ADN, las clonaciones, etc., etc., por lo que la lectura o relectura de esta divertida e interesante novela conducirá a reflexionar sobre el desarrollo de la ciencia y los frenos, generalmente basados en moralinas e interpretaciones exageradas o, de plano, descabelladas, con las que el conservadurismo intenta detenerle.

Muy probablemente habrá muchas personas que no concuerden con nuestra opinión central de que la idea manejada por Mary W. Shelley es de un conservadurismo aterrador; muy probablemente habrá quien no acepte que los científicos actuales profundicen sus investigaciones acerca del ADN y de la probabilidad de la puesta en práctica de clonaciones de órganos humanos, para aligerar o incluso superar las no pocas penalidades que afectan a la especie.

En fin, el tema se presta para discutir y replantear incluso nuestros conceptos morales. ¿Y qué mejor manera de introducirnos en esa bellísima, importante e inaplazable discusión, que mediante la lectura de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo?

Chantal López y Omar Cortés