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Presentación

Considerada como una de las obras más importantes de la literatura italiana, La Divina Comedia, probablemente escrita en el transcurso de las dos primeras décadas del siglo XIV por Dante Alighieri (1265-1321), ha sobrevivido al paso del tiempo manteniendo muy por alto su aureola de obra cumbre de la literatura universal.

Obra poética que, debido a su vulgarización, es ahora mucho más conocida en su versión en prosa, hecho que, indudablemente, la ha demeritado de manera muy considerable. Sin embargo, resulta, por demás evidente, que por mucho que se repita que este texto se cuenta entre las obras cumbres de la literatura mundial, ello no puede ocultar el hecho de que cada vez es menos leído por interés propio, aunque continúa siendo, por lo menos en México, un texto de lectura obligatoria en las escuelas.

Desgraciadamente, la sacralización de determinados textos conduce a que los posibles lectores los rechacen de antemano, por lo que ponerlos en el cajón de las obras cumbres, non plus ultras, debería de plano abandonarse. Porque, a fin de cuentas, lo que tiene valor, vale, y no dejará de valer porque críticos literarios opinen lo contrario; de la misma manera, si una obra es aburrida, tediosa e insoportable, no dejará de serlo, aunque se empeñen en repetir que es muy divertida.

Lo que en resumidas cuentas deseamos expresar es que, por lo menos desde nuestra óptica, la opinón más importante y más respetable es la que realizas tú, quien lee por el placer de leer, no para sacar un diez o para repetir como perico lo que otros, por lo general, repiten de igual forma.

El texto que aquí publicamos de La Divina Comedia, es su versión en prosa. Así pues, y no obstante que estamos plenamente conscientes de la enorme diferencia existente entre esta versión y su original forma poética, optamos por la versión en prosa por dos razones fundamentales:

A) La traducción de obras poéticas, así sean realizadas por personas supercapacitadas, jamás logran ni tan siquiera acercarse a lo que el autor, en su idioma trató de trasmitir. No son pocos los que afirman que la poesía es intraducible, considerando un auténtico pecado, cuando no una mentada de madre, el traducir sobre lo traducido, porque el resultado de esa traducción de la traducción no tendrá absolutamente nada que ver con el texto original. Y, La Divina Comedia es un caso claro, pues fue escrita originalmente en toscano, existiendo altísimas probabilidades de que muchas, por no decir la inmensa mayoría de versiones al castellano, no tengan como fuente el idioma original, sino que hayan sido realizadas a partir del italiano, esto es, sean traducciones de traducciones.

B) El trabajo de captura y diseño de una edición virtual de la extensión que tiene La Divina Comedia, es mucho más sencillo en prosa que en poesía, por lo que, aunque quizá para algunos sea criticable, optamos por el camino del menor esfuerzo.

Ahora bien, ¿qué fue lo que llamo nuestra atención de esta, por muchos considerada, obra cumbre de la literatura universal? Sin duda, es un texto muy complejo, difícil y enredado. Contiene, en nuestra opinión, una grandísima carga esotérica en la cual la numerología juega un papel sumamente importante. La constante referencia al número tres (tres guías: Virgilio, Beatriz, San Bernardo; tres viajes: infierno, purgatorio, paraiso; la combinación de la multiplicación del tres por el tres, que nos conduce a los nueve círculos infernales; las nueve terrazas del purgatorio; y los nueve cielos del paraiso); un gran cúmulo de diálogos y penalidades sufridas por personajes con los cuales Dante se entrevista; de descripciones ... en fin ... un texto laberíntico, con mensajes ocultos o semi-ocultos; plagado de referencias históricas del momento en que fue escrito, pero que en la actualidad requieren de muchas explicaciones y un gran cúmulo de notas. Quizá sea una auténtica blasfemia aventurarse a interpretar este texto, como un típico texto hermenéutico, propio de una época en que era muy arriesgado expresarse de manera franca y libre, pero parécenos que La Divina Comedia contiene no pocos elementos consubstanciales a esta categoría.

Ciertamente, La Divina Comedia marca el fin de una era (el medievo), y el comienzo o la alborada de otra, (el renacimiento). Salvo contados pasajes, de ninguna manera podemos pretender que sea un texto divertido. Es, eso sí, interesante, y, por momentos, sumamente interesante, sobre todo si el lector acepta el constante reto de adentrarse en la intentona de descifrar el gran número de acertijos que a cada rato y, a veces, de manera sorpresiva, emergen de su lectura.

En fin, La Divina Comedia obliga a pensar y repensar cada uno de los pasajes que su autor va detallando, presionando al lector a leer entre líneas, a desenterrar conclusiones y advertencias ocultas tras alegorías y magistrales giros, característica que nos invita a sumergirnos en cada uno de sus cantos.

Chantal López y Omar Cortés

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