Índice de El abanico de lady Windermere de Oscar Wilde Acto segundoActo cuartoBiblioteca Virtual Antorcha

EL ABANICO DE
LADY WINDERMERE

Oscar Wilde

ACTO TERCERO


Las habitaciones de Lord Darlington. Un ancho sofá frente a la chimenea, a la derecha. Al fondo, una cortina corrida sobre el balcón. Puertas a izquierda y derecha. Mesa a la derecha, con utensilios de escritorio. Mesa en el centro con sillones, vasos y botellas. Otra mesa a la izquierda, con cajas de tabacos. Las lámparas están encendidas.

LADY WINDERMERE
(En pie, junto a la chimenea).
¿Por qué no vendrá? Esta espera es horrible. Debería estar aqui. ¿Por qué no está aqui para reanimarme con sus palabras apasionadas, que siento como un fuego en mi interior? Estoy helada ..., helada como un ser sin amor. Arturo debe de haber leido ya mi carta en este momento. Si realmente le importase, habria venido en mi busca, me hubiera llevado a la fuerza. Pero no le importo. Está encadenado por esa mujer ..., fascinado por ella ..., dominado por ella. Si una muJer quiere dominar a un hombre, no tiene más que apelar simplemente a lo que haya de peor en él. Nosotras hacemos dioses de los hombres y ellos nos abandonan. Otras los embrutecen, y ellos las acarician y les guardan fidelidad. ¡Qué horrenda es la vida! ... ¡Oh! Fue una locura venir aqui, una horrible locura. Y, sin embargo, qué es peor, me pregunto: ¿estar a merced de un hombre que me ama, o ser la esposa de un hombre que en mi propia casa me deshonra? ¿Qué mujer lo sufriría, qué mujer en el mundo entero? Pero ¿me amará siempre este hombre a quien voy a entregar mi vida? ¿Qué le doy a él? Unos labios que han perdido el acento de la alegría. Unos ojos cegados por las lágrimas, unas manos frías y un corazón de hielo. No le doy nada. Debo irme. No; no puedo irme; mi carta me deja en su poder ... ¡Arturo no me volveria a admitir! ¡Carta fatal! ¡No! Lord Darlington sale de Inglaterra mañana. Me iré con él ... no me queda elección.
(Se sienta durante unos instantes. Luego se estremece y, levantándose, se envuelve en su capa)
¡No, no! Me vuelvo a casa, dejaré que Arturo haga conmigo lo que quiera. No puedo esperar aquí. Ha sido una locura venir. Debo irme inmediatamente. En cuanto a lord Darlington ..., ¡oh. aquí está! ¿Qué haré? ¿Qué puedo decirle? ¿Querrá retenerme? He oído decir que los hombres son brutales, horribles ... ¡Oh!
(Esconde el rostro en sus manos. Entra Mistress Erlynne por la izquierda).

MISTRESS ERLYNNE
¡Lady Windermere!
(Lady Windermere se estremece y levanta los ojos. Luego retrocede despreciativa).
Gracias a Dios que llego a tiempo. Debe usted volver inmediatamente a casa de su marido.

LADY WINDERMERE
¿Que debo?

MISTRESS ERLYNNE
(Autoritariamente).
¡SI, debe usted volver! No hay un segundo que perder. Lord Darlington puede aparecer en cualquier momento.

LADY WINDERMERE
¡No se acerque usted a mi!

MISTRESS ERLYNNE
¡Oh! Está usted al borde de la ruina. al borde de un precipicio espantoso. Debe usted salir de aqui inmediatamente; mi coche está esperando en la esquina. Debe usted venir conmigo y volver directamente a su casa.
(Lady Windermere se quita su capa y la tira sobre el sofa)
¿Qué hace usted?

LADY WINDERMERE
Mistress Erlynne ..., si no hubiese usted venido aquí, hubiera yo vuelto sola. Pero ahora que la veo a usted, siento que nada en el mundo me inducirá a vivir bajo el mismo techo de lord Windermere. Me llena usted de horror. Hay algo en usted que excita mis sentimientos salvajes ..., que me enfurece. Y sé por qué está usted aquí. Mi marido la envia para que me induzca a volver y les sirva de pantalla en las relaciones, sean las que fueren que existen entre usted y él.

MISTRESS ERLYNNE
¡Oh! No puede usted pensar eso ... ¡No puede usted pensarlo!

LADY WINDERMERE
Vuelva usted a mi marido, mistress Erlynne; le pertenece a usted y no a mi. Supongo que es el escándalo lo que él teme. ¡Son tan cobardes los hombres! Infringen todas las leyes del mundo y temen las murmuraciones del mundo. Pero es mejor que se prepare. Tendrá un escándalo. Tendrá el peor escándalo que ha habido en Londres hace años. Verá su nombre en los más viles periódicos y el mío en los más horrendos libelos.

MISTRESS ERLYNNE
¡No! ... ¡No! ...

LADY WINDERMERE
¡Si! Lo tendrá. Si hubiese venido él mismo, hubiese yo consentido en volver a esa vida de degradación que usted y él me preparaban ... Iba a volver ...; pero quedarse él en casa y enviarla a usted como mensajera suya ... ¡Oh! ¡Es infame! ... ¡Infame! ...

MISTRESS ERLYNNE
Lady Windermere, es usted atrozmente injusta comnigo ..., atrozmente injusta con su marido. El no sabe que está usted aquí ..., él cree que está usted segura en su propia casa. Cree que está usted durmiendo en su propia alcoba. ¡El no ha leido la carta insensata que usted le ha escrito!

LADY WINDERMERE
¿Que no la ha leido?

MISTRESS ERLYNNE
No ..., él no sabe nada.

LADY WINDERMERE
¡Qué inocente me cree usted! ...
(Yendo hacia ella)
¡Está usted mintiéndome!

MISTRESS ERLYNNE
(Conteniéndose).
No miento. Le estoy diciendo a usted la verdad.

LADY WINDERMERE
Si mi marido no ha leido mi carta, ¿cómo es que está usted aquí? ¿Quién le dijo a usted que yo habia abandonado la casa donde ha tenido usted la desvergüenza de entrar? ¿Quién le dijo a usted dónde estaba yo? Se lo dijo mi marido y la envió para que me instigase a volver.
(Cruza la escena hacia la izquierda).

MISTRESS ERLYNNE
Su marido no ha visto nunca esa carta. Yo ... la vi, la abrí ... y la he leido.

LADY WINDERMERE
(Volviéndose hacia ella).
¿Que abrió usted la carta de mi marido? ¡Se ha atrevido usted a eso!

MISTRESS ERLYNNE
¡Atreverme! ¡Oh! Para salvarla a usted del abismo en que está a punto de caer, no hay nada en el mundo a que yo no me atreviera, nada en el mundo entero. Aqui tiene usted su carta. Su marido no la ha leido, ni la leerá nunca.
(Yendo hacia la chimenea).
No debió nunca haber sido escrita.
(La rompe y tira los pedazos al fuego).

LADY WINDERMERE
(Con un infinito desprecio en la voz y en la mirada).
¿Y cómo sé yo que esa era, después de todo, mi carta? ¿Cree usted que me puede engañar con una vulgar afiagaza?

MISTRESS ERLYNNE
¡Oh! ¿Por Qué no cree usted nada de lo que le digo? ¿Qué objeto piensa usted que tengo al venir aqui sino el de salvarla a usted de la ruina completa, el de salvarla de las consecuencias de un error espantoso? Esa carta que acabo de quemar era la de usted. ¡Se lo juro!

LADY WINDERMERE
(Con lentitud).
Buen cuidado ha tenido usted en quemarla antes que la examinase yo. No puedo creerlo. ¿Cómo usted, cuya vida entera es una mentira, iba a poder decir la verdad alguna vez?
(Se sienta).

MISTRESS ERLYNNE
(Apresuradamente).
Piense usted de mi lo que quiera ...; diga contra mi lo que le parezca; pero vuelva usted, vuelva con el marido a quien usted ama.

LADY WINDERMERE
(Con hosquedad).
¡Ya no le amo!

MISTRESS ERLYNNE
Le ama usted y usted sabe que él la corresponde.

LADY WINDERMERE
El no comprende lo que es el amor. Lo comprende tan poco como usted. Pero ya veo lo que usted quiere. Seria una gran ventaja para usted hacerme volver a mi casa. ¡Dios mlo! ¡Qué vida seria entonces la mia! ¡Vivir a merced de una mujer que no tiene ni piedad ni compasión alguna, de una mujer cuyo conocimiento es infamante, cuya amistad degrada, de una mujer vil que viene a interponerse entre un marido y su mUjer!

MISTRESS ERLYNNE
(Con un gesto de desesperación).
¡Lady Windermere, lady Windermere, no diga usted esas cosas horribles! No sabe usted lo terribles que son, lo terribles y lo injustas. Escúcheme, ¡debe usted escucharme! Vuélvase con su marido y nada más; y le prometo que no volveré nunca a tener relación con él bajo ningún pretexto ... Que no volveré nunca a verle ... Que jamás volveré a intervenir en su vida o en la de usted. El dinero que él me dio no me lo dio por amor, sino exclusivamente por odio; no por adoración, sino por desprecio. La influencia que tengo sobre él ...

LADY WINDERMERE
(Levantándose).
¡Ah! ¡Admite usted esa influencia!

MISTRESS ERLYNNE
Sí, y voy a decirle cuál es. Es el amor a usted, lady Windermere.

LADY WINDERMERE.
¿Y espera usted que crea eso?

MISTRESS ERLYNNE
¡Debe usted creerlo! Es la verdad. Es su amor a usted lo que le hizo someterse a mi ... ¡Oh! ¡Llámelo usted como quiera, tirania, amenazas, lo que usted escoja! Pero es su amor a usted. Su deseo de evitar a usted ... una vergüenza, sí, una vergüenza y un estigma.

LADY WINDERMERE
¿Qué quiere usted decir? ¡Es usted una insolente! ¿Qué tengo yo que ver con usted?

MISTRESS ERLYNNE
(Humildemente)
Nada. Ya lo sé. Pero le digo a usted que su marido la ama ... Que nunca podrá usted volver a encontrar un amor semejante en su vida entera ... Y que si renuncia usted a él, dia llegará en que tenga usted sed de amor y no lo encuentre, en que mendigue usted amor y le sea negado ... ¡Oh, Arturo la ama a usted!

LADY WINDERMERE
¿Arturo? ¿Y me dice, mistress Erlynne, que no hay nada entre ustedes?

MISTRESS ERLYNNE
¡Lady Windermere, ante el Cielo le juro que su marido es inocente de toda culpa con usted! Y yo ..., yo le digo que si hubiera podido ocurrirseme nunca que una sospecha tan monstruosa podía surgir en usted, habría preferido morir a interponerme en su vida o en la de usted. ¡Oh, si! ¡Morir gustosa!
(Se aleja del sofá)

LADY WINDERMERE
Habla usted como si tuviese corazón. Las mujeres como usted no tienen corazón. Se compran y se venden.
(Siéntase a la izquierda).

MISTRESS ERLYNNE
(Se estremece, con un gesto de dolor. Luego se contiene y va hacia donde está sentada Lady Windermere. Mientras habla, tiende las manos hacia ella pero sin atreverse a tocarla).
Crea usted de mi lo que quiera. Yo no merézco ni un momento de dolor. Pero ¡no eche usted a perder su bella y juvenil vida por mi culpa! Usted no sabe lo que acaso le está reservado como no salga usted inmediatamente de esta casa. No sabe usted lo que es caer en el precipicio; ser despreciada, escarnecida, abandonada, objeto de irrisión ..., ser una paria. Encontrarse las puertas cerradas, deslizarse furtivamente por atroces caminos apartados, temiendo a cada momento que le arranquen a uno la careta del rostro, y estar oyendo constantemente la risa, la horrible risa del mundo, que es una cosa más trágica que todas las lágrimas vertidas en la tierra. No sabe usted lo que es eso. Paga una su pecado, y vuelve a pagarlo, y lo está pagando toda la vida. No debe usted conocer eso nunca. En cuanto a mi, el sufrimiento es una expiación, y en este momento he expiado todas mis faltas, cualesquiera que hayan sido; pues esta noche usted ha dado un corazón a quien no lo tenia, se lo ha dado y lo ha roto al mIsmo tiempo. Pero dejemos esto. Yo puedo haber destruido mi vida; pero no la dejaré a usted que destruya la de ustedes dos. Usted ... es simplemente una niña, y se perderia. Usted no tiene la clase de temple que permite a una mUjer volver atrás. No tiene usted tampoco el ingenio ni el valor necesarios. ¡No podria usted soportar el deshonor! ¡No! Vuelva usted, lady Windermere, con su marido, que la ama y a quien usted ama. Tiene usted un niño, lady Windermere. Vuelva usted con ese niño que, como hasta ahora, en el dolor o en la alegria, puede estar llamándola a usted.
(Lady Windermere se pone en pie)
Dios le dio a usted ese hijo. El le exige que le proporcione usted una vida hermosa, que vele por él. ¿Qué contestará usted a Dios si su vida queda arruinada por culpa de usted? Vuelva usted a su casa, lady Windermere ... ¡Su marido la ama! No se ha apartado nunca, ni por un momento, del amor que le profesa. Pero aunque él tuviera mil amores, usted debe permanecer con su hijo. Aunque fuera cruel con usted, debe usted quedarse con su hijo. Aunque la maltratase, debe usted quedarse con su hijo. Aunque la abandonase, el sitio de usted está con su hijo.
(Lady Windermere se deshace en lágrimas y esconde su cara entre las manos. Mistress Erlynne se precipita hacia ella)
¡Lady Windermere!

LADY WINDERMERE
(Tendiéndole las manos de un modo irrefrenable, como una niña)
Lléveme a casa, sí ... Lléveme a casa ...

MISTRESS ERLYNNE
(Está a punto de abrazarla. Pero se contiene. Hay una expresión de alegría maravillosa en su rostro)
¡Vamos! ¿Dónde está su capa?
(Recogiéndola del sofá)
Aquí. Póngasela. ¡Vámonos inmediatamente!
(Van hacia la puerta).

LADY WINDERMERE
¡Quieta! ¿No oye usted voces?

MISTRESS ERLYNNE
¡No, no! ¡No es nada!

LADY WINDERMERE
¡Si que es! ¡Escuche! ¡Oh! ¡Es la voz de mi marido! ¡Viene hacia aqui! ¡Sálveme! ¡Oh, esto es una encerrona! Usted le ha mandado venir.
(Voces adentro).

MISTRESS ERLYNNE
¡Silencio! Estoy aqui para salvarla, si puedo. Pero ¡temo que sea demasiado tarde! ¡Allí!
(Señalando la cortina echada sobre el balcón).
A la primera ocasión que tenga, huya usted, ¡si es que se presenta esa ocasión!

LADY WINDERMERE
Pero ¿y usted?

MISTRESS ERLYNNE
¡Oh! No se preocupe de mi. Yo lo arrostro todo.
(Lady Windermere se esconde detrás de la cortina).

LORD AUGUSTO
(Dentro).
Es una tonteria, querido Windermere. ¡No le dejaremos!

MISTRESS ERLYNNE
¡Lord Augusto! ¡Entonces soy yo la que está perdida.
(Titubea un momento, luego mira a su alrededor, y viendo la puerta de la derecha, sale por ella. Entran Lord Darlington, Mister Dumby, Lord Windermere, Lord Augusto Lorton y Mister Cecilia Graham).

DUMBY
¡Qué fastidio que nos echen del club a esta hora! No son más que las dos.
(Se deja caer en un sillón).
Empieza ahora la parte más animada de la noche.
(Bosteza y cierra los ojos).

LORD WINDERMERE
Es usted muy amable, lord Darlington, permitiendo a Augusto que le imponga nuestra compañia; pero temo no poder estar aqui mucho rato.

LORD DARLINGTON
(Voces dentro)
¿De veras? ¡Lo siento mucho! ¿Quiere usted un cigarro?

LORD WINDERMERE
¡Gracias!
(Se sienta).

LORD AUGUSTO
(A Lord Windermere).
Mi querido amigo, no sueñes en irte. Tengo que hablar contigo de una porción de cosas, todas de gran importancia, además.
(Se sienta con él junto a la mesa de la izquierda).

CECILIO GRAHAM
¡Oh! ¡Ya sabemos de qué se trata! ¡Tuppy no puede hablar más que de mistress Erlynne! Mujer listisima esa mistress Erlynne.

LORD WINDERMERE
Bueno: ese no es asunto tuyo. ¿Verdad. Cecilio?

CECILIO GRAHAM
¡No! Y por eso me interesa. Mis propios asuntos siempre me aburren mortalmente. Prefiero los de los demás.

LORD DARLINGTON
¿Quieren ustedes beber algo, amigos míos? Cecilio, ¿quieres un whisky con soda?

CECILIO GRAHAM
Gracias.
(Va hacia la mesa con Lord Darlington).
Mistress Erlynne estaba guapísima esta noche. ¿verdad?

LORD DARLINGTON
No soy de sus admiradores.

CECILIO GRAHAM
Yo tampoco lo era: pero ahora lo soy. ¡Vaya! Verdad es que me hizo presentarle a la pobre y querida tia Carolina. Creo qUe va a ir a almorzar alli.

LORD DARLINGTON
(Sorprendido).
¿Sí?

CECILIO GRAHAM
Así es, en efecto.

LORD DARLINGTON
Ustedes me perdonaran, amigos míos. Tengo que marcharme mañana. Y necesito escribir unas cartas.
(Va a la mesa del despacho y se sienta).

DUMBY
Mujer listísima es mistress Erlynne.

CECILIO GRAHAM
¡Hola Dumby! Creí que estabas dormido.

DUMBY
¡Y lo estoy; generalmente, lo estoy!

LORD AUGUSTO
Una mujer listisima. Sabe muy bien lo rematadamente tonto que soy ..., lo sabe tan bien como yo.
(Cecilio Graham se vuelve hacia él riendo).
¡Ah! Puedes reirte, chico; pero es una gran cosa encontrarse con una mujer que nos comprenda a fondo.

DUMBY
Es una cosa atrozmente peligrosa. Acaba siempre por casarse con uno.

CECILIO GRAHAM
Pero ¡yo pensé, Tuppy, que tú no querías volver a verla nunca! ¡Si! Me lo comunicaste anoche en el club. Me dijiste que te habian comentado.
(Le habla al oído).

LORD AUGUSTO
¡Oh! Ella me explicó eso.

CECILIO GRAHAM
¿Y el asunto de Wiesbaden?

LORD AUGUSTO
También me lo explicó.

DUMBY
¿Y sus ingresos? ¿Te los explicó también?

LORD AUGUSTO
(Con un tono muy serio).
Esos me los explicará mañana.
(Cecilio Graham vuelve a la mesa del centro).

DUMBY
¡Qué horriblemente mercantilizadas están las mUjeres de hoy día! Nuestras abuelas saltaban por encima de todo, conservando su fascinante rubor; pero sus nietas, ¡por Júpiter!, dan el mismo salto, pero calculando los beneficios.

LORD AUGUSTO
Quieres hacer de ella una mujer perversa.¡Y no lo es!

CECILIO GRAHAM
¡Oh! Las mujeres perversas le molestan a uno. Y las buenas le aburren. Esta es la única diferencia que hay entre ellas.

LORD AUGUSTO
(Lanzando una bocanada de su cigarro)
Mistress Erlynne tiene un porvenir ante ella.

DUMBY
Mientras Erlynne tiene un pasado también ante ella.

LORD AUGUSTO
Prefiero las mujeres que tienen un pasado. Es siempre muy divertido hablar con ellas.

DUMBY
Bueno, pues entonces tendrás montones de temas de conversación con ella, Tuppy.

LORD AUGUSTO
Te estás volviendo intratable, chico; verdaderamente intratable.

CECILIO GRAHAM
(Poniéndole las manos sobre los hombros).
Y ahora, Tuppy, te diré que has perdido tu tipo y tu carácter. No pierdas tu paciencia; es lo único que tienes.

LORD AUGUSTO
Mira, querido: si yo no fuera el hombre más paciente de Londres ...

CECILIO GRAHAM
Te trataríamos con más respeto, ¿no es eso Tuppy?
(Pasea de un lado para otro).

DUMBY
La juventud actual es absolutamente monstruosa. No tiene el menor respeto al pelo tendido.
(Lord Augusto mira irritado a su alrededor).

CECILIO GRAHAM
Mientars Erlynne siente un gran respeto por nuestro querido Tuppy.

DUMBY
Entonces, mistress Erlynne da un admirable ejemplo al resto de su sexo. Es perfectamente brutal el modo de portarse hoy día las mujeres con los hombres que no son sus maridos.

LORD WINDERMERE
Dumby, resultas ridiculo, y tú, Cecilio, refrena la lengua. Debéis dejar en paz a mistress Erlynne. No sabéis, realmente, nada de ella, y estáis siempre murmurando escandalosamente de ella.

CECILIO GRAHAM
(Yendo hacia él)
Mi querido Arturo, yo nunca murmuro escandalosamente. Me limito a chismorrear.

LORD WINDERMERE
¿Y qué diferencia hay entre la murmuración escandalosa y el chismorreo?

CECILIO GRAHAM
¡Oh, el chismorreo es siempre encantador! La Historia es únicamente chlsmorreo. Pero la murmuración escandalosa es un chismorreo que la moralidad hace aburrido. Por eso yo nunca moralizo. Un hombre que moraliza es, generalmente, un hipócrita, y una mujer que moraliza es, invariablemente, fea. Nada hay en el mundo entero tan indecoroso como la conciencia de una puritana. Me satisface decir que muchas mujeres lo saben.

LORD AUGUSTO
Exactamente, mi modo de pensar, chico; exactamente, mi modo de pensar.

CECILIO GRAHAM
Siento oirte decir eso, Tuppy; en cuanto una persona está de acuerdo conmigo, pienso siempre que debo de estar equivocado.

LORD AUGUSTO
Hijo mio, cuando yo tenia tu edad ...

CECILIO GRAHAM
Pero si nunca la has tenido, Tuppy, ni la tendrás jamás.
(Va hacia el centro).
Oye, Darlington: ¿quieres darme unas cartas? ¿Tú querrás jugar, Arturo?

LORD WINDERMERE.
No, gracias, Cecilio.

DUMBY
(Con un suspiro).
¡Santo Dios! ¡Cómo destroza el matrimonio a un hombre! Es tan desmoralizador como los cigarrlllos, y mucho más costoso.

CECILIO GRAHAM
¿Tú sí jugarás, naturalmente, Tuppy?

LORD AUGUSTO
(Sirviéndose un brandY con soda en la mesa).
No puedo, querido. He prometido a mistress Erlynne no volver a jugar ni a beber.

CECILIO GRAHAM
Vamos, mi querido Tuppy, no irás a extraviarte por los senderos de la virtud. Si te reformas, serás perfectamente aburrido. Esto es lo peor de las mUjeres. Quieren siempre que sea uno bueno. Y si es uno bueno, entonces nos rehuyen y no se enamoran de nosotros. Les gusta encontrarnos irreparablemente malos y abandonarnos insipidamente buenos.

LORD DARLINGTON
(Levantándose de la mesa donde ha estado escribiendo cartas).
¡Siempre nos encuentran malos!

DUMBY
No creo que seamos malos. Creo que somos todos buenos, excepto Tuppy.

LORD DARLINGTON
No; todos estamos en la cloaca; pero algunos miramos hacia las estrellas.
(Se sienta junto a la mesa del centro).

DUMBY
¿Que estamos en la cloaca, pero algunos miramos hacia las estrellas? Te doy mi palabra de que estás muy romántico esta noche, Darlington.

CECILIO GRAHAM
¡Demasiado romántico! ... Debe de estar enamorado. ¿Quién es la muchacha?

LORD DARLINGTON
La mUjer que yo amo no es libre, o cree no serlo.
(Mira instintivamente a Lord Windermere al decirlo).

CECILIO GRAHAM
¡Una mujer casada, entonces! ... Bueno; no hay nada en el mundo semejante al cariño de una mujer casada. Esa es una cosa que ignora por completo el hombre soltero.

LORD DARLINGTON
¡Oh! Ella no me ama. Es una mujer honrada. La única mujer honrada que he encontrado en mi vida.

CECILIO GRAHAM
¿La única mujer honrada que has encontrado en tu vida?

LORD DARLINGTON
Sí.

CECILIO GRAHAM
¡Bueno pues eres un hombre de suerte! Porque yo he encontrado miles de mujeres honradas. No he encontrado nunca más que mujeres honradas. El mundo está lleno por completo de mujeres honradas. Se reconocen por su educación de clase media.

LORD DARLINGTON
Una mujer representa la pureza y la inocencia. Tienen todo cuanto los hombres han perdido.

CECILIO GRAHAM
Mi querido amigo, ¿y qué iban a hacer en la Tierra los hombres con la pureza y la inocencia? Un ojal cuidadosamente adornado es mucho más eficaz.

DUMBY
¡Entonces, no te quiere ella, realmente!

LORD DARLINGTON
¡No, no me quiere!

DUMBY
Pues te felicito, chico. En este mundo hay solo dos tragedias. Una es no conseguir lo que uno quiere, y otra, conseguirlo. Esta última es la peor, ¡esta última es una verdadera tragedia! Pero me interesa oír que no te ama. ¿Cuánto tiempo podrías tú amar a una mujer que no te quisiera, Cecilio?

CECILIO GRAHAM
¿A una mujer que no me quisiera? ¡Oh, toda mi vida!

DUMBY
Lo mismo que yo. Pero ¡es tan dificil encontrar una de esas!

LORD DARLINGTON
¿Cómo puedes ser tan vanidoso, Dumby?

DUMBY
No lo digo por vanidad. Lo digo con pena. Me han adorado impetuosamente, locamente. Y lo siento. Ha sido un enorme fastidio. Me gusta de cuando en cuando concederme un poco de tiempo a mi mismo.

LORD AUGUSTO
(Mirando a su alrededor).
¿Un poco de tiempo para educarte tí mismo, supongo?

DUMBY
No; un poco de tiempo para olvidar lo que he aprendido. Esto es mucho más importante, querido Tuppy.
(Lord Augusto se agita inquieto en su sillón).

LORD DARLINGTON
¡Qué pandilla de cínicos sois!

CECILIO GRAHAM
¿Y qué es un cínico?
(Se sienta en el respaldo del sofá).

LORD DARLINGTON
Un hombre que sabe el precio de todo e ignora el valor de nada.

CECILIO GRAHAM
Y un sentimental, mi querido Darlington, es un hombre que asigna un absurdo valor a todo y no conoce el precio fijo de una sola cosa.

LORD DARLINGTON
¡Cómo me diviertes siempre, Cecilio! Hablas como si fueses un hombre de experiencia.

CECILIO GRAHAM
Y lo soy.
(Se acerca a la chimenea).

LORD DARLINGTON
¡Eres todavia demasiado joven!

CECILIO GRAHAM
Ese es un gran error. La experiencia es cuestión de instinto de la vida. Y yo lo tengo. Tuppy, no. Experiencia es el nombre que da Tuppy a sus errores. Eso es todo.
(Lord Augusto mira indignado a su alrededor).

DUMBY
Experiencia es el nombre que da todo el mundo a sus errores.

CECILIO GRAHAM
(En pie, de espaldas a la chimenea).
No debiera cometerse ninguno.
(Ve el abanico de Lady Windermere sobre el sofá).

DUMBY
La vida sería muy insulsa sin ellos.

CECILIO GRAHAM
¿Y, naturalmente, eres absolutamente fiel a esa mujer de quien estás enamorado, Darlington, a esa mujer honrada?

LORD DARLINGTON
Cecilio, cuando uno está enamorado de verdad de una mujer, todas las demás mujeres del mundo le tienen a uno completamente sin cuidado. El amor le cambia a uno... Yo estoy cambiado.

CECILIO GRAHAM
¡Amigo mio! ¡Qué interesante! Tuppy, quiero hablarte un momento.
(Lord Augusto no se entera).

DUMBY
Es inútil que hables a Tuppy. Es exactamente lo mismo que si hablases a una pared.

CECILIO GRAHAM
Pero si a mi me gusta hablar a las paredes ... ¡Son las únicas cosas en el mundo que no me contradicen jamás! ¡Tuppy!

LORD AUGUSTO
Bueno: ¿qué es ello? ¿Qué ocurre?
(Se levanta y va hacia Cecilio Graham).

CECILIO GRAHAM
Ven aquí. Necesito hablarte reservadamente.
(Aparte).
Darlington ha estado moralizando, hablándonos de la pureza del amor y de cosas por el estilo, y tenia una mujer en sus habitaciones durante todo este rato.

LORD AUGUSTO
¡No! ¿De verdad? ¿De verdad?

CECILIO GRAHAM
(En voz baja).
Si, aqui está su abanico.
(Señalando el abanico).

LORD AUGUSTO
(Riendo entre dientes).
¡Caramba, caramba!

LORD WINDERMERE
(Junto a la puerta).
Tengo que irme ahora, lord Darlington. Siento que se marche usted tan pronto de Inglaterra. Le ruego que venga a casa cuando vuelva. ¡Mi mUjer y yo tendremos mucho gusto en verle!

LORD DARLINGTON
(Acompañando a Lord Windermere).
Me temo que estaré ausente bastantes años. ¡Buenas noches!

CECILIO GRAHAM
¡Arturo!

LORD WINDERMERE
¿Qué?

CECILIO GRAHAM
Quisiera hablarte un momento. ¡No, ven aqui!

LORD WINDERMERE
(Poniéndose el abrigo).
No puedo ... ¡Tengo que irme!

CECILIO GRAHAM
Es algo muy particular. Te interesará muchísimo.

LORD WINDERMERE
(Sonriendo).
Será alguna de tus tonterias, Cecilio.

CECILIO GRAHAM
¡No lo es! De verdad no lo es.

LORD AUGUSTO
(Yendo hacia él).
Pero, querido, no debes irte. Tengo mucho que hablar contigo. Y Cec1lio quiere enseñarte algo.

LORD WINDERMERE
(Marchando a su encuentro).
Bueno, ¿qué es ello?

CECILIO GRAHAM
Darlington tiene una mujer aquí, en sus habitaciones. Ahí está su abanico. Divertido, ¿verdad?
(Pausa).

LORD WINDERMERE
¡Santo Dios!
(Coge el abanico. Dumby se pone en pie).

CECILIO GRAHAM
¿Qué sucede?

LORD WINDERMERE
¡Lord Darlington!

LORD DARLINGTON
(Volviéndose).
¿Qué?

LORD WINDERMERE
¿Qué hace aqui en sus habitaciones el abanico de mi mujer? Aparta las manos, Cecilio. No me toques.

LORD DARLINGTON
¿El abanico de su mUjer?

LORD WINDERMERE
¡Si, ahi está!

LORD DARLINGTON
(Yendo hacia él).
¡No sé!

LORD WINDERMERE
Pues debe usted saberlo. Le pido una explicación. No me sujetes, estúpido.
(A Cecilio Graham).

LORD DARLINGTON
(Aparte).
Ella está aquí, sin duda.

LORD WINDERMERE
¡Hable usted! ¿Por qué está aquí el abanico de mi mUjer? ¡Contésteme, por Dios! Voy a registrar sus habitaciones, y si mi mujer está aquí, le ...
(Da un paso hacia adelante).

LORD DARLINGTON
Usted no registrará mis habitaciones. ¡No tiene usted derecho a hacerlo, se lo prohibo!

LORD WINDERMERE
¡Usted, miserable! ¡No saldré de esta casa sin registrar todos los rincones! ¿Qué se mueve detrás de esa cortina?
(Se precipita hacia la cortina del centro).

MISTRESS ERLYNNE
(Entrando por la derecha).
¡Lord Windermere!

LORD WINDERMERE
¡Mistress Erlynne!
(Todos se estremecen, volviéndose hacia ella. Lady Windermere se desliza entonces por detrás de la cortina y sale de la habitación por la izquierda).

MISTRESS ERLYNNE
Temo haberme traído equivocadamente el abanico de su mujer en lugar del mío, al salir de su casa esta noche. Lo siento mucho.
(Le coge el abanico de las manos. Lord Windermere la mira con desprecio. Lord Darlington tiene una expresión mezcla de asombro y de ira. Lord Augusto se vuelve hacia otro lado. Los otros dos se miran sonriendo).

TELÓN
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