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Memorias de un socialista revolucionario ruso

Boris Savinkov

LIBRO CUARTO
CAPÍTULO SEGUNDO
SE DESCUBRE LA TRAICIÓN DE AZEV
PRIMERA PARTE


Voy a escribir ahora la página más triste de mis recuerdos.

En mayo de 1908, Vladimir Lvóvich Burtsev, director de la revista El Pasado (Byloe), declaró al Comité Central que tenía motivos para sospechar que Azev era un provocador.

Según él, ya en otoño de 1907 había hecho una declaración semejante a P. P. Kraft y a los miembros del destacamento combativo volante del Norte, Karl Trauberg y Kalvino-Lebedinsev.

Al mismo tiempo Burtsev comunicó sus dudas a algunos compañeros, miembros del partido de los socialistas revolucionarios.

Hacía ya tiempo que circulaban rumores poco agradables a propósito de Azev. Ya en 1902, cuando este último actuaba en Petersburgo, el estudiante Krestiánikov, propagandista del partido, le acusó de provocación. Dicha acusación fue examinada por un tribunal de honor, formado por los escritores Peschejónov, Annensski y Gukovski. El tribunal reconoció infundada la acusación y reivindicó a Azev.

Los rumores no cesaron. En agosto de 1905 el Comité Central recibió la carta anónima a que he aludido ya, y que contenía indicaciones relativas al papel de confidentes desempeñado por Tatarov y Azev. He aquí esta carta:

Compañeros:

El partido está amenazado por un grave peligro. Le están traicionando dos espías de importancia. Uno de ellos es un tal T., ex deportado, que regresó esta primavera me parece que de Irkuts. Se ha conquistado la confianza completa de Tiuchev, delató a Ivanóvskaya, a Frelij, a Nikoláiev, a Feít, a Starinkiévich, a Sujomlin, etc., etc., a Akímova, que se evadió de presidio y cuya huella ha sido después seguida en Odesa, en el Cáucaso, en Nijni, en Moscú, en Piter (1) (seguramente será pronto detenido). El otro espía ha llegado recientemente del extranjero; es un ingeniero que se llama Azev, judío, que lleva también el nombre de Valuiski; este espía delató el congreso celebrado en Nijni, el atentado contra. el gobernador de aquí, denunció asimismo a Konopliánikova (laboratorio), a Vedniapin (que trajo dinamita), a Lómov en Samara (militar), al ilegal Cheredin (en Kiev) , a la abuela (que se oculta en casa de los Rakítnikov en Samara) ... Los traidores indicados han causado muchas víctimas. Debéis conocerles. Por esto nos dirigimos a usted, como hombre y revolucionario honrado. Haga usted (pero puntualmente hay que recordar que no todos los espías son conocidos y que ignoramos todavía muchas cosas) lo siguiente. Destruya inmediatamente esta carta, no haga de ella copias ni extractos. No hable de ella a nadie, sino percátese bien de su contenido y dé cuenta de este secreto, inventando una explicación de la manera cómo se ha informado de ello, únicamente a Breschkóvskaya, o a Potapov (médico en Moscú), a Mainov (de la misma ciudad), o a Pribliliev, si se marcha de Piter, pues a su alrededor se mueven también algunos espías. Hable con alguno de ellos personalmente (no debe haber ninguna relación escrita sobre este asunto). Que el que esté informado obre ya por cuenta propia sin aludirle a usted ni decir que las informaciones han sido obtenidas en Petersburgo. Hay que tomar medidas inmediatas sin revelar el secreto. Todos aquellos que sean conocidos de los traidores deben estar alerta, así como los que trabajan en contacto directo con ellos. Los ilegales deben procurar librarse de la vigilancia y no mostrarse en aquellos sitios que frecuentaban antes. Hay que cambiar inmediatamente la técnica de sitio, confiándola a otras personas.

En el otoño de 1907 el Comité Central recibió de Sarátov otra carta de los compañeros del partido, en la cual se acusaba a Azev. He aquí el texto de dicha carta:

Se nos comunica de fuente fidedigna: en agosto de 1905, uno de los miembros más preeminentes del partido de los socialistas revolucionarios estaba en relación con el departamento de policía, del cual recibía un salario fijo. Se trata de la misma persona que vino a Sarátov para participar en las conferencias que se celebraron aquí de algunos militantes importantes del partido.

La policía local estaba enterada previamente de que debian celebrarse dichas reuniones en Sarátov, e incluso estaba informada de que se examinaría en ellas la cuestión de la organización de los retenes armados y de las hermandades de campesinos. La policía conocía también los nombres de los participantes, y por esto todos estos fueron estrechamente vigilados. Esta vigilancia, en vista de la importancia considerable que la policía concedía a la reunión, fue dirigida por un veterano del departamento de policía, el consejero de Estado Médnikov, mandado especialmente por dicho departamento. Dicho sujeto, a pesar del titulo elevado que llevaba, no había dejado de ser un simple polizonte por sus costumbres y pasaba las horas libres, no con los oficiales, sino con el jefe de la policía local y el escribiente. Fue precisamente este Médnikov el que les dijo que entre los socialistas revolucionarios que habían llegado a Sarátov con el fin de reunirse, había un individuo puesto al servicio del departamento de policía, del cual percibía. 600 rublos mensuales. Los polizontes se interesaron mucho por ese individuo que recibía un salario tan considerable y se fueron al jardín Ochkin con el fin de verle. El individuo referido resultó ser un hombre robusto, bien vestido, con el aspecto de comerciante rico o de hombre de buena posición. Se hospedaba en el Hotel del Norte (chaflán de la Moskóvskaya y de la Alexandróvskaya), inscrito con el nombre de Serguei Melitónovich (nuestro informante nos comunicÓ el apellido, pero, por desgracia, lo hemos olvidado).

Serguei Melitónovich, en calidad de persona que suministraba informes se hallaba rodeado de un servicio de vigilancia especial, con el fin de controlar la veracidad de sus denuncias; a Sarátov le acompañaron desde Nijni, a través de Moscú, dos agentes especiales, los cuales, en sus diarios, le daban el nombre de Filipovsky.

Se ignora si se tenía o no el proyecto de detener a los asistentes a la reunión; pero éstos fueron advertidos de que se les seguía, y se marcharon inmediatamente. Se marchó asimismo de Sarátov Filipovski (llamémosle también así). Salió en ferrocarril el 19 de agosto, a las cinco de la tarde. La policía ignoraba que los revolucionarios hubieran partido, y seguía vigilando. El 21 de agosto, a las once de la noche, recibió un telegrama del departamento con la orden de dar fin a la vigilancia. El telegrama indicaba que los participantes de la reunión habían sido advertidos por unos escribientes de la policía. Una información de este género podía únicamente ser hecha a base de los datos facilitados al departamento por alguno de los participantes de la reunión, y hacía suponer que lo había sido por Filipovski, que salió de Sarátov el 19 de agosto, a las cinco o a las seis de la tarde, y que tuvo tiempo de llegar a Petersburgo en la noche del 21. Poco antes de la apertura de la primera Duma, esto es, en abril de 1906, regresó n Sarótov, procedente de Petersburgo, el jefe de la sección de policía de nuestra ciudad, Fédorov (que más tarde resultó muerto en la explosión de la isla Aptekarski), y contó que en el momento de su salida de Petersburgo la policía de allí estaba afligida por un hecho lamentable: gracias al antagonismo entre los agentes del departamento y los de la Okrana, había sido detenido Filipovski, el cual, según Fédorov, tenía no menos lmportancia que Degáiev. Filipovski participaba con otros terroristas en el servicio de observación organizado por los revolucionarios alrededor de personas elevadas. Los agentes de la Okrana recibieron la orden de detener a los terroristas mencionados, y si bien sabían perfectamente que Filipovski no debía ser detenido, con el fin de molestar a los agentes del departamento, fingieron ignorar esta circunstancia y le detuvieron, con la particularidad que efectuaron la detención con el auxilio de agentes de policía de uniforme. Esto fue hecho con el propósito de dificultar la liberación de Filipovski, puesto que si en su detención participaba un Cuerpo que no tenía nada que ver con la Okrana, era difícil echar tierra al asunto sin poner al desnudo el verdadero papel del detenido. Cuando Fédorov salió de Petersburgo no se había imaginado todavía un procedimiento para poner en libertad a Filipovski sin despertar las sospechas de los revolucionarios. Fédorov comunicó también que en esta ocasión faltó poco para que fuera detenido Zot Sergueievich Sazónov, muy conocido de los polizontes de Sarátov, y que participaba en el servicio de observación mencionado, disfrazado de cochero. Sazónov y otro individuo consiguieron darse a la fuga.

Azev era miembro del partido desde su fundación. Estaba enterado de la preparación del atentado contra el gobernador de Járkov, principe Obolenski (1902) y tomó parte en los preparativos del asesinato del gobernador de Ufa, Bojdánovich (1903). Desde el otoño de 1903 dirigió la Organización de Combate y participó en los siguientes actos terroristas: en los atentados contra el ministro del Interior, Plehve; contra el Gran Duque Sergio, contra Trepov, general-gobernador de Petersburgo; contra Kleigels, general-gobernador de Kiev; contra el barón Unterberger. general-gobernador de Nijni; contra el general-gobernador de Moscú, almirante Dubásov; contra los oficiales del regimiento de Semenov, general Min y coronel Turnan; contra el jefe de la policía política, Rachkovski; contra Beorgui Gapón; contra el comandante de la escuadra del Mar Negro, almirante Chujnin; contra el primer ministro Stolypin, y, finalmente, había participado en tres atentados contra el zar. Además estaba previamente informado de la preparación de los atentados contra el general-gobernador de Sarátov, Sajárov; contra el general-gobernador de Petersburgo, Vonder-Láunitz; contra el fiscal militar, general Pavlov; contra el Gran Duque Nikolai Nikolaievich; contra el general-gobernador de Moscú, Gerschelman, y otros.

En vista de tales hechos, en la biografía de Azev, el Comité Central no prestaba atención a los rumores indicados y a las cartas citadas y se inclinaba a ver en ello una intriga de la policía. A ésta le convenía, naturalmente, desacreditar a uno de los jefes de la revolución y privarlo con ello de la posibilidad de continuar su actuación. Tal era el parecer de la mayoría de los compañeros. La minoría, si bien no creía que se tratara de una intriga de la policía, se hallaba lejos de sospechar de Azev. A estos Últimos pertenecía yo.

Estaba unido a Azev por una gran amistad. Una actuación terrorista prolongada realizada en comÜn nos había acercado. Algunos de los rasgos extraños de su carácter (por ejemplo, lo sucedido con Kolósova-Popova y con Suliatitski) me los explicaba por una cierta rudeza congénita y la firmeza que hasta cierto punto constituye un deber para el hombre que asumía la responsabilidad por la Organización de Combate. Yo me conciliaba con estos rasgos extraños de su carácter. Conocía a Azev como un hombre de voluntad firme, de gran talento práctico y eminentes aptitudes de organizador. Le había visto actuar. Había comprobado su consecuencia inquebrantable en la acción revolucionaria, su adhesión abnegada a la revolución, su valor tranquilo de terrorista y, finalmente, su cariño, que ocultaba celosamente, por la familia. A mis ojos era un revolucionario capacitado y experimentado y un hombre firme y decidido. En general, esta opinión era compartida por todos los compañeros que hdbían actuado con él. Así pensaban hombres muy distintos por el carácter y el temperamento, crédulos y escépticos, jóvenes y viejos, revolucionarios. Así pensaban Mijail, Gotz, Guerchuni, Kárpovich, Chernov, Natanson, Kaliáev, Schvéizer, Sazónov, Vnorovski, Abraham Gotz, El Almirante, Zilberberg, Suliatitski, Breschkóvskaya, Benévskaya, Briliant, Schkólnik, Sebastiánova, Lurié y muchos otros. Es posible que no todos le amaran de un modo igual; pero todos le trataban con idéntico respeto. Era inverosímil que todos esos compañeros pudieran ir equivocados.

Ni los rumores, ni la carta anónima de 1905 (de la de 1907 me enteré solamente cuando se celebró el tribunal contra Burtsev), ni las indicaciones de Burtsev, no sugirieron en mí la menor sombra de duda con respectó a la honorabilidad de Azev. No podia explicarme la aparición de dichos rumores e indicaciones; pero mi cariño y mi respeto por Azev no vacilaron en lo más minimo.



Notas

(1) Abreviación de Petersburgo.-(N. del T.)
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