Indice de Memorias de un socialista revolucionario ruso de Boris SavinkovLIBRO TERCERO - capítulo primero - Sexta parteLIBRO CUARTO - Capítulo primero - Octava parteBiblioteca Virtual Antorcha

Memorias de un socialista revolucionario ruso

Boris Savinkov

LIBRO CUARTO
CAPÍTULO PRIMERO
DETENCIÓN Y FUGA
SÉPTIMA PARTE


A principios de enero de 1907 Azev, procedente de Italia, vino a verme a Beaulieu, donde vivía yo, y me dijo:

- Llego con una buena noticia. La cuestión del terror está resuelta. La Organización de Combate será reconstituída.

Y me contó lo siguiente:

Un cierto Serguei Ivanóvich Bujalo, conocido por sus inventos en la esfera de las minas y de la artillería, trabaja hace diez años en un projecto de aparato volador que no tiene nada de común con los tipos de aeroplanos existentes y que resuelve radicalmente el problema de la navegación aérea: se eleva hasta la altura que se quiere, desciende sin la menor dificultad, levanta una carga cOnsiderable y lleva una velocidad máxima de 140 kilómetros por hora. Bujalo, por sus convicciones, es más bien anarquista; pero está dispuesto a ceder su invento a cualquier organización terrorista que se proponga como fin matar al zar. Azev se entrevistó con él en Munich, examinó los proyectos, comprobo los cálculos y encontró que, teóricamente, Bujalo había resuelto el problema. La dificultad consistía en la parte constructiva. Bujalo no tenía recUrsos suficientes para instalar un taller propio y adquirir los materiales necesarios. Era preciso procurar dichos recursos; si realmente se podía construir semejante aparato, el asesinato del zar era cuestión de poco tiempo.

Escuché las palabras de Azev como si se tratara de un leyenda. Conocía las experiencias de Farman, de Lagrange y Bieriot. Sabía que en América los hermanos Rait habían conseguido grandes éxitos en la navegación aérea. Pero un aparato con una velocidad de 140 kilómetros por hora y que levantara una gran carga a la altura que se quisiera, me parecía un sueño.

- ¿Has examinado tú mismo los proyectos? -le pregunté.

Azev contestó que durante los últimos tiempos había estudiado especialmente el problema de la navegación aérea y qUe él mismo había comprobado todas la8 fórmulas de Bujalo. Entonces dije:

- ¿Crees en su descubrimiento?

Azev contestó:

- No sé si Bujalo conseguirá construir su aparato; pero, lo repito, en teoría la cuestión está resuelta. Hay que arriesgar. El riesgo consiste sólo en dinero. No se necesitan más que 20.000 rublos. Yo creo que se puede y se debe arriesgar semejante suma en un asunto como ese.

Azev desarrolló un plan de actos terroristas con ayuda del aparato Bujalo. La velocidad del aparato hacía posible elegir el punto de partida a muchos centenares de kilómetros de Petersburgo, en la Europa occidental. En Suecia, en Noruega, incluso en lnglaterra. Había la posibilidad de intentar destruir todo el palacio de Tsarskoie-Tselo o el de Peterhof. La altura del aparato garantizaba la seguridad de los atacantes. Finalmente, el aparato intacto 0, en caso de que se perdiera, otro modelo podía garantizar un segundo ataque. El terror se elevaba realmente a una altura inaudita.

Cuando Azev terminó, pregunté:

- ¿Estás seguro de que Bujalo cederá su invento a la OrganizaClón de Combate?

- Si -contestó Azev-. Estoy seguro de ello. Es un terrorista desinteresado y convencido. No puede inspirar la menor duda.

Azev era ingeniero. Yo no tenía ningún conocimiento técnico.

- Confío en tu palabra -dije-. Convengo en que para una empresa como ésta, aun en el caso de que fracasara, se pueden y se deben empiear 20.000 rublos. Pero, a mi juicio, dicho dinero debía darlo, no el partido, sino personas particulares que estuvieran al corriente de la empresa y supieran que arriesgaban su capital.

Azev se mostró de acuerdo conmigo.

Se recogió el dinero: M. O. Tseitlin dió 3.000 rublos; H. O. Gavronski, 1.000; los restantes los dió un tal Doenin, que yo no conocía. Bujalo montó un taller en Munich; contrató a obreros y emprendió la construcción de su aparato.

Saludé con gozo esta tentativa que, a mis ojos, era el primer paso hacia la solución radical del problema del terror. En caso de que el nuevo invento tuviera un valor real, la Organización de Combate sería invencible.

En febrero del mismo año vi por primera vez a Grigori Andréievich Guerchuni.

Conocía a este último por los relatos de Mijail Gotz, que hablaba de él con un amor y un respeto profundos. Sabía también que Guerchuni organizó la ejecución del ministro del Interior Sipiaguin y del gobernador de Ufa Bogdánovich y el atentado contra el gobernador de Járkov príncipe Obolenski. Había seguido con vivísimo interés su proceso, y, aunque no le conocía personalmente, esperaba con emoción su ejecución. Sentí un gozo inmenso cuando se fugó del presidio de Akatué. Yo, lo mismo que otros compañeros, veía en él al jefe del partido y al caudillo del terror.

Le conocía también por sus artículos en La Rusia Revolucionaria y por las cartas de Schisselburg de 1905. He aquí unos fragmentos de dichas cartas, no publicadas hasta ahora:

A la abuela (1).
a Mijaiel Hafáilovich (2).
A Víctor lMijáilovich (3)
Y a todos los compañeros:

Al fin, amigos míos, he recibido noticias vuestras. Estáis vivos, sanos e intactos. No os podéis imaginar hasta qué punto esta noticia me ha llenado de gozo y me ha tranquilizado. Pero no se trata de esto. Estáis vivos, esto es lo principal, y tengo ya la esperanza de que acaso podré pronto estrecharos contra mi pecho y encontrarme nuevamente con vosotros en las filas del partido. ¡Qué cosa más extraña! Hay momentos en que me parece que toda una eternidad me separa del pasado; hay otros en que tengo la sensación de que nos separamos ayer: pero para siempre. En esta tumba, el mundo vivo y la lucha parecen hasta tal punto perdidos, sin esperanzas, que a veces sencillamente no se cree que uno tiene un porvenir ante sí. Todo lo vivido ya se te aparece coma un sueño. Imaginaos: desde abril de 1904 hasta agosto de 1905 no vi una sola alma viva y no tuve la menor idea de lo que pasaba fuera.

Cifraba mis esperanzas en los resultados favorables de la guerra para el país, pero temía que el ímpetu patriótico de los invencibles rusos obligara al partido a interrumpir temporalmente su actuación. En agosto de 1905 el comandante se dejó ir de la lengua y dijo que Plehve ya no estaba, que había presentado la dimisión. Plehve, ha dimitido, el partido se ha visto también obligado a dimitir: así me imaginaba yo el estado de cosas. Dos semanas después recibí la colección de 1904 del periódico Josiain, por el cual me enteré de que en septiembre se había iniciado cierta primavera, que se había producido un cambio decidido de la política gubernamental, que habían sido instituídas grandes reformas. En un sitio leí: El difunto ministro Plehve: ¿difunto por la voluntad de Dios o del partido? Durante un mes me torturó la duda: Plehve había muerto; pero ¿vivía el partido? Pues para mí era claro que si había muerto de muerte natural y la modificación de la política se había efectuado sin la presión del partido, éste estaba aplastado. El 15 de septiembre, el día de mi traslado a la nueva cárcel, el comandante me lo contó todo: que Plehve había sido ejecutado por Sazónov; que éste estaba vivo y preso aquí; que la muerte de Plehve había sido acogida con entusiasmo por todo el mundo: que había sido proclamada la Constitución, constituida la Duma de Estado, etc. Aquel mismo día me vi con todos los viejos cautivós de Schisselburg; me enteré de ]a derrota ignominiosa de los invencibles rusos, de unos disturbios poco definidos, de la ejecución que había tenido lugar aquí con motivo del atentado contra Sergio, y de una infinidad de pequeñas noticias que me produjeron una gran impresión. Entrábamos en unos días alegres y luminosos, sobre todo después de las tinieblas deprimentes y de la soledad de 1901-1905. La Constitución era el resultado de la presión de las fUerzas revolucionarias; por lo tanto, el partido vivía, la lucha continuaba y podría obtenerse algo sustancial. Ignorábamos lo que sucedía fuera. De vez en cuando conseguíamos oir algunas alusiones indefinidas, poco claras, a la fermentación existente, al descontento general, a los progresos de la oposición. Con esas alusiones nos dibujábamos unos cuadros fantásticos, que nos llenaban de emoción, del movimiento popular, fantasías que alguna vez acogíamos con pesimismo. Y, ¡Dios mío, qué mezquinas resultaron dichas fantasías en comparación con la realidad! Las noticias que nos comunicó Konstantinovich fueron como un raudal de luz deslumbrador que entró en nuestras tinieblas. Hubiéramos dicho que una tromba había entrado en nuestra cripta y lo había revuelto todo, y el corazón, como un pájaro atemotizado, latía y sentía un impulso poderoso para saltar afuera. es dificil que os imaginéis el estado de espíritu, extraño, nervioso y exaltado que se apoderó de nosotros durante uno de esos dias.

Los últimos tiempos, después de la gozosa sacudida, empecé poco a poco a volver en mi y a tranquilizarme. De una parte, la conciencia alentadora de que había podido vivir hasta el momento de la revolución en Rusía; de otra, el convencimiento de que la labor creadora del partido se verificaría ahora de un modo sistemático, me conciliaron completamente con mi situación, y después de la salida de los viejos, me instalé para invernar, La entrevista con mi padre, que no me dijo nada claramente; pero que nos dió la esperanza de la posibilidad de una pronta liberación, nos tranquilizó aún más. Y entonces se desarrolló de repente entre nosotros con toda su grandiosidad, de un modo inesperado, todo el cuadro de lo que había vivido el país durante el último año. La magnitud del momento se alzó ante nosotros con toda su inmensidad. y concentrada en el tiempo y en el espacio; en el primer instante nos aplastó con sus proporciones y sus horizontes inabarcables. Al día siguiente recibimos El hijo de la Patria, el cual nos dió una idea clara de la situación, y os lo juro, nos obligó a envidiaros a vosotros, que habíais vivido todo esto en la fragua de la lucha. Tras de las líneas impresas se levantaba ante nosotros el trueno de la revolución, la lucha a muerte con el monstruo odiado, y nosotros llenos de fuerza y anhelosos de lucha, nos veíamos obligados a languidecer, inactivos, en la ciudadela zarista ... Un momento único, no sólo en la historia de Rusia, sino en la de Europa, inaudito por su magnitud, pasaba por delante de nosotros como si fuéramos muertos.

Nuestras manos se tendían hacia las espadas,
pero los cepos las aprisionaban
.

Se ha realizado la profecía: los últimos serán los primeros ... Rusia ha dado un salto gigantesco y se ha puesto de golpe y porrazo al lado de Europa. La huelga, admirable por su grandiosidad y unanimidad; el estado de espíritu revolucionario, la conducta llena de valor y de tacto político del proletariado, sus resoluciones magnificas, las pruebas de conciencia y de organización que han dado los campesinos, su decisión a luchar para la solución del máximo problema social, todo esto no puede dejar de producir consecuencias favorables para el pueblo trabajador de todo el mundo, y por lo visto Rusia está llamada a desempeñar en el siglo XX el papel que Francia desempeñó en el XIX. Pero el resultado más importante será que Rusia conseguirá evitar el periodo vulgar de bienestar pequeño-burgués que ha dominado en los países europeos, los cuales pasaron por el periodo revolucionario en una coyuntura menos favorable y en otra época de la historia. ¡Qué suerte ha tenido el partido! Si las condiciones nos favorecen, si los jefes se muestran a la altura de su misión, el partido podrá ocupar en un futuro próximo un sitio que le envidiarán todos los partidos europeos. Consagrad todas las fuerzas a conseguir con la mayor rapidez posible la fusión en un partido socialista ruso único. Por difícil que sea, esforzaos en olVidar todo lo desagradable que se oponga a la unificación, todas las cuestiones de orden personal. No olvidéis que ahora la social democracia no se halla ya en las manos de personas aisladas, sino en las de una parte del proletariado organizado, a cuyo sentido común podéis y debéis anelar en un futuro próximo, Teniendo en cuenta la utilidad v la inevitabilidad de la unificación, haréis naturalmente todos los posibles por no envenenar las relaciones actuales y, en la polémica, convencer, no con el insulto, sino con la nobleza. Que la distribución de fuerzas corresponda, como siempre, a los elementos más sensibles y moralmente puros: entonces la victoria será vuestra.

¿Cómo está nuestra querida María? (4), ¡Cómo debe haber cambiado! Me parece que la muchachita modesta y tímida que era antes se ha convertido en una belleza soberana, con la cabeza alta y victoriosa, y que pasa orgullosamente por medio de la multituo de sus sumisos adoradores. ¿Cómo acogerá a sus amigos de infancia si llega el día feliz del encuentro? ¿Es posible que, aturdida por el éxito haya olvidado hace ya tiempo sus primeros amores? He aquí que hablo de encuentro, y es posible que esto no sea más que un sueño insensato. Uno se imagina el avance victorioso de la revolución, la hidra de la autocracia hundida en el cieno; pero he aquí que resuena el grito del centinela, vuelves la mirada hacia estos muros terribles e involuntariamente el temblor se apodera de ti; Schiliselburg está en pie; la autocracia vive aún.

Pero sea el que fuere el destino que nos aguarda, esperaremos pacientemente el momento de la liberación que llegará un día u otro.

Algunos recortes de S. Ot. (5) nos han producido una buena impresión. Los artículos sobre las huelgas. Y. sin embargo, no lo creáis, Un manifiesto triste. El trabajo de Máximo sobre los campesinos de Sarátov, son excelentes. El artículo de Batner sobre el programa radical no me ha gustado. Procurad obtener la colaboración del mayor número posible de elementos poco consc!entes desde el punto ae vista socialista. Aunque es oifícil juzgar por algunos números, me parece que el punto de vista de clase no es observado por todos de un modo firme y consciente, y que no todos los colaboradores se han dado cuenta completamente de que el periódico es un órgano del pueblo trabajador, ligaoo con los intelectuales únicamente en la medida en que éstos rompen con su medio y bajo la influencia de motivos idealistas emprenden la defensa de los intereses de este pueblo renunciando a los propios. El pueblo trabajador debe tener la sensación completa de que el periódico es realmente su órgano, de qUe todo y todos le sirven y expresa únicamente sus intereses, que en dicho órgano todo está inspirado por él, que él es el único amo, que todos los demás, en realidad, no hacen más que visitarle y que no es él quien se haya de visita en casa de sus protectores.

Amigos míos, si tenéis tiempo libre, me gustaría mucho recibir noticias vuestras. Ponedme al corriente de la situación en el partido y de vuestros provectos. Como nuestros parientes, seguramente con el fin de consolarnos, nos dan la esperanza de una pronta liberación, os ruego que, como compañeros, me comuniquéis cuál es el estado real de la cuestión. Ya comprenderéis lo irracional que sería que nos ocultarais algo; no somos unos colegiales y sabemos mirar frente a frente a la realidad. No es necesario saberlo para poder distribuir nuestras ocupaciones, pues no olvidéis que no estamos inactivos en consonancia con la situación.

Un saludo cariñoso a todos los compañeros. Querido Mijail Rafaílovich, ponte bueno en seguida. Con mucho gusto te daría un poco de mi salud, pues no sé qué hacer de ella.

¿Qué os proponéis hacer con respecto a un periódico para las grandes masas? He visto el anuncio de BUncbiestnik (El Albatros), pero no he comprendido bien lo que había detrás de esto.

¿Por qué evitáis emplear los antiguos títulos corrientes en el partido? ¡Qué apropiado sería para un periódico socialista el título de La Voz del Trabajo!, por ejemplo. A propósito, no en forma de reproche sino de pregunta: ¿por qué habéis preferido utilizar un viejo órgano, con un pasado tan absurdo, en vez de crear uno ad-hoc? ¡El Hijo de la Patria! Habrá que pasar mucho tiempo antes de que nos convenzamos de que se trata, efectivamente, de un hijo de la patria y no oe un hijo de perra. Es curioso que el destino haya hecho la misma mala partida a las Notas de la Patria; pero, si no ando equivocado, hasta el último momento la redacción se mostraba afligida por este título absurdo, y Mijailovski ha declarado que si dependiera de ellos habrían escogido un nombre más conveniente. ¿No habéis pensado en rebajar el precio de la suscripción hasta ocho rublos, por ejemplo? Doce rublos es una suma muy burguesa. ¿Cuál es el tiraje diario, y qué difusión tiene la segunda edición? ¿En qué estado se halla la publicación de folletos del partido? ¿Es posible que La Rusia Revolucionaria cierre sus puertas y que todas las editoriales en el extranjero no sean ya necesarias? ¡A qué extremo hemos llegado!

¿Qué se hará ahora con Rusk Bog (6)? ¿Dónde y cómo está Andréevich? ¿Cómo habéis acogido a nuestros viejos? ¿Qué relaciones habéis establecido y qué os han aportado? Os he escrito ya a propósito de Antónov. Este, Martinov y Pankrátov podrán desempeñar un gran papel en la unificación del proletariado con los campesinos. Divu]gad sus nombres, hacedles populares y queridos para el proletariado, el cual tiene el derecho y el deber de estar orgulloso de ellos. Procurad veros personalmente con Ant, que no tiene todavía ninguna relación. Es un hombre extraordinariamente agradable, todo corazón. ¿Cómo está de salud Vera Nikoláievna? ¿Ha tenido ya la posibilidad de desplegar las alas? ¿Ha empezado ya a trabajar Lopatin? Haced el favor de escribirme detalladamente a propósito de todos. Si ese diablo de Morozov no dedicara tanto tiempo a la química, ¡qué hombre más preciado podría ser ahora! Un saludo para todos ellos.

Todos los oe aquí, y Sazónov pnrticularmente, os abrazan.

Dadme noticias detalladas a propósito de la Alianza Campesina. Me gustaría conocer la labor que realiza. A. Os. en la misma. ¿Habéis establecido relaciones de organización con dicha Alianza, o carga él solo con todo? Saludadle muy afectuosamente. ¿Cuál es nuestra situación real con el ejército? ¿Es verdad que María hace de las suyas entre los militares? Lo que me ha entusiasmado es la posición de los campesinos. He aquí una victoria nuestra que tantos esfuerzos nos ha costado. ¡Cuántas burlas ha tenido que soportar el partido con motivo de esta cuestión! Vosotros tenéis el derecho de decir que sin la tenacidad del partido en este punto, sin labor preparatoria, el grado de conciencia de los campesinos sería otro y los resultados para estos mismos, indudablemente menos favorables. ¡Ironía cruel del destino! Los campesinos pueden salir victoriosos de la lucha a pesar de un partido que se llama socialista (me refiero a los socialdemócratas), y este partido socialista va aún menos lejos en sus reivindicaciones que Los Nuevos Tiempos. Me falta tiempo para terminar. Os abraza a todos vuestro

GR ...

Queridos compañeros:

Con el corazón gozoso y palpitante percibimos los ecos imprecisos de la lucha que se desarrolla furiosa, más allá de los muros de nuestra cárcel. Aquello en que soñábamos tan apasionadamente, que nos parecía ora infinitamente cercano, ora desoladoramente lejos, empieza a realizarse: el país se levanta, rompe las cadenas de la esclavitud, y a través de las tinieblas que rodean nuestra fortaleza, vemos el resplandor de la libertad que se levantó sobre Rusia.

El horror se apodera del alma al pensar en el terrible precio a que ha sido pagada esta aurora, en los sacrificios monstruosos soportados por el pueblo. Que caiga eternamente como una ignominia sobre las cabezas venales de los culpables la responsabilidad por estos sacrificios y sean éstos un reproche eterno para los que no han impedido que una banda de cortesanos y aventureros martirice a un país atormentándolo. Cuanto mayor sea el valor y la honradez cívica que se exija en estos momentos supremos de los que se han levantado en defensa de los intereses y de la libertad del pueblo, mayores serán las pruebas que os esperarán mañana, compañeros del parttdo de los socialistas revolucionarios ... Serán muchas las tentativas que se harán para traicionar y vender el pueblo por el plato de lentejas que el régimen moribundo está dispuesto a dar a la burguesía y para establecer un régimen de bienestar pequeño-burgués sobre la espalda del pueblo y de los revolucionarios que han soportado todo el peso de la lucha. Se apartarán de vosotros los que se muestran indiferentes por los intereses del pueblo trabajador, intentarán acercarse los que buscan la popularidad y que antes se escondían cobardemente. El partido será implacable con los primeros y rechazará a los segundos. Con la bandera de la libertad y de la dicha del pueblo trabajador, el partido de los socialistas revolucionarios se abrirá paso entre las filas de los enemigos declarados y de los amigos hipócritas. Separados del partido por el Gobierno, pero atados con aquél por un lazo ideológico inquebrantable, estamos, estimados compañeros, con vosotros, con toda nuestra alma, todos nuestros sentimientos y todos nuestros pensamientos, con vuestra labor creadora y fructífera. Con nuestros hermanos mayores que durante veinte años han sufrido bajo las garras del despotismo y han abandonado hoy los muros sombríos del Schisselburg, enviamos un saludo ardiente a todos los que luchan bajo la bandera del soCialismo. Acoged gozosamente a los que vuelven y nos os aflijáis por los que quedan aquí.

Con una confianza firme en el tacto político, en el valor y la abnegación del partido socialista revolucionario, en la fuerza y firmeza del pueblo trabajador, miramos confiados el porvenir, animados acogemos la separación de los compañeros y lo único que nos aflige es que en este caso el Gobierno haya conseguido también hacer más duro su destino.

Grigori Guerchuni.
26 de octubre de 1905.

En Guerchuni llamaba la atención su aspecto exterior. Cuando en París entré en su cuarto del Grand Hotel vi ante mí a un judío típico, de talla mediana y complexión robusta. Era un rostro judío habitual, lleno de bondad; se destacaban unos ojos extraordinariamente grandes, azules, claros y fríos. En esos ojos se manifestaba todo Guerchuni: bastaba mirarlos para que os persuadierais de que os hallabais ante un hombre de gran voluntad y de energía indomable. Sus palabras eran también, en un principio, habituales y grises. Sólo en el curso de la conversación se ponía de manifiesto la fuerza de su argumentación lógica y la influencia mágica de su fe profunda en el partido y en el socialismo. Esta primera entrevista fue enteramente consagrada a sus recuerdos de Schisselburg y Akatui, de Sazónov, Sikovski y los viejos compañeros de fortaleza. En esa ocasión le vi muy poco. Junto con Azev se marchó al segundo congreso del partido, celebrado en febrero de 1907 en Finlandia, en Tammerfors. En dicho congreso fue elegido miembro del Comité Central.



Notas

(1) Breschkovskaya.

(2) Gotz.

(3) Chérnov.

(4) Organización de Combate.

(5) Syn Otechestva (El Hijo de la Patria).-(N. del T.)

(6) RÚskoye Bogatsvo (La Riqueza Rusa).-(N. del T.)
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