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Memorias de un socialista revolucionario ruso

Boris Savinkov

LIBRO SEGUNDO
CAPÍTULO SEGUNDO
LA ORGANIZACIÓN DE COMBATE
TERCERA PARTE


Al entererarme de la muerte de Schvéizer, y suponiendo que ésta podía tener consecuencias funestas para toda la sección de Petersburgo, dije a Azev que, a juicio mío, era necesario que nos marcháramos los dos inmediatamente a dicha ciudad. Azev se mostró de acuerdo conmigo, pero declaró que era necesario que terminara antes los asuntos que tenía en el extranjero. Me fuí a ver a Gotz y pasé dos o tres semanas esperando. A mediados de marzo leí inesperadamente en un periódico francés que en Petersburgo habian sido detenidos los miembros de la Organización de Combate. Entre los nombres de los detenidos figuraba el mío. Como se aclaró más tarde, la policía, al detener a Moiseenko, lo tomó por mí.

Las cosas pasaron del modo siguiente:

El 16 y 17 de marzo fueron detenidos en Petersburgo y en Moscú los cocheros Agapov (Dulébov) y Boris Podvitski y el mozo Trofínov, y además: Vasili Schíllerov, Praskovia, Voloschenko, Ivanovskaya, Boris Moiseenko, Servei Barikov, Yakov Zagorodni, Anna Nadejdina, Tatiana Leóntieva, Nadiejda Barikova, Moisei Scheerov, Moisei Novomeiski, Mijail Schergov, Sura Efrusi y Feiga Katz. También fue detenido en la estación de Malkin, de la línea San Petersburgo a Varsovia, Borichanski, con el nombre de Plodnovski. A Borichanski y a Leóntieva se les encontró dinamita. Trofimov, al ser detenido, opuso resistencia armada.

Con la muerte de Schvéizer y las detenciones del 16 y 17 de marzo, empieza un nuevo periodo de la historia de la Organización de Combate. Posteriormente, ésta no alcanzó nunca la fuerza e importancia de que gozaba en el período comprendido entre el 15 de julio de 1904 y el mes de febrero de 1905. Las causas de su decadencia gradual fueron numerosas, y una de las más importantes, entonces desconocida por nosotros, fue la aparición de un confidente en el Comité Central que consiguió paralizar la obra del terror central casi durante un año.

El 30 de junio fue detenido en Petersburgo y ejecutado el 20 de agosto por resistencia armada a la policía, uno de los compañeros que marchó a Rusia con Rutenberg: Jaim Guerschkóvich. Rutenberg volvió al extranjero antes de la detención de dicho camarada, y casi al mismo tiempo llegó el miembro del Comité Central Tiuchev, los cuales nos relataron lo siguiente:

Después de la muerte de Schvéizer, la Organización de Combate de Petersburgo se quedó sin director. Los miembros de la misma, como era de esperar, decidieron liquidar la obra que tenían emprendida. Al frente de la Organización se puso una dirección colectiva, compuesta de Ivanovskaya, Leontieva, Barikov, llegado recientemente a Petersburgo, y otros. Sin hablar ya de que el principio colectivo en el terror es nocivo, pues presupone reuniones numerosas y prolongadas, el mencionado organismo se componía de gente poco experimentada para la dirección de la Organización. Tuichev, que mantenía el contacto con ésta, desconocía asimismo la técnica de las acciones de combate. El organismo colectivo acordó renunciar a sus propósitos con respecto al Gran Duque y proseguir la preparación del atentado contra Trepov. Yo creo que, a pesar de la imperfección de su estructura interna, del número excesivo de observadores (Podvitski, Dulébov y Trofímov) y de la ausencia de disciplina, la organización, resquebrajada por la muerte de Schvéizer, se habría puesto pronto en pie. Contaba con elementos suficientemente valerosos y enérgicos, que habían pasado por la escuela del asunto Sergio (Moissenko, Briliant) o participado en el atentado contra Plehve (Ivanovskaya, Dulébov). La dirección hubiera pasado pronto de un modo natural a manos del más experimentado, y entonces la disciplina quedaría restablecida por sí misma, naturalmente, mejorándose el servicio de observación. Además, con la aparición de un director, habrían sido suprimidos los pequeños defectos y, lo que es más importante, renacería la confianza en las propias fuerzas. El confidente de que hemos hablado más arriba cortó de raíz toda posibilidad de éxito.

A fines de 1904 volvió a Petersburgo, del destierro, Nikolai Yuriéevich Tatarov, ex miembro del partido socialista polaco; fundó a fines del año 90 el grupo La Enseñanza Obrera, Rabochee Znamia, y fue uno de los militantes ilegales más sobresalientes de aquel período. Detenido en Petersburgo en febrero de 1901 y encerrado en la fortaleza de Pedro y Pablo, sostuvo la huelga del hambre durante veintidós días. Después de un prolongado encarcelamiento fue desterrado por cinco años a la Siberia Oriental. Se le permitió instalarse en Irkutsk, donde se adhirió al partido de los socialistas revolucionarios y organizó una imprenta del Comité. Dicha imprenta funcionó durante más de un año, no siendo descubierta por la policía. El tiempo de destierro le fue reducido.

La reputación revolucionaria de Tatarov era muy grande. Ya Guerchuni le consideraba como a un revolucionario sobresaliente. Yo conocía a Tatarov de Varsovia, donde nació, y más tarde me encontré con él en Petersburgo en 1900 y 1901, en la labor militante, cuando él era ilegal. En uno de sus viajes a Moscú, Tiuchev solicitó mi opinión sobre Tatárov. Se la di inmejorable, por su pasado revolucionario; Tatárov no tenía necesidad de recomendación, y personalmente era un hombre inteligente y de grandes dotes.

A su regreso a Rusia, Tatarov fue incluído en el Comité Central en Odesa. Ya antes de esto, en Petersburgo, frecuentaba la casa de Tiuchev. No tardó en saber, no sólo que Ivanóvskaya formaba parte de la Organización da Combate, sino que se enteró incluso de su dirección.

Desde aquel momento, la Organización de Combate se hallaba en manos de la policia, y la detención de sus miembros fue cuestión de poco tiempo.

Ni Gotz, ni Tiuchev, ni los militantes de la Organización de Combate, naturalmente, conocían el papel de Tatarov; la mayoría ignoraba incluso que figurase en el partido. Sólo mucho más tarde, cuando se le vigiló y después de su muerte, se supo de un modo que no dejaba lugar a dudas que había sido una de las principales causas de las detenciones del 17 de marzo.

Al ponerme al corriente Tiuchev del estado de nuestras cosas en Petersburgo, ni tan siquiera recordó el nombre de Tatarov. Naturalmente no se le ocurrió ni por asomo que Tatarov pudiera tener algo que ver con la destrucción de la Organización de Combate, calificada por Moskovski Viédomosti como el Mukden de la nueva revolución rusa.

Pero, al hablar de las detenciones, Tiuchev relató ciertos detalles, en aquel entonces incomprensibles para nosotros: dos días antes del 17 de marzo Una voz desconocida le dijo por teléfono: Advertid a los amigos que todas las habitaciones están infectadas. Tiuchev comunicó inmediatamente lo sucedido a Ivanovskaya, pero ésta, que en aquellos días estaba enferma, no hizo gran caso de esta advertencia.

La suerte ulterior de los detenidos el 17 de marzo fue la siguiente: La acusación contra Basov Agapov (Dulébov), Podvitski, Schillerov, Voloschenko-Ivanóvskaya, Moiseenko, Barikov, Barikova, Schneerov, Zagorodni, Nadiejdina, Novomeiski, Schergov, Efrusi y Katz fue dejada sin efecto en virtud del manifiesto del 17 de octubre, lo mismo que la acusación contra Leóntieva, por enfermedad mental, como se decía en el documento oficial. Todos ellos, excepto Agapov (Dulébov), enfermo de los nervios en la fortaleza de Pedro y Pablo, fueron puestos en libertad. A la Organización de Combate volvieron sólo Moiseenko y Schillerov. Zagorodni fue detenido en diciembre de 1905 por el asunto del laboratorio de dinamita en Petersburgo, y su suerte posterior la desconozco. Efrusi participó en el terror mucho más tarde, en 1907; Agapov (Dulébov), cuya perturbación nerviosa se había trnnsformado en enfermedad mental, fue trasladado de la fortaleza a una clínica. En noviembre-diciembre de 1905 realizamos una tentativa para sacarlo de dicha clínica, y Moiseenko sostuvo relaciones con este fin con uno de los médicos, llamado Troschin. Tales negociaciones no dieron ningún resultado positivo, y Agapov murió en la clínica mencionada el año 1908 sin haber descubierto su verdadero nombre. Después de su muerte, quedó un documento suyo, una carta escrita antes de la ejecución del gobernador de Ufa, Bogdánovich.

Hela aquí:

Compañeros:

No creo sea necesario explicaros por qué me decido a matar al gobernador de Ufa. Supongo que todos comprenderéis perfectamente la necesidad de ello. No se puede permitir que se nos oprima como esclavos, que se vierta nuestra sangre como agua. Y por nuestra libertad, por nuestra dicha, debemos luchar nosotros mismos. Pero os quiero decir, compañeros, una cosa: me decido a ejecutar la sentencia de la Organización de Combate; no porque no tenga fe en el movimiento obrero, pero comprendo que si no castigamos a los bandidos y verdugos del pueblo, decaerán los ánimos y no avanzaremos. Es posible que se diga que con mi acto perjudico al movimiento obrero. Puedo decir, compañeros, que no quiero producir ningún perjuicio; he pensado mucho en ello, y siento y creo que esto es necesario hacerlo, porque cada protesta pacífica nuestra va seguida del escarnio más insolente. Al salir en manifestación, apenas tenemos tiempo de levantar nuestra bandera cuando se arrojan inmedlatamente contra nosotros, enfurecidos, los cosacos, los gendarmes y los policías y empieza una represalia salvaje: nos atacan con los látigos, nos sablean, nos aplastan con los caballos, y al ser trasladados a la Comisaría somos objeto de las burlas más procaces. ¿Quién es culpable de todas estas ferocidades? Nuestros ministros, general-gobernadores y gobernadores. Por eso considero una dicha el qua me haya correspondido la misión de vengarme de esa fiera de gobernador de Ufa. Por su arbitrariedad se ha vertido mucha sangre de los obreros, y por la sangre vertida debe correr la de los opresores. Ahora bien, quiero con toda el alma ser útil a mis hermanos, y tengo fe en esta empresa como en nuestra causa común. Tengo la fe de que venceremos. Creo que el ave de presa, esto es, la autocracia zarista que destroza al pueblo ruso, no podrá seguir bebiendo por mucho tiempo nuestra sangre. Luchad, compañeros. Luchad por el bien del pueblo, por un mundo mejor, por la sagrada libertad. Luchad, compañeros, sin deponer las armas hasta que sea destruida la autocracia zarista.

Al emprender el atentado y dejar esta carta, Dulébov no dudaba de que sería detenido y ejecutado. El 6 de mayo, en el jardín municipal, disparó seis tiros de revólver contra Bogdánovich, y se fugó.

El atentado fue cometido por él solo, a pesar de lo que dice la siguiente declaración, publicada en el número 24 de La Rusia Revolucionaria:

El 13 de marzo de 1903, por orden del gobernador de Ufa, N. N. Bogdánovich, las tropas hicieron fuego contra los obreros huelguistas de Zlatovskt, disparando incluso contra los fugitivos. Fueron muertos 28 obreros y heridos cerca de 200, muchos de los cuales murieron a consecuencia de las heridas recibidas. Entre los muertos y heridos había no pocos espectadores accidentales de la tragedia, mujeres y niños ...

El 6 de mayo, por resolución de la Organización de Combate del partido de los socialistas revolucionarios, el gobernador de Ufa, N. X. Bogdánovich, fue muerto por dos miembros de esta última.

Yégor Olimpievich Dulébov nació en 1883 o en 1884. Era de origen campesino, y trabajaba como cerrajero en los talleres ferroviarios de Ufa. En el invierno de 1901 entró en el círculo revolucionario de obreros, a cuyo frente se hallaba Yégor Serguéievich Sazónov, que había sido desterrado a dicha ciudad. Allí recibió las primeras lecciones de socialismo revolucionario. Guerchuni, al organizar la ejecución de Bogdánovich, lo eligió para la realización del acto. Después del 6 de mayo, Dulébov pasó a la situación ilegal y se ocultó en Yekaterinburg, Jaratov y Bukú. En esta última ciudad trabajaba en la tipografía clandestina. A partir de la primavera de 1904 (como ya he recordado más arriba), participó en el asunto Plehvé. En la Organización de Combate todos los compañeros le trataban con mucho respeto por su audacia, su abnegaclón y su experiencia práctica. Con quienes tenía contacto más íntimo era con Sazónov, con Kaliáev, Ivanóvskaya y Dora Briliant.

Tatiana Leontieva, poco después de salir de la fortaleza de Pedro y Pablo, se marchó al extranjero, a fin de ponerse en contacto, por mediación de Gotz, con la Organización de Combate. Azev y yo nos enteramos de su deseo de actuar nuevamente. Teníamos una idea elevada de Leontieva, pero como no la habíamos visto, no podíamos saber hasta qué punto se había repuesto de su enfermedad. Después de aconsejarme con Azev, la escribí una carta, en la cual le pedia que permaneciera algún tiempo en el extranjero, a fin de descansar y reponerse. Con motivo de esta carta se produjo un equívoco lamentable. Leontieva la interpretó en el sentido de que me negaba a darle trabajo; esto es, me atribuía, no sólo lo que no pensaba, sino lo que no podía pensar. Leontieva había sido siempre a mis ojos una buena compañera, y lo único que me preocupaba era si había descansado lo suficiente después de la enfermedad: interpretando mi carta como una negativa de la Organización de Combate, se adhirió a los socialistas revolucionarios maximalistas. En agosto de 1906, en Suiza, en Interlaken, durante el almuerzo, hizo un disparo contra un anciano que estaba sentado a la mesa, que tenía al lado. Disparó convencida de que se hallaba en presencia del ex ministro del Interior P. N. Dumoyo. Había sido un error. El anciano no era Durnovo, sino un francés llamado Muller.

Este atentado no fue iniciativa personal de Leontieva, sino orgamzado por los maximalistas, y la responsabilidad por ese triste error puede hacerse caer enteramente sobre sus espaldas. En marzo de 1907 Leontieva fue juzgada por los tribunales suizos y condenada a cuatro años de cárcel.

Por lo que se refiere a los restantes miembros de la Organización, detenidos bajo la inculpación de preparar un atentado contra Trepov, el 21 de noviembre de 1905, el tribunal militar de la región de Petersburgo condenó a Márkov a cuatro años y a Trofinov a diez años de trabajos forzados. Los demás fueron absueltos. El tribunal militar supremo anuló la sentencia por lo que se refería a Trofínov, condenándole a quince años de trabajos forzados, en lugar de diez.

El tribunal no pronunció ninguna pena de muerte. Esto se explica por el momento político excepcional, por los días de libertad; la reacción se preparaba para la ofensiva. Si el juicio se hubiera celebrado dos meses antes o dos después, en septiembre o en enero, es indudable que los acusados habrían sido condenados a muerte.

Después de la detención de la Organización de Combate, quedó en libertad, como ya he recordado, únicamente, Dora Briliant, Tiuchev, sin tener atribuciones para ello, y Rutenberg que las tenía exclusivamente para la preparación combativa de las masas, constituyeron con ella un Comité de la Organización de Combate. Dicho Comité no emprendió ninguna acción y Rutenberg y Tiuchev no tardaron en marcharse al extranjero. Dora Briliant, dejando su reserva de dinamita en Poltava, se fue a Yúriev, donde esperó la llegada mía o de Azev.

Por consiguiente, la Organización de Combate dejó de existir de hecho. Estábamos Azev, Dora Briliant y yo; había también gente inexperta y poco conocida: los Zilberberg, Rachel Lurie, Mania Schkólnik y Aron Schpaizman; pero no constituíamos un todo único, cohesionado por la labor común y la compenetración ideológica; se desvaneció lo que había sido logrado a costa de tantos esfuerzos y sacrificios.

Teníamos que reconstituir la Organización y dar cima al acto contra Trepov. En el laboratorio de Villafranche, los trabajos tocaban a su término. En vista de todas estas circunstancIas, tomamos las siguientes resoluciones:

Con las fuerzas de la organización, en las cuales había cuatro mujeres, no considerábamos posible emprender el atentado contra Trepov. Por esto me encargué del atentado contra Kleigels, reconocido necesario desde hacía mucho tiempo, y que le había fracasado a. Borischanski. Fueron puestos a mi disposición Zilberberg, Schkólnik y Schpaizman. El primero no debía tomar una participación directa en la empresa: la organización era débil y en Zilberberg veíamos la única fuerza considerable de la misma, la única persona capaz de reemplazamos. Schkólnik y Schpaizman no era conveniente, en su calidad de judíos, que entraran en acción con la bomba en las manos en Petersburgo. Por el contrario, en Kiev su origen judío no podía hacer más que subrayar que la ejecución del general-gobernador era provocada en parte por los progroms. Ksenia Zilberberg y Rachel Lurie tenían que conservar la dinamita en Odesa. Azev tomó sobre sí la tarea más difícil: seleccionar a la gente para el núcleo fundamental de la Organización de Combate, el que debía matar a Trepov. Se proyectaba obrar, tanto en Kiev como en Petersburgo, con ayuda del método anterior de observación en la calle. Schpaizman tenía que vender cigarrillos; Schkólnik, flores.

Las detenciones del 17 de marzo abieron una nueva época en la historia de la Organización de Combate.
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